Las amigas en la literatura, un refugio conocido

Distintas representaciones de la amistad en libros de cartas, narrativa y poesía.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Como te imaginarás, no tuve una buena semana. El resultado de las PASO tuvo el efecto de un golpe fuerte en la cabeza que me dejó desacomodada, triste, oscura, fastidiosa. No soy una persona negativa, pero la verdad es que me está costando ver la luz al final del túnel. Por suerte en Cenital hubo varios análisis interesantes sobre lo que viene en los newsletters de Iván, de Facu Cruz, de Juan Elman, y el que sale en un rato de María Esperanza Casullo. Todos están en Gane Quien Gane, el lugar donde hablamos de este año electoral. Y por si no la vieron, les dejo también una encuesta clave que estamos haciendo para entender un poco qué puede aportar este medio a la crisis generalizada de representación que estamos atravesando. Solo les llevará cinco minutos contestarla.

Yendo a lo que nos convoca, estuve pensando sobre qué escribir cuando todo está tan mal. Y la respuesta fue bastante contundente. Elegí para esta entrega dedicarme a los amigos y las amigas. En rigor, el tema de la amistad ya fue tocado en El Hilo Conductor, en una hermosa edición especial que estuvo a cargo de Lucas Garófalo allá por octubre de 2021, cuando me reemplazó durante un viaje. Pero yo no lo abordé nunca y de un tiempo a esta parte estuve leyendo bastante sobre el tema. Así que vamos a hablar en particular de libros sobre amigas y amigos. Porque son ellos los que están ahí cuando el mundo se vuelve un lugar decididamente hostil. Son el refugio para no sentirnos tan solas. Son las personas que elegimos para conversar de nuestros planes y desmenuzar nuestras angustias. Me parece pertinente en medio de tanta intemperie rendirle un pequeño homenaje a las personas con las que mejor nos llevamos. Gracias, amigos, gracias, amigas, por estar ahí para mí, por mantener viva la complicidad. No sé qué haría sin ustedes.

Empecemos.

Lygia Clark, Diálogo de manos

UNO. Las cartas de Lygia Clark y Hélio Oiticica

¿Conocen a estos dos artistas brasileños del siglo XX? Yo no los conocía demasiado y con Fantasmática del cuerpo, el libro que reúne su correspondencia entre 1964 y 1974, los sentí muy cercanos. Clark nació en Belo Horizonte en 1920 y se la reconoce como una de las creadoras del movimiento neoconcreto. Fue una figura clave para sacar del corset tradicional la relación entre el arte y los espectadores, y se ocupó de hacerlo a nivel conceptual y sensorial. En su obra hay pinturas pero sobre todo esculturas, instalaciones y una serie de acciones en las que los participantes activaban los artefactos que ella había inventado. Hélio era más joven que Lygia (nació en Río de Janeiro en 1937) y fue uno de los artistas inspiradores de la movida del tropicalismo a finales de los sesenta. Ambos se conocieron en Brasil, y al poco tiempo Lygia se fue a vivir a Europa. Entonces empezaron a cartearse y a alimentar una fecunda y estimulante conversación sobre arte, sobre el rol de ellos como artistas, y a pedirse algunas ayudas y consejos. Hélio, en tanto, estaba en Brasil codeándose con Caetano Veloso, Gilberto Gil, Glauber Rocha y otros artistas geniales, y viendo cómo poco a poco la escena se volvía más opresiva y violenta. Cuando la cosa ya no daba para más, viajó él también a Europa y luego a EE.UU., donde le llegaría cierta merecida consagración. Estas cartas de ida y vuelta funcionan como una crónica en tiempo real de los acontecimientos y como un registro minucioso de las tácticas de supervivencia de los artistas (es notable ver cuán creativos tenían que ponerse para conseguir financiamiento). Pero sobre todo son la forma que tenemos hoy de percibir cómo circulaba el afecto y la interacción entre ellos, de qué manera pensaban juntos y se acompañaban o criticaban. Para que conozcan un poco más de sus obras, vamos a usar imágenes de ambos artistas para ilustrar el Hilo.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

DOS. Las cartas de Margo Glantz y Tamara Kamenszain

Hablemos de otra dupla de amigas que cultivaron su vínculo durante más de treinta años. Me refiero a la escritora mexicana Margo Glantz y a la ensayista y poeta argentina Tamara Kamenszain. Ellas se conocieron cuando Tamara y su familia se fueron al exilio mexicano, y al regresar al país, en 1984, trasladaron su amistad al formato epistolar. Ahora las cartas que se enviaron desde esa fecha hasta 1997 –cuando las misivas se reemplazaron por los mails– están reunidas en el libro Ya te llegará, que lanzó Eterna Cadencia. Debo confesar que estuve muy involucrada en este volumen, porque hace más de un año y medio que vengo trabajando en el archivo de Tamara junto con Florencia Garramuño, Cynthia Edul, Mercedes Halfon y Leonora Djament. Verlo impreso me genera mucha emoción porque es la primera activación de un archivo que está lleno de sorpresas y porque desde que encontramos las cartas de Margo separadas con una bandita elástica, entre las más de 500 que conservaba Tamara, vimos un libro ahí y trabajamos mucho para que existiera. Además, nosotras mismas nos hicimos amigas durante el proceso: al transcribir y reponer conversaciones y chismes anacrónicos de ellas, generamos nuestras propias complicidades. Las cartas son un ejemplo genial de cómo dos grandes escritoras eran también amigas cercanas. En ellas hablan de sus proyectos de su escritura, de sus rencillas matrimoniales, de la crianza de sus hijas e hijos pequeños, y a su vez se ven reflejados algunos conflictos latinoamericanos recurrentes como la tremenda inflación y las huelgas del correo en Argentina o los terremotos en Ciudad de México. Además, mencionan a su vez a muchísimos otros amigos y colegas dispersos por el mundo. Ya te llegará es una forma de reponer una conversación del pasado y a la vez un gesto hacia el futuro, para que sigamos pensando con ellas. Acá se pueden leer las primeras dos cartas.

Hélio Oiticica, Parangolé
(es una colección de telas de colores con las que la gente se viste y baila,
poniéndolas en movimiento).

TRES. Lila y Lenú, según Elena Ferrante

No puedo no mencionar en un Hilo sobre amistad a las eximias protagonistas de la saga de novelas de la italiana Elena Ferrante: Lila Cerullo y Lenù Greco. En La amiga estupenda las seguimos desde que son muy pequeñas en una Nápoles empobrecida y embrutecida, tratando de valerse por sí mismas en la escuela y después en la universidad, entre hombres que las quieren someter, mujeres también machistas y protomafiosos. Hay algo entre ellas que funciona por oposición o por complementariedad: Lila es un fuego avasallante, con una inteligencia proverbial y poca ingenuidad. Lenù es más tranquila y sutil, se toma las cosas con más calma y tarda más tiempo en entender lo que siente. Lila por momentos la enceguece, o la pone furiosa, pero siempre cree que estar con ella es preferible a estar casi con cualquier otra persona. Juntas van creciendo, cambiando. Se convierten en adultas no sin dificultades. Hay que decir que este es un caso en el que la adaptación audiovisual de la novela funciona realmente muy bien. Las distintas temporadas de La amiga estupenda están disponibles en HBO. La recreación de los barrios populares napolitanos de posguerra está muy lograda. Y la complicidad entre las actrices que las interpretan también, aunque vayan cambiando según pasan los años.

CUATRO. Pequeño tratado sobre la amistad

Ese es el título del segundo libro de Joana D’Alessio, la escritora y editora detrás de los sellos Vinilo y Ralenti. Y efectivamente se trata de un breve ensayo autobiográfico sobre sus amigas a las que durante la pandemia convoca de a una para salir a caminar. Con esa premisa, las partes de este delicado volumen versan sobre cada una de ellas: Joana bosqueja los inicios de las relaciones, las describe a través del tiempo y remarca en qué se hacen fuertes juntas. Son todas mujeres de unos cuarenta años que sufren por amor o por inseguridad, que quieren escuchar e intercambiar inquietudes mientras caminan por los barrios del norte de Buenos Aires en un momento de aislamiento obligado y angustias varias. Además, el libro registra constantemente la devoción de la autora por las plantas que observa en las calles pero que también cuida en su casa, como si existiera una relación estrecha entre las amistades que crecen y se expanden o se secan, y las hiedras o las plantas silvestres, que resisten estoicas más allá de las adversidades. El libro se completa con las ilustraciones de Claudia Degliuomini.

Lygia Clark, Diálogo de ojos

CINCO. Los poemas de Amiga, de Malena Saito

El primer poemario de Malena Saito, publicado por Santos Locos en 2017, se llama, justamente, Amiga, y está construido como una especie de conversación en ausencia en segunda persona. Los versos son confesionales y se detienen en los destellos que se apagan, en las fiestas que salieron mal, y en la sensibilidad cotidiana que tenemos sobre las cosas que nos trastocan. Esa amiga del título funciona entonces como canal para que los versos fluyan, pero también como espacio que se abre al diálogo interior. Si sos joven, tenés amigas a las que adorás, y creés que ellas son la clave para que las cosas no estén tan grises, entonces es probable que te identifiques con muchos de estos poemas. Dejo uno acá, pero en este link hay varios más.

Me gustaría decirte
amiga
que toda la cerveza
que tomamos en estos años
es un tobogán
un pasaje para desarmar el dolor
escondido atrás de los dientes
que se pudren por la fuerza del miedo.
Me gustaría
amiga
que tomáramos vino
que creciéramos
y fuéramos mejores personas, las más felices
de nuestros amigos,
que eligiéramos siempre
las decisiones más salvajes
y que nada, nada
nos pasara
por encima.

SEIS. Las mejores amigas

Otro libro de poesía y amistad entre mujeres, pero esta vez escrito a cuatro manos entre Flor Monfort y Noe Vera, dos escritoras de Buenos Aires que se conocen hace años y que llevaron su complicidad a los versos. En Las mejores amigas, publicado en julio por Caleta Olivia, ellas comparten el código de la escritura con tanta simbiosis que no nos damos cuenta cuál de las dos está detrás de cada verso. Dividido en varios poemas largos con cortes internos que le dan fluidez, el libro se organiza como una especie de conversación por la que van derivando con soltura, cambiando de temas y de enfoques. En estos textos se nota que son con la otra, en el sentido de compartir los problemas y las anécdotas, pero sobre todo por habitar un lenguaje común, ese código interno de la relación que las vuelve íntimas por inventar una suerte de glosario privado (“vos y yo inventamos una lengua/ para no ser descubiertas/ las miradas no alcanzan/ se necesita una lengua para ser y estar”). Cada amiga se entrega a la otra, se confiesa, se sincera, evoca un recuerdo en común para enaltecer la belleza de tenerse (“si me enfermara/ serías capaz de cuidarme/ pienso que si me muero/ quisiera que cuidaras todo lo mío/ que sean quien me revise los cajones/ que hurgues en mis libretas/ y tal vez saques algún verso/ que puedas decir que es tuyo”). Mención especial para el poema que se llama “Agota” en el que hablan de la genia de Agota Kristof, la autora húngara de la novela Claus y Lucas, una escritora potente, talentosa y reflexiva, como ellas.

Hélio Oiticica, Gran núcleo (1960)

SIETE. Cuando un amigo se va

Antes de despedirme, me interesa hablar de dos textos muy hermosos y bastante conmovedores de dos autoras que escriben sobre amigos que murieron. Más exactamente, sobre amigos que se suicidaron. Me parece dificilísimo ponerle palabras a la ausencia repentina de un amigo y ellas logran algo especial: hacerlo desde el amor y el respeto, desde un afecto que trasciende el plano existencial para seguir pensando en ellos aunque ya no estén allí para leerlas.

El primero es “Retrato de un amigo”, de Natalia Ginzburg. Incluido en Las pequeñas virtudes, este relato de apenas diez carillas es de las cosas más bellas que se escribieron sobre la amistad. Sin llamarlo ni una vez por su nombre, inferimos que Ginzburg está hablando de su querido Cesare Pavese, quien se suicidó a los 41 años en la habitación de un hotel de Turín en 1950, mientras todos sus amigos cercanos estaban de vacaciones. Ella, con la sutileza que la caracteriza, habla de él extrañándolo muchísimo pero esquivando el dramatismo o la pena intensa. Más bien lo describe con frases justas, esas que solo puede pronunciar alguien que conoció muy de cerca a la otra persona. Y no se priva de criticar cierta tozudez o actitudes que la desencantaron. Porque de todo eso está hecha también una amistad.

Van algunas citas, pero, si prefieren, acá está el texto completo.

Conversar con él nunca era fácil, ni siquiera cuando se mostraba alegre; pero un encuentro con él, aunque hecho de pocas palabras, podía resultar tónico y estimulante como ningún otro. En su compañía nos volvíamos mucho más inteligentes, nos sentíamos inclinados a poner en nuestras palabras lo mejor y lo más serio que llevábamos dentro, descartábamos los lugares comunes, los pensamientos imprecisos, las incoherencias.

*

Con los años, se había creado un sistema de pensamientos y principios tan enrevesado e inexorable, que le impedía concretar la realidad más simple, y cuanto más prohibida e imposible se hacía esa simple realidad, tanto más profundo se hacía en él el deseo de conquistarla, enredándose y ramificándose como una vegetación tortuosa y sofocante. A veces estaba tan triste que nosotros hubiéramos querido acudir en su ayuda, pero jamás nos permitió una palabra piadosa, un gesto de consuelo; y ocurría, más bien, que nosotros imitábamos sus modos y, en la hora de nuestro desconsuelo, rechazábamos su misericordia.

El segundo es el libro El amigo, de la escritora neoyorquina Sigrid Nunez, publicado por Anagrama. La protagonista de esta novela pierde de manera inesperada a su amigo y mentor, también escritor, y por esas cosas raras de la vida tiene que hacerse cargo de su perro, un gran danés muy incómodo y con achaques. Encima en su edificio no se aceptan animales. Entonces lo que se arma es un relato bastante inclasificable en el que el duelo se procesa ante esa presencia perruna, que por momentos es un poco su amigo encarnado, y que también está sintiendo la irremediable ausencia de su dueño. El resultado es una obra muy original e inteligente que ganó el National Book Award en 2019 y que hizo que esta autora medio desconocida ingresara en la escena literaria norteamericana. Aquí pueden leer las primeras páginas.

Ahora sí, me despido hasta dentro de quince días.

Espero que este Hilo simplemente te haya hecho pensar en tus amigos y amigas. En lo importantes que son y en lo necesario que es estar cerca de ellos.

Gracias por leer, y por favor cuidate mucho.

Malena

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.