Milei gritó un gol por la inflación de abril, pero crecen los despidos y suspensiones

Mientras el Gobierno celebra cifras a la baja, las consecuencias sociales y laborales dibujan un panorama preocupante para la economía.

El presidente Javier Milei gritó “Goooooool” en Instagram para festejar, con una foto, abrazado al ministro de Economía Luis Caputo, el 8,8% de inflación mensual de abril que informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). “La inflación se está pulverizando y tiene su certificado de defunción firmado”, dijo, en X, el vocero Manuel Adorni. En paralelo, la cadena de supermercados Chango Más confirmaba el despido de 152 trabajadores por la baja en las ventas, una gran empresa de consumo masivo definía adelantar vacaciones de parte del personal en dos de sus plantas para dosificar la producción y Acindar consideraba volver a frenar la planta de Villa Constitución y suspender dotaciones, porque la demanda de acero no repunta.

La baja del Índice de Precios al Consumidor (IPC) más rápido de lo esperado tiene como contracara una recesión que también es más profunda de lo estimado y que comienza a redundar en rondas de despidos que se conocen semana tras semana y en menor cantidad de trabajo. El derrumbe de la actividad y la intervención en precios regulados le permitirán al Gobierno gritar un índice incluso en torno a 5% en mayo.

La caída de la economía no encuentra piso. Más allá de la expectativa de recuperación “en V” que planteó el Gobierno, es el costo que el Gobierno elige pagar para mostrar una reducción del IPC rápida. La caída del consumo doméstico, atada a la pérdida de poder adquisitivo, frenó las remarcaciones en supermercados y centros de compras. La apreciación cambiaria -otro factor clave para explicar la desaceleración de los precios- ya impacta en sectores exportadores. El combo ya redunda en una contracción económica y despidos.

El Gobierno, como contó Cenital, esperaba, hacia fines de abril, una inflación del 5,8% para mayo. El índice de este mes sería menor a esa previsión que hizo el Banco Central ante inversores, en Washington. La consultora C&T pronosticó que “el mes podría quedar debajo del 5% mensual”, porque se registran descensos semanales en precios de alimentos y bebidas. EcoGo pronosticó, la semana pasada, un 4,2% para el mes.

El dato viene con trampa: la consultora de Marina Dal Poggetto estimó que la postergación de las subas de tarifas de gas y transporte público y del impuesto a los combustibles y la intervención del segmento de prepagas significa patear 2,1 puntos porcentuales, con precios relativos que todavía están desfasados y que deberían seguir acomodándose. “La caída de la actividad sigue siendo mayor a la esperada”, contrapuso la firma.

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Pero la expectativa del Gobierno es que el IPC general se acerque más a la inflación núcleo (la medición neta de precios regulados y estacionales). En abril, este indicador marcó 6,3%, complementado con subas en precios regulados del 18,4% y en estacionales de casi 10%. Quizás por eso, Milei y Caputo posponen las subas anunciadas.

Para el Ejecutivo, la inflación es un fenómeno monetario. Focalizó su política en desactivar las causas que generan emisión de moneda. Un furioso ajuste fiscal redujo a cero el financiamiento monetario del Tesoro. Una baja de interés (apoyada en el cepo cambiario) permite al Banco Central emitir menos pesos para pagar vencimientos de sus propios pasivos remunerados, como Leliqs y Pases.

El ancla cambiaria (otra vez, gracias al cepo) permite que los precios bajen más rápido de lo esperado. Los insumos importados prácticamente no aumentan, según distintos empresarios pymes consultados. Lo mismo dicen grandes fabricantes que, ahora, rebajan precios para intentar liquidar stocks acumulados por la caída de la demanda.

La contracara es que Argentina pierde competitividad en dólares. La suba de costos perjudicó a las economías regionales, como madereros (los primeros en quejarse abiertamente por el combo de menor consumo interno y mayores dificultades para exportar), productores de cítricos y viñedos. Fate adelantó que efectuará 97 despidos que atribuyó a “escandalosas asimetrías en el comercio exterior”, como la carga impositiva, la apertura de importaciones y el “único caso en el mundo” en el que el sector paga derechos de exportación. Un comercializador de vinos contó que bodegas italianas preparan los primeros embarques a la Argentina, algo impensado hace cuatro meses.

Y si los exportadores están en problemas, las industrias y comercios que dependen del mercado interno están peor. Ese es el “costo” que paga la economía por el índice de inflación que festejó el Gobierno. El ajuste fiscal planchó la demanda del sector público. A los recortes en la obra pública (100.000 despidos, según constructores) se suma el derrame a las provincias. Un fabricante de tableros para escuelas técnicas del conurbano bonaerense contó que hace tres meses que no recibe pedidos. El presupuesto educativo destina más recursos a salarios de los docentes, para cubrir la caída del Fondo de Incentivo Docente. Una pyme embotelladora relató que las grandes empresas y oficinas públicas le demandan menos bidones de agua y los comercios y familias cortan el servicio.

Los salarios formales perdieron 12 puntos entre octubre y abril, según los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que relevó Luis Campos, investigador de la CTA Autónoma. Los datos oficiales muestran que la caída se detuvo en abril, pero no que los salarios se recuperen.

La demanda se desplomó y el impacto sobre el empleo es palpable: suspensión de horas extras, adelanto de vacaciones, suspensiones y, en última instancia, despidos. “El mercado de trabajo ajusta por fases. Primero se recortan horas extras, después turnos, ahora estamos en la fase de suspensiones y hay algunos despidos”, dijo Ricardo Delgado, director de Analytica.

Una gran alimenticia indicó que las ventas de bebidas y otros productos no básicos caen al 30 o 40% en mayo. Los productos básicos caen menos, pero entre 5 y 9% en términos reales. Espera que la caída se detenga este mes, aunque ya frena líneas de producción.

En Villa Constitución, los trabajadores de Acindar denunciaron una nueva parada de planta con suspensiones. La empresa no lo confirmó, pero hizo saber que la caída de la demanda del sector es sostenida y que “todas las alternativas están en evaluación”.

En Córdoba, Mabe envió 200 telegramas de despido a mediados de abril. Días atrás Whirlpool despidió a 60 trabajadores en la fábrica de Pilar que inauguró en 2022 para exportar. “Habrá un efecto de retroalimentación”, dijeron Marca Pyme y Epyca en un informe para Industriales Pymes Argentinos (IPA). “”La caída de la demanda interna está teniendo un fuerte impacto sobre el nivel de actividad. La caída en el nivel de actividad influye directamente sobre los salarios reales y la masa salarial (por los despidos), y esto repercute nuevamente en la demanda interna”, explicaron.

Para la consultora LCG, el futuro de la inflación se jugará cuando comience a recuperarse la actividad económica. “La notable desaceleración de la inflación se explica por el desplome de la demanda. El verdadero test para ver si entramos en un nuevo régimen de inflación más baja deberá hacerse con la actividad económica repuntando y los salarios recortando algo de la caída de los últimos tiempos. Recién ahí podremos ver si las expectativas inflacionarias están realmente ancladas”, aseveró.

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Periodista especializado en Economía. Pasó por La Nación, Bae, El Cronista y TN. Actualmente es columnista en Mejor País, en Radio Con Vos.