Cristina presa (pero jefa) y el dilema de la “pax” peronista

Con el fallo de la Corte, CFK queda afuera del ring electoral pero se consolida, en principio, como ordenadora del espacio. ¿Puede durar la unidad intra PJ? Momentum y fracturas en el polo "anti Milei".

Cristina Kirchner pidió estar sola para leer las 26 carillas del fallo de la Corte Suprema. Eran poco más de las 5 de la tarde. La notificación le llegó a su teléfono. En la oficina y la sala de reuniones, que coronan bustos de Juan Domingo y Eva Perón, en el 3° piso del edificio de la calle Matheu 130, estaban Máximo y Alicia Kirchner, Carlos Zannini, Sergio Massa, Juan Manuel Olmos y Juan Martín Mena. En los minutos previos, habían permanecido casi en silencio, apenas algún comentario apagado, cada uno hundido en su celular a la espera de la oficialización.

Al terminar la lectura del fallo, CFK avisó que saldría a hablar en la calle, desde la puerta del partido. Un rato antes, Axel Kicillof estuvo con ella y luego partió hacia las oficinas del BAPRO, sobre calle Mitre, para monitorear lo que se anticipaba: habría cortes en varias autopistas y el temor era que Patricia Bullrich le indique a las fuerzas federales desalojar. “Bullrich se va a querer zarpar”, se escuchó, a media tarde, en el PJ con los primeros datos sobre piquetes en proceso.

Antes que Cristina baje, al tercer piso llegó el dato de que estaba Guillermo Moreno. El exfuncionario, hipercrítico de La Cámpora y de Kicillof, no se cruzó con Cristina en Matheu pero se vieron, por la noche, en la casa de CFK en Constitución. El fallo acortó la distancia con referentes silvestre del PJ. El mensaje de Osvaldo Jaldo, gobernador de Tucumán, el primer peronista territorial que se abrazó a Milei, fue revelador. Raúl Jalil, de Catamarca, que suele aportar votos a LLA en el Congreso, fue menos enfático pero deslizó un gesto hacia CFK.

Suscribite para recibir un alerta cada vez que Pablo Ibáñez publique un nuevo artículo.

El gobernador riojano Ricardo Quintela, que tuvo un cortocircuito en 2024, habló por teléfono con Cristina y participó, por Zoom, en la reunión del PJ. Lo mismo hizo Sergio Ziliotto, de La Pampa, de buena sintonía con Kicillof. En Matheu llamó la atención que no apareció –ni presencial ni virtual- Gildo Insfrán, gobernador de Formosa y presidente del Congreso partidario. “Andaba de campaña por el interior. Pero en cada acto, habló de Cristina”, contaron en el partido. Estuvo, como parte del scrum formoseño, el senador José Mayans que es, además, uno de los vicepresidentes del PJ.

Duelo y momentum

En defensa propia –porque el fallo de la Corte avisa que nadie está a salvo de ser condenado por jueces amigos de sus rivales políticos–, auténticos –por convicción y empatía– o porque comparten el universo de simpatías y votos –el adherente peronista respalda, en su gran mayoría, a CFK– casi nadie del panperonismo quedó afuera del duelo que detonó la condena con su proscripción y la amenaza, todavía latente, de que se despliegue un ritual de escarnio público contra Cristina.

Cenital no es gratis: lo banca su audiencia. Y ahora te toca a vos. En Cenital entendemos al periodismo como un servicio público. Por eso nuestras notas siempre estarán accesibles para todos. Pero investigar es caro y la parte más ardua del trabajo periodístico no se ve. Por eso le pedimos a quienes puedan que se sumen a nuestro círculo de Mejores amigos y nos permitan seguir creciendo. Si te gusta lo que hacemos, sumate vos también.

Sumate

La vigilia, el martes del anochecer que se estiró hasta la madrugada, de miles de personas en la zona de San José y Humberto Primo, operó como un indicador del imán que mantiene Cristina, seguramente menos potente que años atrás. Así y todo, ningún dirigente que orbita el PJ puede deslizar una mínima objeción. La condena, en cierto modo, inmuniza a CFK frente a los propios. Además, sobrevuela una atmósfera de que la condena puede detonar lo contrario a lo que buscó: funcionar como un momentum donde el rechazo o la distancia con CFK se apacigüe y genere, por el contrario, nuevas o renovadas adhesiones.

La historia política registra esos instantes: el momento en que Néstor Kirchner bajó los cuadros de los represores, la pelea por la 125, quizá la victoria de Macri en 2015. Instantáneas en que se prendió algo. ¿Puede, una sentencia, favorecer a un dirigente político? El tiempo pondrá a prueba la tesis. El fallo, hasta acá, selló cercanías que estaban en trámite como la de Juan Manuel Urtubey, Natalia De la Sota y Sergio Uñac pero no rompió las fronteras del panperonismo, más allá de la solidaridad de sectores de la izquierda como Myriam Bregman.

A priori, aunque es el fin de la CFK candidata, en paralelo emerge con más volumen –o sin otra opción–, una Cristina jefa y, hasta acá, con mayor centralidad en el peronismo. 

Es un recorte antojadizo. La exclusión judicial de Jair Bolsonaro en Brasil y Marine Le Pen en Francia los sacó de la cancha electoral pero, en vez de detonar sus espacios, los potenció: Michelle Firmo, la esposa de Bolsonaro, se recorta como amenaza electoral para Lula Da Silva y Jordan Bardella, el joven heredero de Le Pen, brota como la esperanza de la ultraderecha para desplazar a Emmanuel Macron.

El nuevo-viejo anti

En sus múltiples dimensiones, el fallo cortesano desarmó otro fenómeno político incipiente. Hace meses, la irrupción extrema de Javier Milei preconfiguró la hipótesis de que el libertario se convertiría en el principal centro de gravedad de la política criolla, desplazando a CFK, lo que derivaría, más temprano que tarde, en un ordenamiento en dos nuevos polos: Milei versus anti-Milei.

Bueno, no: sectores que suelen funcionar como espacios críticos de la Casa Rosada como Maximiliano Pullaro; el presidente de la UCR, Martín Lousteau; o, por citar tres, el gobernador rionegrino Alberto Weretilneck –que fue aliado, incluso, del kirchnerismo– respaldaron la actuación de la Corte. La prisión de CFK se constituye, con esto, en un límite a simple vista infranqueable para la eventual conformación de un bloque grande que tenga, como motor, condicionar a Milei. La mancha venenosa está viva.

Más simple: potencia la polarización Cristina-anti Cristina y rompe, si es que alguna vez empezó a construir, la posibilidad de que el peronismo teja acuerdos y sociedades con sectores no peronistas enfrentados con Milei. El libertario ha sido, hasta acá, más eficaz en la atracción a los sectores anti K, incluso en desmedro de Mauricio Macri. Su tuit del martes apuntó en esa línea porque, sobre todo, traficó un reproche al PRO que lo acusó de buscar un pacto de impunidad con Cristina. El músculo anti Cristina, una gimnasia metódica durante años, se demostró más vigoroso que cualquier amenaza, incluso de orden constitucional, que supone el empoderamiento de Milei.

La imagen de la vigilia. Foto: La Cámpora.

Queda, en medio, una franja que se replegó en un silencio sugestivo. ¿Puede, hacia adelante, el peronismo buscar empatía con los Monzó de la vida? Es cierto, si se mira la historia cercana, que al peronismo le alcanzó -para ser competitivo- juntar a los que no reniegan de la marcha PJ. Es lo que ocurrió en el 2019 cuando el factor determinante fue el regreso de Massa.

De ahí que, más allá del frente anti Milei, el peronismo enfrenta un dilema más caliente: ordenar y darle sobreviva a la frágil unidad que empezaron a charlar CFK y Kicillof hace una semana y que, tras el fallo, parece de mínima alejar la posibilidad de que haya un sector del peronismo que decida jugar por afuera del esquema que ordena Cristina. La tensión en la provincia de Buenos Aires sigue intacta. A pesar de las señales, el vínculo entre de CFK y Kicillof sigue frío. No es casual que no estuvo, como Massa, Olmos o Máximo, en el grupo cerrado que acompañó a la expresidenta en las horas previas y los minutos posteriores al fallo que la pone presa y, otra vez, la corona jefa.

Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.