Industria y geopolítica: la lucha por el control de insumos clave

El acero y el cemento, son bienes fundamentales que hacen pocas empresas. ¿La industria local soportaría competir contra China?

Algunos bienes se utilizan en muchas industrias como insumos claves para la producción. No me refiero con esto a los tornillos, arandelas o cualquier otro bien necesario para una industria que cumple la función que tienen dada desde su origen. No, me refiero a bienes que sufren una transformación distinta en cada fábrica que los utiliza, de forma tal de adaptarlos a sus necesidades. Un ejemplo lo va a graficar mejor. Las láminas de acero se utilizan para la fabricación de los chasis de los autos y para electrodomésticos. Si bien no es exactamente la misma lámina, que se adapta a las necesidades de la industria receptora, es un bien con características bastante definidas que después se utiliza en otras industrias. Este tipo de bienes tienen un nombre particular: insumos difundidos. Acero, aluminio, hierro, cartón, cemento y plástico son algunos de ellos. 

Su rasgo distintivo –utilizarse necesariamente en una variedad de industrias– les confieren un carácter relativamente importante, ya que los problemas en el suministro afectan a muchas cadenas de valor simultáneamente. Eso se suma a otra característica dentro de todo general de este tipo de producciones: se encuentra concentrada en pocas empresas. 

Por lo general, la escala de producción –la cantidad de productos realizados en determinado período– necesaria para que las inversiones sean rentables y competitivas es bastante alta. En algunos casos, este rasgo se marca con más fuerza, por ejemplo en el acero, hierro, aluminio y cemento, en otros un poco menos, pero también se encuentran concentrados. Sin embargo, esta escala requerida no es acompañada por el tamaño del mercado interno argentino –dentro de todo pequeño– y nos encontramos lejos de los grandes centros de consumo mundial. Además, Brasil también desarrolló los mismos sectores. Por ejemplo, su siderúrgia es bastante más grande que la nuestra. Eso no quiere decir que sean malas industrias, de hecho realizamos exportaciones de algunos productos de bastante complejidad como tubos sin costura (Tenaris-Techint) o aluminio (ALUAR), pero nos pone en una situación difícil para pensar en la perspectiva de desarrollo futuro de esas actividades.

La incidencia que tienen estas actividades en el resto de las cadenas productivas y su concentración en pocas empresas las ponen en la mira de las políticas que buscan reducir la inflación, de forma tal de evitar que se trasladen los aumentos desde los insumos difundidos a los bienes finales a los que acceden los consumidores. Para darte algunos ejemplos, allá por el 2014 se realizó un acuerdo de precios entre el Ministerio de Economía y varias de estas empresas para reducir los aumentos de precios; lo mismo sucedió en 2023 con un Precios Cuidados para los insumos difundidos; y, ahora, se desreguló parte de los requisitos para importar estos bienes para facilitar la competencia entre las empresas locales y las extranjeras, con la idea de que esto redunde en una baja de los precios –acá lo discuten un poco–. Pero, los resultados de estas medidas no son del todo claros (ni satisfactorios en los casos anteriores). 

Una nota de color, que vamos a explorar cuando nos metamos en cada uno de estos sectores en sucesivas entregas, es que una parte considerable de las producciones de insumos difundidos se realizan en ciudades de tamaño pequeño o mediano. Las grandes fábricas que emplean a muchas personas y se integran con pequeñas ciudades son fundamentales para el desarrollo de esas economías. Algunos ejemplos bastante claros son: cemento en Olavarría con Loma Muerta y Cementos Avellaneda; acero en Villa Constitución y San Nicolás, aluminio en Puerto Madryn. Llamativo, ¿no?

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La madre de todas las industrias 

Más o menos complejos, este tipo de bienes fueron claves para los países que se desarrollaron tempranamente y han estado en el centro de las batallas geopolíticas en más de una ocasión –por ejemplo, la lucha entre Francia y Alemania por el control de la zona Alsacia-Lorena en las dos guerras mundiales–.

Efectivamente el acero, el hierro, el plástico y el cemento se constituyeron como elementos claves para permitir la industrialización de los países. Para hacer trenes es necesario acero y hierro; para construir, el cemento; para miles de cosas, el plástico. Pero, todo eso también se requiere para la industria armamentística, clave para el avance tecnológico industrial.

Asegurarse la provisión de este tipo de productos garantizaba, en épocas de conflicto entre potencias, la capacidad de desarrollar una industria nacional. Tanto en las economías capitalistas –Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón–, como en otras planificadas –Unión Soviética y China–, el desarrollo de estas actividades se volvió central, volcando esfuerzos gigantescos para ello. Por ejemplo, narra la historia que en el Gran salto adelante de China –uno de los planes quinquenales– se intentó hacer acero con los metales que se utilizaban para los cultivos agrícolas. El intento salió mal y eso provocó una fuerte hambruna en torno a 1960. Las vueltas de la vida hicieron que hoy China sea el mayor productor mundial de acero, pero ya vamos a eso.  

De igual manera, cuando en Argentina había una idea de nación y futuro, este tipo de industrias –fundamentalmente las básicas para la producción de bienes intermedios– fueron uno de los focos para mejorar el proceso de industrialización. El Segundo Plan Quinquenal de Juan Domingo Perón y la estrategia desarrollista de Arturo Frondizi se concentraron principalmente en ellas. De hecho, la planta de aluminio de ALUAR en Puerto Madryn se construyó en esos años.

No quiero ser reiterativo, pero la importancia de estas industrias radica en que posibilitan el desarrollo de otras que requieren este tipo de insumos. Me dirás que se pueden importar. La respuesta –como siempre– es sí, pero… 

Una nueva canción 

De un tiempo a esta parte todo cambió o, al menos, parece estar cambiando. La guerra entre Rusia y Ucrania, el conflicto comercial entre Estados Unidos y China, las dificultades en el comercio internacional en la pandemia y las medidas “ambientales” de la Unión Europea suponen un mundo diferente al de hace 20 años. Si algunos pensaban en el fin de la historia durante los años ‘90, la historia ahora pareciera volver con mucha más fuerza y conflicto. 

Las cuatro situaciones mencionadas giran en torno a lo mismo: hay crecientes dificultades para comerciar bienes estratégicos. Entre ellos se encuentran los insumos difundidos, principalmente el acero y aluminio. 

Te comentaba anteriormente que estas dos industrias requieren de mucha escala para ser eficientes ¿cuál es el país de mayor escala? China. Con los años, logró posicionarse como un productor internacional de estos insumos –también, de cemento– y comenzó a desplazar la producción local de otros países por la imposibilidad de competir por precio frente al gigante asiático. Ojo, no se trata solo de la escala productiva, quienes compiten con estos productos también señalan que la presencia estatal y la centralidad del gobierno chino en la economía funciona como una especie de subsidio a las exportaciones –que no deberían utilizarse por las reglas de la OMC– y pone en una situación ventajosa a la industria china frente al resto. Algo de esto planteó Paolo Rocca de Techint hace poco en San Pablo.  

En este sentido, Estados Unidos bajo el pretexto de la seguridad nacional –uno de los motivos por los cuales pueden introducirse excepciones a las reglas de la Organización Mundial del Comercio– busca aumentar los aranceles a la importación de acero chino, como mecanismo para resguardar a su industria local. La Unión Europea transita el mismo camino, tanto con un aumento de aranceles como mediante la introducción de requisitos verdes para poder exportar a territorio europeo. Principalmente, la economía del viejo continente más afectada por el crecimiento de China es Alemania. 

Son varios los motivos que llevan a estos países a proteger a sus industrias de insumos difundidos del avance chino. En primer lugar, la capacidad de lobby por parte de las empresas –que también en el mundo no son tantas– para defender su posición. En segundo lugar, el riesgo de un conflicto comercial o bélico –aún mayor al actual– que ponga en jaque a las cadenas productivas que utilizan como insumo estos bienes y a las economías de los países industrializados. Finalmente, la necesidad de contar con este tipo de industrias para la defensa nacional, en caso de ser necesario. 

Todo esto se pone de frente la idea de minimizar los costos de producción. Si lo importante fuera producir al menor costo posible, tranquilamente se podrían importar de China todos los bienes que cumplieran esta condición. Sin embargo, al igual que ocurre con los chips y semiconductores, la hipótesis de conflicto prima por sobre la eficiencia económica. 

Cabe preguntarse si estos motivos se aplican también a nuestro país. De mucho menor tamaño y sin conflictos relevantes con los países productores, es posible que la importación pudiera abaratar precios locales. La pregunta es hasta qué punto resulta tolerable la persecución de este objetivo, que en Chile implicó el cierre de su mayor acería (Huachipato) esta misma semana, pese a tener una economía ordenada, con acceso al crédito, previsibilidad y ese montón de cosas deseables. O si por el contrario, resulta conveniente proteger a la industria local, por la incertidumbre con respecto al futuro y a posibles conflictos que surjan y pongan en jaque la provisión de insumos difundidos para el resto de las industrias argentinas –no se necesita una guerra, una pandemia y la interrupción del comercio internacional es suficiente para generar problemas–.

Bonus Track

  • Entre los insumos difundidos se encuentra el cemento. La empresa más grande de Argentina es Loma Negra y jugó un partido de fútbol contra la Unión Soviética. Te dejo un videito acá y este nota de nuestro Ezequiel Fernández Moores que también lo aborda; 
  • Esta entrevista de La Fábrica Podcast a Javier Madanes, el dueño de Aluar y Fate (aluminio y neumáticos). Muy interesante; 
  • Esta nota de Esteban Rafele sobre el presupuesto presentado el domingo por Javier Milei en el Congreso de la Nación.

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.