¿El Gobierno puede perder las elecciones?

El peronismo continúa en su pelea fratricida, pero la economía arroja una luz de alarma en el año electoral para Javier Milei.

Lo que para afuera pareció un paso más en la normalización de la interna del peronismo bonaerense fue, en realidad, otra instancia de la deliberación hacia adentro del kirchnerismo por la conducción de la mayor porción del espacio opositor. “Es insuficiente la decisión que hoy toma la Legislatura. Algunos, como las hienas, sonríen y se revuelcan en el barro”, abrió el kicillofista marplatense Gustavo Pulti en el recinto. En el entorno del gobernador impugnan la decisión del kirchnerismo de no votar la adecuación de los plazos que es, también, una demanda de la Justicia electoral. “Siguen en dinámica extorsiva”, dicen cerca de Axel Kicillof. Y presentan un ejemplo: ayer hubo reunión de la Junta Electoral a la que asistieron los jefes de todos los bloques excepto Facundo Tignanelli y Teresa García. “No tenía sentido, porque el proyecto de suspensión de las PASO salía y eso era lo acordado con la oposición”, responden los cristinistas ante la consulta de #OffTheRecord. La deliberación continuará hoy. Kicillof cree que lo quieren obligar a firmar un decreto que fije la fecha junto con las nacionales –que es la demanda de Cristina– y en el kirchnerismo le quitan importancia: “Hoy recibiremos a la Junta y está convocado también (el ministro de Gobierno de provincia, Carlos) Bianco para que expliquen qué es lo que precisan de la Legislatura y ver qué margen hay de encontrar síntesis en una Cámara en la que, al igual que en Senadores, el peronismo no es mayoría”. Toda esta discusión se da en el marco del acto del 24 de mayo que será el episodio fundacional del espacio Movimiento Derecho al Futuro (MDF) en el que el gobernador será el único orador.

De este lado de la General Paz, una conversación entre Juan Manuel Olmos y Santiago Caputo sepultó –por ahora– la posibilidad de que Leandro Santoro y Manuel Adorni –cada vez más cerca en las encuestas– participen del debate de legisladores en el canal Todo Noticias, pero sí lo harán hoy en el Canal de la Ciudad. De confirmarse la tendencia de cara a las elecciones del 18 de mayo, es probable que Mauricio Macri se vea en la necesidad de hacer un acuerdo con el gobierno mucho menos nutritivo para su propia fuerza de lo que hubiera querido.

Sin embargo, aunque la apuesta político-electoral del Gobierno al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional supone un pleno a que la caída de la inflación y la reactivación económica hagan el trabajo de arrastre para una recuperación de los ingresos de los trabajadores que le permita llegar con cierta tranquilidad a octubre, el horizonte está lejos de estar despejado. El comportamiento de ambas variables ante la base de comparación de diciembre de 2023 permitió al oficialismo avanzar airosamente en términos de aceptación y legitimidad social aún en el contexto del ajuste de las cuentas públicas que derivó en caídas marcadas del poder adquisitivo de salarios públicos y jubilaciones.

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El privado, formal e informal, mostró en ese período recuperaciones más vigorosas, que se reflejaron tanto en los indicadores del sistema previsional como en las mediciones de pobreza. Una tendencia que acompañó a la administración de Alberto Fernández y que se repitió en los primeros dieciséis meses de Javier Milei. La inflación es el principal motor de la recuperación o pérdida de poder adquisitivo de la población. Sin embargo, el comienzo del año no trajo buenas noticias para La Libertad Avanza. La inflación dejó de caer y subió, incluso, en enero y febrero. Tuvo, a su vez, un salto discreto en marzo, cuando marcó un 3,7%, un dato de más del 50% de inflación anualizado, de acuerdo a las métricas que le gustan al presidente.

No debería sorprender, entonces, que marzo haya arrojado novedades preocupantes para el oficialismo en materia salarial. El monitor de paritarias del último informe de empleo e ingresos de la consultora C-P que dirigen Federico Pastrana y Pablo Moldovan revela contracción real del ingreso en más del 95% de los convenios relevados en el último mes. El mismo trabajo verifica una caída de las jubilaciones, tanto de la mínima, como de las medias y altas, por primera vez en trece meses y una destrucción neta de nueve mil empleos registrados. Así el salario real promedio negociado en convenios cayó un 2,6% en el primer trimestre a causa de la escalada inflacionaria, mientras que los públicos –tras un leve aumento nominal en enero– siguen 16% por debajo de los niveles de noviembre de 2023.

Si el sendero de desinflación se hubiera mantenido, las mismas negociaciones paritarias hubieran arrojado una recuperación salarial, al menos en el sector privado, similar a la del final del último año. La tendencia a la caída de los ingresos que surge de las paritarias sólo se ve relativizada por el aumento en las horas trabajadas por empleado, que alcanzaron en marzo máximos de nueve años. Es decir que, en vez de incorporar a nuevos trabajadores, los empleadores optaron por pagar horas extras, una clara señal de incertidumbre económica y de impacto social: es difícil pensar que alguien que tiene que trabajar más para comprar lo mismo esté en la plenitud de su felicidad.

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El acuerdo con el Fondo Monetario que motivó la apuesta oficialista supone, aún en la mejor de las hipótesis, un amortiguador para las herramientas de recuperación y baja de la inflación que preveía el Gobierno a finales del año pasado. La devaluación nominal del tipo de cambio oficial será mayor al 1% mensual en vigor hasta el acuerdo y la obligación de acumular reservas supone una disyuntiva entre el incumplimiento del acuerdo alcanzado y un impulso a una mayor depreciación nominal a partir de compras de divisas por parte de la autoridad monetaria dentro de la banda cambiaria. Si el Gobierno fuera a cumplir esa parte del acuerdo, la presión por devaluar sería mayor y, también, lo serían las consecuencias inflacionarias.

Si fuéramos a tomar en serio las excusas de la titular del Fondo, Kristalina Georgieva ante lo que apareció a todas luces como un apoyo explícito al oficialismo en las elecciones –lo que requeriría fingir demencia en relación a la foto que se tomó, sonriendo junto al ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, con un prendedor de una motosierra– y hacer una interpretación piadosa de sus dichos, los mismos referían a la tentación de los gobiernos de apartarse de los programas que firman con el Fondo frente a las necesidades y urgencias electorales. En ese caso, el foco no debería estar tanto en el ajuste fiscal –donde el Gobierno está alineado con el organismo y no necesitó de sus recetas e imposiciones para su prosecución– sino en la estrategia cambiaria y monetaria. Aplica la máxima de Emmanuel Álvarez Agis en Cenital: en Argentina, los gobiernos progresistas regalan pesos y, los liberales, dólares. ¿El FMI va a obligar a esta administración a comprar divisas si incumple sus metas de reservas y a tolerar el efecto inflacionario de la suba del tipo de cambio? ¿Qué va a pasar después de agosto, cuando los dólares de la cosecha se vuelven escasos? ¿Aceptará el Fondo que el gobierno venda reservas prestadas para evitar “volatilidad” del dólar dentro de la banda, ante una necesidad electoral? Es una incógnita.

Lo que no es difícil de prever es la postura que podría tomar el peronismo en caso de volver, en algún momento, a ser gobierno. Si el Fondo, por segunda vez, relaja sus exigencias por el proceso electoral, la oposición tendría –nuevamente– el argumento del “apoyo político” del organismo para renegociar o desconocer parte del préstamo. “No podemos ser tan boludos que otra vez le financian la campaña a ellos y la deuda la tenemos que pagar nosotros”, dice un peronista que validó la postura de Martín Guzmán en el gobierno del Frente de Todos.

Sin algún nivel de incumplimiento de lo acordado en materia cambiaria con el Fondo Monetario, la necesaria salida del cepo difícilmente suponga una recuperación de ingresos en los próximos meses que impulse la performance electoral del Gobierno, salvo que se produjera un boom inversor que de momento, no sólo no se verifica, sino que la tendencia es a una salida neta, aunque razonablemente ordenada, de pagos y remisiones al exterior que reprimían las restricciones cambiarias. No hay que descartar que el relativo orden de la salida del cepo motorice esperanzas en una normalización futura, que permita dejar de lado las carencias materiales presentes, y que las divisiones o tensiones en el seno del espacio opositor hagan el resto, pero normalmente, la caída del poder adquisitivo presagia derrotas electorales. ¿Estará Kristalina para auxiliar el rumbo de cambio ante esa perspectiva? Mientras se sostengan los apoyos al gobierno argentino en Washington, no hay regla estatutaria ni meta escrita que permita descartarlo, aunque los márgenes legales sean mínimos y tengamos el antecedente de 2018: el apoyo de Estados Unidos al gobierno de Mauricio Macri era determinante, pero en septiembre de aquel año, el expresidente –por pedido del Fondo– echó a Luis Caputo desde Nueva York ante la inminencia de un nuevo acuerdo con el organismo. Se podría suponer que el ministro no repetirá la metodología si, como decía Jorge Luis Borges en Cambridge, “somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”.

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.