Industria argentina: entrenadores en Catar

Lionel Scaloni no estará solo. Gerardo Martino y Gustavo Alfaro serán los otros DT santafesinos que llegarán al Mundial.

Hay futbolistas que no quieren jugar en la selección. Es septiembre de 2010. Faltan 30 días para que Ecuador debute en las Eliminatorias al Mundial de Catar. Viene de no clasificar a Rusia 2018. El diagnóstico de Gustavo Alfaro, nuevo entrenador de Ecuador, indica gravedad. “Podés tener jugadores buenos o malos -se dice-, pero no desinteresados, sin sentido de pertenencia”. En la primera charla, les muestra la camiseta. Y les pregunta dónde y en qué parte está el escudo. “Adelante, a la izquierda, del lado del corazón”, responden. “¿Y sus nombres?”. “Atrás”. “Entonces -les dice- nunca el que tiene la camiseta de la selección está por encima del sentimiento”. Alfaro renueva la Casa de la Selección en Quito, el predio de 13,6 hectáreas en lo alto del cantón Nayón, rodeado de volcanes. Cuelga fotos de los jugadores abrazados. Cambia hasta los colchones de las camas en las que duermen. Poco más de dos años después, Alfaro se presenta con Ecuador como entrenador en una Copa del Mundo.

Lionel Scaloni, Gerardo Martino y Alfaro son los entrenadores argentinos en Catar 2022 (Argentina y España son los países con más DT en el Mundial). La industria nacional sobrevive a los resultados y ya pasó los 90 años. La selección argentina nombró a su primer técnico en 1928: Francisco Olazar, que se limitaba a elegir jugadores y armar la formación. Alfaro trabajó en los últimos cuatro Mundiales como comentarista en la televisión colombiana. “Ahí -aceptó- empecé a buscar sin buscar, como los budistas”. La influencia argentina en Ecuador sobrepasa a Alfaro: en la Serie A, seis de los doce equipos son dirigidos por entrenadores argentinos. “En el fondo, no sé por qué los técnicos argentinos se destacan -dice Martín Anselmi, 37 años, DT argentino campeón de la última Copa Sudamericana con Independiente del Valle de Ecuador-. Intuyo que el fútbol argentino te prepara para cualquier escenario y, así como los jugadores se destacan, los técnicos también. Es un tema cultural, de ganas de triunfar, de capacidad de adaptación, de ‘hambre’”.

Alfaro se ilusiona con “hacer el mejor Mundial de la historia” de Ecuador. Superar, en la cuarta participación, los octavos de final de Alemania 2006. El camino hasta Catar lo contó en un libro. Se llama Cazadores de utopías imposibles. El nombre sale de su discurso en pleno estadio Monumental de Guayaquil tras la clasificación al Mundial. Mitad líder político, mitad pastor evangélico. Aunque muchas veces crítico del sistema dominante en el fútbol, Alfaro es un DT adaptado. Entre los 26 futbolistas que citó aparece Kevin Rodríguez, delantero de 22 años. Sorprendió: juega en el Imbabura de la segunda división de Ecuador. Lo acusaron de convocarlo porque comparten representante. En su alocución ante la prensa, Alfaro citó a Einstein: “Es más difícil desactivar un átomo que un preconcepto”. “La expectativa es muy grande, los jugadores se tomaron en serio el mensaje -dice el periodista ecuatoriano Felipe Larrea-. Y esto lo provocó el trabajo de Alfaro. Si te habla un argentino vinculado al fútbol, hay un plus, lo ves con distintos ojos. Desde que llegó en un contexto muy adverso, hizo un recambio, con jóvenes, con debutantes, como Moisés Caicedo y Piero Hincapié. Devolvió esas ganas de vestir la camiseta de Ecuador. Hizo, como pocas veces, que la selección tire para adelante y vaya hacia un mismo objetivo: el Mundial de Catar”.

El Tata Martino dirigirá su segundo Mundial luego de Sudáfrica 2010 con Paraguay. A diferencia de Alfaro en Ecuador, Martino desencantó a la mayoría de los mexicanos. Es una esperanza que pende de un hilo. “Es el único técnico en la historia de la selección mexicana que perdió tres veces consecutivas con Estados Unidos, el odiado rival. Y partidos importantes: en Eliminatorias, en la final de la Nations League y en la final de la Copa Oro. Pesa mucho. Y a los argentinos se les respeta pero al mismo tiempo se les exige”, dice Ricardo Olín García, periodista mexicano. Alrededor del Grupo Televisa (dueño del América, el club más poderoso de ese país) y de la Federación Mexicana siempre revolotea una idea: la imposición de futbolistas en la convocatoria. Excede a Martino. México es la segunda selección de mayor promedio de edad en Catar (28.5). Pero un buen Mundial, sabemos, cambia todo. Sólo alcanzó los cuartos de final en los Mundiales que organizó, en 1970 y 1986. Desde Estados Unidos 94 no pasa los octavos. En Alemania 2006 -dirigida por el argentino Ricardo La Volpe- y en Sudáfrica 2010, Argentina fue el verdugo de México. Ahora el Tata Martino enfrentará en el segundo partido del grupo C -el sábado próximo a las 16- a Argentina, la selección de Scaloni, el DT más joven en Catar.
Scaloni, Martino y Alfaro nacieron en Santa Fe. En Pujato, Rosario y Rafaela. En 292 kilómetros de una zona productora también de técnicos. En este Mundial pudo haber habido cuatro entrenadores argentinos, con Ricardo Gareca (Perú) o el Vasco Arruabarrena (Emiratos Árabes Unidos), eliminados en el repechaje. Gareca ya no es el DT de Perú, pero cinco de las diez selecciones de Sudamérica son entrenadas por un argentino: Chile (Eduardo Berizzo), Paraguay (Guillermo Barros Schelotto), Colombia (Néstor Lorenzo), Venezuela (José Pekerman) y Ecuador con Alfaro. “Conocí a Bilardo, Griguol, Menotti, Sabella, Basile, Bianchi… Todas las charlas me sirvieron para convertirme en un ladrón profesional”, se definió Alfaro. Roberto Perfumo solía decir que el futbolista argentino es “una cucaracha”. “La cucaracha -explicaba el Mariscal- superó todo, es antediluviana. Y el jugador argentino, también. Supera todas las adversidades, se adapta a todo: juega en la nieve, en la montaña, en la altura, en el calor, sin entender el idioma, en cualquier horario”. Después de la metamorfosis kafkiana de futbolista a entrenador, mantiene la condición antediluviana, como en Catar.

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Soy periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supe antes de frustrarme como futbolista. Trabajé en diarios, revistas y webs, colaboré en libros y participé en documentales y series. Debuté en la redacción de El Gráfico y aún aprendo como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribo. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.