Los ’90 blue de Milei y la medianoche que el PJ pudo colapsar

La serie Menem le da marco al acelerado deterioro libertario, que repite el lado más turbio de la década neoliberal: denuncias, operaciones, crisis y desocupación. Sábado caótico en el peronismo, que estuvo a minutos de una fractura terminal.

Javier y Karina Milei en el Jockey Club. El último presidente en asistir había sido Carlos Menem.

La leyenda cuenta que fue Carlos Saúl Menem quien despertó en Javier Milei el interés por la política. “Vos vas a ser presidente”, le auguró el riojano en un mano a mano allá por 2020, según relató Diego Giacomini, examigo y socio del libertario. Ni Milei lo creyó, pero el expresidente tuvo razón. Murió en febrero de 2021 sin ver cristalizada su profecía política, su último y póstumo “Menem lo hizo”.

El furor por el dólar (aún) barato –cerró la semana a $1300 a pesar del subidón de tasas y del regreso de los pasivos remunerados–, con los viajes al exterior y las importaciones en nivel récord, son una copia defectuosa de los “encantos” del modelo Menem que ahora se ve en Amazon Prime. El lado B es más notable: el derrumbe de la industria y la desocupación, con alertas en zonas y segmentos puntuales. El conurbano y el gran Córdoba, en el primer caso, y los jóvenes -más aún mujeres- en el segundo.

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En el último mes, la réplica blue de los 90 que ofrece Milei, incluyó el perfil más turbio del legado menemista: los hechos de corrupción. El episodio de las valijas, que hizo arder la interna en ARCA, remite a las de Amira Yoma, cuñada y secretaria privada de Menem. Y permite tejer una línea de tiempo con un mojón en Antonini Wilson en el tramo final del gobierno de Néstor Kirchner. Historia de la marroquinería política, como metaforizó Jorge Asís. En el último estudio de Management & Fit, de Mariel Fornoni, aparece un indicador que debería ser leído con atención por la Casa Rosada: para los sectores que aprueban la gestión oficial, el principal problema del país es la corrupción, incluso por encima de la inseguridad.

«Los Turcos»

Que el último escándalo involucre a los Menem parece un plot twist literario. Pero no. “Los Turcos”, como les dicen en las oficinas del team Santiago Caputo, hace tiempo son prestadores del Estado que repudian. Y una de sus empresas, Tech Security, primerea para quedarse con un contrato de casi 4 mil millones de pesos del Banco Nación.

Un entornista de los Menem, Martín y Eduardo “Lule”, deslizó una especie de resignación porque era inevitable, sobre todo en el clima de hostilidad interna en La Libertad Avanza, que el contrato dispare un escándalo: la alternativa era darlo de baja, renunciar a un negocio que excede a los riojanos. De hecho, Tech Security le presta servicios a la AFA, a clubes como Racing y Banfield, al municipio de Vicente López, y en el estadio Madre de las Ciudades, de Santiago del Estero, territorio de Pablo Toviggino, tesorero de la AFA, mano derecha de Claudio “Chiqui” Tapia.

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El episodio Tech Security prende un reflector sobre otros asuntos: la empresa GPS (Global Protection Service S.A.), de la que los Menem eran socios hasta diciembre, y la intención que le atribuyen a los riojanos apuntar a crear un monopolio de prestadores para los servicios de limpieza en el Estado. La firma Bizantina concentra esa prestación en Diputados. GPS es controlada, desde fines de 2023, por Nicolás Hazzaf. El origen entre los Menem y los Hazzaf puede, claro, ser una casualidad estadística, porque la comunidad panárabe es una de las más grandes del país. Hay otra casualidad estadística: en Google, el sitio web de GPS –ahora desactivado- incluye un eslogan familiar: “GPS, la seguridad avanza”.

Cuestión estadística

El azar traicionó a Daniel Parisini, el Gordo Dan, que se regodeó en un video hablando bondades del concejal salteño Pablo López, que venía del PRO y migró a LLA, y fue denunciado por retener parte del salario y pedir favores sexuales a militantes de su espacio. Parisini se amparó en la casualidad y tuiteó: “Por una cuestión estadística siempre se te va a colar algún psicópata, algún degenerado o algún delincuente”.

Los Menem reniegan de una supuesta vulnerabilidad ante el poder de fuego de sus rivales internos: los Caputo. Dicen que en los sucesos densos que los salpican, como los de personajes como el chaqueño Alfredo “Capi” Rodríguez que investiga el Poder Judicial, o referentes del Conurbano con prontuarios picantes, el ojo público es menos implacable con los barquinazos que involucran a figuras ligadas al “Dandy”. Quizá porque hizo pie en posiciones estratégicas del Estado.

Lule Menem, que se mueve como una sombra de Karina Milei en el primer piso de Casa Rosada, expone otra queja. Dice que sus primos libertarios de Las Fuerzas del Cielo los hacen aparecer como los que “no quieren hacer acuerdos políticos” cuando, se ataja, prefieren acuerdos selectivos. En un loop defectuoso de los 90, Milei desprecia un factor determinante del caudillo de Anillaco: la destreza para la negociación, el encantamiento del otro, la dimensión política sin la que –por caso- no hubiese sido posible la reforma de la Constitución, con la inclusión de la reelección, en 1994.

Milei es lo opuesto a Menem, que delegaba la economía en terceros como Domingo Cavallo, pero la administraba desde la política. El libertario delega la política en su hermana, que según un no libertario que suele hablar con ella, “aprendió rápido” y se muestra cada vez más cómoda y segura para tomar las decisiones políticas que no toma su hermano, solo enfocado en la teoría económica. La hermanísima parece seguir aquel mandamiento que se atribuye a Héctor Magnetto, el CEO de Clarín: la inteligencia práctica es escuchar más que hablar. “Javier apoya lo que Karina le dice que debe apoyar”.

La “capacidad” de Milei

La última crisis política del Gobierno, el 6 a 0 en el Senado, se atribuye al procedimiento de Karina. “Tenemos la mejor escudería, pero pilotos de reserva”, se quejaron en el mundo Caputo y apuntaron a los Menem. En su nostalgia noventista, Milei visitó el viernes el Jockey Club. Sus laderos recordaron que hacía tres décadas que un presidente no iba al histórico edificio. El útlimo había sido, justamente, Carlos Menem.

Todo ocurre en medio de los sacudones del dólar. El último estudio de Pulso Research, la consultora de Juan Adaro, pone la lupa sobre la capacidad del libertario para resolver la crisis económica. Apenas un 14% cree que está resolviendo los problemas económicos, algo menos de un 30% dice que sabe cómo hacerlo pero “necesita tiempo” y el 46% cree que Milei “no sabe” cómo resolver la crisis.

El dato se puede matchear con el estudio de julio de ARESCO, de Federico Aurelio, que repite la foto de una valoración negativa de la economía del país y personal. El consultor lee ese indicador en dos planos. La negatividad persiste a pesar del discurso oficial de que la situación general mejora. Es decir, no prende la narrativa de Milei de que la crisis está quedando atrás. Giacomini, ultra crítico del libertario, tiene una lectura extrema: dice que lo mejor del Gobierno ya pasó y solo le queda empeorar.

Aurelio, sin embargo, interpreta que el dato plano, sin cambios, indica que tampoco la opinión pública internaliza el discurso opositor de una crisis creciente. Analogías, de Mariana Acosta, enfoca otro punto interesante en su estudio de julio: el de la resiliencia social frente a la crisis. ¿Detrás del sacrificio viene una solución? Por primera vez en la serie, la mirada negativa supera el 50%. Para Aurelio, el desacople entre la valoración (negativa) del presente y la expectativa (positiva) del futuro, tiene un deadline que ubica después de las elecciones de octubre.

Menem-Milei, en espejo

Manuel Adorni, el portavoz presidencial, anunció que se inició el proceso para privatizar el 90% de AySA. Días atrás, frente a los reclamos por el deterioro de las rutas y autopistas que dependen de la Nación, dijo que se buscará licitar 9.120 kilómetros. Ambas cosas se hicieron en los ’90. El resultado no fue bueno. El Gobierno piensa una especie de “RIGI” para privatizaciones, con beneficios extras y la siempre recurrente demanda de extraer la rentabilidad.

El déjà vu más impactante lo aportó el gremio de Obras Sanitarias, que por entonces ya era conducido por José Luis Lingeri. Celebró el proceso, dijo que “no es una privatización tradicional” porque le otorga el 10% de la compañía a los trabajadores. ¿Hay algo ahí? Un sindicalista que conoce el rubro dice que la postura del gremio se basa en una certeza: que hoy, en el contexto de incertidumbre económica y política, no hay interesados en tomar el control de AySA.

Un informe del Centro para la Recuperación Argentina, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, advirtió sobre el deterioro en la actividad industrial, con comportamiento desigual según el sector, y sobre la afectación del consumo de las familias: el uso de la tarjeta de crédito para realizar compras en supermercados, según el documento, se incrementó en 8 puntos porcentuales y pasó de representar el 39% de las ventas totales al 47%. “Este fenómeno podría estar indicando que muchas familias están recurriendo al endeudamiento para adquirir bienes de consumo básico del mes, como alimentos, productos de limpieza y otros artículos esenciales”, señala el estudio.

Un informe de CEPA de Hernán Letcher analizó la evolución de las jubilaciones y reflejó que el cambio de fórmula que impuso por decreto Milei significó una pérdida de más de 30% en los haberes. El mínimo actual, de $304.726, estaría en $403.302 si siguiera vigente la fórmula que se sancionó durante la gestión anterior. Eso explica, siquiera en parte, por qué el 19,2% del ajuste libertario lo explicó la cuenta jubilaciones. De todos modos, está detrás del “ahorro” por clausurar la obra pública, que explica más del 23% del ajuste en todo 2024. El último estudio de ARESCO detecta que el “achique del Estado” suma rechazo. Tiene que ver con Vialidad y la falta de obras. Pero no marida con otra demanda: reducir el gasto.

Jóvenes, desempleo y faltazo electoral

El último informe del INDEC sobre desempleo mostró que en el Conurbano, y en especial entre jóvenes –más aun mujeres–, el tema se agravó. Un informe cualitativo, con jóvenes de entre 15 y 30 años, refleja que la falta de trabajo, junto a la salud mental y el consumo problemático, figuran como los tres problemas centrales. La precariedad laboral y la falta de puestos, más dificultades con la educación, conforman un combo letal.

“La palabra trabajo difícilmente se mencione en soledad y se acompaña casi siempre de términos como ‘formal’, ‘digno’, ‘con derechos’, ‘registrado’ o ‘bien pago’. Para muchos, esta carencia es el nudo de otros problemas: sin plata no podés estudiar ni proyectar nada”, especifica el estudio que dirigió Martín Romeo, profesor de Investigación de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.

Romeo linkea el malestar de los jóvenes con que son el sector que aparece, según varias encuestas, como el más desinteresado en votar. Si la juventud es la que más sostiene a Milei, que aparezcan como los más lejanos a votar es un dato que podría tener impacto electoral. En las elecciones del 7 de septiembre, la expectativa de una bajísima concurrencia está magnificada.

La prueba de la pureza

El cierre bonaerense disparó múltiples crisis en los dos núcleos mayoritarios, LLA y el peronismo. En LLA, que ordena Sebastián Pareja, el efecto fue una tensión extrema con el PRO que puede alterar los planes de la Casa Rosada para blindar los vetos de Milei a los aumentos a jubilados. Cristian Ritondo sale herido del trámite, porque varios territorios se autonomizaron. El karinismo apuesta a que la elección sea de marcas, Milei o peronismo, y así sacar rédito.

La prueba de la pureza cruza además al peronismo, que llegó tensionado al extremo, como ocurre en todos los cierres, y con amenazas de una fractura. De hecho, a las 19.10 del sábado, desde la gobernación se bajó la orden a todos los referentes que tengan armadas listas en los 135 distritos para la eventualidad de una ruptura con La Cámpora y el Frente Renovador de Sergio Massa que implique que haya, al final, dos ofertas peronistas.

Play

Lo sintomático es que lo relevante no eran los nombres sino a quién tributan: Axel Kicillof pedía, y dijo que tenía el OK de los demás, proponer los cabezas de listas más relevantes, sobre todo en el conurbano. Durante horas, la crisis terminal estuvo sobre la mesa. Venció el plazo de la medianoche y Fuerza Patria no había presentado todas sus listas. Pidió una prórroga. Se cortó la luz en la Legislatura bonaerense, donde funciona la Junta Electoral. Se anotaron numerosas boletas. En La Plata, Kicillof y Massa, la camporista Mayra Mendoza y el diputado Facundo Tignanelli, fueron y vinieron en negociaciones duras. Máximo Kirchner no participó, en persona, de las rondas. En una cumbre pasada la medianoche, se validaron genéricamente listas municipales y, antes de las 2, se acordaron las boletas seccionales.

Durante todo el sábado, la discusión subió y bajó, el loop típico de amenazas y acuerdos. Pero las listas, en definitiva, no dicen mucho: los cierren dejan heridas y la interna peronista viene, hace rato, en carne viva. La convivencia hacia adelante no será nada fácil y queda, todavía, el armado de la lista de diputados nacionales. Con las horas, cuando se detallen los nombres, aparecerá el balance final. Pero queda una certeza: el vínculo en el peronismo, en particular entre los sectores que expresan Kicillof y Máximo Kirchner, está irreversiblemente roto.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.