El día que cayó la Unión Soviética

Tal vez todo haya comenzado con un partido de fútbol perdido en Olavarría.

El 17 de abril de 1982 comenzó la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).

Fue en la cancha de Racing de Olavarría, provincia de Buenos Aires, Argentina. El seleccionado de la URSS había llegado a la Argentina unos días antes para enfrentar en un amistoso a la selección argentina. Era parte de la gira previa de las selecciones antes del Mundial de España en junio. Pero en Argentina, por esos días, no había nadie pensando en el Mundial. En abril de 1982 solo se hablaba de un tema: Malvinas. El 2 de abril, las tropas argentinas desembarcaron cerca del Puerto Argentino. La llamada Operación Rosario, una movilización de 600 efectivos, devolvió a la Argentina el dominio sobre las Islas Malvinas, ocupadas por Gran Bretaña desde 1833.

Algunos días después, una multitud se congregó en Plaza de Mayo, movilizada por una convocatoria que el Gobierno delegó en Radio Rivadavia y ATC. Eran días claves para la guerra. Estaba en el país el secretario de Estado norteamericano, Alexander Haig. La dictadura militar argentina tenía la vana ilusión de que Estados Unidos terciaría a su favor en la disputa. Toda esta secuencia está muy bien contada en Malvinas, la trama secreta. Leopoldo Fortunato Galtieri salió al balcón de la Casa Rosada y pronunció la frase que todos recordamos: “si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla”. Haig se encontraba dentro de la casa de gobierno. Minutos antes del discurso de Galtieri había mantenido una reunión con la Junta para negociar. El resultado lo conocemos.

Quiere decir entonces que, en ese momento, se encontraban en la Argentina el secretario de Estado norteamericano y la selección de la URSS. Pero Haig no se quedó al partido. Viajó a Londres desde donde, unos días después, propuso una salida negociada: un gobierno tripartito de las Islas. La dictadura argentina lo rechazó. Al día siguiente, la selección argentina se enfrentaba a la Unión Soviética en el estadio Monumental. Durante el partido se vieron en el estadio las consignas sobre la guerra: “Soberanía nacional argentina, voluntad de los argentinos”. El partido salió 1 a 1, goles de Ramón Díaz y Jorén Oganessian. La selección soviética mantuvo el invicto que llevaba dos años y seis meses. Su última derrota había sido contra Alemania Federal, 3 a 1 en Georgia, en 1979. Lo pueden chequear en esta siempre útil lista de los partidos que jugó la Unión Soviética. Para Argentina había sido un buen resultado: “Este 1 es buena nota”, tituló El Gráfico (lo pueden consultar aquí, digitalizado por este newsletter gracias a la hemeroteca de la querida Biblioteca Nacional, que hoy sufre despidos y recortes de presupuesto). “El equipo mejoró mucho, me voy conforme”, sostuvo el vicealmirante Carlos Lacoste, el hombre de la dictadura en el fútbol.

Terminado el partido, la selección soviética estaba lista para volverse. Pero faltaba un partido más. El 17 de abril, treinta mil dólares mediante, la selección soviética llegó a la ciudad de Olavarría para enfrentar al equipo local: Loma Negra. El club había jugado en Primera en 1981. Para eso había ganado el torneo local el año anterior, lo que le permitió clasificar al Regional ´81. Pero ese torneo, que daba la clasificación al torneo Nacional, no lo jugaría con futbolistas amateurs, que además eran trabajadores de la fábrica de cemento Loma Negra. Para el Regional ´81 intervendría la protagonista de esta historia: Amalia Lacroze de Fortabat, la entonces dueña de la empresa Loma Negra desde el fallecimiento de su marido, Alfredo Fortabat, en 1976.

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En la biografía que escribieron sobre ella Marina Abiuso y Soledad Vallejos (Amalita) cuentan cómo se armó el equipo iba a jugar el Regional y clasificar a Primera. Los enviados de Loma Negra a Buenos Aires se instalaron en el Hotel Impala de Capital Federal, en Arenales y Libertad. En una habitación, armaron un escritorio con una chequera, la calculadora y una máquina de escribir. El primero que llegó fue el arquero, Luis Barbieri, que atajaba en Atlanta. Le preguntaron cuánto quería ganar y una hora después tenía firmado el contrato. Los enviados de Loma Negra tenían los recursos disponibles y la orden de volver con el equipo armado esa misma noche, así que cada nueva incorporación sumaba al siguiente. Barbieri recomendó al entonces preparador físico Jorge Habegger; este trajo al lateral Carlos Squeo y Squeo al delantero Mario Husillos. Para la madrugada, Loma Negra tenía un equipo profesional nuevo. El único jugador-obrero que quedó, de los que habían ganado el torneo local, fue Eduardo “Topo” Draghi (es bastante lindo escuchar sus anécdotas acá). La incorporación de jugadores no frenó esa noche: a medida que avanzaba en el torneo, Loma Negra contrataba más y más. El delantero de Independiente, Osvaldo Mazo, le hizo este gol a Boca (un partido que tuvo a Maradona y Bochini en cancha). De eso hablaban en el entrenamiento de Loma Negra el lunes siguiente cuando de golpe frenó un auto y preguntó: “¿esto es Loma Negra? Vengo porque me compraron”. Era Osvaldo Mazo. Incluso se llegó a mencionar la posibilidad de que Maradona y Fillol vinieran a jugar a Loma Negra. No se dio. Así y todo, Amalia Fortabat pudo completar un plantel de profesionales al que llamaba, como en esta entrevista, sus chicos.

Después de veinte partidos en el Regional, Loma Negra se clasificó a Primera División. Tuvo una buena actuación, con resultados históricos como el empate con River y una victoria contra el Ferro de Griguol. Pero no le alcanzó y quedó afuera en zona de grupos, por diferencia de gol. Ya sin torneo, los casi 50 jugadores que tenía el plantel de Loma Negra disponibles representaron a Olavarría en el Torneo Argentino, a préstamo. Se cuenta aquí que Amalita les ofreció 50 dólares por cada gol que le hicieran a Saladillo. Le hicieron catorce. La dueña de Loma Negra se convenció de que había que subir el nivel de los rivales. Y encontró, luego de Saladillo, a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en agenda.

La cancha de Loma Negra quedaba chica para el fortalecido Loma Negra, que jugaba sus partidos de local en la cancha de Racing de Olavarría. Allí llegó, subestimando el partido, la Unión Soviética. Loma Negra formó con Barbieri, Squeo, Pellegrini, D´Angelo, Cristofanelli, Mazo, Rinaldi, Sosa, Orte, Husillos y Magallanes. Fue un sábado de abril al extraño horario del mediodía, porque el partido se televisaba para toda Argentina pero también para Europa. El primer tiempo fue duro, trabado.

En el entretiempo, cuenta el arquero Barbieri, enviados soviéticos se acercaron al vestuario de Loma Negra a avisar que se trataba de un amistoso. Que pusieran la pierna menos fuerte. No daría resultado.

En el palco estaba Amalita junto a Luis Prémoli, un coronel del Ejército que oficiaba de mano derecha de la empresaria y al que se le adjudicaba un vínculo sentimental. Prémoli había llegado al Regimiento 2° de Caballería General Paz de Olavarría y allí conoció a los Fortabat. Tenía una larga historia previa. Junto al general Julio Alsogaray y al coronel Luis Perlinger, fue uno de los tres militares que ingresó al despacho presidencial de la Casa de Gobierno el 28 de junio de 1966, a las 5.15 de la mañana, para ordenarle al presidente Arturo Illia que dejara el cargo. Consumado el golpe, al día siguiente asumió Juan Carlos Onganía. Prémoli fue su secretario de Informaciones. Ostentando ese cargo, en 1969 entró al vestuario de la selección argentina, en cancha de Boca, antes de empezar el partido contra Perú por la clasificación al Mundial de México 1970. Les prometió un departamento a cada uno si clasificaban al Mundial. El partido salió 2–2 y Argentina quedó afuera (mírenlo porque es un partidazo). Fue la última vez que Argentina quedó afuera en las eliminatorias.

Pero ahora estamos en otro partido –más de una década después– que también sigue empatado. Era un resultado sorpresivo: la URSS venía a hacerle cuatro o cinco goles a un equipo que ni siquiera estaba jugando el Nacional. Con el empate, Loma Negra festejaría, la Unión Soviética embolsaría sus treinta mil dólares y todos contentos. Pero no. El propio Trémoli, dice El Gráfico, les había prometido a los jugadores que, en caso de ganarle a la URSS, viajarían al Mundial de España. Hay testimonios contradictorios al respecto. Algunos dicen que la promesa era viajar como sparrings de la selección. Otros, que el premio era viajar a ver el Mundial, como espectadores. Ganarle a la Unión Soviética parecía un premio en sí mismo.

Entonces vino el córner. Corría el minuto ’81. Magallanes acomoda la pelota sobre el córner izquierdo y mete un centro llovido, débil. Pero el arquero sale mal, se queda corto y la pelota lo pasa. Un defensor soviético rechaza. La pelota le vuelve a quedar a Magallanes que la mete al área. Husillos quiere cabecear, la pelota le pasa, Orte patea, el arquero ataja y le rebota a Husillos. Gol. Escuchen el relato y vean el gol: el relator se confunde y dice que es gol de Orte, pero fue de Husillos. Loma Negra le gana 1–0 a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Quedan pocos minutos para el final del partido. Alcanza para un avance más de Loma Negra, Husillos define al primer plano y ataja el arquero. El contragolpe lleva a la URSS hasta el área de Loma Negra, hay centros, rebotes y la pelota termina rechazada y con falta a favor del equipo local. El árbitro, Juan Carlos Coradina, pita el final del encuentro. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas cae en Olavarría. Amalita y Prémoli se abrazan en el palco. La ciudad estalla. El Gráfico –con una cobertura pequeñísima, hay que decirlo– lo tituló como una hazaña.

La cancha se llenó de papelitos: entre ellos, un volante que había repartido el abogado Alfredo Pareja pidiendo información sobre su hijo, José Alfredo Pareja. José salió de su casa el 12 de marzo de 1977 con unos amigos a bailar y nunca más volvió. Fue secuestrado por la dictadura militar y la última vez que se lo vio fue en el Centro Clandestino de Detención La Cacha, en La Plata. Un mes después fue secuestrado también el abogado laboralista Carlos Alberto Moreno, que representaba a trabajadores de Loma Negra a través de la Asociación de Obreros Mineros Argentinos (AOMA). Fue trasladado a un centro clandestino de detención que funcionaba en la propiedad de dos civiles: Julio y Emilio Méndez, los dos primeros civiles condenados en una causa por delitos de lesa humanidad.

Con el envión de la victoria sobre la Unión Soviética, Amalita volvió a inyectar recursos en el equipo y clasificó al Nacional ´83. Esta vez pasó la fase de grupos y cayó en octavos de final. Le ganó 2–0 el partido de ida a Racing de Avellaneda, pero cayó 0–4 de visitante. Fue la última participación de Loma Negra en el Nacional. Desde entonces, Amalita cortó la ayuda económica al club y el plantel se desarmó por completo, con excepción del Topo Draghi, que se quedó. Era nacido y criado en la ciudad.

El equipo no fue lo único que se desarmó. También comenzó a desarmarse la Unión Soviética. Un mes después del partido, Leonid Brézhnev sufrió un ataque al corazón. A su muerte, en noviembre de ese año, su lugar lo ocupó Yuri Andropov, que falleció rápidamente y luego Konstantín Chernenko, que también. Entonces llegó Mijaíl Gorbachov y el resto es historia conocida.

Hay una historia menos conocida. En agosto de 2005, el gobierno de Néstor Kirchner impuso a las principales fabricantes de cemento de la República Argentina una sanción por $310.000.000. Fue cuando la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia accedió a un libro que sigue sin estar publicado. Lo escribió Jorge Luis Capurro y se llama Cemento-asociación ilícita. Nunca se pudo publicar porque Capurro era gerente comercial de la empresa y en 1998 renunció pero firmó un acuerdo de confidencialidad. Capurro fue el representante de Loma Negra en la Mesa de Acuerdos de la Asociación de Fabricantes de Cemento Portland. Desde 1981 en adelante, esa mesa sirvió como el espacio donde las principales cementeras argentinas se repartieron el mercado del cemento y acordaron los precios. El libro cuenta varias reuniones de la mesa: la primera en 1981 cuando se dividieron las cuotas de mercado. Loma Negra tendría el 48,3%, Cementos San Martín 12,34%; Corcemar 14,64%; Juan Minetti 10,62%; Cemento Avellaneda 10,98%, y el resto entre dos firmas pequeñas, Petroquímica y Sandrín. Cada cierto período de tiempo la Mesa se reunía a ajustar los porcentajes. En el ’91 en Córdoba se ajustaron entre sí las cuotas de mercado. En el ’97, también en Córdoba, acordaron un aumento de precios conjuntos para la venta de cemento en la zona San Luis-Mendoza-Córdoba.

Fueron más de 20 años seguidos de reparto de mercado, en perjuicio de los consumidores y, principalmente, del Estado argentino, que consumía el producto para la obra pública. Eran los años ’80 y ’90. Había triunfado el capitalismo. Se había desmoronado el intento de una alternativa. Se había, decían, terminado la Historia. Y quizás el principio del fin había sido el centro de Magallanes y la arremetida de Husillos. Quién sabe.

Algunos años antes de vender su participación en la empresa, en 1998, Amalia Lacroze de Fortabat dio una entrevista a Revista Noticias junto a Franco Macri. Allí, sostuvo que pensó muy seriamente en dejar todo e ir a trabajar con los pobres al África. “Al final no fue por el calor. Yo sufro mucho el calor”, remató.

Si este fuera el final de una película, pondríamos una placa negra con música emotiva que iría contando:

El 14 de junio de 1982 Argentina firmó la rendición ante el ejército británico en las Islas Malvinas. Todavía permanecen bajo la ocupación ilegítima de Gran Bretaña.

La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas dejó de existir el 25 de diciembre de 1991.

Los jugadores de Loma Negra nunca viajaron al Mundial de España.

Amalita Fortabat vendió su participación en la empresa Loma Negra en el año 2005, a la compañía de capitales brasileños, Camargo Correa.

No se fue a África.

Es politólogo de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y director de la agencia de comunicación Monteagudo. Es co editor del sitio Artepolítica. Nació en Olavarría, una metrópoli del centro de la provincia de Buenos Aires. Vio muchas veces Gladiador.