Guzmán y la batalla por los sobrecargos del FMI: “Hicimos una presión muy fuerte hasta el último minuto”

Desde Estados Unidos, el exministro de Economía analiza ante Cenital la decisión del organismo, que vio in situ. En qué beneficiará a Argentina y su opinión de la gestión económica de Milei.

El exministro de Economía Martín Guzmán atiende a Cenital vía Zoom, desde Nueva York. Pasó las últimas semanas en Washington, donde vio in situ cómo el FMI bajaba los sobrecargos a los préstamos como el que tiene que pagar Argentina, algo por lo que peleó desde su época como funcionario. Junto con referentes y think tanks, el titular de Suramericana Visión puja ahora para restringir los litigios de fondos buitre. En esta entrevista, cuenta el lobby hasta el último minuto para bajar las tasas que cobra el Fondo, repasa la coyuntura doméstica y reflexiona sobre el discurso económico del PJ, que parece ajeno a la interna.

-¿Cómo se vincula esta decisión del FMI de reducir los sobrecargos que cobra por sus créditos con aquel reclamo que inició el país durante su gestión como ministro de Economía?

-La reforma de la política de tasa de interés del FMI es claramente un paso adelante y, para eso, luchamos muchísimo e hicimos una cruzada internacional por cuatro años. La primera vez que lo planteamos fue en el G-20 de Arabia Saudita (N. de la R., en 2020). Los países ni siquiera sabían qué tasas se pagaban y fuimos visibilizándolo. Esto comenzó con mi gestión en el gobierno y continuó fuera de él. Hubo una construcción de unidad de muchos think tanks del mundo, en Estados Unidos, en América Latina, en Europa, en Asia y en África. Se dieron distintas reuniones con directores del FMI y este año llegamos incluso al Congreso de los Estados Unidos, donde legisladores presentaron un proyecto de ley, y al Vaticano, con la presencia del papa Francisco. Es una rareza en el plano internacional poder lograr voluntades geopolíticas para reformas en la arquitectura financiera internacional y esto demostró que se puede.

-¿Qué implica para Argentina?

-Al país le significa un ahorro cercano a los USD 450 millones por año. Para dar una magnitud, es más de la mitad de lo que hubiese costado financiar la ley de financiamiento universitario que vetó el gobierno de Javier Milei. Además, el proceso muestra que estas peleas hay que darlas hasta el último minuto. La reforma era un poquito menor a lo que se podía llegar a alcanzar con una presión internacional final muy fuerte y hubo gente de adentro del FMI que ayudó a que las tasas bajaran más de lo que el directorio discutía.

-¿Funcionarios del Fondo que hicieron presión desde adentro?

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-Sí. En la semana final, enviamos una carta a los 24 directores del FMI y a (la directora gerente del Fondo) Kristalina Georgieva mostrando que los cómputos de la reducción de la tasa base no eran correctos, que había que reducirla más. La tasa bajó de 100 a 60 puntos básicos, pero la propuesta inicial era bajarla a 70. Esos 10 puntos adicionales se lograron con trabajos en la última semana, con una carta de más de 150 economistas, entre los que había cuatro exministros de Argentina. Esos 10 puntos de diferencia, para Argentina, son 45 millones de dólares más por año.

-¿Qué ex ministros firmaron, además de usted?

-Jorge Remes Lenicov, Martín Lousteau y Axel Kicillof.

-¿Cómo tomó que el Gobierno de Milei se adjudicara el logro?

-No me importó demasiado. Lo relevante es lo que esto significa para Argentina. En todo caso, demuestra lo que esto vale para el país y por eso se lo quisieron apropiar. Es plata que nos ahorramos y ahora es importante invertirla bien.

-Mantuvo reuniones en Washington para reducir los intereses por mora de la deuda reclamada en tribunales de Estados Unidos y frenar los litigios impulsados por los fondos buitre. ¿Hay alguna manera de cambiar esa arquitectura financiera internacional que no depende del acuerdo entre países, como ocurre con la política del Fondo?

-Esto es una cuestión de la ley de Nueva York, hace falta que el Senado y la Asamblea de Nueva York voten una ley. Casi toda la deuda pública argentina en moneda extranjera y la de las provincias se emite bajo ley de Nueva York. Lo mismo pasa en otros países en vías de desarrollo del mundo. El 50% de la deuda de países emergentes y en desarrollo está bajo ley neoyorquina.

-¿A qué apuntan las modificaciones que proponen con Joseph Stiglitz y otros referentes?

-Se buscan cambiar dos cuestiones. La primera es enmendar la llamada ley Champerty y reimplantar algo que existía en 2004 y que prohíbe la compra de deuda en default con la intención de litigar contra el emisor. Es lo que hacen los fondos buitre, que no compran para reestructurar, sino para litigar contra un país que sufre las consecuencias de una crisis. Es un gran problema a nivel internacional. En 2004, la ley fue enmendada para impedir compras superiores a 500.000 dólares y eso dio lugar al negocio de los fondos buitre. Luego, el gobierno de Mauricio Macri tomó deuda en Nueva York para pagarle a los fondos buitre que después hubo que reestructurar. La otra cuestión es que cualquier país en situación de default paga una tasa compensatoria elevadísima, del 9% anual. Esa tasa se fijó en 1981, cuando la inflación en Estados Unidos era del 8,9% anual. Luego (con la baja de la inflación) se convirtió en una penalidad y no en una compensación. Lograr que esto cambie llevará más estabilidad para los países y para las provincias emisoras.

Veranito financiero

-Una pregunta sobre coyuntura, aunque atada a la cuestión de la deuda. ¿Hasta cuándo dura este veranito financiero?

-Hoy existe una situación de deterioro social muy profundo, con un aumento en la tasa de pobreza de 12 puntos en un semestre, con subas muy significativas en niños y niñas menores de 14 años, con una realidad en la que la principal preocupación empieza a ser el miedo a perder el trabajo, o el costo de pagar la cuota de las actividades de tus hijos y la medicina prepaga para la clase media. Esta realidad social muy dura coexiste con el optimismo financiero. En parte, porque la recesión ha generado más excedente de divisas, al comprimir las importaciones del país. Y eso, para los tenedores de deuda argentina en dólares, es felicidad, porque el país aumenta su capacidad de repago. Eso se traslada a los indicadores financieros, como el riesgo país, pero no va de la mano de la evolución del sistema productivo.

-Haciendo zoom en ese panorama general, en los últimos meses se planchó el dólar paralelo y el BCRA acumuló reservas. ¿El blanqueo ayudó?

-El blanqueo ayudó fuertemente a los objetivos que se planteó el Gobierno, porque aumentó el nivel de depósitos en el sistema bancario, más el adelanto de bienes personales -en parte por quienes blanquearon, pero no solo ellos- y colaboró con la baja de la brecha cambiaria. Pero el blanqueo es un flujo transitorio. Además de que tiene como consecuencia ir asentando cada vez más el negro, porque todo el mundo espera que venga un blanqueo en un periodo corto de tiempo. Y este en particular tuvo condiciones extremadamente ventajosas.

-Algunos economistas ven ese flujo como un puente de divisas hasta 2026, cuando terminen de despegar sectores como la energía y la minería.

-Al mismo tiempo que en sectores productivos hay un deterioro muy fuerte, otros mejoran, principalmente la energía. Esto tiene que ver con la mejora en la infraestructura en el transporte, tanto en gas como en petróleo, y es una buena noticia para Argentina. Hay más para hacer, pero lo ideal es industrializar ese gas para que haya agregación de valor y que el país sea más rico. En parte, el superávit energético de este año, que sería de USD 4600 millones, se explica porque la recesión deja mayores saldos exportables. Pero, aun si creciese la economía el año que viene, el superávit podría estar en torno a los USD 8000 millones. ¿Alcanza para que Argentina crezca en forma sostenida? No. ¿Ayuda? Sí. Pero Argentina necesita que su estructura productiva mejore en general. Y ahí el conocimiento y la infraestructura juegan un rol clave y en el resto de la economía vemos una depreciación de los stocks de infraestructura y conocimiento. El déficit fiscal había que bajarlo, sin duda, pero, si se hace de forma burda y no quirúrgica, ocurre esto con el sistema productivo.

-El crecimiento de los préstamos en dólares a los que se destinan las divisas del blanqueo ayuda a “ganar tiempo”?

-Lo mejor sería que ese crédito se use con fines productivos y no solo porque creas que el retorno de los activos en pesos le ganan a la inversión en dólar (N. de la R., el carry trade). Pero puede haber un correlato productivo. Es importante el aumento del crédito interno. Posiblemente la mejor política que hizo el gobierno actual fue el ordenamiento de la estructura de tasa de interés y de los pasivos del Banco Central. Pero la sostenibilidad depende de que el país genere dólares. Y, en cuanto a lo del “puente”, hay que definir “puente”.

-La hipótesis es que con esos dólares se atraviesa el 2025 electoral y que en 2026 despegan con más fuerza esos sectores que van a generar divisas. Por eso lo del puente.

-Si viese que el país ordena sus problemas fiscales de una forma que fortalezca y no que debilite su capacidad de generar conocimiento e infraestructura, al mismo tiempo que se bajan gastos corrientes como los subsidios a la energía, eso sí sería un puente. Pero no estoy viendo eso. Un puente es ir hacia algún lugar y no veo que ese lugar se esté construyendo. Sí implica ganar más tiempo.

CFK Vs Quintela

-Le pregunto sobre la interna del PJ y algunos de sus actores principales. Cristina Fernández, quien, simplificando, decía hasta hace poco que el déficit fiscal no era un problema. Y el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela, que emitió una cuasimoneda para no bajar el gasto. ¿Qué pasa con el libreto económico del peronismo?

-Hace falta aggiornar muchísimo la discusión económica en el peronismo. Tiene que haber un tránsito hacia la combinación de reconocer que el Estado tiene un rol muy importante para que tengamos un sector privado más pujante, un Estado que invierte en infraestructura y conocimiento, que genera externalidades muy positivas, pero sin que haya un exceso de regulación. No hay que regular absolutamente todo. Y se tienen que acabar los kioscos.

Esto, para el gobierno de Milei, es un problema, porque sus funcionarios tienen enormes conflictos de intereses, como pasa con la medicina prepaga. Los kioscos se tienen que acabar, pero al mismo tiempo debemos reconocer las restricciones de financiamiento. Los recursos no llueven. Si no respetamos los límites del presupuesto, terminamos con más inflación. En cuanto a la interna, hoy pasa algo distinto a lo que pasaba durante mi gestión en Economía. Más allá de haber quedado en medio de una disputa política entre el presidente y la vicepresidenta, en ese entonces, es cierto que con Cristina tenía ciertas similitudes y diferencias. Hoy no veo que haya diferencias en la visión económica entre Cristina y Axel, y sigue habiendo internas. Hace falta mucho camino para que se le pueda ofrecer al electorado una visión de esperanza. En la provincia de Buenos Aires, donde vivo, hay un enorme desafío porque la política nacional hace mucho daño y hay que tratar de ayudar al gobernador.

-¿Lo están ayudando?

-Hay que ayudarlo más. Hay ocasiones en que no lo hacen, en que se hace lo opuesto. Pero me parece importante que haya un aggiornamento.

Otras lecturas:

Periodista especializado en Economía. Pasó por La Nación, Bae, El Cronista y TN. Actualmente es columnista en Mejor País, en Radio Con Vos.