¿Lobo está? El pastorcito mentiroso y las elecciones bonaerenses

La política cambiaria y la estrategia electoral se cruzan en un escenario donde los errores no forzados del gobierno potencian la incertidumbre económica.

A estas alturas, era previsible un escenario de tensión cambiaria, en el que la demanda, influida por la dolarización preelectoral, superara a una oferta reducida por el adelantamiento de la liquidación del agro. Lo que no era esperable era la magnitud del desequilibrio, ni que ocurriera en un contexto de altas tasas de interés, con montos inéditos de intervención del Banco Central (BCRA) en el mercado de futuros, y con un gobierno elevando la apuesta respecto a una elección provincial que no está seguro de ganar (donde se eligen concejales municipales).

La previsible tensión cambiaria del presente se explica por la fragilidad del plan de estabilización sin reservas adoptado por el gobierno desde mediados de 2024. Sin embargo, en la magnitud de los últimos días, influyeron los errores no forzados de la administración de Javier Milei. Algunos descritos en la columna anterior y otros que se mencionan a continuación.

La elección de este domingo: “All In”

El Gobierno eligió adjudicar la turbulencia cambiaria del presente al temor por un hipotético triunfo del peronismo en la provincia de Buenos Aires. Esto levantó el precio de una elección provincial que, hasta hace dos meses, se esperaba que el oficialismo nacional ganase con comodidad y donde la oposición aspiraba al modesto objetivo de dirimir su interna.

En las últimas semanas, para disimular sus errores, el Gobierno “agrandó” la elección y la colocó como un auténtico “plebiscito del programa económico”. Este error puede generar varios escenarios el lunes:

  • El gobierno gana con comodidad: se podría generar un “momentum” en el mercado que alivie parcialmente la tensión cambiaria, aunque sin resolverla.
  • El resultado es un empate: ambos declaran la victoria y la tensión cambiaria continúa con los mercados en modo “wait and see” hasta octubre.
  • El gobierno pierde: como en el cuento del Pastorcito Mentiroso, aparece “el lobo” y se produce un evento de caída de los mercados que agrava la situación en el mercado de cambios.

Más allá de la probabilidad asignada a cada escenario, si las opciones ii) y iii) representan una probabilidad significativa, eso es razón suficiente para calificar al “Ganamos la elección en PBA o viene el Lobo” como otro error no forzado.

“Comprá campeón”, pero no tanto

Otro error no forzado del gobierno en las últimas semanas fue intervenir vendiendo dólares dentro de la banda cambiaria para frenar su suba, creando así una “banda dentro de la banda” con un techo en $1362. Esta decisión, además de crear un nuevo meme del equipo económico gritando desaforados que “el dólar flota”, es un error por tres razones centrales:

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  • Impacta en las reservas del BCRA que, tras la seguidilla de colocaciones de préstamos del sector público en dólares desde abril hasta julio por un total de USD 19.500 millones (FMI, Banco Mundial, REPO y BONTE), las reservas netas sean apenas de USD 6.000 millones, un valor similar al pago de bonos de deuda pública en dólares a privados durante los próximos cinco meses.
  • Vuelve a cambiar las reglas de juego.
  • En los escenarios de empate o derrota del gobierno en la elección de PBA, los dólares del Tesoro (unos USD 1.600 millones) no alcanzan de “puente” hasta octubre, obligando al Poder Ejecutivo a abandonar la “banda dentro de la banda” y afectando nuevamente la credibilidad del equipo económico.

Sobre este “error no forzado” posiblemente algún lector memorioso recuerde la columna del 19 de julio, en la que se mencionó que era un escenario esperado. Y sí, dado los antecedentes del equipo económico, lo más esperable era que el Tesoro cometiera el error de vender dólares antes de las elecciones dentro de la banda cambiaria. “Es mi naturaleza”, le dijo el escorpión a la rana y la picó en el medio del río.

Estabilizar sin reservas: una aventura arriesgada

¿Dónde se jodió el programa económico? Posiblemente en mayo de 2024, cuando el gobierno abandonó la política de acumulación de reservas. Ese fue el momento en que cambió el signo de la política monetaria y se inició un proceso acelerado de ajuste de precios relativos. En poco tiempo, se pasó de un dólar “super caro” a uno “super barato”.

La decisión logró los objetivos buscados: estimular la recuperación económica y reducir la inflación. El problema es que estabilizar sin reservas, en un país cuya moneda no cumple plenamente su función de reserva de valor, implica riesgos elevados. En el camino, pueden ayudar circunstancias extraordinarias, como el blanqueo de septiembre de 2024, pero la debilidad genera incentivos para que el sector privado, con cepo o sin cepo, dolarice sus ahorros e incremente los consumos en dólares (viajes al exterior, gastos por aplicaciones, importaciones, etc.).

Recientemente se conoció el dato oficial del total comprado por el sector privado “sin destino específico” en julio: USD 5.400 millones. Una cifra extraordinaria, equivalente a casi un mes de importaciones. Entre agosto y octubre, se espera que los montos se mantengan en niveles similares, con altas probabilidades de alcanzar un total dolarizado comparable al récord de 2018.

¿Qué va a pasar el lunes?

Si el resultado en la provincia de Buenos Aires es un “empate” para el oficialismo, es muy probable que antes de octubre se abandone la “banda dentro de la banda” de $1362 y que el dólar alcance el techo de las bandas acordadas con el FMI. La dinámica posterior dependerá de cuántos dólares deba vender el BCRA y cuándo.

Si el resultado es negativo para el oficialismo, no solo habrá que abandonar la “banda dentro de la banda”, sino también reformular la totalidad del esquema cambiario antes de las elecciones nacionales de octubre.

Si, en cambio, el gobierno gana con comodidad, es posible que también se abandone la “banda dentro de la banda”, pero de manera gradual, permitiendo al Ejecutivo llegar más cómodo a los comicios.

En los tres escenarios, luego de octubre deberíamos avanzar hacia un nuevo esquema cambiario. Aunque falta mucho, esperemos que la reformulación adopte dos premisas fundamentales:

a) Primero definir un esquema macro que priorice la acumulación de reservas; luego reformularlo y establecer un esquema cambiario-monetario consistente, percibido como permanente, y, si funciona, finalmente flotar la moneda.

b) El ministro de Economía, Luis Caputo, en una economía como la argentina, debe siempre evitar los streams oficialistas propensos a la simplificación y a las chicanas cancheras.

Economista (UBA). Socio y economista jefe de la Consultora Audemus.