El voto anti de Milei y el mérito involuntario del peronismo

El presidente convirtió una elección doméstica en un plebiscito. La tirria con Kicillof y dos pasiones sobre LLA: la “traición” de las coimas y el estrés de la economía.

“Odia a Kicillof. Lo odia. ¿Por qué? No sé”. A pocos días de asumir, un operador libertario con despacho en Casa Rosada, describió la furia –más personal que política, incluso que ideológica– que Javier Milei expresaba sobre Axel Kicillof. En aquellas horas, en el reciente desembarco, podía presumirse que con el tiempo la pulsión quedaría a un lado, forzada por el pragmatismo de tener que hablar con el gobernador de la principal provincia.

Nunca ocurrió. Entre otros asuntos que “naturalizó” el sistema político y la opinión pública argentina es que el presidente no hable con el gobernador porque, de hecho, no acepta las las audiencias que le pidió Kicillof. Sobre ese telón de pasiones viscerales, Milei enfrentará este domingo una elección doméstica, que en un contexto normal sería un asunto bonaerense, sin gran impacto, como un asunto terminal que obsesiona a banqueros e inversores.

Un consultor que envía informes a fondos extranjeros con intereses en Argentina tuvo que armar un speach para explicarle a los hombres de negocios, que tienen o quieren “hundir” dólares en el país, que existe algo llamado Tercera Sección y que los votos de la Buenos Aires rural para elegir concejales en Trenque Lauquen, Coronel Pringles o Exaltación de la Cruz, pueden tener una correlación con la cotización del AL35.

Riesgo K-arina

Late, quizá, la fantasía de que una potencial victoria libertaria en la provincia el próximo domingo podría detonar el futuro político de Kicillof. Es una expectativa desmesurada. El resultado del 7S tendrá costo o beneficio para el gobernador, quizá sobre todo en la dimensión de la convivencia hacia dentro del peronismo –por aquella paritaria con Cristina Kirchner sobre desdoblar o no la elección– pero difícilmente lo construya o destruya como candidato presidencial.

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Los antecedentes van, casi, al revés: cada dirigente que ganó una intermedia bonaerense en los últimos veinte años la chocó dos años después. Francisco De Narvaez en 2009, Sergio Massa en 2013 y Diego Santilli, vencedor en 2021, son los casos más claros. Hay que remontarse a Cristina Kirchner, ganadora en 2005, para encontrar un hilo rojo positivo: dos años después, ganó la presidencia.

El peronismo, como ya se contó en Cenital muchas veces, perdió las intermedias las últimas dos décadas y eso no le impidió ganar –sin ballotage- dos presidenciales y perder otras dos, en segunda vuelta y por poco. La última intermedia en el poder, en 2021, 90 días después de la difusión de la foto de Olivos, el peronismo sacó más de 38 puntos en la provincia, apenas un punto debajo de JxC que entronizó a Santilli.

Ese número es para mirar el domingo: la traspolación electoral de los escándalos de orden moral –la fiesta de Olivos o las coimas de Karina– es discutible. Suele ser menos fuerte que el peso ideológico que polariza. No en vano, en el poco taquillero y casi vacío acto en Moreno, Milei solo levantó la bandera del voto antiperonista, una línea que inauguró cuando se sacó aquella foto en Villa Celina con el cartel “kirchnerismo nunca más”.

¿Es la economía, estúpido?

Quizás le funcione, eso se verá el domingo, pero supone un giro brusco en la generación de expectativa: Milei vendía futuro, magias y el mejor gobierno de la historia, y termina con una ronquera impostada gritando contra “los kukas”. La ausencia como eje central de la economía expone que el libertario, o quien le corrige los discursos, entiende que en su boca la variable bolsillo se volvió poco atractiva.

En una serie de focus group que la consultora Proyección hizo sobre votantes indecisos bonaerenses aparecen dos rasgos bien marcados: las coimas en discapacidad, que involucran a Karina Milei, son vistas por esos electores como una “traición” del presidente porque había un pacto de que Milei lucharía contra la corrupción. Es más: una diagonal analítica, sostenida en el discurso libertario, era que el “ajuste” contra la casta suponía terminar con la corrupción.

Ahí apareció el concepto de traición pero montado a otro fenómeno que tiene impacto transversal: reapareció, con la intensidad que tenía en los meses del 2023, el concepto del “estrés” económico, que en otro momento estaba vinculado con la inflación, pero ahora está ligado a que el dinero no alcanza, que es difícil conseguir trabajo, y la dificultad para compras básicas o pagar el alquiler. La derivada es que genera dudas sobre los datos oficiales de baja inflación, un capital reconocido al presidente.

Los dos ejes se potencian. Si la economía no alcanzaba para romper la expectativa que generaba el presidente, las coimas funcionaron como un shock emocional que podrían, el domingo, o bien motivar a votantes que quieren castigar a Milei o desanimar a aquellos que tenían, aún con dudas, la tendencia a apoyar a los candidatos de LLA que, por otro lado, en la mayoría de los casos son desconocidos.

Sumatorias

Si se constatan esas pasiones negativas hacia Milei, LLA pierde la elección. No es lineal. La unidad LLA-PRO, si se suman los votos de ambos espacios en la general de octubre 2023 –lo que sacaron Néstor Grindetti y Carolina Píparo– supera los 50 puntos y se suman los 39 de JXC con Santilli y los 7 puntos de José Luis Espert con Avanza Libertad en 2021, se llega a 46%. Ese bloque puede perder entre 8 y 12 puntos y seguir siendo, con 37/38%, muy competitivo.

Según ARESCO, de Federico Aurelio, Milei tiene una imagen positiva en PBA del orden de los 42/44 puntos. Imagen no son votos, repiten los politólogos, pero si LLA retiene el 85% de la imagen de Milei, puede rondar los 37 puntos. El riesgo mayor son las terceras fuerzas que, quizá, se vuelvan más sexis ante el desencanto por Milei y, otro difícil de medir, la potencial territorialidad de la elección por el involucramiento de los intendentes.

Todo, además, cruzado por la imprecisión sobre la concurrencia electoral y la teoría, discutible, de que la menor participación supone una ventaja para las estructuras territoriales. Hay dos rasgos para mirar ahí: en general, en elecciones legislativas, los jóvenes tienden a votar menos, mientras que cuando baja la concurrencia suele ser mayor entre los sectores bajos, en relación a los sectores altos.

¡Mirá estas encuestas!

Para registro general, en la última semana aparecieron muchos estudios. ARESCO de Federico Aurelio, CB de Cristian Buttié y Proyección de Giorgetta-Zunino le dan dos puntos arriba al peronismo. Los dos primeros estiman una proyección hacia arriba. Facundo Nejamkis de #OpinaArgentina midió un triunfo de Fuerza Patria de entre 2 y 5 puntos. Opinaia de Juan Mayol estimó una diferencia a favor de 3 puntos. Nueva Comunicación de César Mansilla da al peronismo arriba por 10 puntos. Isasi-Burdman, con datos pre audios, proyectó una victoria de LLA de casi 10 puntos y Fixer, con datos de Sebastián Lopes Parera, estimó 4 a favor de LLA. Giacobbe, en el último número que publicó, proyectó una diferencia leve de LLA. Pulso Research, con datos de hace 15 días, ubicó arriba al peronismo.

Hay, como se ve, para todos los gustos. Y todas las mediciones tienen algún elemento para evaluar con el número puesto. El peronismo, por lo pronto, se preparaba para un resultado difícil y, casi sin quererlo, se topa con la posibilidad de una buena elección. Ocurrió todo: de la economía congelada, hasta el agotamiento social, la interna libertaria que derivó en listas de poco volumen y, encima, las coimas de Karina.

“Nos enfrentamos a un éxito involuntario”, describió un operador que, reconoció, el peronismo se enfrenta a la posibilidad de cosechar, por el sólo mérito de permanecer unido y en pie, a partir de los errores de Milei. “Ganamos a pesar nuestro” aportó risueño, otro dirigente. Cumplió, el peronismo, con un ritual que le pedía el momento: salvo Axel Kicillof, con mucha campaña, los demás bajaron el perfil y dejaron que LLA, y Milei, hagan todo. El domingo se verá si funcionó.

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Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.