Estados Unidos: Biden-Trump, una pelea por ser presidente a los 80 años

La campaña del magnate republicano intensifica los ataques contra el presidente por su edad, pero no contempla la propia. Pedido de test cognitivo y trolleo en redes. La estrategia del demócrata: polarizar con un Estado activo y presente. Qué marcan las encuestas. La palabra del exembajador Jorge Argüello.

Con 69 años y 349 días al momento de su primera investidura, Ronald Reagan fue la persona de mayor edad en asumir la presidencia de los Estados Unidos de América. Hasta 2017, cuando un Donald J. Trump con 70 años cumplidos lo superó. Pero el persistente Joseph Biden no solo le arrebató al magnate republicano la jefatura del Estado. Con sus 78 años al asumir en enero de 2021 –días después de la invasión al Capitolio– se convirtió en el presidente más longevo de la todavía primera potencia mundial. Desde aquel momento para acá, la salud del presidente fue tema omnipresente, por caídas, olvidos, tartamudeos, confusión de nombres y saludos al aire (replicados al infinito y más allá por las redes sociales).

Biden cae, el 1 de junio de 2023, en la Academia de la Fuerza Aérea de USA, en Colorado Springs. Foto de AP

Biden y Trump son de la misma generación: el actual presidente tiene 81 años y el magnate, 77. Sin embargo, el 50% de los estadounidenses encuestados por YouGov considera anciano (elderly) al demócrata y apenas un 6% hace lo propio con el republicano. Una diferencia abismal. Biden también toma la delantera en las categorías olvidadizo (forgetful) y alejado de la realidad (out of touch). Cuando se le pregunta a los entrevistados si los candidatos están mentalmente en forma (mentally fit), Trump supera casi en 20% el guarismo de Biden.

Resumen de encuesta YouGov, febrero 2024

A fines de febrero, mismo mes en el que apareció la encuesta, el doctor Kevin O´Connor presentó un informe sobre la salud del presidente. El médico, que desde la Casa Blanca comenzó a cuidar a Biden cuando éste era vicepresidente de Barack Obama, indicó que el mandatario demócrata se encuentra “apto para sus funciones” tras el examen físico anual en el cual la apnea de sueño y la artritis aparecen como datos comunes de acuerdo a su edad. 

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Tras conocer el informe, Trump fue un paso más allá en la red social Truth Social, a la cual se volcó tras ser suspendido en el antiguo Twitter (hoy X). “Joe Biden ‘El Canalla’ debe realizar un test cognitivo. Tal vez así podamos descubrir por qué toma decisiones tan terribles”. Y añadió: «Yo hice dos y los aprobé (¡sin errores!)”. ¿Te suena? Seguro: tan solo meses atrás en Argentina fue el entonces candidato presidencial Sergio Massa el que propuso una evaluación psicológica y psiquiátrica de los candidatos, apuntando al ahora presidente Javier Milei.

Pero Trump no se quedó solo en la exigencia de test. El magnate, que para ponerlo en términos boxísticos gusta de golpear debajo del cinturón, continuó el acoso a quien en la anterior campaña apodó sleepy (dormilón): empezó a publicar una serie de videos recopilatorios de bloopers de su rival. Uno de caídas, otro de olvidos, todos con saña. “Si gana, ¿podrá sobrevivir hasta 2029?”, es la poco feliz pregunta que aparece en uno de esos posteos. Incluso aprovechó una filmación de Biden desorientado bajo la lluvia, con un seguridad llevándolo de la mano y sosteniendo un paraguas, para hacer una promoción apócrifa de “Visiting Angels”, un sitio de atención domiciliaria para adultos mayores. El fin de la metáfora. 

“¿Cómo alguien puede actualmente votar por él?”, se preguntó un forista en la página de Instagram del bullinero Trump. Es esa, exactamente, la reacción esperada por parte de los estrategas en comunicación digital.

El trolleo a Biden, con promoción de un sitio de cuidados a ancianos, en las redes de Trump.

Semanas antes, las intrigas habían llegado desde adentro. “Todos los que me ven en el cargo están plenamente conscientes de mi capacidad para liderar”, le dijo a The Wall Street Journal la vicepresidenta, Kamala Harris. La frase levantó un sinfín de interpretaciones. ¿Buscaba “pedir la pelota” ante los cuestionamientos cada vez más explícitos a su partenaire? ¿Quería ser la candidata principal en 2024? ¿O estaba hablando para adelante, abriendo la posibilidad de un posible reemplazo tras su reelección?

La confusión también reinó cuando los halcones trumpistas Marjorie Taylor Greene y Ted Cruz impulsaron versiones de que Michelle Obama reemplazaría a Biden. El 5 de marzo, la oficina de la exprimera dama salió a desmentir: «La señora Obama apoya al presidente Joe Biden y a la vicepresidenta Kamala Harris. Como ya ha dicho varias veces, la exprimera dama Michelle Obama no va a presentarse a presidenta», sintetizó en dos líneas Crystal Carson, su portavoz, en un mensaje que difundió NBC News. Aún con desmentida, el daño ya estaba hecho: incluso consultoras ya habían medido la imagen pública de Michelle en caso de competir. 

Hasta las publicidades en la calle trollean a los candidatos.

El SOTU, ¿inicio de la remontada?

Durante su discurso anual en el Congreso, el State of the Union (SOTU) 2024, Biden utilizó varios minutos para hablar sobre el paso del tiempo. Recordó que al iniciar su carrera lo cuestionaban por su juventud y que ahora lo hacían por su vejez. “El problema no es la edad, sino la edad de las ideas”, tituló firme, acusando a su predecesor –así llamó a Trump en trece ocasiones– de insuflar las ideas más viejas, tal como dijo: odio, ira y venganza. “Veo un futuro en el que restauramos libertades, no las quitamos”, cerró conceptualmente el veterano, en una noche donde mostró firmeza y solidez. 

La idea fue polarizar, con total lógica. Esa táctica le salió bien en las elecciones de medio término, las midterms de 2022, cuando las encuestas presagiaban un rutilante triunfo trumpista que no fue. La administración Biden obtuvo un resultado que estuvo por encima de las expectativas: el derecho al aborto fue un tema que movilizó a la base demócrata y evitó la marea roja. Biden volvió a la carga en el SOTU: «Si los estadounidenses me envían un Congreso que apoye el derecho a elegir, les prometo que restauraré Roe vs. Wade como ley nacional nuevamente». Fue la Corte Suprema de mayoría conservadora la que derogó esa legislación que, desde 1973, garantizaba el acceso a un aborto seguro a nivel nacional. El presidente incluso citó un caso paradigmático: el de Kate Cox, una mujer que se vio obligada a irse de Texas, su estado, porque un embarazo planificado ponía en riesgo su propia vida. 

“Wall Street no construyó este país. La clase media construyó este país. Y los sindicatos construyeron la clase media”, mencionó en el tramo económico, donde hizo énfasis en la creación de 15 millones de puestos de trabajo en tres años, en haber obtenido la menor tasa de desempleo en las últimas cinco décadas y en bajar la inflación de 9% a 3% anual. Además prometió tasación a grandes fortunas, mejoras en el acceso a la universidad, reducción en los costos para obtener una vivienda y remedios a menores precios. Como se ve, una batería de medidas con un Estado activo y presente. Socialismo, diría la Escuela Austríaca. Biden contestó ese argumento con un politics for dummies: “Miren, yo soy capitalista. Si quieren ganar un millón de dólares, estupendo. Solamente paguen lo que es justo en impuestos”. 

Luego volvió al frame democracia vs. autoritarismo, haciendo alusión a la invasión al Capitolio del 6 de enero de 2021 por hordas trumpistas. “Es el momento de enterrar las mentiras: no podés amar tu país sólo cuando ganás”, dijo. Biden encapsula la contienda general que tendrá lugar el próximo 5 de noviembre bajo una frase: es una batalla de dos visiones contrapuestas por el alma de la nación. Las encuestas generales marcan una recuperación del candidato demócrata después del SOTU. 

Sin embargo, como la definición de las elecciones en EE. UU. depende del colegio electoral, es importante poner la lupa sobre los swing states, es decir los estados pendulares: aquellos que modifican el rojo o el azul elección tras elección. 

Encuesta de encuestas, al 21 de marzo, a nivel nacional, que muestra una recuperación de Biden tras el SOTU. Fuente: The Economist

Make Grieta Great Again

“Hay una voluntad de polarizar la elección, que se expresa en los dos comandos. Ambos están convencidos de que ganan. Dentro del Partido Demócrata el dirigente más convencido de que Biden va a derrotar a Trump es el propio Biden. ‘Ya le gané una vez y le voy a volver a ganar’, dice”. 

La frase es de Jorge Argüello, exembajador de Argentina en Estados Unidos, en conversación con #MundoPropio. La confianza, tanto en la política como en casi todos los ámbitos de la vida, es muy importante. “El Partido Demócrata tiene un debate. Un sector pide que Biden sea Biden y no el candidato que presentan los creativos. Plantean recuperar la autenticidad: es simpático, genuino”, me remarca, contrastando con el enfoque que le busca dar el trumpismo. 

Argüello está por publicar un libro en torno a las dos visiones que se ponen en juego en esta crucial elección. “Hay una profunda grieta, que tiene que ver con valores esenciales. No es lo mismo vivir en la costa o en las grandes urbes que en el interior, en Tennessee o en Indiana, por poner dos ejemplos. Es distinta la percepción sobre múltiples temas, entre ellos Dios, el aborto, la seguridad, los DD.HH.”, me resume, volviendo a temas recurrentes. 

Sobre la táctica de Trump, el exembajador cree que está exacerbando a propósito: “Tiene un núcleo duro y sabe que no puede conquistar el voto firme del otro. Entonces consolida el propio ahora y luego se va a ir acomodando en búsqueda de los indecisos que vayan quedando”. Podemos entender la dinámica comunicacional del trumpismo desde esa premisa. 

Para finalizar, pone el foco sobre un sector de la juventud que parece distanciarse de ambos candidatos. “Hay jóvenes que dicen ‘ni uno ni otro’. Eso es más peligroso para Biden que para Trump”, alerta. El fenómeno se explica con una palabra que se utilizó bastante en la Argentina reciente: hartazgo. Habrá que ver qué dimensiones tiene y si puede ser -o no- determinante de acá al martes 5 de noviembre, cuando las y los estadounidenses definan (colegio electoral mediante) quién será el próximo inquilino de la Casa Blanca. 

Se dedica al periodismo político internacional desde hace más de una década. Es politólogo y magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Escribió el libro "Lula, de la cárcel a la presidencia". Es hincha y socio de San Lorenzo.