Cruje el bolsillo: cae el poder adquisitivo y no alcanza ni para comprar $Libra
La suba de tarifas devora la recuperación de los ingresos. Mientras el Gobierno festeja cifras selectivas, la economía real sigue sin repuntar.
El poder adquisitivo de las familias del área metropolitana cayó 18% en 2024, por el impacto de las fuertes subas de servicios. La buena noticia es que quedaron menos fondos disponibles para comprar $LIBRA. La mala, que el consumo masivo no repunta, más allá de algunos indicadores que se esfuerza en viralizar el Gobierno.
La consultora Empiria, del exministro Hernán Lacunza, midió esa pérdida de poder adquisitivo al descontar del ingreso disponible de las familias lo que se destina al pago de servicios: gas, luz, agua, transporte y expensas. La lectura es lineal: como los servicios aumentaron más que la inflación, la recuperación de los ingresos de los últimos meses se destina en mayor medida a cubrir esas facturas y queda menos plata para consumir.
El golpe fue más duro para los hogares pobres. Las familias de ingresos altos vieron afectada su capacidad adquisitiva en un 8,9%, en comparación con los niveles de 2023. Los segmentos de menores ingresos sufrieron un recorte de su poder de compra del 19%. Según los cálculos de Empiria, el gasto en transporte aumentó 87,4%, las facturas de luz y gas subieron 143% promedio y el agua corriente, 97,5%. Las expensas y el alquiler subieron bastante menos: 39,7% y 66,5%, según los números de la consultora.
Si el INDEC hubiera actualizado su canasta de consumos para medir la inflación en función de la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares de 2017 y 2018 -una tarea pendiente en el organismo- la inflación anual hubiera sido casi 20 puntos superior y los ingresos disponibles, descontados los servicios, hubieran caído 21% contra 2023. Tiene lógica que el Gobierno haya demorado los cambios, en medio del programa estabilizador. Pero la aclaración cobra sentido porque aquella encuesta de gastos es más cercana a la realidad actual, en la que las erogaciones en servicios tienen más peso en el promedio del Índice de Precios al Consumidor.
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SumateSegún el Instituto Interdisciplinario de Economía Política (IIEP) de la UBA y el Conicet, los servicios públicos se llevaron el 11,8% de un salario promedio en enero y un 11,1% en febrero.
Aquí se encuentra una explicación de por qué la recuperación de los ingresos del segundo semestre no llega al consumo masivo. Según Scentia, las ventas en supermercados y autoservicios cayeron 10,6% interanual en enero, luego de haberse derretido casi 14% en todo 2024. Enero de 2024 ya había sido malo, con un retroceso de 3,5%. La caída fue más pronunciada en los pequeños autoservicios (-13,5%) que en las grandes cadenas (-7,2%), con más espalda para negociar y lanzar promociones agresivas. Y atravesó desde los ítems más elementales, como alimentos básicos (-5,4% en enero) y perecederos (-1,1%), a los más fáciles de eliminar del changuito, como bebidas con y sin alcohol (-19,3%) y (-16,8%).
El Gobierno celebró una moderación en la caída y una recuperación intermensual que solo vieron sus exégetas. Según fuentes del supermercadismo, las ventas continúan planchadas a pesar del repunte de los ingresos. Una gran alimenticia afirmó que logró recuperar volúmenes de productos básicos y de segundas y terceras marcas a expensas de una contracción en los márgenes, pero que las bebidas alcohólicas y los productos congelados siguen con caídas de dos dígitos.
Lo mismo midió la consultora Nielsen. La firma consignó una caída del consumo del 7,2% en enero, aunque detalló que desaceleró el retroceso en bebidas alcohólicas y productos de perfumería. Nielsen no solo detalló la caída de ventas de supermercados (-14,6%), sino también de kioscos (-4,9%).
El sector metalúrgico, que abastece a otras cadenas productivas, ve que la caída empieza a tocar fondo. Aunque algunos subsectores se recuperan, como la maquinaria agrícola (16,4% anual), la fundición (insumos para otras industrias) cae 11% y la fabricación de autopartes retrocede 7,1%, según Admira. La actividad, en general, creció 1,2% en enero. El empleo cayó 1,2% en doce meses.
Estos datos contrastan con el discurso de fuerte recuperación que el Gobierno se esfuerza en instalar. Javier Milei retuiteó un informe de la Cámara Argentina de Comercio que celebró un “fuerte incremento del consumo en enero”, del 4,3% contra diciembre (desestacionalizado) y del 5,4% interanual. La CAC solo detalló la evolución de algunos sectores puntuales, como el crecimiento del 1,9% en recreación y cultura y del 4,6% en indumentaria y calzado (con una mayor participación de productos importados).
También destacó el crecimiento en las escrituraciones de inmuebles, que vienen acelerando cada mes, con una buena participación de créditos hipotecarios. “En diciembre se registró un máximo de escrituras en CABA para el mes desde 2017”, celebró Martín Vauthier, uno de los asesores del ministro de Economía Luis Caputo. La recuperación estuvo apalancada por la reactivación del crédito y el blanqueo. Los costos en dólares altos le ponen freno a la construcción de unidades nuevas.
El Gobierno necesita que la economía termine de arrancar. En su exposición ante el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Milei dijo que “los salarios formales en dólares se triplicaron”. Mide la evolución del sueldo en pesos y la convierte al tipo de cambio paralelo, virtualmente planchado desde hace un año. La inflación acumulada durante su gobierno, de más de 120%, fue prácticamente toda en dólares.
La ficción de la recuperación salarial en dólares también contrasta con la política oficial de no homologar paritarias que se aparten del objetivo de reducir la inflación. Este viernes, Capital Humano homologó la negociación de la construcción, con un aumento del 1,8% para enero y subas acumulativas de 1,5 y 1,2% para febrero y marzo, más bonos no remunerativos. Cualquier acuerdo que se aparte de esos lineamientos queda sin homologar.
En la medida en que el Gobierno siga retirando subsidios a la energía y el transporte -y se vienen los aumentos que se fijarán en las audiencias de esta semana- y siga conteniendo las negociaciones paritarias, más porción del salario se destinará a pagar los servicios y quedará menos espacio para consumir. Quienes tengan ahorros y capacidad de crédito podrán aprovechar el dinamismo del sector automotriz y del inmobiliario. El ingreso de productos importados abaratará la indumentaria y artículos de electrónica. Pero en el sector del consumo masivo, nadie espera un “pedo de buzo”. La V no llega a la góndola.