Messi, Maradona y Kempes: genealogía de la N° 10 de la selección argentina
Los tres fueron campeones del mundo. Magia, coraje y liderazgo en esa camiseta. ¿Quién la heredará después de la Copa del Mundo 2026?

Para la Copa América de Bolivia 1997, Daniel Passarella dictaminó que los números de las camisetas de los jugadores vuelvan a otorgarse por orden alfabético de los apellidos. Dos años antes, el técnico les había obligado a cortarse el pelo largo como condición para ser convocados. “Hace perder la concentración en el campo de juego”. Y también había dicho que no aceptaría a un homosexual en la selección. La N° 1 en la Copa América 97 le tocó a Christian Bassedas, mediocampista. Y la 10, a Ignacio “Nacho” González, arquero. Fue una mojada de oreja a Diego Maradona, con quien mantenía una guerra pública. “La historia del fútbol argentino se escribió con el pelo largo”, le había respondido Maradona, en referencia a Mario Kempes. Y Kempes, Maradona y Lionel Messi, los N° 10 de la selección en Argentina 1978, México 1986 y Catar 2022, no sólo jugaron todos los minutos de los siete partidos de cada Mundial–estrella (como los N° 19, Passarella, Oscar Ruggeri y Nicolás Otamendi): fueron los goleadores de la selección en cada Copa, con seis (Kempes), cinco (Maradona) y siete goles (Messi).
Nacho González guarda su N° 10 de la selección. “Me liquidaron –le confesó al utilero en 1997–, no lo puedo creer”. Lo opuesto podría decirle ahora Ángel Correa, quien en ausencia de Messi por lesión lleva la 10 argentina en esta doble fecha de las Eliminatorias a Estados Unidos–México–Canadá 2026 (tras el golazo de Thiago Almada en el 1–0 ante Uruguay en el Centenario, Argentina recibirá este martes a las 21 a Brasil en el Monumental). La cultura fútbol argentina –y la selección que dirige Lionel Scaloni– respeta la mística de la camiseta N° 10, destinada, en general, al futbolista más talentoso, que mezcla magia, coraje y liderazgo. Eso sí: no todos los que visten la 10 necesariamente son enganches (o goleadores). Y no todos los 10 y los enganches usan la N° 10.
Enganche es el que conecta con los compañeros, el que se libera más allá de partir desde una posición, el que conduce a partir del desequilibrio o del pase, el que pausa el juego –y lo domina– poniéndose la pelota bajo la suela. “El protagonismo del 10 es evidente pero su mayor virtud consiste en mejorar a los demás, que se esmeran por recibir sus pases. Si el rival anula a este estratega, el equipo sufre muerte cerebral. El verdadero sentido del número en su espalda consiste en indicar cuántos jugadores dependen de él”, apunta el escritor mexicano Juan Villoro en Balón dividido (2014).
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Cuenten las camisetas de Messi que hay.
— Ataque Futbolero (@AtaqueFutbolero) June 26, 2024
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De los 15 mediocampistas y delanteros del plantel campeón en Catar, 11 jugaron alguna vez con la N° 10. “Si los buenos juegan bien y los juntamos, todo va a ser más fácil”, supo decir Pablo Aimar, quien portó la 10 en la Copa Confederaciones de Alemania 2005 (y, en total, siete veces en la selección). En diciembre, en el marco de mi colaboración en Menotti. El primero, libro del amigo Ezequiel Fernández Moores que saldrá el 1 de abril, nos sentamos frente a frente con Aimar (su segundo nombre es César, por Menotti). A propósito del 10, Aimar me dijo en esa mañana pre verano porteño.
–Hace un tiempo está esa corriente, y es hasta contradictoria: “No hay más enganches”. Y para mí hay por todos lados; jugadores que en algún momento fueron ese 10 que van adaptándose a otras posiciones sin perder esa visión de encontrar el pase. Por ahí, como son varios, el pase definitivo lo da uno solo. Pero el pase previo al definitivo, el pase previo al previo para encontrar, esa inteligencia de ver el cuarto movimiento… Nosotros, en juveniles, decimos que tenemos que encontrar la manera: el 9, al que le gusta hacer goles, cuando la tiene éste, ya sabe que va a pasar por éste y que éste va a tirar el centro, y entonces empieza a correr cuando la tiene el primero, imagina qué va a pasar. Hay grandes genios que imaginan cuatro jugadas antes. Messi, cuando la tiene el lateral derecho, sabe que la pelota va a pasar por el central, por el siguiente, por el otro. Messi es un ser que llevó el juego a otro nivel. Todos se quedan con la estadística, que es insuperable, pero ni siquiera es lo mejor. Él sabe quién es su compañero, si tiene lucidez para encontrar el pase previo al previo del que lo va a encontrar a él. Sabe todo. Y ha encontrado, a lo largo de su carrera, compañeros que han compartido eso. Jordi Alba corre antes de que le llegue a él la pelota. El gol de Molina, impresionante. Él sabiendo, y sus compañeros sabiendo quién es él. Los rivales no han llegado a leerlo, porque no es qué, sino cuándo. Entonces Alba empieza a correr antes de que le llegue a él la pelota. Lo ha hecho toda la vida.
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El 10, desde la genialidad y la sabiduría, se anticipa a lo que va a suceder, o imagina y ejecuta sin que los rivales sepan qué va a ocurrir: crea “realidad” desde la fantasía, sorprende y asombra, y por eso en las canchas, cuando actúa, se extiende el “ohhh” de los hinchas. El cuerpo técnico de la selección los estimula: Rodrigo De Paul, Alexis Mac Allister, Leandro Paredes, Enzo Fernández, Exequiel Palacios, Máximo Perrone, Thiago Almada, Nico Paz y Ángel Correa, hoy en la mayor. Y el Diablito Claudio Echeverri y Franco Mastantouno en la Sub 20, que jugará el Mundial de Chile 2025 entre septiembre y octubre. Y Francisco Baridó, quien en 2024 jugó el Sudamericano Sub 15 y ya es parte de la Sub 17.
Baridó, formado desde los 5 hasta los 15 años en Boca, dejó las inferiores por “responsabilidad parental” (antes conocida como “patria potestad”) y juega en la Juventus. No es la primera vez que el club italiano “tienta” a un chico y a su familia: Matías Soulé, hoy en la Roma, se marchó en 2020 de Vélez a la Juventus por “patria potestad”. Baridó y Soulé son 10, zurdos de talento exquisito. Entre 1957 y 1965, en la Juventus había deslumbrado Enrique Omar Sívori, 10, zurdo de talento exquisito (y entre 2015 y 2022, Paulo Dybala, y en la temporada 2022/23, Ángel Di María, también 10, zurdos de talento exquisito). Los 10 argentinos for export. Sívori, quien ganó con la selección de “Los carasucias” el Sudamericano 1957 pero jugó con la N° 10 de Italia el Mundial de Chile 1962, fue Maradona antes que Maradona. “Vos tenés la verdad del fútbol adentro y toda una vida para mostrarla”, le escribió, en una carta, Sívori a Diego en mayo de 1978, después de que Menotti lo sacara de la lista final para el Mundial de Argentina.
Un 17 de febrero, pero de 2005, nos dejaba Enrique Omar Sívori, uno de los mejores jugadores de la historia del fútbol argentino. Embajador universal del potrero y las medias bajas. Balón de Oro en 1961. RESPETO ETERNO. Disfruten: pic.twitter.com/6A82dhtO42
— VSports Team (@VSportsTM) February 17, 2019
El primer “10” con la camiseta argentina en un Mundial fue Alfredo Rojas en Suecia 58 (los números se habían establecido en Suiza 54, del que Argentina decidió no participar). El Tanque Rojas, quien en verdad jugó con el “1D” en la espalda, era un goleador de gran cabezado. Recibió la 10 en la numeración por orden alfabético de los apellidos, al igual que José Sanfilippo (Chile 62). En Inglaterra 66, la 10 fue para Antonio Rattín –quien además fue el capitán–, esta vez por orden de posiciones. El orden alfabético volvió en Alemania 74: la 10 fue para Ramón “Cacho” Heredia, única vez que la vistió un defensor. Y en Argentina 78, Kempes fue el bendecido. En España 82, Maradona pidió la 10 y Menotti se la dio, al igual que Carlos Bilardo en México 86 y en Italia 90.
A partir de Estados Unidos 94, último Mundial de Diego, la camiseta argentina con el N° 10 fue para el futbolista “distinto”: el Burrito Ariel Ortega (Francia 98 y Corea–Japón 2002), Juan Román Riquelme (Alemania 2006) y Messi (Sudáfrica 2010, Brasil 2014, Rusia 2018 y Catar 2022). Los que se pusieron la 10 argentina en más partidos son Messi (155), Maradona (85), Ortega (59) y Riquelme (29 veces, apenas, ya que durante la era de José Pekerman como DT se respetó no usar la N° 10 en amistosos y en Eliminatorias y se lució con la 8).
Dos minutos de Ariel Arnaldo Ortega ante Inglaterra en los octavos de final de Francia 1998. ✨🇦🇷@Argentina | #CopaMundialFIFA pic.twitter.com/qDfjJj2pxB
— Copa Mundial FIFA 🏆 (@fifaworldcup_es) March 4, 2025
Como Julio Grondona, quien intentó retirar la N° 10 de la selección después del partido homenaje a Maradona en 2001, Claudio “Chiqui” Tapia dijo en enero de 2024: “Cuando Messi se retire, no permitiremos que nadie más lleve el número 10 después de él. Éste número será retirado de por vida en su honor. Es lo menos que podemos hacer por él”. La FIFA no autoriza la omisión en torneos oficiales, como en 2002, cuando le informó a la AFA antes del Mundial de Corea–Japón que debía utilizar números corridos, del 1 al 23. Si se hubiese retirado, Messi no hubiera sido el 10. Como declaración política de Tapia para con Messi, es efectiva. Como futbolística, es inadmisible: la N° 10 argentina es un símbolo sacro.
En diciembre de 2023, en la víspera del primer aniversario del título de la selección en Catar, se inauguró la muestra “Tres Estrellas Argentina: tierra de fútbol, sueño y gambeta”, en Buenos Aires, Madrid, Berlín, Nueva York y Miami. El artista Jorge “Coqui” López representó las caras de Kempes, Maradona y Messi con tierra y pasto de sus orígenes: de la casa de la infancia de Kempes en Bell Ville, Córdoba, y del club Talleres de Bell Ville; de la casa de pibe de Maradona en Fiorito y del potrero de la villa; y de la casa familiar rosarina de Messi y de la canchita del fútbol infantil de Newell’s. “La técnica elegida –explicó el artista Coqui López– está al servicio de un concepto: que la tierra es un archivo de la existencia de quien la habita porque guarda las vivencias”. La existencia de Messi fue posible porque antes Maradona habitó en Argentina. Los números importan. Soñar con ser el N° 10 de la selección, aún mucho más.
