¿Qué y cuánto produce cada provincia? Las asimetrías bajo la lupa

La Ciudad de Buenos Aires, PBA, Córdoba y Santa Fe explican el 70% de nuestro PBI y más del 73% de las exportaciones. Las bases de la desigualdad entre distritos y las dificultades para solucionarla.

Si repartimos lo que produce en un año la economía argentina según la contribución de cada provincia nos vamos a encontrar con un escenario sumamente desigual. Buenos Aires, la Ciudad de Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe explican, en conjunto, el 70% del valor agregado bruto nacional, las otras 20 provincias el 30% restante.

Esta situación no surge únicamente por la cantidad de productos ni por la cantidad de personas que viven en cada territorio, sino que existen diferencias cualitativas en torno a qué es lo que produce cada una de las jurisdicciones. Por ejemplo, mientras que en Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe se fabrican vehículos -autos particulares y camiones- o autopartes -también en Tucumán y Tierra del Fuego-, en otras provincias la producción está mucho más vinculada a la explotación de recursos naturales. Esto que puede resultar irrelevante, no lo es, dado que habla de la construcción de capacidades productivas que algunas provincias han logrado a lo largo de la historia y que facilita la adaptabilidad a otras industrias. A su vez, mientras que la producción agrícola y minera requiere de inversiones mucho mayores para ampliar su nivel, la industria en cambio puede tener mejoras continuas y constantes, así como también la ampliación de las fábricas, que facilitan los aumentos de la escala producida.

Proporción del Valor Agregado Bruto nacional por provincia. Año 2022

Fuente: elaboración propia en base a CEPAL y MECON (2023)

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Pero, ¿cuál es el reflejo de estos números? La industria, los servicios profesionales y la explotación de minerales suelen tener asociados salarios mayores que los de otras actividades. Mientras más fuertes sean esas ramas en una provincia, mayores serán los salarios provinciales y habrá más probabilidades de que florezcan otros negocios -como comercios, restaurantes y entretenimiento-, por lo que gastan los trabajadores. Por ejemplo, sin estar exento de tensiones, la explosión productiva en Vaca Muerta dinamizó muchísimo la zona, por la gente que se mudó hacia allí y por los salarios de los petroleros. Algunas de las tensiones podés verlas en esta entrega de Fer Bercovich.

El mayor nivel de actividad de algunas provincias también se ve reflejado en la capacidad fiscal propia -como complemento de la coparticipación federal-, que se traduce en la posibilidad de realizar políticas de inversiones en áreas que consideren esenciales: infraestructura, educación, salud, políticas productivas o de incentivo.

Pero, la cosa se complica un poco. Buena parte de las provincias cordilleranas y patagónicas tienen explotaciones de minerales y petróleo -o pueden tenerlo-, algo por demás importante para ver el nivel de actividad de esas zonas. Como ya hemos visto en otras entregas, la extracción no es moco de pavo, requiere de un nivel de inversión muy alto, que se traduce en el empleo de mano de obra con buenos salarios y de proveedores para la construcción, puesta en marcha y operación de los establecimientos. Sin embargo, como también charlamos en otra ocasión, los proveedores que se encuentran cerca de las explotaciones de recursos naturales suelen ser los que agregan menos valor, ya que actualmente no se cuenta con muchas capacidades industriales en esas zonas. Por lo tanto, lo que termina ocurriendo es una transferencia de las ganancias y los gastos de las áreas mineras y petroleras a las provincias más desarrolladas -CABA, Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe-, que pueden proveer bienes intermedios necesarios para las actividades.

Esto también ocurre con los servicios profesionales. Nuestra querida YPF, por ejemplo, tiene su central de operaciones en Puerto Madero, cuando la casi totalidad de los hidrocarburos se extraen en la Patagonia. Por supuesto que hace otras cosas además de extraer gas y petróleo, pero no deja de ser llamativa la decisión de grandes empresas del rubro de concentrar sus operaciones técnicas en la Ciudad o en la provincia de Buenos Aires. De todas maneras, no se trata de una determinación arbitraria de las empresas, sino que se replican los patrones poblacionales debido a las dificultades que conlleva incentivar el traslado de los habitantes de una zona a otra y a la comodidad de tener los centros de operaciones cerca del corazón financiero de Argentina: CABA.

Para cerrar este punto, quizás pensabas que las exportaciones provinciales eran más equitativas que la distribución del PBI. Lamento decirte que no. Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba reúnen el 73,5% de las exportaciones nacionales de bienes -al no tener tanta industria, CABA no tiene un papel muy relevante en las exportaciones de bienes y no existen datos de origen provincial de servicios-. Si sumamos a las patagónicas, superamos el 80%. Otro día vamos a meternos en cada una de las provincias, al igual que sucede con la producción: las exportaciones son bien distintas en cuanto a los productos.

Proporción de las exportaciones de bienes de 2022 por provincia

Fuente: elaboración propia en base a INDEC.

Don’t tell me what I can’t do

Pese a que nuestro querido -o capaz no tanto- John Locke de Lost pudo caminar pese a su parálisis, hay motivos profundos por los cuales existe y se sostiene la desigualdad entre provincias. Es decir, solucionarlas no es solo una cuestión de voluntad y de bajar impuestos -ni de llegar a una isla-, sino que las raíces son mucho más profundas y complicadas de resolver. Exploremos algunas de ellas.

El mapa de asentamientos urbanos que conocemos hoy en día -especialmente el de las principales ciudades del país- se encuentra muy ligado a las postas coloniales, así como también al desarrollo ferroviario en el marco del modelo agroexportador y a la expansión del territorio nacional frente a aquel bajo dominio de los pueblos originarios. ¿Por qué nos importa? Uno de los factores que explica la localización de industrias en el territorio es la cercanía a núcleos urbanos de cierto tamaño, ya que garantiza un mercado donde pueden vender los productos. De igual manera, el acceso a medios de transporte y a una buena conectividad también influyen sobre la localización industrial. Por lo tanto, los lugares más cercanos a los puertos o a fronteras terrestres tienen mayores probabilidades de atraer inversiones, en caso de tratarse de empresas orientadas a la exportación de bienes. Esto claramente no afecta a las explotaciones de recursos naturales, dado que las elecciones territoriales están más limitadas en ese caso.

En línea con lo anterior, tanto la disponibilidad de recursos humanos como de otras firmas que hagan algo parecido en las cercanías representan un aliciente para la instalación de empresas. Los dos aspectos afectan la capacidad de las compañías de encontrar recursos humanos y una red de actores que facilite la búsqueda de trabajadores capacitados para desarrollar sus actividades. También, la existencia de otras empresas en el lugar facilita que la infraestructura existente se comparta, abaratando los costos de construcción, ya sea del tendido eléctrico como de las redes viales y ferroviarias, debido a que se logra un mayor volumen de producción por la inversión realizada.

Ahora bien, de lo anterior se desprende que las empresas suelen alojarse en los lugares más poblados, pero este no es un proceso estático, sino que, a medida que va pasando el tiempo, la propia dinámica poblacional y de crecimiento económico hace que los lugares más desarrollados refuercen su carácter industrial, mientras que las otras zonas del país -relativamente más atrasadas- sigan perdiendo terreno en la carrera productiva. De hecho, durante los procesos de industrialización del siglo XX en Argentina existió una fuerte migración desde las provincias productivamente periféricas hacia las centrales, porque en estas últimas se concentró gran parte de la nueva industria. Recién en la década de los ’70 comienzan a aplicarse medidas para contrarrestar esta situación, a través de los regímenes de promoción industrial.

Es cierto que hay factores que atenúan la cristalización de las asimetrías regionales. Las zonas de menor desarrollo productivo suelen estar asociadas a salarios más bajos y a una mayor disponibilidad de tierras para construir, así como también a mayores permisos para realizar actividades -ya que estas inversiones son clave para aliviar las diferencias con otras provincias-. Sin embargo, el propio accionar del mercado dirigido por las diferencias de precios no parece ser suficiente -o al menos no lo fue hasta ahora- para revertir las tendencias históricas de nuestro país.

Es ahí donde entra a jugar la necesidad de pensar políticas productivas que consideren las capacidades locales y la disponibilidad de recursos naturales para fomentar, no solo su extracción, sino también su procesamiento. De esta manera, es posible comenzar un proceso de cierre de brechas regionales. Lamentablemente, nos encontramos en un momento en el que prima la austeridad como solución a todos los problemas por sobre las políticas productivas.

Si te interesa indagar más sobre estos motivos más teóricos, te recomiendo fuertemente que leas este documento de CEPAL que resume muy bien las distintas posturas.

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.