Con perfil bajo y equidistante, Massa juega cartas propias en la interna del PJ

A través del FR, pidió unidad opositora y una postura nítida de oposición a Milei. Amenazó con romper pero no lo hará. Cree que Kicillof se apura al tensar con CFK.

Sergio Massa recibió este lunes en sus oficinas de avenida Libertador a los intendentes y a los legisladores bonaerenses del Frente Renovador (FR). El temario del día tenía un solo punto: qué hacer frente a la escalada de tensión entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof. Entre café y gaseosas florecieron las críticas al timing de la interna peronista y los reclamos para intentar evitar caer en el fuego cruzado. La conclusión de la deliberación la materializó luego el presidente del FR, Diego Giuliano, que en la primera declaración oficial del partido sobre el tema pidió unidad en el principal frente opositor para posicionarse con nitidez frente al Gobierno y dejó una advertencia: “De acuerdo a lo que pase en el justicialismo, veremos si seguimos juntos o si cada uno toma su camino”.

La amenaza de ruptura que expresó Giuliano fue algo exagerada. Fuera del micrófono, dos de las personas más cercanas a Massa le bajaron el tono a esa posibilidad. No es la discusión que el tigrense quiere dar hoy. El resto del mensaje, en cambio, sí es el corazón de la postura del FR. Un pedido de unidad y de posicionamiento opositor claro que operan, finalmente, como un guiño a Cristina en su disputa con Kicillof. Con un agregado, para que el mensaje llegue fuerte y claro al entorno del gobernador: “Esta evaluación de nuestra participación en el frente no solo impacta en el Congreso Nacional, sino que impacta en las legislaturas provinciales y en los concejos municipales. En toda la línea”, dijo Giuliano, estableciendo lo obvio: Massa controla una buena porción de la Legislatura bonaerense y, si el enfrentamiento escala, una ruptura sería una mala noticia para Kicillof.

Como contó Cenital, desde julio Massa ve en las encuestas una oportunidad para que el peronismo pueda recuperar al electorado que lo rechazó el año pasado. Para lograrlo, dice, los dirigentes no pueden enroscarse en internas partidarias alejadas de la ciudadanía y deben concentrarse en representar a quienes no quieren al Gobierno. En abril se lo dijo a Kicillof, cuando la interna que para ese entonces llevaba unos diez meses de tensión ya empezaba a hacer ebullición pública. En su mirada, el gobernador bonaerense tiene todo dado para terminar siendo el candidato natural del peronismo en 2027 y tensar la discusión interna es apresurado. Tan apresurado como para hacer tambalear aquella candidatura natural.

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En la reunión del lunes con sus dirigentes bonaerenses, el tigrense escuchó algunos reclamos enfáticos: “¡Que no nos pongan a jugar a los soldaditos con los tirones de los actos de cada lado como si fuéramos un trofeo a mostrar!”, se quejó Rubén Eslaiman, nada menos que vicepresidente del bloque de Unión por la Patria en la Legislatura provincial. Más sosegada, la diputada nacional Blanca Osuna lamentó: “Esta es una interna que solo nos debilita”. Y aunque algunas voces de la tercera sección electoral dejaron trascender su molestia con el respaldo a Cristina, finalmente fueron expresiones minoritarias.

Al igual que en el entorno más cercano de la expresidenta, en el FR hay dirigentes que sospechan que detrás de la lista de su retador en el PJ Nacional, el gobernador riojano Ricardo Quintela, hay intereses que van más allá del peronismo. “Están atentando contra la unidad del espacio, que es lo único que no se puede romper, intereses vinculados al Gobierno, a (el cordobés Juan) Schiaretti, a Comodoro Py, a Guillermo Seita…”, describió con preocupación una figura del massismo. Coincidió con algo expresado días antes por una de las dirigentas de mayor confianza de Cristina, que se mostró entre dolida e indignada porque, según aseguró, detrás de la escalada con Kicillof veía a Schiaretti, al misionero Carlos Rovira y a Florencio Randazzo.

Lo llamativo, en este escenario, es que los propios impulsores de la lista de Quintela advierten sobre la imposibilidad material de concretar la elección el 17 de noviembre, en apenas tres semanas. “Ya estamos para el papelón. Con un padrón de tres millones de afiliados, necesitás por lo menos diez mil urnas e imprimir por lo menos tres padrones por mesa. O sea, treinta mil padrones, que no podés imprimir hasta que no sepas la cantidad de mesas… Luego, establecer los lugares de votación… Todo en menos de un mes…” No parece posible. Agregan incredulidad las declaraciones públicas de la lista del riojano. Primero, con un comunicado oficial denunciando maniobras para “obstaculizar y entorpecer” la realización de la elección, porque la lista de la expresidenta hizo múltiples observaciones a los avales presentados por Quintela y luego –cuando el cristinismo finalmente anunció que desistía de objetar el papelerío rival–, con el apoderado Jorge Yoma rechazando “la incitación a violar reglamentos partidarios”.

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En el massismo hay dirigentes que esperan “un gesto” de Quintela. Es decir, que renuncie a la competencia. Es lo mismo que esperaba Cristina como ofrenda de Kicillof. Hasta ahora no sucedió, aún cuando el riojano no logró tener el respaldo explícito del bonaerense, ni mostrar los avales en forma en todos los distritos, ni movilizar a un electorado peronista mayor al que podría convocar Cristina. El padrón del PJ está desactualizado en la mayor parte de los distritos del país. Solo en la Ciudad de Buenos Aires y en el Conurbano hubo campañas de afiliación relativamente recientes, al calor de la primavera kirchnerista. Sería extraño que esos nuevos afiliados elijan al “Gitano”. Se suma a ese panorama el crecimiento que la expresidenta viene mostrando en las encuestas, gracias a una presencia sostenida en la discusión pública, apalancada por el ida y vuelta constante con Javier Milei.

Según dicen en el FR, Cristina mandó emisarios a ofrecerle al riojano la vicepresidencia del partido y el 25% de los lugares de la lista en la búsqueda de una nómina de unidad. “Viendo ahora la lista que presentó, le ofrecieron demasiado”, señalan. Sin acuerdo de unidad, “¿van a salir a militarle en contra tres días antes de que la condenen?”, se preguntan en relación a las versiones periodísticas sobre una confirmación de la condena en la causa vialidad, que se conocerá el 13 de noviembre, cinco días antes de la elección incierta del PJ.

A tres semanas de esos comicios, en el massismo esperan que haya “un marco de racionalidad” y que finalmente los dos sectores logren la unidad. La interna, están convencidos, no sirve. Y es que Massa tiene una certeza que repite como mantra desde hace meses: “El peronismo va a ganar las elecciones del año que viene, lo único que tiene que hacer es mantenerse unido”.

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Es periodista, licenciada en Comunicación Social. Conduce el noticiero central del canal IP. Es docente titular de la cátedra Televisión en la Facultad de Ciencias Sociales de la UNLZ. Es autora de El Otro Yo, la biografía de Nicolás Caputo (Planeta, 2017).