En la previa de IDEA, el Gobierno abre la economía y la UIA ensaya una queja tibia

Mientras Casa Rosada avanza con una agenda aperturista, la industria local alerta sobre la pérdida de empleos y una economía que favorece la reprimarización.

Funes de Rioja dialoga con Caputo en Casa Rosada, en enero de este año. Foto: NA.

Mientras el Coloquio de IDEA recibe a Javier Milei y a sus dos ministros más festejados por el establishment que “la ve”, Luis Caputo y Federico Sturzenegger, el Gobierno oficializó la baja de aranceles a un grupo de insumos y bienes terminados, como ventiladores y cafeteras, y la Unión Industrial Argentina (UIA) alzó la voz por primera vez en la era libertaria. La entidad industrial advirtió este martes que el empleo fabril sigue en baja y, con un informe, afirmó que la falta de competitividad no es culpa de las empresas, sino del Estado.

La posición de la UIA no es nueva. Ya desde el Libro Blanco, un compendio de propuestas que el presidente de la entidad, Daniel Funes de Rioja, llevó incluso hasta al Vaticano, los empresarios industriales sostienen que es la elevada carga impositiva, la falta de crédito y los costos logísticos superiores a los de la región los que hacen que la industria no sea competitiva. En cambio, “puertas adentro” de las fábricas, afirman, la productividad está a la altura de sus competidores de otras partes del mundo.

Tampoco es novedoso el entusiasmo que despierta a los ejecutivos de IDEA -donde tienen más peso firmas multinacionales y la representación sectorial está diluida- un Ejecutivo que baja el gasto y promete reducir impuestos. IDEA fue el principal sostén empresario del gobierno de Mauricio Macri, que también chocó con la UIA a medida que su política comenzaba a impactar en la actividad doméstica.

Lo interesante es el timing que el Consejo Directivo de la UIA eligió para presentar un nuevo documento llamado “Costo Argentino”: justo antes del inicio del Coloquio de IDEA -donde los ejecutivos de empresas son sensiblemente más oficialistas, celebran la política de ajuste fiscal y monetario y apertura comercial y seguramente aplaudirán al presidente- y a pocos días de un anuncio de aranceles que se confirmó este miércoles en el Boletín Oficial.

La UIA afirmó que Argentina ocupa el puesto 66 sobre 67 países relevados en un ranking de competitividad, solo por encima de Venezuela. Analizó distintos indicadores que atentan contra la eficiencia de la producción local. Los principales tienen que ver con la estabilidad económica. Por ejemplo, desde 2011 el país atravesó 7 años en recesión, contra 3 de Brasil, 2 de México y 1 de Chile y de Colombia. Entre 2010 y 2023, tuvo una inflación anual promedio del 51%, incomparable con la del resto del mundo. Y cinco devaluaciones de más de 10%, contra ninguna de los otros países relevados.

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Vinculado a eso, el acceso al crédito productivo es mínimo. El financiamiento al sector privado en Argentina es del 6% del PBI, mientras que en Brasil supera el 70% y en Chile, el 110%. La presión fiscal, dijo la UIA, también es más elevada que en Chile, Colombia o Perú, aunque algo menor que en Brasil. Y la energía es más costosa que en Brasil y cuesta más del doble que en Estados Unidos, por ejemplo.

El trabajo de la UIA rompió la tregua con el Gobierno. El 2 de septiembre, Día de la Industria, Funes de Rioja se mostraba aliviado porque Milei había prometido una apertura gradual . Soportó, con su mejor cara de diplomático, que el presidente les endilgara vivir a expensas del campo. “Para proteger a la industria se le robó al campo y lo único que se generó es un sector adicto al Estado”, dijo aquel día el presidente en la sede de la industria.

La industria en problemas

La UIA sabe que el Gobierno trabaja en un agenda aperturista y, hasta ahora, hace equilibrio entre las grandes empresas vinculadas al petróleo, la minería y el agro que pueden beneficiarse de la desregulación y las pymes de sectores más complicados, como la metalmecánica. Paolo Rocca, el mandamás de Techint y uno de los más entusiasmados por el boom de Vaca Muerta, volvió a advertir sobre la reprimarización de la economía hace un par de meses.

Es un hit que no tocaba desde el inicio de la gestión de Milei, pero que desempolvó en un congreso del acero -actividad que se desploma-. “El consumo de acero no crece porque nuestras economías crecen muy lentamente, en un modelo que privilegia los productos primarios y los sectores financieros y de servicios”, dijo.

“Poco después, el Gobierno bajó las barreras a la importación de acero, lo que pegó de lleno en Siderar y otras grandes metalúrgicas. Al día siguiente, los precios bajaron 9% en dólares”, dijo en off uno de los conocedores del mercado que festejó la medida pero no quiere enfrentarse con la T.

La Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra), que agrupa a las pymes que le compran a Siderar, a Aluar y a Acindar los insumos difundidos, registró hasta septiembre una caída acumulada en la producción del 14% interanual.

Si Rocca abre la puerta a la crítica -quizás retome el tema a fin de mes, cuando Buenos Aires reciba el congreso regional de Alacero-, los sectores que presionaban a la UIA para que fije una posición más dura aceleran. “El trabajo de la UIA muestra gráficamente que puertas adentro somos tan productivos como cualquier fábrica del mundo y que la falta de competitividad no es culpa del privado”, dijo a Cenital Román Guajardo, dirigente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe). “Esto contrasta con lo que dijo el presidente el Día de la Industria. La industria no es un sector subsidiado y no le saca nada a otro sector”.

Días después de que el Gobierno celebrara una tibia desaceleración en la destrucción de empleo, la UIA advirtió que las cesantías están lejos de terminar. “Las autoridades manifestaron su preocupación por la pérdida de puestos laborales en el sector industrial”, indicó en un comunicado. Como contó Cenital, la industria eliminó más de 30.000 empleos en once meses seguidos de caída. La recesión comenzó con las trabas a las importaciones de Alberto Fernández / Sergio Massa y se profundizó con el ajuste de Milei / Caputo.

Abrir la economía

La agenda del Gobierno busca apertura y baja de costos, pero avanza más rápido en lo primero que en lo segundo. La Secretaría de Comercio aceleró la baja de aranceles a 89 productos terminados, bienes de capital e insumos. Lo más relevante para el bolsillo del consumidor es la reducción del impuesto a los neumáticos importados, del 35 al 16%, y a motos importadas, del 35 al 20%. También bajarán del 35 al 30% aranceles a cafeteras, ventiladores y pavas eléctricas, entre otros pequeños electrodomésticos. Y habrá rebajas para café, cremas solares y garrafas de gas, entre otros.

En muchos casos, el Gobierno bajó aranceles que estaban por encima del Arancel Externo Común (AEC) del Mercosur. En otros casos, redujo impuestos debajo de ese piso, gracias a un centenar de excepciones a los que los países pueden recurrir. Brasil, por ejemplo, importa el 70% de su balanza comercial a un arancel menor al mínimo. Pero fue una rebaja que no estuvo trabajada con los sectores.

“Esto no se consensuó con ningún sector productivo”, dijo a Cenital Agostina Monti Salías, especialista en política industrial. “Aun con rebajas en insumos y bienes productivos, los sectores consultados fueron muy pocos y, por ende, no sabemos si estas bajas puntuales van a impactar favorablemente en la industria para bajar costos”, agregó. “Además, la industria sigue pagando el impuesto PAIS a importaciones (ahora en 7,5%, hasta fin de año) y la doble imposición de IVA que pagan los insumos importados, entre muchos otros costos que impactan en los precios finales”, sostuvo.

Para Dante Sica, exministro de Producción y Trabajo de Mauricio Macri y titular de la consultora Abeceb, la industria deberá adaptarse a un esquema más abierto y con el foco en proveer a sectores estratégicos, como la energía, la minería y el agro. Sostiene que, más allá del programa de estabilización, Argentina irá a un tipo de cambio estructuralmente más alto, apalancado por los sectores exportadores, y que habrá reconfiguraciones en la industria, incluso geográficas. ¿Será redituable abastecer desde Buenos Aires a las petroleras que extraen crudo y gas de Vaca Muerta o habrá que acercarse a Neuquén? Son movimientos tectónicos que empiezan a hacer más ruido.

La que, por ahora, se mantiene ajena a la agenda aperturista es la importación de computadoras y celulares. Es lo que más les piden los entusiastas del Gobierno a los funcionarios cada vez que publican una baja de arancel, pero deberán esperar. En despachos oficiales tienen medido que abrir las compuertas a esa tecnología significa un costo fiscal de unos USD 100 millones por mes.

Otras lecturas:

Periodista especializado en Economía. Pasó por La Nación, Bae, El Cronista y TN. Actualmente es columnista en Mejor País, en Radio Con Vos.