Kamala Harris y el desafío climático

Después del debate presidencial de Estados Unidos del martes y de la última entrega de este newsletter, la segunda parte sobre el análisis del ambiente en la campaña parece más relevante que nunca. Hoy nos toca analizar a Kamala Harris, la candidata demócrata que enfrenta el reto de liderar la agenda climática en EE.UU., el segundo mayor emisor global. ¿Cuál es su curriculum climático? ¿Cuáles fueron los aciertos y las principales críticas que recibió la administración Biden-Harris? ¿Cuánto pesa el cambio climático en la decisión de los votantes según las encuestas? Arranquemos.

Para conocer más a los candidatos siempre es buena idea ir a los archivos y revisar cómo fue su experiencia política del pasado. En muchos casos nos da una referencia de qué piensan sobre ciertos temas, qué leyes acompañaron o impulsaron y cómo actuaron en diferentes roles y funciones de la gestión pública.

Trayectoria política y su legado ambiental

Antes de ser vicepresidenta de Joe Biden, Kamala fue fiscal del distrito de San Francisco, fiscal general de California, y senadora por la misma ciudad, de la cual es originaria. 

Empezó a centrarse en los temas ambientales en 2005, cuando creó la primera Unidad de Justicia Ambiental de los Estados Unidos, siendo fiscal de San Francisco (2005-2011). La Unidad tenía por objetivo hacer frente a los delitos ambientales (como el vertido de residuos peligrosos) de las empresas contaminantes. Kamala mencionaba en 2005: “Los delitos contra el medio ambiente son delitos contra las comunidades, contra personas a menudo de bajos recursos y privadas de derechos». 

Como fiscal general de California entre 2011 y 2017, Harris demandó a varias compañías de combustibles fósiles por violaciones ambientales, incluyendo derrames de petróleo y fugas de metano. Por ejemplo, llevó a cabo una investigación penal de una empresa petrolera por un derrame en 2015 en Santa Bárbara. La empresa fue declarada culpable y condenada por nueve cargos penales. 

Lideró una investigación a nivel nacional sobre las prácticas de la industria del gas natural, imponiendo, en muchos casos, multas significativas para las empresas que generaban un impacto en el ambiente. 

Durante su mandato como fiscal general de California, Kamala alcanzó acuerdos millonarios con Volkswagen por manipular pruebas de emisiones diésel, y con Chevron y BP (antes British Petroleum) por infracciones en la contaminación de tanques de almacenamiento de combustible. Además, investigó a Exxon Mobil por engañar al público y a accionistas sobre los riesgos del cambio climático para su negocio.

Aunque en ese caso particular no presentó ninguna demanda contra la compañía, es claro que Kamala mantiene una postura firme al enfrentar a las empresas que atentan contra las regulaciones ambientales.

Entre sus hitos ambientales como senadora podemos decir que: 

• Defendió leyes cruciales para la protección del aire y el agua limpia, incluyendo el Plan de Energía Limpia (Clean Power Plan). 
• Respaldó el Green New Deal (Nuevo Acuerdo Verde), ambicioso paquete de inversiones verdes para la transición energética, que finalmente no fue aprobado. Recordemos que este famoso plan fue llamado por Trump como “la Nueva Estafa Verde”.
• Presentó un proyecto integral de Ley de justicia ambiental, mencionando en un medio estadounidense: “La Justicia ambiental está interconectada con cada aspecto de nuestra lucha por la justicia. Desde la justicia racial y la justicia económica hasta la justicia habitacional y la justicia educativa, no podemos separar el medio ambiente en el que vive la gente de la vida que lleva”. 

Gestión Biden: aciertos

Desde que asumió el cargo de vicepresidenta en el 2021, Kamala promovió políticas que abordan los desafíos climáticos. Nos parezcan o no suficientes, no se puede negar que es un tema que forma parte de su agenda oficial. 

Harris tuvo el voto decisivo en la aprobación del logro emblemático de la administración Biden en materia de cambio climático: la Ley de Reducción de la Inflación (IRA, por sus siglas en inglés), un mega paquete de incentivos fiscales destinados a las empresas y los ciudadanos para la transición energética. Los puntos principales de la Ley son: dar subsidios para la compra de vehículos eléctricos, aumentar impuestos a corporaciones, reducir costos de energía (incluye incentivos fiscales y subsidios para el desarrollo de energías renovables como la solar y eólica). Con el objetivo de: reducir la inflación a largo plazo, promover la energía y el transporte limpio y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% para el año 2030, respecto a los niveles de 2005.

En la carta donde anuncia su retirada, Biden subrayó que bajo su mandato, Estados Unidos «aprobó la legislación climática más importante de la historia del mundo».

Otro hito climático fundamental fue la reincorporación de EE. UU., en enero de 2021, al Acuerdo de París, del cual Trump había sacado al país en sus años de gobierno. 

El año pasado, en diciembre del 2023, Harris debutó en las negociaciones internacionales, participando de la última cumbre climática de Naciones Unidas, donde anunció un compromiso de 3.000 millones de dólares con el Fondo Verde para el Clima y pronunciando su primer discurso internacional centrado en el clima. Afirmó que el mundo «debe hacer más» para resolver la crisis climática. 

Gestión Biden: críticas

A pesar del compromiso declarado en reducir emisiones, durante el mandato de Biden y Harris, Estados Unidos amplió su liderazgo y rompió récords como mayor productor mundial de petróleo y se convirtió en el mayor exportador de gas natural licuado (GNL). 

En marzo del 2023 el presidente Biden autorizó un enorme desarrollo petrolero de 8.000 millones de dólares en Alaska conocido como el proyecto Willow. Esta iniciativa fue muy criticada por organizaciones ambientales por su impacto climático y por su posible riesgo para la vida silvestre de la región. Se suma, además, el miedo de que este proyecto abra una nueva ola de producción de hidrocarburos en el Ártico. 

Esta actividad extractiva generará hasta 278 millones de toneladas de CO2e durante su vida útil de 30 años, el equivalente a agregar dos millones de autos a las carreteras estadounidenses cada año, según las estimaciones de la Oficina de Administración de Tierras de Estados Unidos.

Por otro lado, Kamala es criticada por sus idas y vueltas en sus opiniones sobre el fracking. (técnica que inyecta una mezcla de agua, arena y productos químicos a alta presión en rocas subterráneas para liberar gas o petróleo atrapado y facilitar su extracción).

Antes de ser la compañera de fórmula de Biden estaba en contra de la fracturación hidráulica y de las perforaciones en alta mar. Pero se distanció de estas propuestas en la campaña presidencial del 2020. Una vez que fue elegida vicepresidenta, Harris reafirmó el apoyo de la fórmula al fracking .

Para muchos demócratas no es un tema fácil de abordar, ya que el fracking tiene mucho peso en varios estados electoralmente claves como Pensilvania. En el debate presidencial del martes, Kamala afirmó: “Cambié mi posición sobre el fracking (…) muchos esperaban que lo prohibiera en el 2020 y no lo hice”. 

¿Qué dicen los votantes? 

El pueblo estadounidense no está tan dividido acerca del cambio climático como podría suponerse. La encuesta definitiva sobre el clima, del Programa de Comunicación del Cambio Climático de Yale, muestra que el número de personas en EE. UU. que están convencidas de que el calentamiento global está ocurriendo supera a las que no lo creen, en una proporción de casi cinco a uno (72% contra 15%). 

Según la misma encuesta, más de un tercio de los votantes registrados afirma que el calentamiento global es muy importante para su voto en las elecciones de 2024.

Pero si bien muchos estadounidenses pueden estar de acuerdo con que el cambio climático es un hecho. Las encuestas también nos dicen que si se les pregunta a los votantes cuáles son sus principales problemas, la mayoría señala cuestiones de carácter cotidiano como la economía, la inflación, la delincuencia, la atención sanitaria o la educación.

Menos del 5% dijeron en las encuestas Gallup de 2023 y 2024 que el cambio climático era el problema más importante que enfrentaba el país. Es decir que la mayoría de los adultos considera que es una amenaza importante, pero es una prioridad menor comparada con otras cuestiones como el fortalecimiento de la economía y la reducción de los costos de la atención médica.

En general, el 37% de los estadounidenses dice que abordar el cambio climático debería ser una prioridad máxima para el Gobierno y el Congreso, y otro 34% dice que es una prioridad importante pero menor. Esto coloca al cambio climático en el puesto 17 de 21 problemas nacionales incluidos en una encuesta del Pew Research Center. 

Sin embargo, si las elecciones se celebraran hoy, las encuestas sugieren que la mayoría de los votantes preferirían un candidato consciente del clima. 

En cuanto a las diferencias según el género, una encuesta de Naciones Unidas menciona que en Estados Unidos, al igual que en Alemania, Australia, Canadá y Francia son las mujeres las que están más a favor de reforzar los compromisos de acción climática de su país, por una diferencia de entre 10 y 17 puntos porcentuales.

Nos queda esperar hasta el 5 de noviembre para saber quién será la o el próximo presidente de los Estados Unidos y cuánto impactará en el cumplimiento de los objetivos climáticos mundiales. Mientras tanto, te recomiendo que sigas la cobertura con todas las novedades de campaña de la mano de Juan Elman desde #UltimoRound.