Del bull market al estancamiento real: el “segundo tiempo” de Milei
El Gobierno enfrenta el reto de transformar la estabilidad financiera en crecimiento real, con inflación en baja pero sin repunte del consumo ni inversión.
 
                        
Habló el soberano y respaldó al Gobierno. Desde hoy, arranca la segunda parte de la gestión de Javier Milei. El punto de partida nos encuentra con una inflación que ha disminuido al 2% mensual; una economía que volvió a los niveles de actividad del 2023, pero con elevada heterogeneidad sectorial; salarios del sector privado registrado que recuperaron los niveles del 2023, pero con informales y empleados públicos con pérdidas significativas; un nivel de reservas netas en el BCRA que si le restamos lo que queda del último préstamo del FMI son iguales a las de diciembre de 2023; y, un esquema cambiario y monetario que necesitó de un salvataje del prestamista de última instancia internacional, el FMI, y, como este no fue suficiente, debió solicitar la intervención del Tesoro de Estados Unidos.
En lo financiero, volvió el bull market. En lo real, no cambió nada aún. En lo inmediato, si se mantiene la política de ingresos, no está claro cuáles serían los drivers que lograrían que se incremente el consumo y la inversión en el corto plazo como espera parte de la sociedad.
Una nueva oportunidad
El Gobierno tiene una nueva oportunidad para reformular el programa económico en un contexto donde es muy posible que se observe ingreso de capitales financieros del exterior. El éxito de la reformulación del programa determinará si el ingreso de capitales muta desde inversiones financieras de portafolio a inversión extranjera directa (IED) y si logra reactivar el consumo.
En lo cambiario y monetario, sería deseable que el Gobierno incorpore algunos aprendizajes de estos meses:
- Acumular reservas internacionales importa y mucho
- El tipo de cambio real no puede caer hasta niveles donde se batan récords de argentinos en el exterior y de compras por aplicaciones chinas
- La tasa de interés debe superar la expectativa de devaluación.
La sociedad también le dio una tarea a la oposición: abandonar la comodidad cínica del “esperar que la choquen”. En la red social X, el economista Pablo Bortz, propuso un listado de ideas y mensajes que debieran formar parte del nuevo discurso económico de la oposición: la inflación importa y mucho; es fundamental recuperar la moneda; se debe transformar el Estado para que tenga mayores capacidades para resolver problemas; hay que aumentar la inversión pública, entre otros aspectos. Un disparador necesario que sería bueno imiten los principales dirigentes políticos de la oposición.
Los desafíos locales e internacionales
Los problemas que tenemos son enormes, complejos y en su mayoría no se resuelven en un período presidencial. El ascenso de China y otras economías asiáticas es una oportunidad para la explotación de materias primas (Vaca Muerta, minería, etc.). El problema es que no alcanza. No hay futuro para los casi cincuenta millones de argentinos que habitamos esta tierra sin una industria y sin servicios que generen empleo en nuestros conurbanos.
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SumateEn el mundo, los países industrializados más desarrollados debaten cómo hacer frente al desafío asiático. La retórica de Trump es el emergente más ruidoso de esta realidad. Lamentablemente, el resultado electoral no encontrará a nuestra clase dirigente discutiendo sobre esto. En el mejor de los casos, en las próximas semanas se discutirá sobre algún proyecto de ley escrito por el ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico “El Coloso” Sturzenegger, que testeará las nuevas mayorías legislativas. Las crónicas tratarán sobre el “poroteo” y los apoyos circunstanciales de gobernadores al gobierno nacional.
En 30 años
Los momentos posteriores a una elección son ideales para reflexiones a “diez mil metros de altura”. Comparto la mía: el año próximo, lo más lejos del 2027 posible, es el momento ideal para que el oficialismo y la oposición abandonen las trincheras e intenten establecer consensos mínimos alrededor de: ¿cuál es una inserción internacional posible para nuestro país durante los próximos 30 años? ¿Qué infraestructura y política industrial necesita esta inserción? ¿Qué Estado y qué sistema impositivo? ¿Cómo mejoramos la competitividad sistémica? ¿Cómo se recupera la moneda?
¿Utópico? Sin dudas. ¿Realista? Cero. ¿Necesario? Imprescindible.
