Algo huele mal en la Premier League

No todo lo que reluce es oro en el fútbol inglés. Hay hinchas que se sienten desplazados. Y que se unen para protestar contra sus patrones millonarios.

Los une el amor. El amor a Manchester United, según Forbes, el segundo club más valioso del mundo, apenas superado por Real Madrid. Pero también los une el espanto. El espanto a quienes se adueñaron de ese gran amor.

Hablamos de los hinchas. En primer término, los hinchas que abandonaron a Manchester United en 2005, furiosos porque el nuevo patrón estadounidense (la familia Glazer) compró al club con dinero del propio club, es decir, cargándole una deuda de 500 millones de libras esterlinas (casi 655 millones de dólares). Estos hinchas explotaron y fundaron un nuevo club, una Asociación Civil sin fines de lucro en la que cada socio tiene un voto. Lo llamaron FC United. Hoy juega en la séptima categoría de fútbol inglés y casi nunca llena su pequeño estadio para cinco mil personas.

Y en segundo lugar está “The 1958”. Es el grupo de hinchas más combativo de Manchester United. El año 1958 es el del “Desastre de Munich”, la caída de un avión que mató a buena parte del plantel. La tragedia que marcó un hito en la historia del club. “The 1958” está enfrentado no solo con la familia Glazer (que controla el 71% de las acciones del club). Sino también con el magnate inglés Sir Jim Ratcliffe, que compró el año pasado el 29% restante y se convirtió en el máximo accionista individual. Bajo su nueva gestión fueron despedidos cerca de medio millar de empleados. La nueva y dura política de recortes cerró hasta el comedor del personal. Ratcliffe argumentó, sin más precisiones, que, si no lo hacía, Manchester United hubiese caído en quiebra.

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Ambas hinchadas (FC United y “The 1958”) formalizaron una unidad inédita para protestar este domingo contra la nueva decisión de Ratcliffe, la suba del boleto mínimo para entrar al estadio, de 40 a 66 libras esterlinas. Más del triple de lo que cuesta una entrada para ir al cine. El nuevo precio de las entradas (86,43 dólares) elimina hasta beneficios históricos. El grupo de Manchester United Supporters Trust (MUST), también combativo, estimó que miles de jubilados perderán sus abonos. Muchos llevan más de medio siglo viendo al equipo. Los hinchas afirman que Ratcliffe está cruzando demasiados límites.

La protesta del domingo será en la previa del clásico contra Manchester City. El equipo del DT Pep Guardiola está hoy en crisis y pendiente además de una sanción por haber falseado las cuentas del club. El City podría ser castigado hasta con el descenso a Segunda división. Pero desde el arribo de Abu Dabi como nuevo patrón, en 2008, el City lleva ganados un total de 17 títulos. Ganó seis de las últimas ocho ediciones de la Premier League y desplazó en la ciudad de Manchester el viejo reinado del United, que cayó en sequía tras la partida del DT Alex Ferguson en 2013. Ferguson es un nombre glorioso del club, igual que George Best, Denis Law y Bobby Charlton, el trío cuya estatua (“Trinidad Unida”) será epicentro el domingo de pancartas de hinchas que piden no quedarse afuera de su casa.

La protesta será en Old Trafford, el estadio mítico que Manchester United ya remodeló y amplió en 2006 para 75.000 personas, el quinto más grande del Reino Unido, pero que Ratcliffe, según acaba de expresar, quiere derribar para construir uno nuevo para cien mil personas, con tres torres de hasta doscientos metros de altura y con diseño de Norman Foster, a un costo de 2.600 millones de dólares. El proyecto del “New Trafford” prevé shopping, parques y decenas de negocios. “Será el estadio más grande del mundo”, prometió Ratcliffe, que pidió fondos públicos para una obra que, aseguró, estará lista en 2030 y beneficiará a la ciudad de Manchester. ¿Dinero de los contribuyentes para una de las máximas fortunas del Reino Unido, un millonario que además evade al fisco fijando residencia en Mónaco?, critican diversos medios. “Escandaloso”, denunció un diputado. “Los grandes imperios –ironizó el periodista Jonathan Liew- construyen sus monumentos más imponentes justo antes de su caída”. Ratcliffe, presidente de la empresa petroquímica Ineos, nombrado caballero de la Corona británica en 2018 por la fallecida reina Isabel, está complicando su imagen pública. Sus viejas frases que parecían brillantes para los negocios comienzan a sonar tonteras en el mundo del fútbol. La pelota puede convertir a un dirigente en presidente de la nación. Pero también lo puede dejar desnudo.

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El Lado B que no suele contarse del dorado fútbol inglés omite, entre otras cosas, que Manchester United, su club más popular, tiene una deuda total estimada de 1.700 millones de dólares. La inició la gestión ruinosa del fallecido Malcolm Glazer y de sus seis hijos y la prolongó Ratcliffe. Por eso los hinchas del FC United ya cantaron contra los Glazer la semana pasada en su derrota contra Stockton. Tenían apoyo de “The 1958”. Los hinchas exhibieron una bandera con la imagen del exfutbolista rebelde Eric Cantona y la leyenda “Eric el Rey”. Nick Boom, del FC United, dijo que “la unión hace la fuerza”, pero fue más lejos. Afirmó que la lucha, en rigor, va más allá de los clubes. Es una lucha de los hinchas. De cuál será su lugar en un fútbol actual que perdió hace tiempo su raíz obrera. Un espectáculo elitizado que necesita dinero de donde sea para pagar fichajes y salarios cada vez más millonarios. Como decía un cartel exhibido años atrás por hinchas de Liverpool, también en contra de los aumentos de los precios de los boletos, que subieron mucho más allá de cualquier lógica inflacionaria: “Odio eterno al fútbol moderno”.

Los hinchas de Manchester United no están solos. La Asociación de Aficionados lidera una campaña llamada #stopexploitingloyalty. Basta de explotar nuestra lealtad. En las últimas semanas hubo protestas de hinchas de Chelsea, Leicester y Tottenham. “Cuando te das cuenta que no podrás mantener a todos felices es cuando aparece la libertad”, fue la respuesta, ocurrente, de Todd Boehly, copropietario estadounidense de Chelsea, acusado por los hinchas de haber convertido al club en una oficina de compra y venta de jugadores y de intereses comerciales en el negocio legal de reventa de boletos como director e inversor en Vivid Seats. El Cuti Romero criticó en diciembre pasado a la dirigencia de Tottenham. Tuvo que pedir disculpas. Los foros de hinchas aseguran que habrá más protestas porque se teme que otros clubes también suban los precios de los boletos, como sucederá, ya confirmado, con Arsenal y Newcastle. Son protestas que seguirán a las que suceden hace ya años en las tres principales categorías de ascenso. Hinchas, entre otros, de clubes como Blackburn Rovers, Cardiff, Sheffield Wednesday, Reading, Swindon Town y Morecambe.

“Los hinchas se sienten explotados”, dice Tom Greatrex, exdiputado laborista, presidente de la Asociación de Aficionados, hincha de Fulham, un equipo hoy en mitad de tabla, pero cuyos precios están entre los más caros de la Premier League (casi 88 dólares) y hasta 940 dólares en partidos importantes en una terraza que incluye “hospitalidad” y “vista a Londres”, en un estadio con capacidad para 25 mil personas, en la adinerada zona oeste de Londres. Son boletos para turistas que, como sucede en casi todos los estadios, pagan el precio que fuere. Cumplen felices el sueño de ver un partido de la Premier. Pero, afirma Greatrex, son hinchas que no estarán cuando el equipo atraviese momentos difíciles. “No habrá turistas cuando acaso descienda”. Hay clubes que sí escuchan más a sus hinchas, como Brentford y West Ham United. Igual que Liverpool, casi seguramente el próximo campeón inglés, pero que el año pasado sufrió pérdidas de 57 millones de libras. No es el único con las cuentas en rojo. Curioso, porque la TV paga cada vez más dinero. Y un nuevo público más pudiente sigue llenando las canchas, junto con los turistas. Manchester United no gana nada pero sigue llenando su estadio. Por eso Ratcliffe lució convencido días atrás cuando le dijo al fanzine “United We Stand” que no tenía sentido que Fulham cobrara sus boletos más caros que en Old Trafford, escenario este domingo de la nueva protesta. El llamado “Teatro de los Sueños”.

Foto: Gareth Copley/Getty Images

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Es periodista desde 1978. Año de Mundial en dictadura y formidable para entender que el deporte lo tenía todo: juego, política, negocio, pueblo, pasión, épica, drama, héroes y villanos. Escribió columnas por todos lados. De Página 12 a La Nación y del New York Times a Playboy. Trabajó en radios, TV, escribió libros, recibió algunos premios y cubrió nueve mundiales. Pero su mejor currículum es el recibo de sueldo. Mal o bien, cobró siempre por informar.