Xabi Alonso, el DT que espera para ganar en Alemania

Invicto en la temporada con el Bayer Leverkusen -próximo a salir campeón de la Bundesliga-, le dijo que no al Liverpool y al Bayern Munich. Porta un bien escaso en el fútbol: la paciencia en un tiempo en que se persigue sin parar el próximo objetivo.

Xabi Alonso ojea la revista oficial del Liverpool en el vestuario de Anfield. Hay entrevistas a juveniles del club. “¿Cuáles son tus cualidades?”, les preguntan. La mayoría rescata la entrega, tirarse al césped para robar una pelota. “Eso significa que yo, o alguien más, hemos quedado fuera de posición al inicio del movimiento –elabora–, y eso me vuelve loco, porque la forma y el equilibrio del equipo son cruciales”. Vive en un departamento céntrico de la ciudad, lejos de los caserones en las afueras, como la mayoría de los compañeros. Es 2004. Tiene 22 años. Acaba de llegar desde la Real Sociedad. Se mimetiza en el La’go, un típico bar de estudiantes. Lo es. Xabi Alonso, quien se coronará campeón de la Champions 2004/05 con el Liverpool y del mundo en Sudáfrica 2010 con España, se mueve a su ritmo, cambia el angular para mirar el fútbol –y el mundo–, aprecia sus defectos porque no es el más rápido, entrena su mente y reparte pases en el blanco, ATR, para ser el más veloz.

Después de haber trabajado un año como entrenador en la Sub 14 del Real Madrid y de refugiarse otros tres en el filial de la Real Sociedad –y de despejar propuestas, como la de ser ayudante de campo de Pep Guardiola, porque todo a su ritmo–, Xabi Alonso se convirtió en octubre de 2022 en el DT del Bayer Leverkusen de Alemania. Ocupaba el puesto 17 en la tabla de la Bundesliga entre 18 equipos. Lo clasificó a Europa League. Y en esta segunda temporada, el Leverkusen de Xabi Alonso es el equipo sensación de Europa: invicto en 41 partidos –único en las cinco ligas top–, seguramente ganará la Bundesliga tras 11 títulos consecutivos del Bayern Munich, es finalista de la Copa de Alemania y está en cuartos de final de la Europa League. El Leverkusen sólo ganó dos títulos en su historia (UEFA 1988 y Copa de Alemania 1993). Es chicaneado como el “Neverkusen”.

Alonso (41 años) ya le dijo que no al Liverpool y al Bayern Munich, que cambiarán de entrenadores a mitad de año. Se quedará al menos una temporada más en el Leverkusen. No hay apuro. Él porta un bien escaso en la industria del fútbol: la paciencia –que dice mucho de él, pero también de las aves de rapiña que sólo pelean por escalar a lo más alto– en un tiempo en que se persigue sin parar el próximo objetivo. “Este es el lugar en el que quiero estar –dijo–. Es la mejor forma de continuar el camino juntos. Mi trabajo en el Bayer no ha terminado. Quiero ayudar a los jugadores a desarrollarse. Aquí todo es fantástico. Soy un entrenador joven y es la mejor decisión para mi futuro”.

El Leverkusen que construyó Xabi Alonso es un equipo que se divierte en la cancha (no sólo por los festejos, que van de simular una lesión y preocupar al cuerpo médico hasta simular fumarse un porro para celebrar la legalización del cannabis en Alemania), sino porque rompe ciertas rigideces dentro de una estructura. Aunque oscila entre el 3–4–2–1 y el 5–2–3, se centra en el control y el dominio con y sin la pelota. Y en los movimientos, pases cortos que atraen a los rivales y los marean yendo de acá para allá, y que luego encuentran al jugador libre, secuencias A–B–A–C que rompen la linealidad A–B–C–D y que enloquecen entonces a los rivales. Intuición e inteligencia.

“Los jugadores son los más importantes. No se trata de ser robots –dijo Alonso–. Tienen el conocimiento para saber lo que podría pasar y luego deciden qué es bueno con sus cualidades”. Los mejores intérpretes son el neerlandés Jeremie Frimpong, el español Alejandro Grimaldo, el suizo Granit Xhaka, el alemán Florian Wirtz –20 años, talento generacional, autor de un golazo a los siete segundos en el reciente triunfo amistoso 0–2 de Alemania ante Francia– y, claro, el argentino Exequiel Palacios, campeón en Catar 2022. Cinco goles y cuatro pases gol en 27 partidos –su mejor registro en una temporada desde que llegó al Leverkusen en 2020–, Palacios dice: “Es una ventaja tener un entrenador que jugó en mi posición. Siempre quiere más. Creo que tiene mucho potencial. Acaba de empezar, pero tiene un gran futuro como entrenador. Somos un equipo que siempre va a intentar jugar bien al fútbol, a mantener la pelota en el suelo. No vamos a dejar de hacer nuestro juego de mover siempre la pelota, de encadenar pases y jugar para ganar cada partido”. Los jugadores, de quienes aprende y a quienes les enseña en cada práctica, se asombran del aura carismática que rodea a Alonso. Un dirigente dijo que “ilumina” todas las áreas del club.

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En una Bundesliga cuyos hinchas de cultura popular voltearon, meta protestas ingeniosas, un acuerdo a 20 años a cambio de 1.000 millones de dólares entre la federación alemana y la firma de capital de riesgo británica CVC –y que mantiene la regla de que los clubes son propiedad mayoritaria de los socios (“50+1”)–, Xabi Alonso, estrechado con los del Leverkusen, le plantó cara al resurgimiento neonazi en Alemania, en medio de un plan para expulsar a millones de extranjeros. “Debemos ser claros y defender nuestros valores, con un posicionamiento democrático. Tenemos que ser realmente firmes y no aceptar exigencias intolerantes –expuso en conferencia–. Todo el mundo tiene el derecho de venir aquí y traer lo mejor que puedan, y abrazar esta cultura sin importar de dónde vengan, como yo he hecho. Estoy aquí para traer lo mejor de mí, para contribuir y para adaptarme a este país”.

Nacido en la ciudad vasca de Tolosa, hijo del exfutbolista Periko Alonso y hermano de otro exfutbolista (Mikel) y de un exárbitro (Jon), a Xabi Alonso lo dirigieron Rafa Benítez (en el Liverpool campeón de la Champions, gol del 3–3 en la remontada de la final de Estambul), José Mourinho (Real Madrid), Carlo Ancelotti (Real Madrid y Bayern Munich), Pep Guardiola (Bayern Munich) y Zinedine Zidane (Real Madrid). En los últimos años de su carrera, entre el Real y el Bayern, como un estudiante curioso, acribilló a preguntas a los staffs técnicos de Ancelotti y de Guardiola. Quería ser DT. Ahora “apuesta” por un fútbol alegre, creativo y audaz.

El fondo de pantalla en su celular es “Muchacha en la ventana”, cuadro de Salvador Dalí, porque cuando era niño colgaba en la pared de su casa y él pensaba que era su madre. Dalí había pintado a Anna María, su hermana. Había transformado su rutina cotidiana en arte. Como Xabi Alonso con el Bayer Leverkusen, un equipo de –un– autor que aún busca la forma y el equilibrio.

Pizza post cancha

  • Podcast. David Fernández Vinitzky e Ítalo Severini se autodefinen como amantes del fútbol. “Enceguecidos de furia ante los bochornosos ránkings armados por medios ingleses y norteamericanos”, se propusieron desentrañar –y desgranar en episodios– a “Los 100 mejores futbolistas de la historia”.
  • Video. Vinícius Júnior lloró en la sala de prensa del Real Madrid en la previa del 3–3 entre España y Brasil por la fecha FIFA. “Es muy triste. Es algo que está sucediendo, el racismo verbal, pasa muchísimo en España y en el mundo. A mi padre también le costaba para trabajar. Siempre que había que elegir entre él y un blanco, elegían un blanco. Cada día tengo menos ganas de jugar, pero seguiré luchando. Busco la igualdad en el futuro próximo y que la vida sea normal para todos”, había dicho. Vinícius nació en São Gonçalo, en la periferia de Río de Janeiro. Juega en España, un país en el que se sancionó, la última semana, a un arquero senegalés que sufrió insultos racistas y reaccionó ante el agresor. En su canal de YouTube, Vinícius retorna a São Gonçalo y le cuenta quién es al mundo.
  • Columna y cátedra. Rachel Connolly tiene 30 años. Es una escritora irlandesa. Empezó a leer Yo soy el Diego (de la gente) (2000), autobiografía de Maradona. Llevar el libro encima, se percató, era “un imán para los hombres”. Y también que Diego aparecía “en lugares donde nunca antes lo había notado”. Cuenta en The Paris Review: “Mientras leía me encontré cada pocas páginas susurrando o escribiendo en los márgenes ‘Te amo, Diego’”. Connolly dice que no sabe nada de fútbol, pero que el libro “no se trata realmente de fútbol. Se trata de estar enamorado. Se trata del pequeño contra el grande. Y de creer en algo. Y de respeto. Se trata de tener una idea de quién eres”. ¿Quién era –quién es– Diego Maradona? La revista Meta abre la cátedra maradoniana “Diegologías”: 18 encuentros con 18 temáticas abordadas por 18 docentes.
  • Foto. ¿Vieron a Menotti, Ardiles, el Tolo Gallego y el Lobo Carrascosa junto a una estatua de Lenin en la Unión Soviética en marzo de 1976? Es durante una gira de la selección. El 24 de marzo de aquel año, cuando se inició en Argentina un plan sistemático de desaparición forzada de personas, robo de bebés y campos de concentración y exterminio, como lo relató Tomás Aguerre en Un día en la vida, la selección le ganó 2–1 a Polonia en Chorzów. La transmisión del partido por TV y radio fue lo único que no prohibió la dictadura en los comunicados.

Otras lecturas:

«Fútbol chacarero vs. Fútbol SAD: historias mínimas». Por Ezequiel Fernández Moores.

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.