El ‘que se vayan todos’ de Perú

Hace más de 11 años que no tiene un presidente que empieza y termina su mandato. El país no está así solo por Pedro Castillo, viene arrastrando una crisis desde 2016. ¿Cómo es una democracia sin partidos?

Hola, ¿cómo estás?

Como tenés que hacer tiempo hasta el domingo y recuperar la voz, yo te voy a resolver el dilema de qué hacer con dos cosas. La primera es que, si te ponés a ver para atrás, vas a ver que desde este humilde espacio que llamamos Cenital hicimos un montón. No de cositas, sino de cosazas. Hay una web nueva megacanchera. Hicimos muchos dossiers (litio, narcotráfico, elecciones en Brasil, 40 años de la guerra de Malvinas, cannabis, astrología, boleta única papel y sistema de salud), alguno de los cuales tuve el honor de aportar un granito. Cubrimos Brasil y todo lo que implicó, con Juano viajando y un podcast mágico. Estamos en modo mundialista hace un mes, con micrositio dedicado, Zequi en su mejor nivel, Costhanzo tirando paredes, y las incorporaciones de Fer Duclos y Beto Parrottino. Todo esto lo hicimos gracias a vos, que estás ahí bancando y queriéndonos. Yo te tengo que agradecer un montón y espero que el año que viene sigas ahí.

La segunda es darte tema de charla. Sin planearlo, salió un crossover automático con Mundo Propio. Él iba a escribir de otra cosa. Yo también. Pero de repente vino Pedro Castillo y dijo “un momento. Yo puedo evacuarla todavía más”.

Y lo hizo. Acá te voy a contar de dónde viene el Perú de la inestabilidad política.

Lo de Perú viene de antes

¿Cómo estamos hoy, eh? La cronología de los sucesos te la contó muy bien Juano el lunes pasado, pero en estas 72 hs ocurrieron varios hechos más. En este link de la CNN en Español están actualizando y centralizando todas las novedades. Podemos analizar el escenario actual desde tres aristas. La primera es que Dina Boluarte, quien se desempeñaba como primera vicepresidenta del Perú (tienen dos) hasta el momento en que Pedro Castillo fue vacado del cargo, comenzó conversaciones para adelantar las elecciones generales al 2024. Este es el dato a tener presente: el mandato que ella tiene que terminar dura hasta julio de 2026 y, claramente, no siente tener la fuerza para hacerlo ni un Congreso que la pueda acompañar. Ahora se evalúa que sean en 2023.

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Perú se acercaría, por lo parecido, a un 2000 con la tumultuosa salida de Alberto Fujimori. El expresidente dobló un poco la regla de la reelección que él había incorporado en la reforma constitucional de 1993 y ganó por tercera vez la presidencia en ese año. Pero se fue a Japón a las corridas, mandó un fax renunciando, se lo rechazaron y lo destituyeron. Entonces llamaron a elecciones en el 2001. Hay olor a esa época.

La segunda línea es que la propia Dina decretó el estado de emergencia en el país, con despliegue de las Fuerzas Armadas para proteger los principales puntos estratégicos del país (bienes nacionales, aeropuerto, centrales hidroeléctricas, entre otros). “Esto implica una serie de limitaciones a las libertades individuales, como la de reunión y la de inviolabilidad del domicilio”, me cuenta un querido amigo desde allá, quien prefirió el anonimato. Es como consecuencia de diversas marchas y movilizaciones que se han dado en 14 de los 26 departamentos del país (vas a ver que los llaman “regiones” erróneamente), incluyendo bloqueos en las principales vías de circulación. Se habla, hasta el momento, de 8 muertos. A eso se suma que Pedro Castillo convocó a manifestantes a que se desplacen hasta donde se encuentra detenido. Las vueltas de la vida: está en la misma prisión que Fujimori. En el medio, hay acusaciones cruzadas de quién traicionó a quién, con el portavoz de los ex aliados del destituido presidente apoyando a Boluarte. En esta entrevista al presidente del Consejo de Ministros (CM) de Perú, Pedro Angulo (el 56° en el cargo desde 1980), hay varias puntas de los desafíos del actual gobierno (de transición). “Es una mezcla de 2001 con 17 de octubre”, me amplía mi amigo. El ‘que se vayan todos’ peruano, con potencial reivindicativo popular.

La tercera línea es la regional, y sobre la que también tendrá que trabajar Boluarte. El lunes pasado un comunicado conjunto de los gobiernos de Argentina, Bolivia, Colombia y México expresaron su preocupación por la remoción y detención de Castillo. Esto deja a la primera presidenta del Perú en una situación compleja dado que los cuatro mandatarios son, en cierta medida, referencias progresistas de peso en la región. Con lo cual al frente interno inestable se suma cierta carencia de apoyo a la transición en el frente externo. Para respirar un poco, tiene a la ONU y a Estados Unidos.

Así las cosas, ¿de dónde viene todo esto?

Perú, a veces, se parece un poco a Israel y otro poco a Italia. Hace poco te escribí sobre la situación de inestabilidad algo crónica que vienen viviendo ambos países (acá y acá). Por ahí te acordás de los gráficos sobre el tiempo de duración que tuvieron sus primeros ministros. Me pareció sensato arrancar de la misma manera para entender las raíces del Perú de hoy. Más bien, desde cuándo viene como viene.

El vox populi es que en los últimos 8 años tuvo 7 presidentes y 4 destituciones. Esto es parecido a un parlamentarismo inestable, justamente como el israelí o el italiano. Pero el sistema peruano es un presidencialismo. Uno raro, con particularidades. Pero tiene un presidente al final de la letra. Por eso nos llama la atención. Los presidentes duran, no se van. Sobre todo los latinoamericanos. Tuvimos, es cierto, una oleada de destituciones presidenciales en los ’90 y comienzos del 2000. Pero la norma general es que terminan el mandato. En Perú esa norma se rompió en los últimos años. Mirá.

En el gráfico podés ver todos los presidentes peruanos desde el retorno a la democracia en 1980 hasta esta misma semana, con la cantidad de días que duraron en el poder desde que fueron electos hasta su salida. Hay dos regularidades. La primera es que solo dos repitieron mandato: Alberto Fujimori (de manera inmediata por tres períodos) y Alan García (1985–1990 y 2006–2011). Los nombres no se repiten porque, después de Fujimori, el Congreso de Perú reformó la carta magna y solo permitió la reelección mediata (tiene que mediar un mandato), no inmediata (puede haber dos o más consecutivos). El Presidente peruano pasó, así, a ser como el chileno y el uruguayo. Pero solo en la norma, porque en los hechos nunca volvió ninguno como sí ocurrió con sus pares (Michelle Bachelet en el primero y Tabaré Vázquez en el segundo). En Perú solo lo logró García.

Acá es donde aparece otra regularidad. Si volvés a ver el gráfico vas a ver que los colores de las barras no se repiten. Eso, para mí, es un desafío por ser daltónico. Pero vos vas a poder verlos bien clarito. Cada partido político tiene un color específico. Si hay cambio de color, entonces quiere decir que hay cambios de partidos en el poder. Los que llegan a la Casa de Pizarro no solo son casi todos nuevos desde el 2000 en adelante, sino que también tienen camisetas nuevas. Son casacas con estructuras rearmadas de otras viejas, con caras que quieren dar una idea de renovación total, con redes políticas reestructuradas, mezclando trayectorias nuevas con otras más tradicionales. Son, además de todo esto, cada vez más débiles a la hora de asumir. Acá empieza a aparecer una constancia en el sistema político peruano que, creo yo, es una explicación de peso para entender lo que está ocurriendo y desde cuándo. Es algo que se dijo a comienzos del 2000 y que se mantiene: Perú es una democracia sin partidos.

En medio de estas regularidades, Pedro Castillo fue el presidente electo que menos duró en el cargo: 497 días. Menos que Pedro Pablo Kuczynski (PPK, Peruanos para el Kambio), que se fue en un escenario bastante calamitoso. Digo electo porque Valentín Paniagua, Martín Vizcarra, Manuel Merino y Francisco Sagasti fueron designados titulares del Poder Ejecutivo por estar en la línea de sucesión. Igual que Dina Boluarte. Lo de Castillo, entonces, tiene algo nuevo y algo constante. Lo nuevo es justamente la cantidad de días que duró. Lo constante es que no es el único: todas las barras después de Ollanta Humala no llegan a los 1.826 días, la cantidad que están los que terminan los 5 años de mandato.

Entender lo que pasó con el profesor rural es entender Perú desde 2016 en adelante. Hace más de 11 años que Perú no elige un presidente que empieza y termina el mandato. Tampoco lo logran los que están en la línea de sucesión. Esto es algo que, al parecer, Boluarte tiene bastante claro. Y si no, podés mandarle estos gráficos.

Pero los presidentes no son los únicos que duran poco. Antes te comenté que Perú es un presidencialismo, pero uno raro. Por la sencilla razón de que el presidente del CM es una especie de jefe de gabinete pero que se tiene que someter a la voluntad del Poder Legislativo para que aprueben su designación, junto a la de todo el equipo ministerial. Esta figura es, también, una forma de ver qué equipo arma cada mandatario peruano, de dónde viene y cuánto dura en el poder. Así las cosas, desde 1980 en adelante.

El gráfico muestra la cantidad de días en el cargo para los presidentes del CM, con la misma escala vertical que el de presidentes para que sea comparable. Agrega también el color del partido correspondiente y unas líneas punteadas divisorias que separan los períodos para cada primer mandatario. Hasta la fecha hubo 56 titulares del CM (48 hombres y tan solo 8 mujeres). Muchos de ellos coincidieron en el color político con los presidentes. Esto es intuitivo: si sos líder de un partido político y presidís un país, vas a poner a tu número dos en la estructura de poder que armes. Es una forma de blindarte, gestionar y acumular recursos políticos. Esta regularidad aparece, al menos, hasta Alan García en su segundo mandato (García II). Pero algo ocurrió en Perú a partir de Humala. Hay mayor cantidad de barras grises, que son los independientes. Los presidentes peruanos a partir de Ollanta pusieron un encargado del consejo a alguien sin trayectoria partidaria ni referencia política colorida. Esto puede ser leído como una causal o como un síntoma de la democracia peruana. Lo que es, sin dudas, es una señal de la carencia de partidos políticos sólidos, estables y funcionales.

La vacancia con menos defensa de la historia. Hay otro dato que ayuda tanto a entender lo de Castillo como esta idea de la carencia total y absoluta de partidos útiles. Armé esta tabla que compara todos los procesos de vacancia presidencial que llegaron a votación en el pleno. Descarté todas las discusiones que no prosperaron, como la primera que sufrió el maestro rural.

Fuente: elaboración propia en base a Wikipedia. Fujimori sufrió dos intentos de vacancia, pero como consecuencia del autogolpe de 1992 las Fuerzas Armadas rechazaron lo decidido por la mayoría absoluta de ambas cámaras del congreso. En la reforma constitucional de 1993 el Poder Legislativo de Perú pasó de ser bicameral a unicameral.

Castillo, en comparación con sus trágicos pares, fue el presidente que más intentos de vacancia tuvo en la historia democrática del Perú y el que peor defensa tuvo. Fue, literal, un colador. Eso lo podés apreciar en los votos por el “no”. Solo 6 congresistas defendieron a su presidente y supuesto líder partidario. Hasta Fujimori tuvo algunos más, en el peor momento de su carrera política, con acusaciones de corrupción y con su mano derecha apuntado por violar derechos humanos en el país. El maestro rural es también el que más rápido tuvo un proceso de destitución en el pleno de congresistas: a tan solo 223 días de su asunción. Ni a PPK le pasó. Esto habla de una debilidad política muy fuerte, además de una carencia total de una red de contención para proteger a un titular del Poder Ejecutivo. De un escudo legislativo, en pocas palabras. Ese escudo lo dan los partidos políticos.

Esa carencia de una defensa tiene su costado de tragedia. Antes de que Castillo diera su discurso, las estimaciones indicaban que solo se iban a reunir 78 votos seguros para destituirlo. En contra se habían confirmado 43. Después vino la última vez que habló como presidente. Volvé a mirar la tabla.

El Congreso que le tocó. Por acá viene la última línea de análisis y que ayuda también a cerrar esta trágica historia. Castillo tuvo que enfrentar su mandato sin un partido propio porque Perú Libre era (literal) de Vladimir Cerrón, líder regional del Departamento de Junín, cercano a Lima. Cerrón, además, lo expulsó del partido a menos de un año de haber asumido. A esta falta de estructura de contención le tocó uno de los congresos más fragmentados en la historia democrática reciente del país.

Fuente: elaboración propia. El valor de NEPLeg (Número Efectivo de Partidos Legislativos) mide la fragmentación efectiva del congreso (diputados en el período bicameral 1980–1990) a partir del peso ponderado que tiene cada bloque en términos de bloque.

Otra vez, no es algo nuevo. Es algo que se remonta al período post PPK. Las elecciones extraordinarias del año 2020, convocadas por Martín Vizcarra luego de exitosamente disolver el Congreso, generó no solo un salto en la cantidad nominal de bloques legislativos sino también en términos de su fragmentación efectiva. Dado que ambas medidas tienen la misma escala, que la barra esté cerca de la línea de tendencia significa que las 130 bancas se las repartieron entre varios en partes muy parecidas. Un valor entre 8 y 10 quiere decir que, en promedio, tuvieron unas 13 bancas cada uno. Anda a construir una mayoría. Con la elección de Castillo hubo una compresión efectiva que bajó hasta 6, pero que nominalmente siguió subiendo hasta 11. Siguen siendo valores muy altos, poco usuales en Perú. Más cerca de Israel, Italia o Brasil que de Uruguay.

Pero esto no es todo, amigos. Porque un Congreso fragmentado es un peor Congreso cuando los actores son todos nuevos. ¿Dónde se ve la democracia sin partidos? Acá. Calculé la cantidad de partidos políticos nuevos que entraron año a año en cada elección, ya sean actores reciclados de otros viejos, que nunca entraron en el recinto a pesar de intentarlo o bien totalmente nuevos sin existencia previa. Los llamé neófitos políticos y calculé tanto la cantidad que ingresaron como el porcentaje de bancas que ganaron. Esto es, cuánto poder amasaron.

Fuente: elaboración propia.

Tal como podés ver, salvo en las de 2020 que cayeron un poco en la relevancia política que tuvieron, desde 2011 en adelante vienen amasando por encima del 33% de las bancas del congreso. En un Poder Legislativo con 130 bancas, la mayoría es 66 (51%) y los pedidos de vacancia presidencial se aprueban con 87 votos (66%). Que esas barras tengan esa altura es tanto un dolor de cabeza para presidentes que tienen que gobernar como un símbolo claro y directo de la falta de partidos en una democracia que trata de andar. Esta evolución coincide con lo que te mencioné antes respecto de la regularidad de independientes como presidentes del CM. La gestión de la política recayó en nuevos y en no partidarios. Pensalo. El 40% está más cerca de la mitad de una Cámara que el 10% (o menos) de los años 1985, 2000 y 2006.

Este último gráfico tiene otro dato. Remite a las elecciones generales de 1990. Fueron las que vinieron después de una escalada hiperinflacionaria en el primer gobierno de Alan García, las del terrorismo de Sendero Luminoso y las que enfrentaron a dos neófitos por definición, como él y él. En esas elecciones, la cantidad de nuevos sube a cuatro respecto de la elección anterior, pero acumulan más de la mitad del Congreso. Todo terminó en el autogolpe de 1992. La historia no siempre absuelve, pero muchas veces enseña.

Y aunque suene repetitivo, las democracias andan bien cuando tienen partidos políticos que valen la pena. Son los que funcionan, con los que se puede hacer carrera política y aprender a gestionar la política. Son una escuela. Una para la democracia. Una que funcione. Los gobiernos se pueden hacer con muchas cosas, pero andan con partidos, no con movimientos flexibles. Castillo fue una cara más de esta democracia sin partidos. También fue la cara de la innovación como tragedia y un poco de farsa. Quiso ser Humala, tal vez el Alan García joven. Pero terminó con Fujimori. Y como él.

Elecciones en países random

  • Mientras Julián Álvarez corría y veía cruzarse croatas por el camino, Fiji comenzó a votar en las octavas elecciones parlamentarias desde que se convirtió en una república después de dos golpes de Estado en 1987. Desde 2007 es Primer Ministro el querido Frank Bainimarama, que se sentó primero como independiente y después fundó FijiFirst. Generalmente saca el 50% de los votos y de las bancas. Y esta vez volvió a hacerlo con 27 de 51 que tiene el parlamento fijiano. Acá te cuentan cómo votan.
  • El sábado votan en Túnez en un clima más picante que la concentración portuguesa. El Presidente Kais Saied anda a los tiros con el Parlamento, desde que decidió dejarlos sin trabajo y mandarlos a su casa. Algo ya te había contado en la primera entrega de enero de este año. En el medio, Kais convocó a un referéndum constitucional para pasar a un sistema presidencial (con él liderando, claro), al que acusaron de poco democrático y en el que solo votó un tercio de la población. Se avecina complejo el escenario. Más que el partido por el tercer puesto. Acá también te dicen cómo votan.
  • Biden fue más encuestas que historia: el Partido Demócrata se quedó con la banca de Georgia, que fue al ballotage el martes 6 de la semana pasada. Repitió Raphael Warnock, el mismo que le dió las 50 bancas cuando asumió. Queda así mejor parado que cuando escribí esta nota.

Hasta acá llegamos. Siempre te dejo el Google Electoral Calendar para que uses a gusto (descargándolo acá desde tu compu y acá desde tu celu), además de la lista de Twitter. Nos leemos en dos semanas, para el último del 2022. Un abrazo electoral,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy me encuentran dando clases en UBA y UTDT. Me encantan las elecciones y me sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tengo es aprenderme la historia de los partidos políticos. Creo que la política marida muy bien con un tinto.