¿Estados Unidos nos comprará más ahora que ganó Trump?
La llegada del republicano a la Casa Blanca promete un fuerte proteccionismo, pero en Argentina se sueña con acuerdos por afinidad ideológica con Milei. ¿Qué pasó antes y qué puede ocurrir ahora?
No es fácil relacionarse con una potencia mundial, menos con La Potencia. Aún más difícil es hacerlo cuando un país se encuentra en el mismo continente. Con involucramiento directo en golpes de Estado (modalidad inaugurada en 1954 con el golpe a Jacobo Arbenz en Guatemala para defender los intereses de la United Fruit Company), presiones por parte de las embajadas por promover determinadas políticas o financiando grupos contrarios a los gobiernos, Estados Unidos no tiene un historial muy ejemplar en lo que refiere a relaciones con países vecinos.
Si bien cambiaron las formas –al menos las más evidentes– en la década de los ‘80, la injerencia de la potencia sobre el resto del territorio americano no lo hizo.
Por un lado, Estados Unidos cuenta con un rol sumamente relevante en algunos organismos internacionales muy conocidos en la región: el FMI, el Banco Mundial, la OEA y el Banco Interamericano de Desarrollo. Organismos que de una manera u otra digitan parte de las políticas que se desarrollan en los países del continente. Por otro lado, con la caída de la Unión Soviética a fines del siglo pasado, se profundizaron las estrategias de libre comercio entre la potencia y el resto de los países.
Tal como muestra la investigadora especializada en comercio e inversiones Luciana Ghiotto en este artículo, gran parte de los países del Pacífico firmaron y pusieron en vigencia tratados de libre comercio (TLC) con Estados Unidos durante el siglo XXI. Entre los ausentes se encuentran los países del Mercosur. ¿Por qué? Como Mercado Común debe estar de acuerdo en su totalidad para avanzar con este tipo de acuerdos. Al encontrarse las industrias de Brasil y Argentina amenazadas por la producción estadounidense, los intentos por vincularse fracasaron. Si peinás algunas canas, probablemente te acuerdes de las movilizaciones por el No al ALCA -el Acuerdo de Libre Comercio de América- que se hicieron para enfrentar la cumbre de ese acuerdo en Mar del Plata en 2005.
De esas marchas tengo algunos recuerdos personales, pero en la memoria social quizás queden el “ALCA Al Carajo” de Hugo Chavez o el Tren del Alba hacia Mar del Plata con Diego Maradona, Evo Morales y Emir Kusturica. Otros tiempos.
Los limones de Macri
Dejando de lado la melancolía y volviendo a nuestros pagos, veamos un poco cómo es la relación comercial entre Estados Unidos y Argentina.
Si observamos la evolución de las exportaciones argentinas a América del Norte (compuesto principalmente por EE.UU.) y las importaciones desde allí, nos encontramos con que desde 1962 la relevancia norteamericana tuvo sus vaivenes, pero siempre fue relevante para explicar el comercio de Argentina.
Cenital no es gratis: lo banca su audiencia. Y ahora te toca a vos. En Cenital entendemos al periodismo como un servicio público. Por eso nuestras notas siempre estarán accesibles para todos. Pero investigar es caro y la parte más ardua del trabajo periodístico no se ve. Por eso le pedimos a quienes puedan que se sumen a nuestro círculo de Mejores amigos y nos permitan seguir creciendo. Si te gusta lo que hacemos, sumate vos también.
SumateDe los ‘90 a esta parte, se pueden observar dos movimientos. Una primera etapa de fortalecimiento del comercio con Estados Unidos hasta mediados de la primera década de los 2000, a la par de que el comercio con América del Sur también se fortalecía. Posteriormente, con el ascenso de China como nuevo eje de la economía mundial la posición estadounidense fue mermando levemente.
Gráfico. Principales cinco socios comerciales según tipo de comercio
Esta merma en la participación de Estados Unidos en el comercio exterior de Argentina no implica una pérdida de relevancia. En la actualidad es nuestro cuarto socio comercial en lo que refiere a las exportaciones de bienes –antecedido por Brasil, China y Chile– y el tercero en importaciones –el primero es Brasil y, el segundo, China–. A su vez, es por lejos el principal destino de las exportaciones de servicios de Argentina con el 30,2% del valor exportado en 2022.
Es decir, se trata de un socio clave para nuestro país y se ha mantenido de esa manera durante años, más allá del perfil ideológico de los gobiernos de turno, ya que el comercio internacional se trata de una cuestión estructural de los países. Esto puede verse incluso de forma más clara al analizar lo que ocurrió con otros países, de mayor tradición liberal y con acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, donde China logró convertirse en el principal socio. Por ejemplo, en Chile y Perú.

Pero, no sería completo el análisis si no nos preguntamos acerca de qué es lo que exportamos y qué importamos del vecino lejano. Desde Argentina se exportan principalmente productos primarios como combustible, minerales y frutas, pero también manufacturas de origen primario como pescados, vino, miel, aceite vegetal, entre otros. Finalmente, y en breve volvemos sobre eso, también exportamos algunos productos de mayor complejidad y valor agregado como aluminio, productos elaborados de hierro, químicos y algunas maquinarias.
Del otro lado de la balanza, también priman los combustibles, pero rápidamente lo siguen productos más sofisticados como los químicos, las maquinarias y los derivados de plásticos.
Ahora bien, no es tan fácil ingresar al mercado norteamericano. Aunque parezca un chiste, tenemos una estructura productiva relativamente similar en algunos aspectos. Para ser conciso, los dos países contamos con un sector industrial –aunque de productividades bien distintas– y un fuerte sector agropecuario.
Por lo general, la similitud se traslada a una competencia en la producción de productos primarios con los que contamos con ciertas ventajas comparativas, dados los menores costos de producción por los bajos salarios argentinos –comparado con EE.UU.– y ciertas ventajas del entorno. Eso genera que existan trabas para el ingreso de exportaciones primarias para algunos productos, siendo uno de los casos más altisonantes el de los limones durante el gobierno de Mauricio Macri, cuando se logró volver a exportar esta fruta al mercado norteamericano luego de 17 años por distintas prácticas proteccionistas. La demora se explica, en gran medida, por la existencia distintos mecanismos en EE.UU. para proteger a la industria local, a través de aranceles y medidas no arancelarias, como cuotas de mercado y prácticas fitosanitarias.
Ahora bien, este tipo de políticas no se limitan únicamente a los productos agropecuarios donde tenemos más fuerza, también afectaron al acero, en función de las necesidades de protección por parte de la industria del norte. No todos estos impedimentos a la exportación se encuadran dentro de las normativas del comercio internacional regidas por la OMC, pero enfrentarse a Estados Unidos no es ni gratuito ni fácil.
Parte del entusiasmo que demuestran desde el Gobierno por la victoria de Trump se debe a la creencia de que la cercanía ideológica entre los presidentes puede destrabar o favorecer el ingreso de productos nacionales, por ejemplo aumentar la cuota de carne vacuna o de cítricos dulces, que tienen competencia directa con productores estadounidenses.
Como te decía más arriba, no es fácil ingresar a ese mercado, hay una variedad de agencias estatales encargadas de administrar y regular las prácticas comerciales. Julieta Zelicovich las analizó –junto a la política comercial de otros países– en este documento.
White America
Para ayudarnos a entender qué es lo que puede pasar en Argentina con la nueva gestión en el Ejecutivo estadounidense hablamos con Zelicovich, internacionalista e investigadora en CONICET y Fundar, quien dice que hay que matizar el entusiasmo del Gobierno por la victoria de Trump. Por un lado, si bien efectivamente hay una afinidad ideológica entre los presidentes, no se trata de una relación intensa construida entre ambos. Pero, más importante aún es que no se trata de una práctica habitual en Estados Unidos –incluso mirando lo que ocurrió en la primera administración de Trump– que las relaciones personales coincidan con los intereses del Estado.
–¿Cómo creés que será la relación entre países?
–La propuesta de Trump está bien anclada en el America First, en el Make America Great Again, y por lo tanto, los intereses de Estados Unidos están por sobre cualquier objetivo de política internacional. La propuesta de Trump se ancla en las tradiciones más aislacionistas de Estados Unidos, es un país más replegado hacia adentro, enfocando en la construcción de capacidades domésticas, antes que en un activo involucramiento en los asuntos internacionales. La propuesta no tiene que ver con generar bienes públicos, sino que es bien transaccional de uno a uno, por lo que resultaría ingenuo esperar, que por el solo hecho de caerle bien, Estados Unidos vaya a ser más concesivo con la administración de Milei.
–¿Cuáles son los principales desafíos que encontrás con estos resultados electorales?
–Lo que Argentina va a tener que enfrentar con la administración Trump son las consecuencias de lo que va a ser el giro de Estados Unidos hacia todo el sistema internacional y no en relación particular con Argentina. En otras palabras, Trump va a tener una serie de cambios en la política, profundizando el proteccionismo, que van a generar efectos sistémicos. Argentina va a tener que lidiar con esos efectos sistémicos antes que con una agenda distinta en la relación bilateral. En ese sentido, ponderar en sobremanera componentes ideológicos del lado de Argentina puede hacer caer en políticas ingenuas.
–¿Creés que del lado argentino se tiene esa idea de que ahora todo el mundo va a estar a nuestro favor y se nos va a abrir un nuevo camino?
–Sí, creo que hay en el Gobierno una lectura demasiado optimista sobre qué esperar de la nueva gestión, que no están ponderando los efectos sistémicos negativos de la llegada de Trump, y no están evaluando el componente transaccional, disruptivo, que tiene la propuesta económica del republicano. Argentina va a encontrar en Estados Unidos un aliado en lo que es la batalla cultural que plantea Milei y ahí va a haber coincidencias, pero no va a encontrar un aliado en la dimensión económica. La propuesta de Trump no plantea una red de solidaridad hemisférica, un hacer negocios en conjunto, sino que propone muy claramente el predominio norteamericano y el control norteamericano por las cadenas de valor.
Por ejemplo, anunció que una de sus primeras medidas será mandar al Congreso una propuesta de ley donde Trump buscaría que el Legislativo le autorice al Ejecutivo norteamericano la potestad de elevar los aranceles replicando cualquier medida que un país le aplique a Estados Unidos. Y esto podría llevarse al extremo, porque si Argentina necesita aplicar una medida anti-dumping por algún producto norteamericano que esté generando distorsiones sobre la economía doméstica, que es una práctica habitual, tenga que enfrentarse a medidas coercitivas, opuestas, por una mayor tensión que propone Trump en el escenario. Y lejísimo queda la posibilidad de negociar cualquier tipo de acuerdo comercial, eso en la propuesta de Trump está fuera de los instrumentos de política que espera la administración republicana. No se van a negociar nuevos acuerdos comerciales y, además, tiene mucho más músculo para la política arancelaria que antes, ya que tiene mayoría en el Legislativo y es ese poder en Estados Unidos el que maneja la política arancelaria y las potestades del Ejecutivo.
–¿Cuáles son los cambios más disruptivos que ves para el sistema internacional y cómo nos impactarían?
–Trump anuncia una suba aranceles y creo que el poder que concentra después las elecciones con el control de ambas cámaras y la proximidad con el Poder Judicial le va a habilitar a hacer un uso extremo de las capacidades que tiene y creo probable que haya una suba de aranceles para todos los bienes sistémicos, una medida de inicio muy fuerte, para después ir negociando. Y eso va a suponer un incremento de los costos para el comercio exterior, una pérdida de competitividad para exportaciones argentinas en el mercado norteamericano y eso va a perjudicar a los exportables argentinos.
A nivel global además, eso va a crear desequilibrios y una mayor incertidumbre, lo cual va a repercutir en variables monetarias, financieras, costos logísticos. En ese escenario implica menores proyecciones de crecimiento para las economías como Argentina y mayor incertidumbre global. El otro punto es que la administración Trump promete seguir rompiendo los mecanismos de reglas globales, eso es un sistema multilateral aún más debilitado que genere que tengas que sí o sí sentarse a negociar de manera bilateral con una asimetría de poder para recurrir a mecanismos multilaterales.