El método Santoro: las claves detrás del proyecto para que el peronismo vuelva a gobernar la Ciudad

Con una fórmula que equilibra calle, medios y estructura política, el frente Es Ahora Buenos Aires apunta a conquistar CABA con una estrategia de largo plazo.

Si las encuestas no fallan, el peronismo ganará las elecciones locales del 18 de mayo, en la Ciudad de Buenos Aires, tras más de veinte años. La campaña de Es Ahora Buenos Aires, el frente que encabeza Leandro Santoro, avanza sin contratiempos, después de un cierre de listas ordenado, que sobresale por contraste con la batalla descarnada del kirchnerismo bonaerense. El probable impulso ganador de este año, la división de la oferta electoral de la derecha y la declinación del ciclo macrista habilitan a imaginar a un peronismo que llegará con posibilidades reales de pelear por el gobierno porteño en 2027, algo impensado en al menos la última década. ¿Qué hay detrás de este reformateo? ¿Quiénes son los personajes determinantes? ¿Cuáles son las claves del Método Santoro?

Lo primero: el Método Santoro es, en realidad, el Método Olmos. Mejor dicho, es un método que surge de una combinación entre dos piezas complementarias: un candidato y un armador todoterreno. Por un lado, el kirchnerista que mejor mide en las encuestas en la Ciudad hace ya algunos años, el que aprovechó su origen radical para entablar lazos de simpatía con sectores del electorado antikirchnerista, el candidato que recorre las calles y pone la cara en los medios y en las redes. Por otro, el hoy presidente de la Auditoría General de la Nación (AGN), Juan Manuel Olmos, un dirigente peronista que se mueve como pez en el agua en la superestructura, que tiene buena relación con las máximas figuras del peronismo a nivel nacional y que dedicó las últimas dos décadas a construir poder real en la Ciudad, con mucho peso en la justicia, despliegue en la Legislatura y presencia en el territorio.

El binomio Santoro-Olmos tiene una estrategia definida para llegar al gobierno en 2027. El perfil a construir es similar al del peronismo cordobés, la fuerza que gobierna desde 1999 en una provincia con un electorado mayoritariamente antikirchnerista. La idea, cuentan desde el comando de campaña, es armar un gran frente progresista, prefieren decirle “frente antiderecha”, que se nutra del universo opositor al macrismo y a Javier Milei y que contenga a todos los espacios que no tienen terminal en esos dos polos. Esto incluye la porción del PRO que responde a Horacio Rodríguez Larreta, la UCR de Martín Lousteau y la Coalición Cívica de Elisa Carrió. “Si queremos gobernar la Ciudad no alcanza con lo que somos. O nos parecemos al electorado que queremos representar o hacemos una oferta refractaria”, explican en Es Ahora Buenos Aires. Los diálogos con esos potenciales aliados en 2027 ya empezaron.

Las elecciones de este año son dentro de esa estrategia general una estación intermedia importante, en la que la provincialización de la campaña operó como el vehículo ideal para la deskirchnerización del discurso público. Estas legislativas son vistas como una oportunidad para empezar la ampliación de fronteras y llegar a 2027 con un perfil diferente que naturalice el acercamiento a sectores antikirchneristas y, en lo posible, con un triunfo en las elecciones intermedias en el bolsillo. Eso explica que en la lista, justo debajo de Santoro, aparezca Claudia Negri, vicedecana de la Facultad de Medicina, que en 2023 hizo campaña por Lousteau, por influencia del vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti. El cambio de perfil del espacio se nota a simple vista: el color verde corrió de escena al azul peronista. Es un intento por instalar una agenda de cambio, que contenga al ambientalismo y al feminismo, cuentan cerca de los candidatos. También, un recurso pragmático para tener mayor visibilidad en las pantallas de las máquinas de votación.

El foco en la agenda de la Ciudad, habilitado por el desdoblamiento, se construye sobre el perfil de Santoro, que pasó los últimos dos años recorriendo los barrios. A su faceta de polemista televisivo le agregó en los últimos años una apuesta fuerte por la comunicación en redes, que lo llevó a tener más de un millón de seguidores, si se suman sus perfiles de Facebook, X, Instagram y TikTok, un activo poco frecuente en los dirigentes del universo panperonista. En cada una de sus apariciones, intenta fortalecer el eje de “abandono de la gestión” que le atribuye al gobierno de Jorge Macri. Santoro define el contenido de cada video con su equipo, que se nutre de dirigentes de confianza, muchos como él con origen radical. Uno de ellos, Alejandro Grillo, operó de nexo con el círculo cercano de Olmos, a partir de su amistad con Claudio Moriello, colaborador de extrema confianza del actual presidente de la AGN.

El acercamiento Santoro-Olmos empezó de manera accidentada. Fue en 2020, cuando Santoro era legislador porteño y todavía trabajaba bajo el paraguas de Máximo Kirchner, que lo había acercado al espacio en 2015. En la discusión sobre el presupuesto de 2021, pidió la palabra y despotricó contra los fondos que se le asignaban al Poder Judicial porteño, que incluye al Consejo de la Magistratura, órgano que Olmos presidió entre 2011 y 2015 y sobre el que nunca perdió ascendencia. “Termina siendo la caja sucia de la política”, dijo sobre el presupuesto judicial. El armador, entonces jefe de asesores de Alberto Fernández, llamó al legislador para putearlo. Santoro le dijo que no había sido un mensaje contra él. Quedaron en contacto, se tomaron varios cafés, empezaron a frecuentarse más.

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El otro momento importante fue en marzo de 2022, cuando Santoro decidió acompañar como diputado nacional el acuerdo con el FMI al que había llegado el entonces ministro de Economía, Martín Guzmán. Lo discutió en duros términos con Máximo Kirchner, que presidía la bancada oficialista. La relación con el jefe de La Cámpora se quebró. Sin amparo político, Santoro selló su sociedad con Olmos, que terminó de plasmar un año después, cuando se presentó en sociedad el espacio que se había armado junto con Matías Lammens y Graciana Peñafort. Fue un agrupamiento de fuerzas para discutir el poder interno en el peronismo de la Ciudad con La Cámpora. “Se llevan bien porque piensan parecido, porque Santoro tiene contenido y porque Olmos no es un operador típico alejado de las bases, sino un tipo que tiene mucha militancia encima”, cuenta un dirigente que los conoce bien a los dos.

Si el proyecto para volver a gobernar Buenos Aires incluye una atenuación pública del ingrediente kirchnerista, vale preguntarse cómo se logró alinear al kirchnerismo detrás de esta estrategia. Aparece acá el aporte de un tercer jugador importante, Mariano Recalde, dirigente de La Cámpora y presidente del PJ porteño. De buena relación con Olmos, Recalde maneja hace años la letra chica de los acuerdos con el peronismo no kirchnerista. Convencido de que en 2027 se cierra el ciclo macrista en la Ciudad y de que se puede ganar, respalda la estrategia de apostar a una construcción más amplia. Se encargó, eso sí, de vetar este año el ingreso de Jorge Telerman y de mantener la preeminencia kirchnerista en las elecciones nacionales en el distrito, programadas para el 26 de octubre. Recalde encabezará la boleta para el Senado. Para Diputados, pica en punta Lammens, que en 2019 superó el 35% de los votos en la primera vuelta para jefe de Gobierno, pero que después quedó relegado ante Santoro por su paso por el gobierno de Alberto Fernández. Detrás de Lammens, aparecería Ofelia Fernández, cercana a Juan Grabois. “Olmos tiene la capacidad de ofrecer acuerdo que le cierran a todas las partes”, dijo uno de los protagonistas. ¿Le dará resultado en 2027?

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Es periodista y politólogo. Conduce el noticiero central del canal IP y el programa ¿Cómo la ves?, en Futurock. Es autor de Los secretos del Congreso (Ediciones B, 2019).