Cristina al PJ: razones y peligros de ocupar un cargo que antes rechazó

Jamás quiso ese lugar porque consideró que la “achicaba”. El caos interno y el riesgo del “dedazo” detrás de un movimiento que esconde debilidad. Un mensaje que tiene como destinatarios a sectores de la Justicia y a Javier Milei.

Cristina Kirchner se encamina a aceptar un cargo que siempre se negó a ocupar: la jefatura formal del Partido Justicialista. En la segunda mitad de su vida, como dijo en la recorrida que hizo este martes por barriadas de La Matanza, la expresidenta se muestra decidida –quizá sin alternativa– a ponerle el cuerpo a un oficio que, a lo largo de las últimas dos décadas, rechazó con el argumento de que la reducía.

El caos del peronismo se recorta como la razón primordial. A la típica espiralización de las internas, que se agudizan cuando el peronismo no gobierna, en estos meses se sumó una novedad gravosa para la expresidenta: la tirria a cielo abierto, que por momentos parece irresoluble, entre sus herederos: Axel Kicillof y Máximo Kirchner. El gobernador de Buenos Aires y el presidente del PJ bonaerense. Un factor anexo es la creencia de CFK de que ante el fracaso del Frente de Todos (FdT) puede aparecer, en el peronismo, un intento de giro hacia la derecha que ella evitaría si conduce el partido.

A dos semanas del deadline para la inscripción de candidatos para la interna partidaria convocada para el 17 de noviembre, arrancó el operativo Cristina al PJ, un clamor que iba a ser en julio, en un acto que finalmente no llegó a armarse, por los 50 años de la muerte de Juan Domingo Perón. Ahora, el pedido lo activó La Cámpora. El puntapié inicial lo dio Wado De Pedro, y operó como plataforma para una decisión personal de Cristina que –se afirma a su lado– está tomada.

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“Ella va a comunicar la aceptación, nosotros estamos trabajando para ir a la elección”, confió a Cenital una figura del primer anillo del poder cristinista, en medio de la ráfaga de posiciones públicas de apoyo a una jefatura partidaria de Cristina. Una figura repetida fue que, por primera vez, el PJ tendría formalmente –en términos políticos, CFK lo fue cuando gobernó– a una mujer en el máximo cargo de poder institucional del partido.

Parte del ritual

En estas horas, debería completarse un ritual: que las referencias territoriales del PJ, entre ellos los gobernadores, se sumen al clamor para completar el proceso. El radar se posa sobre Ricardo Quintela, mandamás de La Rioja, y hasta este jueves único aspirante declarado a presidir el partido. El riojano dijo más de una vez que, si Cristina se presentaba, él desistiría de pelear por la presidencia. ¿Lo hacía desde la convicción de que CFK nunca se anotaría?

La postura de Quinteta traficaba un desafío. Cristina intentó –en una charla con Gildo Insfrán, por caso– que haya un esquema de unidad en torno a la figura de De Pedro. El riojano avisaba que se bajaba ante ella, pero no ante un candidato señalado por ella. Anoche, en varios búnkeres, se especulaba que el clamor era un plan para que se bajen todos, el lugar quede desierto y CFK pueda imponer un candidato.“El operativo clamor nos va a terminar de destruir y vamos a quedar peor que los radicales” dijo a Cenital, con el dato recién caliente, una figura que patrocina la candidatura de Quintela que este viernes estará en Neuquén y que espera, hace dos semanas, un mano a mano con la expresidenta para escuchar su opinión sobre el partido.

En el PJ que mira con recelo a La Cámpora dicen que es un plan para dilatar la resolución y pasar, para marzo, las elecciones. Cristina, se contó en Cenital, le dice a su entorno que no es una buena idea que sea un gobernador. “Después quieren ser jefe del PJ para armar su candidatura presidencial”, afirma un cristinista.

Especulaciones al margen, que Cristina decida ir por la jefatura del PJ puede leerse como una debilidad. De mínima, supone que su dedazo perdió potencia y que para ordenar debe ser ella la que se ponga al frente. Su recorrida por el conurbano fue leída en el mismo sentido: como un mensaje para ordenar el peronismo de Buenos Aires en medio de las riñas Máximo-Axel, que se multiplicaron en tensiones con intendentes y dirigentes.

Un peronista con poder territorial, que transita el mundo Cristina y tiene vínculo fluido con Máximo, explica todo a través de una frase que pone en boca de CFK. “Si pensaban jubilarme, les digo que no: voy a ser la jefa del principal partido de la oposición”, hace de ventrílocuo el dirigente. El impacto, entonces, va más allá del peronismo, porque puede extenderse a los sectores de la Justicia y, en particular, a Javier Milei.

Aparece un factor formal. Un fallo judicial condenatorio de Cristina, incluso en la Corte Suprema, no le impide legalmente presidir el PJ. Puede, eso sí, impedir una candidatura a un cargo electivo para el Congreso o para el Ejecutivo. Es lo que también hace el proyecto de ficha limpia, que en UxP llaman la “ley anti Cristina”, y que está en la agenda de temas a tratar en el Congreso nacional.

En diciembre de 2022, Cristina se bajó anticipadamente de la carrera electoral, con el argumento de que la iban a proscribir si quería competir. Ahora parece actuar al revés: además de la jefatura del PJ, se instaló la idea de que será candidata a diputada nacional el año que viene en la provincia de Buenos Aires. Si hubiese un fallo o un proyecto que se lo prohibiera, Cristina podrá decir –ahora sí– que es proscripta y que es una maniobra del Gobierno para no tenerla como rival. En criollo, la presidencia del PJ es un lugar donde Cristina puede sostener su visibilidad y poder, aunque haya fallos o normas que le impidan ser candidata a cargos públicos.

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Ya casi no se imprimen diarios pero se percibe como un periodista gráfico. Escribió en Ámbito Financiero, Clarín y elDiarioAr pero todavía tipea mal. A veces aparece en la tele. Nunca vivió en CABA. Padre de tres.