La apuesta a la energía y los minerales podría no ser tan apuesta

La Argentina está cara en dólares y es posible que siga así por varios años. Esto podría consolidar cambios en el perfil productivo y generar una brecha creciente entre la economía formal y la informal.

El hallazgo de metales preciosos en San Juan, el desempeño de Vaca Muerta, el litio y la producción de minerales en general son hechos que podrían generar cambios profundos en la economía argentina.

Gracias a estos sectores, la oferta de divisas vía exportaciones podría ser muy significativa. Aunque, como discutió Guido en la entrega anterior de este newsletter, el Gobierno está dando una batalla para conseguir que los argentinos saquen los dólares del colchón, es posible que en un par de años la cosa se estabilice y algunas actividades dejarían de ser rentables y podrían achicarse o incluso desaparecer. Esto no es un problema si las actividades que siguen siendo rentables pueden crear suficiente empleo y están en condiciones de sostener un proceso de desarrollo. Pero eso no se puede garantizar. En cualquier caso, deberíamos ponderar seriamente la posibilidad de que muchos trabajadores tengan que migrar hacia actividades de servicios o el autoempleo en aplicaciones, porque es posible que las actividades que nos aportarían las divisas no alcancen a absorberlos a todos. 

Si te gusta Rollover podés suscribirte y recibirlo en tu casilla los miércoles.

Obviamente, trabajar en un delivery o manejar un taxi son actividades que permiten juntar el mango y no tiene nada de malo. El problema es que su crecimiento puede ser una forma de enmascarar lo que en otro contexto era desempleo abierto y además podría significar menos ingresos para los trabajadores de estos sectores. Veamos por qué.

Jaime Ros lo explicaba así

El economista mexicano (ya fallecido) Jaime Ros (no el cantante uruguayo, cuyo apellido lleva dos “o”) explicaba de forma magistral el mecanismo por el cual la informalidad encubre el desempleo. Ros cuenta que se subía a los taxis y le preguntaba a los choferes cuántas de las horas que estaba arriba manejando las tenía ocupadas con viajes y cuántas estaba dando vueltas sin pasajeros. Esa era su medida de cuánto desempleo se ocultaba en el rubro “manejo de taxis”.

Por ejemplo, si en promedio un taxista maneja ocho horas al día, pero sólo tiene pasajeros dos horas, está claro que hay un exceso de taxis dando vueltas; o al menos hay menos trabajo que si hubiera pasajeros en cuatro de las ocho horas. Este tipo de actividades en donde los trabajadores se autoemplean tiene una particularidad: los ingresos se reparten en función de cuántas personas se encuentran trabajando. A diferencia de un trabajador de oficina, que tiene un cierto ingreso garantizado por el hecho de tener el trabajo, la suerte del taxista depende fuertemente de cuántos taxis haya en circulación.

Cenital no es gratis: lo banca su audiencia. Y ahora te toca a vos. En Cenital entendemos al periodismo como un servicio público. Por eso nuestras notas siempre estarán accesibles para todos. Pero investigar es caro y la parte más ardua del trabajo periodístico no se ve. Por eso le pedimos a quienes puedan que se sumen a nuestro círculo de Mejores amigos y nos permitan seguir creciendo. Si te gusta lo que hacemos, sumate vos también.

Sumate

La “maldición” de los minerales

Aunque suene paradójico, descubrir recursos naturales puede tener algunas implicancias no del todo deseables. Una de ellas es que podría mandar a muchos compatriotas a buscar el mango a sectores de la economía en donde la productividad es más baja.

El fenómeno que describimos se asocia a lo que se denomina “maldición de los recursos naturales”. Es ese amigo de cursada del secundario o la facultad que tenía mucha capacidad, pero como no estudiaba, siempre sacaba a lo sumo 6 o 7; a veces incluso le iba mal. A un país le puede pasar lo mismo. Si nos dormimos sobre los laureles del cobre y el petróleo, podemos tener resultados económicos no tan favorables y relegar a muchos compatriotas a un empleo de menor ingreso que el que podría tener si gestionamos inteligentemente los recursos naturales. Por ejemplo, este mapa muestra la producción per cápita de petróleo. Se puede observar que hay países muy ricos en medio oriente o el caso de Noruega, pero también hay bastantes países pobres en África o Guyana (el país marcado con rojo intenso en América Latina).

Tener muchos recursos no significa per se que todo va a funcionar perfectamente bien. Entonces, ¿qué se puede hacer? Existen diversas alternativas para lidiar con la abundancia de recursos naturales, para evitar que, lo que a priori es una buena noticia, traiga complicaciones evitables para la economía nacional. Un ejemplo es la constitución de un fondo de estabilización, que acumula excedentes en las etapas de vacas gordas y los desacumula en las épocas de vacas flacas. Específicamente, el gobierno de Noruega administra el Fondo Global de Pensiones, cuyo objetivo es blindar a la economía de las fluctuaciones del precio del petróleo y contar con un colchón para cuando ese recurso natural se agote. Fue creado en los 90, unos 25 años después de haber descubierto petróleo en el Mar del Norte. Es el fondo público más grande del mundo y administra activos por más de 1.700.000 millones de dólares (unas tres veces el PBI de Noruega). No hace falta irnos tan lejos para encontrar ejemplos. En América Latina nuestro vecino Chile, o mejor dicho su Estado, también administra un fondo, en este caso para gestionar los recursos provenientes del cobre.

La construcción de un fondo

Constituir un fondo es una forma de utilizar la política fiscal de forma “contracíclica”, contrayendo el gasto cuando la economía crece y expandiendo cuando cae; los recursos en cuestión se acumulan y desacumulan del fondo. En la mayor parte de los casos, como el fondo adquiere activos en moneda extranjera, esto sirve también para armar un colchón de divisas y evitar la apreciación excesiva del tipo de cambio en la etapa de bonanza. Paradójicamente, es una suerte de “fuga de capitales autoinfligida” que se usa como colchón.

La ventaja de este tipo de esquema es que, además de suavizar los ciclos económicos, evita que algunos sectores queden demasiado expuestos a los efectos colaterales de los cambios en el precio de los recursos naturales (o en nuestro caso, a su descubrimiento). Aunque esta opción suene bien, hay que tener en cuenta que en Argentina tenemos ciertas condiciones que nos distancian de casos como el de Chile o Noruega: ambos países cuentan con empresas estatales que gestionan el cobre y el petróleo. 

En Argentina lo más parecido es YPF, que tiene un peso más bajo que las empresas de esos países, y que no le aporta al Tesoro nacional recursos diferentes de los impuestos tradicionales. Como la propiedad de la empresa es mixta, no existe la posibilidad de gestionarla con una lógica presupuestaria más parecida a la del sector público. Por otra parte, las regalías que se obtienen de la explotación de los recursos naturales son propiedad de las provincias y no de la nación. Además es más fácil armar una estructura de estas características cuando el país ya es desarrollado (como le pasó a Noruega, que rankeaba primera en el Índice de Desarrollo Humano), que en un país con un gran porcentaje de pobres. Finalmente, tenemos el problema de la deuda con el FMI por aproximadamente 54.000 millones de dólares que deberíamos resolver antes de pensar en el fondo.

Si se alinean los planetas y se da la posibilidad ¿Cómo hacemos un fondo en Argentina? Podría perfectamente considerarse un esquema en el que el sector público separa recursos en épocas en los que los precios de las materias primas son elevados y a la economía nacional le va bien, para utilizarlos en las épocas en las que ocurre lo contrario. Estos recursos se inviertirían en un fondo que compre acciones y títulos en moneda extranjera considerados seguros (como los bonos del Tesoro Americano). En el caso noruego, el fondo se nutre principalmente de los ingresos provenientes de la tenencia accionaria en actividades que no tienen que ver con los recursos naturales.

A no descuidar la cuestión “estructural”

Es importante que la Argentina se ocupe de ayudar a actividades que puedan absorber a los trabajadores de las industrias que podrían desaparecer o achicarse. Más concretamente, las que confeccionan textiles e indumentaria,  calzados y marroquinería, juguetes, productos plásticos o metalurgia y varías economías regionales que producen peras, manzanas e incluso vino. Un llamado de atención importante es el sector turístico, que seguramente no va a desaparecer, pero que es muy sensible a las fluctuaciones del tipo de cambio, y obviamente se podría resentir en una economía “cara en dólares”. Sin ir más lejos, se acaba de romper el récord de turistas extranjeros en Brasil gracias al aporte de nuestros compatriotas.

Porque incluso si se utiliza una política fiscal de forma contracíclica, esta reconfiguración podría ocurrir de todas maneras. Si bien no es deseable proteger a todos los sectores a toda costa y bajo cualquier circunstancia, es indispensable cuidar aquellos que tienen potencial. Además de pensar seriamente en cómo facilitar el proceso de reconversión en sectores que deban reestructurarse, hay que considerar si no hay sectores que valga la pena cuidar particularmente y otros en donde sea mejor apostar a una transición hacia algo diferente. Así como hay muchos sectores son intensivos en personal calificado, como la industria del conocimiento o actividades tan complejas como la confección de reactores nucleares o satélites (donde se destaca el caso de INVAP, una empresa estatal que logró exportar su producción a países de todo el mundo), también hay otros sectores, como la industria textil o las actividades de Tierra del Fuego, que muy posiblemente deban reestructurarse (como se argumenta en una serie de trabajos de Fundar acá y acá).

Además no es una cuestión de proteger algunos jugadores o industrias en particular, hay muchas cosas que el Estado puede aportar para tener un sector privado pujante, como una buena provisión de infraestructura y servicios de calidad como salud y educación.

Bonus track

  • Un poco “nerd”, pero si te interesan las mediciones de la productividad y querés saber algo más sobre la estructura productiva, podés leer este paper del Centro de Estudios de la Producción que es relativamente reciente. En la misma línea, uno de los principales expertos en estos temas, Dani Rodrik, sacó este trabajo donde vuelve sobre los mismos temas (desde una perspectiva más general).
  • “Nerd”, pero no tanto. Fundar viene trabajando en una versión doméstica de Our World in Data (“Argendata”), la base que te mostré con datos de producción de petróleo por habitante. Se puede ver acá.

Se especializa en macroeconomía pero su interés es el desarrollo del país. Colabora con el área de economía de Fundar. Es licenciado en economía por la UBA y doctor en economía por la Universidad de Massachusetts, Amherst. Docente universitario e Investigador del Conicet.