La aritmética de Máximo candidato y la bifurcación de la ancha avenida

Sin tiempo, se enreda la negociación peronista por las listas. El asunto “orga vs. movimiento”. El deja vú de las terceras vías.

Dice que le incomoda reemplazar a su madre “proscripta”, que no le gusta la idea pero que, si debe hacerlo, lo hará. La variable de que Máximo Kirchner sea candidato en la Tercera Sección, en el casillero que iba a ocupar Cristina Fernández de Kirchner, repite clichés típicos de la política –el clamor, aquello del sacrificio– y aparece en la zona pantanosa de la negociación del peronismo para las elecciones del 7 de septiembre.

El destino de Máximo es la pieza endiablada del ajedrez del PJ bonaerense. Un sector, La Cámpora, lo impulsa para que encabece la boleta más importante del 7S, mientras que en el espacio de Axel Kicillof miran con recelo ese movimiento. El resultado es una incógnita porque dependerá, antes que de los nombres, de la dinámica de armado de listas que antes deben acordar Kicillof, Kirchner y Sergio Massa, el tercer pasajero.

Simple: una tesis, con chances amplias de validarse, propone que el gobernador, que impulsó el desdoblamiento electoral y propone una agenda bonaerense, tenga prioridad para resolver los primeros lugares de las boletas de las ocho secciones electorales. Como contracara, Máximo y Massa tendrían mayor incidencia en el diseño de las candidaturas para diputados nacionales del 26 de octubre.

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La mesa de los primos

Si es así, ¿Kicillof elegiría a Máximo para encabezar la Tercera? En La Cámpora creen que sería lo razonable. “A Máximo lo incomoda ser candidato en el lugar de CFK, pero es el que mejor mide: lo vota el 50% de los peronistas de la Tercera”, detalla a Cenital un operador camporista que afirma, sin permitirse un titubeo, que Máximo es la figura más taquillera del peronismo para encabezar la lista de diputados provinciales en el conurbano sur.

El estudio, que vocean en la “orga”, pone al jefe del PJ muy arriba de otras opciones, como la vice Verónica Magario o el intendente de Avellaneda Jorge Ferraresi. Detrás de la narrativa sobre el desgano, real o no, lo que está claro es que la agrupación política que comanda el diputado se puso como meta que Máximo vaya al casillero que, sin la expeditiva resolución de la Corte Suprema, hubiese ocupado Cristina.

Enfrente, en el espacio que comanda Kicillof, la percepción es otra. “Máximo tiene 72% de imagen negativa. Una de las peores de la provincia. En la Tercera un poco menos. Es muy injusto, por la demonización de todos estos años, pero es así”, relata un kicillofista y deja abierta, sin embargo, el interrogante sobre intención de voto. Está en proceso un sondeo cuyos resultados tendrán la semana que viene y aportará datos sobre varias figuras bonaerenses.

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Orga vs movimiento

Se anudan, entonces, varias cuestiones. No solo aparece la de la competitividad –o electorabilidad– de los candidatos sino el factor político y el impacto, a futuro, de esos posicionamientos. “Axel quiere ganar y si de él depende, va a poner los mejores candidatos”, explican en La Plata y raspan a sus primos camporistas con una comparación. “Nosotros –apunta una fuente kicillofista– no somos una orga que le da lugares a los puros, nosotros somos un movimiento que queremos el mejor armado”.

No es tan lineal. Como con CFK, las estimaciones electorales proyectan un escenario donde el peronismo solo tiene garantizada la victoria en la Tercera sección y la posibilidad de hacer buenas elecciones, incluso condicionadas por el desempeño de terceras fuerzas, en la Primera –norte y oeste del conurbano– y la Octava, La Plata. De ahí que la especulación es que Máximo quiere quedarse con el triunfo en zona sur.

Futurismo netflixiano que aparece en el razonamiento básico del PJ. Salir bien parado de la elección del 7S, puede darle un impulso a Kirchner Jr. para entrar en la carrera de la gobernación y coronar una primera etapa del proceso de “salir del closet” mediático. Tras años de secretismo y silencio, el diputado decidió empezar a dar entrevistas en los medios después de la detención de su madre.

La Tercera es Berlín de postguerra

Hay, en torno a una candidatura de Máximo, más que una aritmética. La discusión sobre los números esconde no solo el post elección sino, además, un factor esencial: que la boleta unificada del peronismo consiga que todos los actores territoriales la muevan con convicción. El temor circula en La Cámpora y adquiere visos de posibilidad cierta entre peronistas territoriales que están enfrentados con el diputado. “Si no juegan todos, se puede perder”, teoriza un camporista que habla de una diferencia de entre 7 y 10 puntos a favor del peronismo en la Tercera.

La sección está partida, parece la Berlín de postguerra. Así como hay un eje camporista, con Mayra Mendoza (Quilmes); Federico Otermin (Lomas) y Julián Alvarez (Lanús), hay otro de Ferraresi (Avellaneda), Espinoza-Magario (La Matanza) y Juan José Mussi (Berazategui). Hay, además, algunas suizas neutrales y zonas autónomas como Fernando Gray, de Esteban Echeverría.

La ingeniería que requiere es monumental. En el PJ mencionan dos aspectos puntuales: si se permitirán “colectoras” locales –en términos jurídicos, adhesiones– para resolver disputas de pago chico como, por caso, la de Lucas Ghi y Martín Sabbatella en Morón, y cuál será el mecanismo de contención de los “sin tierra”, aquellos dirigentes peronistas en municipios que no gobierna el peronismo. No hay, todavía, un diseño preciso para ordenar esos asuntos.

El miércoles por la noche hubo charlas entre Massa y Kicillof, y el tigrense estaba online con Máximo. Puede armarse una juntada de un momento a otro pero lo más probable era que primero se active la mesa grande, con delegados de cada sector, y luego haya un cierre donde estén los tres jefes de cada tribu: Kicillof, Massa y Máximo. Mendoza, Otermín, Leo Nardini (Malvinas) y Mariel Fernández (Moreno) son los interlocutores de Máximo, mientras que “Carli” Bianco, Ferraresi, Julio Alak y Espinoza lo son del Movimiento Derecho al Futuro (MDF) de Kicillof. Alexis Guerrero, Rubén Eslaiman y Juan Andreotti aparecen como delegados del massismo.

Terceras vías

El miércoles a la tarde, el diputado Pablo Juliano, alineado con Facundo Manes, estuvo en Tigre con el intendente peronista Julio Zamora y el intendente de Chivilcoy, Guillermo Brito, un excomisario con vínculos políticos diversos: empezó con Francisco De Narvaez, 2023 había pactado para ser el candidato a gobernador de Javier Milei –pacto que rompió, en persona, Carlos Kikuchi– y hace quince días recibió en Chivilcoy a Victoria Villarruel.

Son expresiones de ese animal mitológico de los años impares llamado “tercera vía”. “Todos charlamos con todos, cada uno sabrá lo que debe hacer”, dicen cerca de uno de los más activos armadores de ese eje. Pero, a simple vista, el destino más previsible de esa construcción es la traición. Aparecen, por ahí, varias terceras vías. Este jueves, en La Plata, Manes compartirá una actividad con Juan Schiaretti, convocados por Federico Martelli.

El fervor de Manes genera desconfianza. Circula, malicioso, una humorada sobre el nombre del espacio político del cirujano: “Egolución”. El diputado espera juntar a buena parte de los intendentes de la UCR de la provincia que –algunos porque no quieren, otros porque no los llaman– no confluirán en una alianza que dominará La Libertad Avanza (LLA) y tendrá, como socio menor, al PRO. Se llamará, todo indica, Frente La Libertad Avanza.

En paralelo, Joaquín De la Torre, que controla San Miguel y tuvo un paso fugaz –a través de su hermano Pablo– por el gabinete de Milei, tiene el teléfono abierto con el sector de Zamora, Brito y Gray –del que forma parte activa, además, el exintendente de Hurlingham Juan Zabaleta– explora sus propios acuerdos, quizá con la sospecha de que muchos de esos podrían terminar integrados al peronismo vía Kicillof.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.