El futbolista “homogéneo” post Messi: ¿hay menos jugadores excepcionales?

Con la magia individual más acotada –y no es contradictorio–, quizá hoy se juega mejor: el PSG es un “acontecimiento”. Aumentó la calidad promedio, pero escasean los héroes. Lamine Yamal, un caso aparte.

–¿Qué hay después de Lionel Messi?le pregunté, en febrero de 2020, a Jorge Valdano, más que un analista que fue jugador, entrenador y dirigente, un radiólogo de las acepciones del fútbol.

–Es difícil saberlo. Pero el siguiente en la línea sucesoria, teniendo en cuenta que un genio nace cada 15 o 20 años, tendrá condiciones más académicas. Messi es un milagro formativo: le debe tanto a la calle como a la academia. Hasta los 13 creció en la Argentina, en una enseñanza más informal, y luego llegó al Barcelona, donde se metió dentro de una horma futbolística muy atractiva, pero más formal. La calle ha desaparecido como escuela formadora de futbolistas.

–¿Tan así?

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–En Europa, por supuesto. En Sudamérica todavía existen ámbitos de pobreza donde el fútbol sigue reinando. Pero el próximo Messi será más parecido a Cristiano Ronaldo que a Messi, más superhombre físico, más competitivo, igual de héroe, pero con un corte futbolístico distinto.

Pasaron más de cinco años. Una pandemia en el medio cambió al mundo. La industria del fútbol moderno fabrica estrellas. Pero no crea arte ni hace magia. ¿Son cada vez menos los futbolistas singulares, con un sello personal reconocible, como Messi y Neymar? ¿Hay menor cantidad de jugadores de clase mundial? ¿Aumentó la calidad promedio de los futbolistas pero se redujo el grupo de los excepcionales? A mediados de 2022, cuando se hablaba de Kylian Mbappé y Erling Haaland, más atléticos y menos totales, le pregunté a Diego Latorre qué había después de Messi.

“Todavía no se vislumbra un jugador con esa capacidad para enamorarnos, no desde las cifras, los goles y las carreras de 40 metros, sino desde eso que entra por los ojos”, me respondió Latorre, y conceptualizó: “Paradójicamente, se está jugando mejor al fútbol, con equipos que juegan muy bien sin grandes cracks”.

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¿Otro Balón de Oro para futbolista “homogéneo”?

Este domingo, desde las 16, París Saint–Germain jugará ante Chelsea la final del Mundial de Clubes en el MetLife de Nueva Jersey. El PSG de Luis Enrique se consagró campeón de la Champions al golear 5–0 a Inter. Y, en el Mundial de Clubes, goleó 4–0 a Atlético Madrid en el grupo y 4–0 a Real Madrid en la semi. Es un equipazo. Sin un Messi, como el Barcelona de Pep Guardiola.

En DAZN, la cadena financiada por Arabia Saudita que transmitió “gratis” el Mundial de Clubes, los exfutbolistas comentaristas –desde el argentino Juan Pablo Sorín hasta el catalán Marc Crosas– postularon al francés Ousmane Dembélé, al portugués Vitinha y al marroquí Achraf Hakimi al Balón de Oro, premio al mejor futbolista del año. En 2024 lo ganó el español Rodri. Ninguno reúne lo que escenificó Messi. Tampoco lo que expusieron Ronaldinho y Kaká, últimos brasileños ganadores del Balón de Oro, en 2005 y 2007.

El futbolista “homogéneo” post Messi es de alto nivel, pero incomparable no sólo con Messi, sino con el linaje francés de los últimos ganadores del Balón de Oro, de Zinedine Zidane (1998) a Karim Benzema (2022). Tras el final de la temporada 2023/24 y la partida de Mbappé al Real Madrid, Luis Enrique había dicho que iba a mejorar al PSG. “El hecho de tener un jugador que se movía por donde él quisiera, implicaba que hubiera situaciones de juego que yo no controlaba; el año que viene las voy a controlar todas. Todas, sin excepción”, dice en el clip viral del documental Luis Enrique presenta: No tenéis ni **** idea (2024), revivido después del 4–0 del PSG al Real Madrid de Mbappé. ¿El futbolista homogéneo es proclive a la comodidad de que un DT lo “maneje” como si fuese un robot?

Luis Enrique, histriónico y carismático, volvió sobre aquello que había dicho en su documental en la conferencia tras la goleada al Real Madrid en el Mundial de Clubes: “Lo que piensas hoy, vale para hoy, para mañana si ganas, pero para pasado ya no, porque los rivales se adaptan continuamente. Lo que dije en el final de ese documental era mi pensamiento en ese momento, que lo iba a controlar todo. Y la grandeza del París Saint–Germain está en que cada vez controlo menos. Tiene un significado profundo. Cuanto menos controlo, más posibilidades tengo de que el rival no sepa lo que vamos a hacer y más posibilidades de que tarde más en adaptarse. Y cuando se adapte, ese es mi trabajo como entrenador: tratar de salir de esa zona y dejar de controlar las cosas para que se vuelvan imprevisibles; es el objetivo que tenemos como equipo”.

En el fútbol, a la larga, lo inesperado y sorpresivo se impone ante lo estrictamente planificado. El propio juego –humano– se resiste a ser controlado, porque vive condicionado por la pelota, los compañeros y rivales, sus estados de ánimo, el césped y el clima. Luis Enrique está más allá de las etiquetas: es un entrenador de excelencia que no pierde la gracia. Y que quiere a jugadores comprometidos con el fútbol, que también es un sistema colectivo.

Gallardo: “Hoy el jugador no observa fútbol, no mira partidos”

El Mundial de Clubes que finaliza nos deja una imagen en la relación DT–futbolista. Minuto 75, cooling break, Inter 0–Fluminense 1. Thiago Silva –40 años, capitán del Flu, central que jugó en PSG y Chelsea– toma el mando y le sugiere a Renato Gaúcho: “Vamos a jugar 5–4–1, con Arias delante y Everaldo a un lado”. Renato le pregunta quién se ubica a la izquierda. Lima se ofrece. Fútbol en estado puro. Los futbolistas –que además de jugarlo y sentirlo lo ven desde adentro– al poder del partido. Y un técnico que cede ante la percepción de un capitán experimentado.

Y, también, esta declaración de Marcelo Gallardo, DT de River: “El fútbol es de los futbolistas. Jamás les voy a quitar la impronta, la creatividad. A mí no me gustaba que me lo hicieran y tampoco intento quitársela a nadie. Los entrenadores a veces queremos ser más importantes. Los jugadores tienen que volver a tomar el control, volver a tener impronta, creatividad. No todo el tiempo necesitan de la información. Yo necesito jugadores que no necesiten tanta información. Si tengo jugadores que no necesitan de la información porque entienden, sería espectacular. Pero hoy el jugador no observa fútbol, no mira partidos. Hay un partido en el televisor y está de espalda o con el teléfono o hablando otra cosa”.

El fútbol moderno según Klopp

Con la magia individual más acotada –y no es contradictorio–, quizá vivimos en uno de los momentos en que mejor se juega al fútbol. “Vemos a Dembélé. La gente decía que era un personaje difícil, que no podía hacer este trabajo duro. Y presiona 40 veces por partido al arquero, lo que es una locura. Este es el fútbol moderno, en el que todos pueden hacer de todo, incluso el goleador. En el pasado tenías tu posición y tu marca. Mi sueño siempre fue jugar con un equipo lleno de buenos futbolistas y hacerlos que sean coincidentes, que tengan clara la importancia de defender, y luego dejarlos jugar”, expresó el alemán Jürgen Klopp, entrenador multicampeón con el Liverpool, hoy sin equipo, en una charla con el ex futbolista estonio Ragnar Klavan para su canal de YouTube.

La contracara de que “todos pueden hacer de todo”, como describe Klopp al fútbol moderno, es que poquísimos pueden hacer algo muy específico, y que ese “algo” sea lo más atrapante, seductor y atractivo: crear una cultura, generar sentimientos, delinear gustos, bosquejar ideas y ser, en sí mismo, un talento sensible que emocione. “Haki tiene libertad, Haki no es un lateral. Haki cuando tenemos el balón puede ser delantero centro, un extremo, un jugador entre las líneas, un mediapunta, un pivote. Cuando no tenemos el balón, es un lateral que presiona alto pero también tiene trabajo defensivo”, dijo Luis Enrique sobre el marroquí Hakimi, quien, sí, es un jugadorazo, uno de los mejores laterales derechos en la actualidad, pero a años luz de ser uno de los mejores futbolistas del mundo, porque no se puede ser todo al mismo tiempo, a no ser que ese futbolista sea completamente distintivo, “un marciano”.

Esteban Cambiasso, parte del Grupo de Estudio Técnico del Mundial de Clubes de la FIFA, un equipo que analizó los partidos con el objetivo de fomentar y mejorar la comprensión del juego, sostuvo: “El jugador creativo hoy también tiene su lugar. Quizá hace más años tenían un lugar mucho más central. Los jugadores creativos se fueron alejando del núcleo del juego, pero al final están siempre. Lógicamente, tienen que tratar de estar donde más espacios pueden tener. No sé si iría ya específicamente a la posición de enganche. Digo que, al final, sí, son todos jugadores creativos”.

Lamine Yamal o la idea del héroe

La nostalgia, como repite el poeta Fabián Casas, es un pecado mortal, una enfermedad. No se trata de una revisión nostálgica. Tampoco de una mirada apocalíptica. Sólo que escasean los futbolistas con genio, arte y mística. Pero no todo está perdido. Lamine Yamal pasó sus vacaciones en Brasil junto a Neymar. Y, con fotos de Diego Maradona y Ronaldinho como jugadores del Barcelona en historias de Instagram, anunció que, a partir de la temporada 2025/26, usará la N° 10 blaugrana. Desde su conciencia histórica, Yamal aspira a la divinidad con sus cualidades intrínsecas y en desarrollo (hoy cumple 18 años). La foto en la que Messi lo “bautiza” es una prueba empírica, acaso, de un destino. Sin 10 hay futbolistas “homogéneos”. El 10 es el hombre futbolista. En otras palabras: pocos jugadores hoy son únicos y hacen lo suyo de una forma muy diferente al resto. Y hay poca diferencia en el resto.


“Un equipo es algo que me intriga, Wade, es un acontecimiento, no una cosa. Es tiempo, pero no tiempo cronometrado. No puedes reducirlo todo a sistemas mecánicos y roles”, le explica Frank Bascombe, protagonista de El periodista deportivo (1986), novela de Richard Ford, a Wade, quien no será su suegro, y sigue: “Ahora la gente habla del equipo sin tener en cuenta la idea del héroe. Es un concepto al que yo no quiero renunciar. Tampoco tienen en cuenta por qué los grandes jugadores a veces no juegan tan bien como deberían. Ni por qué pierden los mejores equipos y ganan los que no deberían ganar. Eso es juego de equipo, pero en otro sentido. Al menos yo lo veo así, Wade. No se trata, como dice mucha gente, de tener un rol fijo o de comportarse como una máquina”. El PSG, gane o pierda la final del Mundial de Clubes, es un “acontecimiento”, aunque los que gustan del fútbol, en general, aprecian a los héroes.

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Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.