Finanzas, agro y minería suben por ascensor; el resto, por escalera
¿Quiénes ganaron y quiénes perdieron con Milei? En dos años de gestión se ve una precarización del mundo del trabajo: asistimos a un crecimiento del autoempleo, de la mano del monotributo y las apps, en desmedro del empleo registrado formal.
Como te decía hace dos semanas, hay algo que me preocupa en la macroeconomía argentina. Paradójicamente, no es la inflación ni el tipo de cambio ni las reservas internacionales. Es el empleo. En realidad, todo eso sí me preocupa, pero más me inquieta el futuro del mundo del trabajo, porque están creciendo sectores que no generan mucho laburo y están cayendo los que sí.
En todos los gobiernos hay un par de datos a seguir que son el quid de la cuestión. Y no es que el empleo no sea siempre importante, sino que no siempre es el principal problema. En la administración de Alberto Fernández, por ejemplo, la variable a monitorear era la brecha cambiaria entre el dólar oficial y los paralelos. Hoy, claramente, seguir ese dato no tiene tanto goyete. ¿Por qué pienso, en cambio, que el empleo es clave? Dame unos minutos y te explico.
Corre mucha agua bajo el puente
El mercado de trabajo es como una bañera en la que constantemente entra y sale agua. Los trabajadores se mueven desde el empleo al desempleo y viceversa, pero también entran y salen cuando dejan de buscar trabajo (o trabajar) o cuando comienzan a hacerlo. Algo así como lo que se ve en el siguiente esquema:
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Los trabajadores pasan de un estado al otro. Es lo que indican las flechas del esquema anterior: así como alguien puede estar ocupado y al minuto siguiente puede pasar a la inactividad, también hay desocupados que, de un momento, pueden conseguir trabajo.
Las tasas de actividad, desocupación y empleo que regularmente mide el INDEC, dependen no solamente de cuánta gente hay buscando trabajo, sino de cuántos puestos hay. Cada sector de la economía real requiere de una cantidad específica de trabajadores. Por eso es importante saber cómo evoluciona cada uno.
Agua que no has de beber…
En todos los gobiernos, salvo casos muy particulares, hay sectores que ganan y sectores que pierden. La política económica de Milei no es la excepción. Si comparamos la producción, entre agosto de 2023 y agosto de 2025 (para evitar cambios asociados a la estacionalidad), se ve claramente quiénes ganaron y quiénes perdieron, al menos hasta ahora.
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SumateEl siguiente gráfico muestra la variación absoluta del estimador mensual de actividad económica (EMAE), un proxy que construye el INDEC para anticipar a lo que será el dato del PIB (saqué algunos que dan más o menos empatados para que se vea mejor). Los que más crecieron son Intermediación financiera, Pesca, Minas y canteras, Hoteles y restaurantes y Agricultura, ganadería, caza y silvicultura. Los que más cayeron son Construcción, Industria manufacturera y Comercio mayorista, minorista y reparaciones.

Con excepción de Hoteles y Restaurantes (que están muy ligados al turismo), los que se expandieron no son sectores que crean mucho empleo. Los que contrajeron, por desgracia, sí. Para que no te quedes con las ganas, y porque obviamente es el tema de esta edición, armé otro gráfico con la variación de los puestos de trabajo de asalariados formales en el mismo período.
Aunque las categorías no coinciden exactamente con las del gráfico anterior, sucede más o menos lo que te contaba: los que ganaron casi no crearon laburo, excepto el agro, mientras que los que perdieron (con la excepción del comercio) son los que destruyeron el empleo. En total, la cuenta da más de 178 mil puestos asalariados formales abajo.

Todavía no sabemos qué pasó en el resto del 2025. Hay una primera mitad no tan mala para el empleo y una segunda probablemente más complicada por el escenario electoral. De todas formas, me incluyo entre los que se comieron la curva, porque el INDEC revisó los datos (es normal que lo haga) y resulta que en el tercer trimestre no hubo recesión. En cualquier caso, los ganadores y perdedores del modelo de Milei siguen siendo los mismos. De hecho, en la revisión del EMAE, la intermediación financiera fue uno de los responsables de que no hubiera recesión.
Lo que vimos hasta ahora fue el resultado del ajuste a finales de 2023 y principios de 2024, que produjo una recesión de la cual la economía comenzó a salir hacia fines de 2024 y principios de 2025. El número absoluto de cuánto empleo se crea, sin embargo, no te va a decir qué pasó con la tasa de desempleo, porque hay que ver también qué hacen los trabajadores. ¿Entran muchos al mercado de trabajo? ¿Y si están desocupados, se desaniman y dejan de buscar un empleo?
Dejala correr
Esta dinámica que vengo describiendo pegó de lleno en los sectores que viven de un sueldo y, si bien se revolean algunos números que muestran que el empleo en total crece (con un muy fuerte ajuste en el empleo público), hace rato que venimos leyendo que lo que más crece es el empleo informal (reflejado en el aumento del número de trabajadores registrados en el régimen del monotributo).
Cuando caen los sectores que crean laburo, la ligan, sin comerla ni beberla, los que viven directa o indirectamente del trabajo. Y se benefician, obviamente, los que no viven exclusivamente del trabajo, o aquellos que, por ejemplo, tienen que contratar trabajadores para una changa o, como venimos argumentando, piden productos por una aplicación para que se los lleve alguien arriba de una moto. Todos los que pueden adquirir estos servicios, se ven beneficiados de poder contratarlos a menor costo; obviamente, si perdés el trabajo esta ventaja la perdés, pero todos los que lo conservan o los que tienen otros ingresos no.
La diferencia más notable entre la actualidad y otras épocas de nuestro país en las que buscar trabajo era jodido (básicamente, en los noventa), es que hoy hay un nuevo mecanismo para juntar algún mango: la economía de plataformas. En su momento, para algunos proliferaron los negocios –las canchas de pádel, los videoclubs, los parripollos–, tal vez aprovechando una indemnización por un despido en una empresa pública. Para otros, en la actividad más parecida a hacerse chofer de app, la salida fue manejar un taxi o un remís.
Muchas de estas actividades, por sus características, encajan de modo casi perfecto en lo que en la teoría del desarrollo económico se suele denominar “sector informal”; hace un tiempito, te los describí a trazo grueso cuando te conté qué onda la reforma laboral que se podría venir.
El sector informal carece de ingresos fijos para cada trabajador. Es como si existiera una torta gigante que se reparten entre todos; cuantos más trabajadores haya en la informalidad, más chico será el pedazo que se lleve cada uno.
Cuando llueve, se inunda
El problema, finalmente, es que si no se logra crear suficiente empleo formal, los trabajadores que queden desocupados van a moverse al informal y el pedazo de torta que le toque a cada uno se va a achicar. ¿Se entiende, entonces, por qué pienso que el empleo es la variable que yo miraría –si a punta de pistola me obligan a elegir una y solo una– para analizar la gestión Milei? Porque si se destruye el laburo formal –con una política macroeconómica que combina ajuste fiscal, apretón monetario y atajar el dólar como sea, mezclada con una apertura comercial y reforma laboral–, podría ser mucha más la gente que se desplace desde el sector formal al informal.
En lugar de un aumento brutal del desempleo, como en los noventa, tal vez asistamos a una crisis de ingresos que afecte primero al empleo informal (como ya ha venido ocurriendo) y veremos luego qué pasa con el resto. No descarto que eventualmente golpee a los sectores formales, porque en la medida en la que exista destrucción de empleo, los ingresos de quienes queden trabajando allí podrían sufrir recortes o no crecer o crecer muy lentamente. Por supuesto, también habrá un grupo de personas a las que tomarse un Uber les saldrá mucho más barato.
Todo esto puede ocurrir aunque haya mil reformas estructurales, la economía argentina tire años sin una crisis cambiaria (algo que, ojo, es un montón comparado con el lugar del que venimos) e incluso con una economía en donde haya sectores muy pujantes, como Vaca Muerta.
En lo personal, no comparto el optimismo acérrimo que muestran algunos colegas que ven la solución al problema del empleo en las reformas promercado y en la estabilización de la macroeconomía. Sí comparto, obviamente, que la estabilización es indispensable y me parece bien discutir a fondo las reglas del juego. Aunque no sea fan de todas las reformas que se proponen, hay mucho por hacer en materia laboral-previsional, comercial y tributaria.