Werthein reacomoda la Cancillería: ¿logrará autonomizarse de la batalla cultural?
El nuevo canciller mandó a la cruzada Basset a desdecirse ante la ONU por la condena a la violencia de género. “Tiene espalda”, dicen en Cancillería. La Rosada lo mira con atención.

El canciller Gerardo Werthein dejó trascender este martes su decisión de que una de las máximas exponentes de la batalla cultural en el Gobierno, la ultraconservadora Úrsula Basset, corrija verbalmente la posición de la Argentina ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) respecto de la violencia de género. “La violencia contra las mujeres y las niñas constituye una violación intolerable a los derechos humanos y un obstáculo para el desarrollo y el bienestar de nuestras sociedades. Este flagelo no conoce fronteras ni contextos: afecta a todas las regiones, culturas y niveles socioeconómicos, y exige respuestas globales basadas en la acción, la evidencia y el compromiso político sostenido”, sostuvo Basset durante la reunión de Alto Nivel por el 25 Aniversario del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en la ONU. Apenas 15 días antes, la Argentina había votado solitariamente en contra de una exhortación del mismo organismo para prevenir la violencia contra las mujeres y, un mes y medio antes, había sido el único país del G20 que no apoyó una declaración sobre igualdad de género.
Ahora, Basset cambió el discurso. Dijo este martes que “la Argentina reafirma su compromiso inquebrantable con este desafío global, convencida de la necesidad de redoblar esfuerzos para garantizar que toda mujer y toda niña puedan vivir en un mundo libre de violencia”. El gobierno que integra, de todas formas, no tiene políticas específicas para combatir la violencia contra las mujeres, ha desfinanciado las que existían cuando asumió y en más de una oportunidad ha asegurado que la violencia de género como tal no existe. En lo que va de 2024, en la Argentina se registraron 278 femicidios y 161 niñas y niños quedaron huérfanos por la violencia machista contra sus madres. El lunes pasado, día internacional de lucha contra la violencia hacia las mujeres, los reclamos de las organizaciones feministas y de derechos humanos se hicieron oír en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada, desde donde baja la línea directriz que tiene a los feminismos y al género como primer apuntado de la batalla cultural.
Es este contexto el que vuelve muy llamativo el pronunciamiento de Basset en la ONU. ¿Milei se baja de la batalla cultural ante organismos internacionales? ¿Hay un giro con la llegada de Werthein a la Cancillería? En el Palacio San Martín aseguran que el nuevo canciller está demostrando tener espaldas para llevar adelante algún grado de autonomía respecto de las directivas de Casa Rosada. Tiene diálogo con el presidente (algo que su antecesora, Diana Mondino, había perdido tempranamente en la gestión) y, con el respaldo del primer ministro francés, Emmanuel Macron, consiguió evitar que Argentina quedara completamente aislada en el ámbito internacional al negarse a firmar el documento final del G20. Aun así, es una mirada que merece ser matizada: fue el mismo Werthein el que terminó protagonizando un papelón internacional y un desplante al papa Francisco y a la República de Chile cuando, por un enojo de Milei con Gabriel Boric, se ausentó de la conmemoración por un nuevo aniversario del Tratado de Paz con ese país.
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“Decir y desdecirse no cuenta para analizar la política exterior”, advierte sobre la nueva postura de Basset el doctor en Ciencias Sociales, investigador del CONICET y docente de la maestría en Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, Bernabé Malacalza. “Los que cuentan son los actos. La Argentina votó como votó en la ONU. Y la cosmovisión del presidente sigue siendo la misma: premoderna, antimoderna, contraria a la visión liberal. No se puede tomar como un giro”, subraya. Malacalza –que, junto con el profesor plenario Juan Gabriel Tokatlian, viene analizando las decisiones de pérdida de autonomía del Gobierno de Javier Milei en el plano internacional– considera que “la cosmovisión del mandatario argentino es supremacista, civilizacionista, occidental, judeocristiana”. “Milei considera a Occidente superior, excepcional, destinado a imponerse sobre otras civilizaciones. Es decir, no tolera la diversidad”, señala.
En Casa Rosada miran con cautela los movimientos de Werthein. Hasta aquí, era Nahuel Sotelo, el secretario de Civilización y Culto y comisario político de la Cancillería en representación del asesor presidencial Santiago Caputo quien, junto a Basset, venía marcando el paso y la línea de la batalla cultural ante los organismos internacionales. ¿Es este cambio de postura una decisión avalada por la secretaria General de la Presidencia, Karina Milei, que viene expresando diferencias con Caputo? Las dudas cruzan no solo a Balcarce 50 sino también al Palacio San Martín.
De todas formas, los vaivenes en torno al tema género no son una novedad para el gabinete de Javier Milei. El ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, protagonizó entre julio y agosto un episodio increíble. El 1 de julio le dio una entrevista a la editora de género del diario Clarín asegurando que él se pondría al frente de las políticas que llevaba adelante el extinto Ministerio de las Mujeres para garantizar la lucha contra la violencia de género. El 4 de julio, en declaraciones off the record al mismo diario, sus voceros lo desautorizaron: dijeron que el Gobierno no tendría políticas de género y que el ministro se había “expresado mal” cuando dijo que el tema sería prioritario en la gestión. Y finalmente, el 28 de agosto, en la Cámara de Diputados, el ministro proclamó: “Nosotros rechazamos las diversidad de identidades sexuales que no se alinean con la biología. Son inventos subjetivos”. Cuando un asesor se acercó a decirle que el tema estaba generando mucho revuelo, él respondió: “Boludo, ¡esto está textual del discurso de Milei!”.
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