¿Qué te importan Wanda, Icardi y la China?: cuatro razones que explican su éxito

No hay nadie que no se haya enterado, incluso contra su voluntad, del escándalo del verano. Arquetipos de personajes ficcionales y una historia con años de carrera.

Doy vueltas en la cama mientras mi ventilador de techo es un gladiador que pelea contra el calor del verano. Son las dos de la mañana del 8 de enero. En la tele se reproducen automáticamente videos viejos y actuales de LAM, una suerte de TMZ argentino, liderado por Ángel de Brito, uno de los periodistas de espectáculos más dateado de los medios.

Los especialistas advierten que exponernos a las pantallas antes de dormir es completamente contraproducente para conciliar el sueño y recomiendan evitar la actividad para optimizar el descanso. Pero yo necesito saber qué va a subir Wanda Nara en respuesta a las historias de Mauro Icardi en las que las hijas de ambos posan, aparentemente felices, con quien sería la nueva novia de su padre: María Eugenia “la China” Suaréz. Hoy, el romance ya está remil confirmado con un carrete que ambos subieron a Instagram.

También necesito saber qué data maneja Yanina Latorre (The Tower, para sus seguidores), quien está de viaje con su marido, el exfutbolista Diego Latorre, por Nueva York. Ella es parte de este gate. Entre su visita al Rebe y caminatas por Times Square va contando en su cuenta la información que le llega, al parecer, casi directamente de la boca de Wanda Nara. Ella dice que tiene capturas y “audios terribles”, pero casi nunca los muestra.

El Instagram de “la asiática” también está entre las cuentas que visito mientras postergo mis horas de sueño. Me va a salir carísimo mañana, pero también me servirá de contenido para la radio. Alivio mi vergüenza de consumir estas vidas ajenas con la obligación de tener que hacerlo para “el laburo”. Como conductora de radio vivo un poco de lo que vive Ángel de Britney: de entretener con las vidas de los demás –y muchas veces la mía– como materia prima.

Yo sé que quien esté leyendo esto quiere saber sobre el WandaGate. Quizás también lo que busca es una opinión sesuda o una lectura intelectualizada de todo este lore, una forma de no sentir vergüenza por este consumo culposo que es el de los chimentos. Pero no creo que haya que forzarlo demasiado. Hay miradas laterales de este caso y quisiera compartir posibles hipótesis que expliquen nuestro interés en las vidas de los otros. Particularmente estos otros: los ricos y famosos.

Reality fiction vs. ficcion «real»

La industria audiovisual está en crisis en línea con su desfinanciación. Hacé memoria. ¿Cuál fue la última novela argentina que viste recientemente? El WandaGate viene a llenar un vacío que antes ocupaba la novela del prime time. Hoy nadie habla de Gran Hermano, que parece llevar la maldición de que si un año tiene éxito, en la edición siguiente se plancha.

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El entretenimiento es este chisme. Lo vivimos en tiempo real, con sus personajes como guionistas, con stories, posteos, y móviles de LAM e Intrusos. Lo seguimos a través de los streams de Martín Cirio, los memes en X y un flujo imparable de contenido derrama en los programas de chimentos. Para no enterarte de nada sobre esto deberías vivir en una roca. Pero sobre el vínculo entre la ficción –a la que hacía referencia María Valenzuela cuando dijo “aguante…” en unos Martín Fierro– y la realidad ficcionada que propone el Wandagate hay algo que aprendí de Guido Suller.

En 2021, estrenamos el podcast documental sobre la vida de Ricardo Fort producido por Anfibia Podcast, donde yo trabajaba. Fueron entrevistados desde Luis Ventura hasta Martín Garabal, pero uno de los que más se destacó fue Guido. La nota para Basta, Chicos la hicimos en su casa, esa que él mismo construyó y ahora está a la venta. Lo interesante es que no hablamos tanto de Fort, sino que hablamos de él, y a medida que nos llevaba por el salón de la fama de su vida, las historias se ponían más entretenidas.

La anécdota de su “ano elevado” terminó siendo material para un episodio bonus track de en el que el foco del producto se desvió hacia otro personaje. Es decir, le fue tan bien que se ganó un capítulo extra en un proyecto que ni siquiera lo tenía como protagonista. Tenés que cerrar el estadio. Evidentemente, estábamos en presencia de una persona que sabe llamar la atención.

Ahí fue que habló del concepto “reality fiction”, o la realidad ficcionada, que consiste en construir una narrativa basada en su vida, pero con algún componente agregado que le da el giro dramático. Y, para volver a lo nuestro, hay que reconocer que Wanda supo replicar la estrategia. En una entrevista con Alejandro Seselovsky, conocedor de estos personajes, se dio el siguiente intercambio:

— ¿Eras virgen cuando decías que eras virgen?

— No.

— ¿Y estuviste con Maradona cuando decían que habías estado?

— No, tampoco.

— ¿Por qué no dijiste la verdad?

— Porque la verdad no me servía.

Acá los protagonistas hacen y son el contenido: suben stories; dan notas por audios que envían por mensaje y a través de llamadas; venden sus productos en sus cuentas personales y comparten sus canciones; pero, al mismo tiempo, mueven la cinta de producción del periodismo de espectáculos. Este quiebre irrumpió a partir del 2010 con las redes sociales.

Sumemos también que el Wandagate podría fácilmente funcionar como una serie de ficción. Hay heroínas, antiheroínas, infidelidades, maternidad, villanos, ¿operadores?, varios personajes secundarios y saltos en el tiempo. Propongo, como juego de sobremesa, imaginar qué elenco de Hollywood caracterizaría cada personaje. ¿Qué actrices se pondrían en la piel de Wanda y la China? ¿Qué actor podría ocupar el papel de Ángel de Britney o Yanina the Tower?

El carácter igualador del chimento

Esta historia se mezcla con el mundo del fútbol, tiene locaciones en varios países, participan múltiples familias famosas, hay riqueza, belleza, infidelidades, menores de edad, rumores de embarazos, cartas documento, countries, capturas de pantalla y audios y hasta involucra personajes como Maradona, Ana Rosenfeld y Cris Morena. Joder, es demasiado chisme.

Este chisme es una invitación a conversar en cualquier lado con cualquier persona. Todo el mundo tiene una opinión, incluso los que dicen no querer opinar la tienen –como menciona Juan Stanisci en esta nota de Anfibia (hasta ahí se habla de esto)–. “Wanda, la que no necesita Nara” es como las tres grandes divas del espectáculo argentino. Incluso genera grietas entre ellas. Susana es team Wanda y Moria es team La China. ¿Qué dirá Mirtha de la China, ex pareja de su nieto, Nacho Viale? Está todo conectado por un hilo rojo –así se llama también la película en la que se conocieron La China y Benjamin Vicuña, la génesis del episodio del Motorhome –.

El tema del verano

No pasa nada en verano. Las programaciones están en formación y las grillas todavía no se conocen. Se trata de una especie de limbo en los medios, por lo que todo este asunto no podría haber explotado en un mejor momento. Es bueno para la tele, bueno para internet, bueno para los y las streamers, bueno para los auspiciantes, hasta es bueno para quienes leen Cenital. Ustedes también necesitan un descanso y un poco de boludina.

Si bien este conflicto en su fase Wanda versus China, o Icardi versus Wanda por la China, comenzó hace tres años, pero desde la víspera de la Navidad de 2024 que empezó a resurgir contenido. Podemos incluso remontarnos a aquella visita de la –entre otras aptitudes– manager deportiva al programa de Susana Giménez tras el cruce con su enemiga en Gardiner. Ahí ya se había vuelto a poner en marcha la rueda otra vez.

En esta época la política no da mucho contenido, quizás algún policial puede copar la pantalla, pero es el chimento el que suele brillar. La gente está de vacaciones, y si no es el caso, para quienes tienen que trabajar al menos tienen un poco de entretenimiento en sus jornadas de tedio caluroso. Ojo porque en tu propia oficina puede haber una China, una Wanda, un Icardi o un Ángel de Brito. Definitivamente, hay una Yanina Latorre.

Sin embargo, este gate es universal y podría haber funcionado en cualquier momento del año. Recuerdo la nota que Wanda le dio a Susana desde París el 23 de noviembre de 2021. Alguien dijo que con esa entrevista se inauguraba el final de la pandemia.

“Agradezcan que tienen rating por el contenido que yo genero”, podría decir Wanda, con todo derecho a hacerlo, parafraseando a Monica Farro.

Crecimos con esta gente

Los ciclos de la nostalgia se dividen en bloques de 20 a 30 años. Con la velocidad a la que nos mueve internet y con la cantidad inmensa de información, cada vez es más corta la distancia con el pasado. Hoy, hasta la pandemia puede ser vista con cierto cariño. Andá a ver el archivo de la China Suárez en Intrusos contándole a Jorge Rial cómo la encontró Pampita en el motorhome con Benjamin Vicuña. Decime si no es una joya del 2015.

Pero podemos irnos todavía más atrás. En 2006 Wanda se hizo famosa por su primera fake news diseñada junto a Rial cuando salieron a la luz unas fotos de ella en Mar del Plata usando un boxer que, supuestamente, pertenecían nada menos que a Diego Armando Maradona. Por otro lado, un año más tarde, la China estrenaba Casi Ángeles, donde interpretaba a Jazmín, un personaje bastante parecido a ella misma.

Ambas se enamoraron, cortaron, dieron móviles en la tele, se unieron a las redes sociales, tuvieron sus propios escándalos, tuvieron hijos, compraron casas y dieron entrevistas. Si bien tienen perfiles distintos –Wanda, la popular y la China, la cheta– ambas supieron ser mediáticas. Y todo esto lo hicieron mientras yo atravesaba la primaria, la secundaria y llega hasta el presente. Para quienes tenemos más o menos la misma edad que ellas (Wanda 38 y la China 32) es como si hubiésemos crecido con esta gente.

Más allá de este punto, otro factor que profundiza la nostalgia es el archivo. Cada paso que dieron estas mujeres del espectáculo fue televisado. Los nacimientos, los casamientos, las rupturas, lo hemos visto todo. Y ese material vive en Youtube a pesar de haber surgido de la televisión. Podés estar en tu casa a las 11 de la mañana limpiando el baño y revivir la nota de una China rubia platinada tras el escándalo Cabré-Suárez-Tobal en 2012, ese video donde está rodeada de micrófonos y tiene a Jey Mammon a su lado. Como dicen los jóvenes, es icónica: “No me importa Eugenia porque no tiene nada que ver conmigo, nunca fui su amiga, no me importa”, dice. El contexto de este episodio es conocido. Eugenia Tobal había perdido un embarazo cuando estaba casada con Nicolás Cabré. Ellos se separaron y un año después el actor y la mediática escandalosa ya eran los padres de Rufina. Todavía faltaba para el episodio con Pampita y Vicuña y más lejana nos quedaba la nueva temporada que estamos viviendo hoy.

Cuando un chisme dura tanto y adquiere tantos giros, tramas y personajes la tensión dramática aumenta y todo lo que sucedió antes enriquece los nuevos eventos, confirma sesgos, profundiza grietas y da más temas de conversación. Y nosotros, como consumidores, nos volvemos parte de la historia.

¿Y si sale bien?

El Wandagate entretiene, distrae de la realidad y brinda un scrolleo inabarcable de consumo. Además, interviene en nuestros algoritmos y nos hace opinar. Aunque no tengo la respuesta, me parece interesante pensar en si el dispositivo reality es tan exclusivo del periodismo de espectáculos como creemos. Ese es un nicho fascinante porque hoy sigue siendo subestimado en su capacidad de influencia y daño. Pero, ¿cómo funciona la realidad ficcionada en política? ¿Cómo se construyen sus personajes? Si Héctor Magnetto puede funcionar como un Logan Roy de Succession, ¿habrá arquetipos en otras esferas de poder? Si todo es un show, ¿cuáles son nuestros complejos personajes reales que cuentan su vida de a puchitos? ¿Qué de todo esto no es un guion?

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Periodista. Actualmente trabaja en Radio Con Vos y participó en Mejor País del Mundo. Ex Anfibia Podcast y hoy parte del equipo de digital en C+.