Argentina en la era del proteccionismo estadounidense

La victoria de Trump puede desencadenar un giro proteccionista con efectos mixtos para Argentina, desde oportunidades comerciales hasta nuevos desafíos.

Los activos argentinos festejaron la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos. ¿Es realmente para festejar? De la mano de la victoria del republicano se profundizará un mundo más proteccionista y esto generará luces y sombras en nuestra economía.

Luego de la crisis internacional del año 2008, el fenómeno de globalización está lejos de ser lo que conocíamos, pero incluso en los últimos años el proteccionismo se siguió amplificando. En 2023 hubo el doble de barreras comerciales (arancelarias y paraarancelarias) que las que existían en el año 2019, lo que marca que las relaciones entre países aliados son la moneda corriente hoy.

La plataforma electoral de los republicanos sentenciaba algunos puntos: Trump ha declarado que aplicará un arancel del 10%-20% a todas las importaciones, gravamen que sería mucho mayor (60%) para el caso de China. Esto se traducirá en un mayor nivel de precios para la economía estadounidense; y, si bien es de esperar que la FED continúe recortando su tasa de referencia, puede que la baja sea más gradual. Sin embargo, y tal como anticipaba el mercado, la Reserva Federal redujo su tasa de interés en 0,25 puntos porcentuales (p.p.), ubicándola en el rango de 4,50%-4,75%. El statement publicado por el Comité de Política Monetaria dejó ver un menor optimismo con respecto al anterior (de septiembre), reconociendo un “relajamiento” en el mercado laboral en general y una performance de la inflación que ya no les atribuye la misma confianza que tenían hace dos meses atrás. El 18 de diciembre será la próxima reunión del Comité, en la que el mercado espera (al día de hoy con una probabilidad de 68%) otro recorte de 0,25 p.p.

Por su parte, el flamante presidente prometió que hará permanentes los beneficios impositivos y recortes de impuestos introducidos durante su primer mandato, bajo la ley “Tax Cuts and Jobs Act”. Menores ingresos y mayores gastos -en Defensa, Salud, Educación- presionarán sobre el resultado fiscal, que ya cerraría en -6,5% del PBI en 2024. Para financiar este rojo, el Gobierno deberá incrementar su nivel de deuda, lo que aumentará el rendimiento de los bonos del Tesoro. Esta situación, además, podría agravarse con el tiempo: el FMI advierte que, dado el mayor gasto esperado en salud y seguridad social por el envejecimiento poblacional, el Gobierno general debería obtener un superávit primario de 1% del PBI en el mediano plazo para que la deuda sea sostenible. Cosa que no parece ocurrir en el corto plazo, ni estar en la agenda de la administración en el mediano, sabiendo que parte de un nivel de deuda del 122% sobre PBI. Probablemente, dada la composición del Congreso, sea más factible volver a obtener en 2025 un nuevo aumento del techo de la deuda para el Poder Ejecutivo, a riesgo de que los mercados incorporen en sus expectativas que Estados Unidos será una economía más endeble en sus fundamentos macro.

Un dólar más fuerte podría tener varios impactos negativos para Argentina: reducción del ingreso de capitales, depreciación de monedas emergentes, y caída en el precio de los commodities. La moneda que primero reaccionó fue la de nuestro socio comercial Brasil, el Real alcanzó las 5,9 unidades por dólar a principios de esta semana y para afrontar la devaluación el Banco Central de Brasil decidió incrementar la tasa de referencia, llevándola desde 10,75% hasta 11,25%.

En cuanto a los commodities, además, habrá que seguir de cerca el precio de la soja, con un chiste que se volvió costumbre en el mercado: “La soja es peronista”. No creo que esto sea así, pero ocurre algo curioso: estos niveles de soja, medidos a dólares constantes, nos permiten observar que este es el peor valor de la soja en años y, si se le suma el impacto de las retenciones, estamos en los peores niveles desde el año 2001.

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A pesar del panorama desalentador, y de manera contraintuitiva, esto podría generar beneficios inesperados, especialmente en el contexto de la guerra comercial con China. En este sentido, basta con repasar lo sucedido durante el primer mandato de Trump, en el que se dio un fenómeno particular: el precio de la soja en la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) se desacopló del de Chicago (internacional). En el momento de mayor tensión, cuando Estados Unidos aplicó un arancel del 25% sobre productos tecnológicos de China, y este disminuyó las compras de la oleaginosa estadounidense y le aplicó un arancel del 25%, la cotización de la soja local fue 15% superior, en promedio, a la de Chicago. Es decir, China, principal comprador de soja del mundo, logró desacoplar los precios a nivel global por la intensificación de la guerra con el fin de perjudicar a Estados Unidos, y eso nos terminó beneficiando.

Hay otro commodity que se verá afectado y que es relevante para la economía local: el gas. Actualmente, las presentaciones del equipo económico sobre el futuro de Argentina se centran en que el país alcanzará un superávit energético tal que le permitirá, en 2026 y 2027, tener un balance positivo de 30.000 millones de dólares, y logrará que Argentina pueda sostener un tipo de cambio apreciado tal como ocurre ahora. Sin embargo, las políticas de Estados Unidos pueden complicar algo el panorama.

El republicano promete reducir los precios de la energía a la mitad a los 12 meses de asumir el cargo. El 18 de octubre pasado, dijo, en Pennsylvania, que Estados Unidos haría “Frack, Frack, Frack, And Drill, Baby”, o sea, mucho fracking y perforaciones, con baja tributación para esas compañías. La producción de petróleo de Estados Unidos ha alcanzado niveles récord en 2023, cuando el país registró un promedio de más de 12,9 millones de barriles por día (para que nos demos una idea, Argentina produce cerca de 700.000). Es por ello que, con el resultado electoral, los precios del petróleo se contrajeron más de 2 dólares y cerraron la semana en torno a 70 dólares por barril. Por el momento, no muy alarmante.

El último eje de relevancia pasa por el Fondo Monetario Internacional. Está dando vueltas la idea de que, ni bien asumiera Trump, el Fondo decidirá enviar nuevos dólares a la Argentina. Lo cierto es que muestras no faltan. Durante la presidencia de Macri se alcanzó un préstamo por casi 50.000 millones de dólares para un país que, de máxima, por su cuota, debería haber recibido US$ 16.000 millones. De todas maneras, no es la misma situación. Nuestro país incumplió con el último objetivo de acumulación de reservas internacionales y hoy representamos el 28% de la cartera de préstamos del FMI, en un contexto en el que países miembros tienen otras preocupaciones, como es el caso de Alemania y Japón. Recordemos que Estados Unidos posee capacidad de veto, por ser el mayor miembro, con 17% de participación, pero eso no le permite ejecutar medidas por su cuenta.

En definitiva, no es tan claro el panorama como los mercados lo perciben en un inicio, o por lo menos no para todos los sectores. Desde el 20 de enero próximo empezaremos a ver la nueva política y cuánto de la campaña se lleva adelante. El segundo capítulo será la contrarreacción de China y sus efectos. Quedará para una nueva nota.

Otras lecturas:

Licenciado en economía por la Universidad de Buenos Aires, Magíster en Finanzas Corporativas y en Desarrollo Económico, socio de la consultora Invecq y economista jefe del grupo IDEA.