Boca–River, en modo inferiores: de sus DT con “formación” a la cantera que nutre al fútbol mundial

Diego Martínez y Demichelis entrenaron en infantiles e inferiores, un paso recomendado por los maestros del fútbol. River, el del Diablito Echeverri, es el club que más vendió en la última década. Boca, el del Equi Fernández, el que más alimenta a otros argentinos.

Entre 2011 y 2014, Diego Martínez trabaja primero como técnico en el Proyecto Barcelona en Buenos Aires, un intento de replicar los métodos de La Masía, y luego en las infantiles y la pre–Novena de Boca, la categoría anterior a dar el salto a los torneos de la AFA. Es, más que un DT, un formador.

Entre 2019 y 2022, Martín Demichelis trabaja primero como entrenador en la Sub 19 del Bayern Munich y luego en el equipo filial, que compite en la cuarta división de Alemania. Lo mismo: es, más que un DT, un formador.

Tan disímiles como Boca y River, Martínez y Demichelis, quienes dirigirán a la Primera de cada club en los cuartos de final de la Copa de la Liga (desde las 15:30 en el Kempes de Córdoba), comparten una experiencia recomendada a quien quiera ser entrenador en el profesionalismo: pasar un par de años por las divisiones inferiores.

En el fútbol no hay fórmulas mágicas. Pero los entrenadores que trazan el inicio en juveniles tienen un plus, desde Lionel Scaloni hasta Xabi Alonso. “Es fundamental tener como mínimo dos años en divisiones inferiores –solía enseñar el Viejo Timoteo Griguol–. Usted en esos dos años tiene que resolver miles de problemas de los chicos que está dirigiendo: lesiones, familia, colegio. Eso hace al buen técnico. Si es en el mismo club, va a tener a los que condujo de chicos en Primera. No hay muchos que hayan dirigido inferiores y hayan ido a Primera División. Son muy pocos”.

Demichelis –de Justiniano Posse, sur de Córdoba– empezó a jugar en Complejo Deportivo de su pueblo y se formó como futbolista en Renato Cesarini de Rosario antes de que llegase a River, donde debutó en 2011. Martínez –de Haedo, oeste del conurbano bonaerense– arrancó en el baby de El Trébol e hizo inferiores en Vélez, Boca y Almirante Brown, donde debutó en 1997. Entrevisté a Demichelis en 2021, cuando era el DT de la Sub 19 del Bayern. Y a Martínez en 2022, después de que fuese subcampeón de la Copa de la Liga con Tigre (derrota en la final ante Boca, 3–0 en el Kempes).

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–La situación que vive Argentina hace que los clubes tengan problemas financieros y la necesidad constante de forzar ventas en ciertos casos, y quizá no se llega a la formación exacta de un jugador –me decía Demichelis–. Hoy un futbolista argentino que juega diez partidos bien ya enseguida es titular y vale 25 millones. Pero vienen a Europa y no son titulares. Hay una inmediatez de ventas de jugadores que no alcanzan su madurez. Y se invierte poco y nada en la formación, donde deberían entrar los mejores entrenadores. En Argentina, un entrenador en la etapa formativa depende de si el fin de semana gana o pierde, y eso no va de la mano con la formación. Si tengo que quitar a mis dos mejores jugadores el día antes del partido por un problema de indisciplina, lo hago. Y si no lo hago, los jefes me tiran de la oreja. En Argentina, el entrenador tiene que ganar bien para quedarse cinco, diez años en la misma categoría o en las inferiores, porque se requiere conocimiento y experiencia. No se puede experimentar. El problema financiero y sociocultural en Argentina hace que no se trabaje de la mejor manera. Después, los argentinos no debemos envidiar a Europa. Si no hubiese pasión y capacidad no habría tantos entrenadores argentinos en la élite.

–El chico es una esponja que absorbe –me decía, por su parte, Martínez–. Capaz el futbolista más grande viene con un bagaje, con una zona de confort o seguridad, y se hace más difícil. El desafío es que te crean. En Boca no había que dejar de lado que estábamos en un proceso formativo. Trataba de transmitirles a los chicos que sintieran el juego y, a la vez, enseñarles valores para que lograran sacarse presiones que, como sociedad, lamentablemente les imprimimos a los más chicos, y hasta veces sin quererlo, porque desde la familia y el barrio, si estás en Boca, te hacen sentir futbolistas profesionales, y no lo son. Más allá de estar en Primera, en un fútbol profesional con la más alta exigencia, hay que tratar de mantener lo máximo posible el espíritu amateur, eso que sentían por jugar. El jugar está todo el tiempo presente en la semana de laburo. Jugando es cuando ponés en juego otras cosas, y lo que adquirís te lo adueñás, lo sentís como propio porque lo experimentaste. Cuando volvía de dirigir a los chicos de Boca y me hacía mala sangre, mi señora me decía: “¿Y cuando dirijas Primera?”. “Va a ser lo mismo, pero con jugadores de Primera”.

Las inferiores de River y de Boca, según el Centro Internacional de Estudios del Deporte (CIES), están entre las 50 más “rentables” del mundo, a partir de los ingresos generados en los últimos diez años por la venta de jugadores. River (14°), con 223 millones de euros entre 30 futbolistas, y Boca (50°), con 108 millones de euros entre 26 jugadores. River duplica a Boca, sobre todo por las transferencias de Exequiel Palacios, Gonzalo Montiel, Julián Álvarez y Enzo Fernández, campeones del mundo en Catar 2022, y por la reciente de Claudio “Diablito” Echeverri, titular hoy en el superclásico en Córdoba. Si Julián Álvarez y Echeverri fueron comprados por el City Group de Abu Dabi, Enzo Fernández fue adquirido primero por el Benfica de Portugal, el club con la cantera más “rica” en la última década (516 millones de euros entre 30 jugadores). Ahora bien, los interrogantes: ¿Que las inferiores sean “rentables” y “ricas” en el mercado es el fin último de River y de Boca o, más bien, que los jugadores formados puedan jugar la mayor cantidad de partidos en la Primera antes de que los tienten desde Europa? ¿Adueñarse de los juveniles desde la base acaso no es el objetivo de la nueva ola que quiere imponer las sociedades anónimas en los clubes argentinos? ¿Jugará su primer superclásico Daniel Zabala en River, como Franco Mastantuono en River y Jabes Saralegui en Boca en el 1–1 en el Monumental por la fecha de clásicos de la Copa de la Liga?

En los poco más de cuatro años de la gestión de Juan Román Riquelme en Boca, debutaron 35 juveniles de las inferiores en Primera. Boca Predio se convirtió en una marca registrada. Medios que le contaban a Riquelme las bolsas de carbón para los asados en Boca Predio pasaron a elogiar el foco puesto en los pibes después de que la Sub 20 se coronase con la Copa Intercontinental en 2023. Seis juveniles campeones del mundo ya quedaron libres. Boca es el que más “alimenta” a los demás clubes argentinos. El analista de datos Matías Conde registró que 24 de los 29 juveniles surgidos de Boca que jugaron durante la Superliga 2018/19 lo habían hecho para otros clubes. La tendencia se mantiene: en la última fecha de la Copa de la Liga 2024, siete jugadores surgidos de Boca metieron goles para otros clubes: Maximiliano Zalazar (Barracas Central), Ezequiel Muñoz (Lanús), Damián Puebla (Instituto), Facundo Colidio (River) y Santiago Ramos Mingo (Defensa y Justicia).

En su paso por las infantiles de Boca, Diego Martínez entrenó de la categoría 2000 a 2004. Entre tantos, a Ezequiel “Equi” Fernández, quien dicta hoy el tempo en el mediocampo de Boca, a Vicente Taborda, y a Colidio, ahora delantero de River. En el siglo XXI, entre los 13 jugadores que vistieron las camisetas de ambos clubes, hasta en River recalaron jugadores surgidos de Boca. Antes de Colidio jugaron Jonathan Fabbro, Bruno Urribarri, Tomás Pochettino, Nicolás Bertolo y, el más resonante, Lucas Pratto, autor de un gol en la Bombonera y de otro en la vuelta de la Libertadores 2018 en Madrid (Bertolo había integrado el plantel de River campeón de la Libertadores 2015, y el de Boca de la Libertadores 2007, su última). En cambio, el último futbolista formado en las juveniles de River que jugó en Boca fue Jesús Méndez (2010–2013).

“Yo acabaré otra vez donde empecé, ojalá mis últimos pasos sean en la cantera del Barça –dijo alguna vez Pep Guardiola, entrenador del Manchester City–. Para empezar es lo mejor del mundo. No hay focos, no hay prensa, tienes semanas largas entre partidos, tienes tiempo de analizar qué has hecho bien y mal. Y, al final, meterse delante de profesionales, de juveniles o más pequeños, es lo mismo”.

Martínez, Demichelis y los juveniles de cada club que ya juegan en la Primera tendrán la historia de un Boca–River.

Pizza post cancha (con fainá)

  • Newsletter. ¿La caída de la Unión Soviética comenzó con un partido de fútbol en 1982 en Olavarría, entre la selección de aquel gigante y Loma Negra, el club–empresa de Amalita Fortabat? Te lo cuenta Tomás Aguerre en nuestro #UnDíaEnLaVida.
  • Entrevista. Edinson Cavani lanzó su vino al día siguiente del golazo ante Godoy Cruz en la Bombonera, cuando un hincha “agarró” la flecha de su festejo. En Desde La Boca, revista oficial editada por el club, el uruguayo había explicado: “Es una historia larga, que viene de mi país, de los indios charrúas. Mi hija se llama India y el nombre es en honor a eso. La flecha que uno saca y tira hacia el cielo es un festejo que engloba todo eso: el nombre de mi hija, la historia de mi país”. Se lee acá.
  • Foto. Septiembre de 1995, Punta del Este. Diego Maradona escucha un partido por una radio portátil en la soledad del bosque de la chacra de Samuel Liberman. Se prepara para su retorno a Boca. Del fotoperiodista Fabián Mauri en El Gráfico.
  • Revival. Emiliano “Dibu” Martínez volvió a hacer de las suyas en la definición por penales que le dio el pase a la semifinal de la Conference League al Aston Villa, ante el Lille, en Francia. Cuando tenía siete años y su padre no le pateaba fuerte, Emi lo apuraba: “Ah, tenés miedo. Pateame fuerte, gordo”. Durante Catar 2022, en Cenital nos metimos en terapia con el Dibu.
  • Hilo. De grandes escenas del fútbol de ascenso de Argentina.

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.