Trump, China, Rusia y la verdad en internet

En la era del control y la vigilancia, los países quieren dominar internet. Lo mismo pretende hacer el expresidente de los Estados Unidos sobre el discurso a su alrededor. Algunos lo logran, otros no.

Hola, ¿cómo estás? 

El otro día estaba jugando al Trivial Pursuit —un especie de Carrera de Mente— con un amigo. La pregunta era algo así como “¿cuál es el significado de la palabra Pravda, el nombre del diario del Partido Comunista durante la Unión Soviética?”. Mi amigo dijo no saber, yo ayudé: “Era el diario oficial del partido que solo publicaba las cosas que el gobierno quería que la gente leyera y pensara. ¿Vos cómo le pondrías a un diario así?”. Mi amigo contestó: “Verdad”. Se ve que este mismo juego le gusta a Donald Trump. El expresidente de Estados Unidos lanzó su nueva red social y le puso Truth Social. Es un fracaso. 

Quizás recuerdes que Donald Trump fue bloqueado en Twitter, Facebook y YouTube por incitar a la violencia el 6 de enero de 2021, con la consecuencia de que sus seguidores tomaron el Capitolio. Poco después Trump prometió que abriría su propia red social donde reinaría la libertad y el debate. Así llegó Truth Social, pero no funciona bien. Por empezar hay dificultades técnicas: el sitio no tiene versión en formato página web, solo para teléfono, y ni siquiera para todos los teléfonos: por ahora solo existe para iPhone y exclusivamente en Estados Unidos. ¡Pero además no hay nadie ahí! No están las grandes voces conservadoras (Tucker Carlson o Steve Bannon, entre otros) y no hay mucha gente. Todos sabemos que queremos estar donde están todos (de allí los “efectos de red” que benefician a los primeros jugadores en estos mercados). Un tercer problema es más bien “estético”: el sitio es muy parecido a Twitter. Los posteos en el sitio se llaman “truths”, mientras que en Twitter son “tweets” y si en Twitter vemos “tweets and replies”, en Truth Social vemos “truths and replies” (¿se imaginan si uno solo pudiera tuitear verdades? ¡Se cae Twitter!). 

Aca podes ver lo parecidos que son: 

Truth Social se parece a otras redes también en el hecho de que tiene reglas de comportamiento —se ve que incluso en el “reino de la libertad” hay cosas que no se pueden hacer— y hay moderación. Las publicaciones no pueden usar  “lenguaje obsceno, abusivo o racista”, ni “referencias discriminatorias basadas en religión, raza, género, origen nacional, edad, estado civil, orientación sexual o discapacidad”. Además, la plataforma puede “rechazar, restringir el acceso, limitar la disponibilidad o deshabilitar” las publicaciones de cualquier persona. Esta es particularmente irónica: los usuarios no pueden postear cosas “falsas, inexactas o engañosas”, o sea, los usuarios no podrían decir que Donald Trump ganó las últimas elecciones en Estados Unidos, cosa que Trump afirma. 

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Así las cosas, dicen los que saben que Donald Trump está enojado porque su red social y su intento de incidir en el discurso público no funcionan bien. A los que parecería irles mejor con esto es a los chinos. 

A continuación te cuento como funciona internet en China y hago la pregunta obvia: ¿funciona leer el Pravda? Lo que vas a leer te deja dos cosas: la internet no es global y sí, parece que el Pravda funciona. 

Veamos.

Vigilar y castigar

Arranco con una anécdota. Quizás escuchaste hablar de la tenista Peng Shuai. Nació en 1986 y es muy buena (primera en dobles en 2014 y 14 en singles en 2011). En noviembre de 2021, Shuai hizo un posteo en la red social china Weibo denunciando a Zhang Gaoli, un politico importante de China ahora retirado, por acoso sexual. Después de eso se esfumó de la vida pública. Cuando apareció, fue en escenas que parecían preparadas. Finalmente, dio una entrevista para decir que no había dicho eso que dijo en ese post. Fin. 

La maquinaria 

La historia de Shuai sirve para entender no solo que en China hay cosas que no se pueden decir, sino el lugar clave que tiene la censura de internet. Shuai posteó en Weibo. Weibo es una red de microblogging con más de 500 millones de usuarios (como referencia, Twitter tiene menos de 300 millones). En China es la segunda más importante después de WeChat. El posteo de Shuai en esa red fue retirado en menos de una hora. Weibo funciona con posteos y comentarios, pero los comentarios al posteo de Shuai fueron bloqueados de modo que los seguidores de la tenista (más de medio millón) no podían decir nada. Rápidamente, otros posteos anteriores de ella fueron quitados y ciertos términos de búsqueda relacionados a ella fueron bloqueados. O sea, no podíamos encontrar a la tenista ni en la vida real ni en la virtual. Si otros usuarios posteaban en sus sitios al respecto, esos comentarios también eran levantados. Si esos usuarios posteaban de modo “creativo”, o sea no decían su nombre pero se referían a ella de modo que otros entendieran, también eran censurados. 

Esta historia ilustra muy bien que a) Hay una enorme maquinaria de censura (¡imagínense que todo esto debe hacerse en tiempo real en una red masiva!)  y b) La maquinaria funciona. 

El principio

La maquinaria no es de siempre. Si bien nunca hubo una internet completamente libre, el control aumentó mucho en 2012, cuando Xi Jinping llegó al poder. En un rápido repaso te cuento que el primer mail en China se mandó en 1987 (16 años más tarde que cuando se envió el primer mail en Estados Unidos) y por varios años internet estuvo reservada al gobierno y asociados. En 1995 se abre al gran público y en 1996 arrancan los cibercafés, aunque había muy poca gente realmente conectada. Pero nunca hubo internet libre. Ya en 1997 se establecen las primeras leyes controlando el contenido y criminalizando posteos que fueran contra los intereses del Estado chino o la seguridad nacional. En los años que siguieron, cada vez que alguien usó internet para organizarse, fue castigado con cárcel.

Hacia el final de los 90 se instituye el “escudo dorado”, un software que le permitía al gobierno acceder a todos los datos transmitidos y el bloqueo de direcciones y nombres —y que luego se convertiría en la “Great Firewall” que existe hoy—. En septiembre de 2002 el gobierno obliga a los proveedores de internet a asegurarse de que todo el contenido sea congruente con las leyes chinas. Dos años después bloquea a Google por primera vez y arma un Compromiso Público de Autodisciplina que deben seguir todas las empresas tecnológicas que funcionen en China. Más de 100 compañías se comprometieron al cumplimiento patriótico de la ley de equidad, confiabilidad y honestidad. Para asegurarse de que las cosas funcionaran como querían, el gobierno instituyó una serie de vigilantes “en el terreno”. En foros universitarios, por ejemplo, comienza a haber moderadores que controlan el contenido y reportan a los “desviados”. 

Y sin embargo, la gente se las arregla, y esto también era fácil de predecir. Una cosa que sabemos sobre las empresas y sus diseños es que cambian de manera sorprendente a partir de los usos de los usuarios. Aquí también sucede y la colaboración entre la gente avanza de modos insospechados para descubrir las mentiras del gobierno, organizarse como comunidad y pedir justicia en casos tan diversos como abuso sexual o un accidente de tren. 

Hasta Xi Jinping. 

Control y propaganda 

Jinping hace un doble movimiento: por un lado, aumenta mucho el control y la censura; por el otro, empieza a usar internet como vehículo de promoción del gobierno. En un discurso filtrado de 2013, Jinping dijo: “Internet se ha convertido en el principal campo de batalla de la lucha de la opinión pública”.

Respecto al control lo que hay es una “Great Firewall”, que bloquea contenido cuando entra o sale al país; un “Great Cannon”, que ajusta y reemplaza contenido cuando viaja por la internet; más dificultades para usar VPNs para acceder a contenido prohibido; siete leyes que regulan el contenido de la internet; castigos por esparcir rumores y mucha vigilancia sobre los influencers. 

Otra vez, esto está sostenido por una gran cantidad de vigilantes. Acá debajo hay una fotito de la gran película La vida de los otros, sobre la vigilancia de algunos intelectuales en Berlín Oriental por parte de un agente de la STASI. En China hay leyes y hay regulaciones, pero sobre todo hay muchísima gente (2 millones, según estimaciones de 2013) dedicadas a controlar a sus conciudadanos. 

Respecto al uso de la internet para la propaganda, el gobierno estimula la creación de páginas y grupos en favor del gobierno, empieza a transmitir actos oficiales por internet, y varios etc.

La verdad en China 

Todo este control y censura tiene costos económicos, científicos y de legitimidad. Pero la pregunta es: ¿funciona? Obviamente es difícil de saber, pero este y este articulo dicen que si. El primero es un análisis más bien técnico, subrayando eso que por real no deja de sorprender: el gobierno chino ha creado la internet china. La red parecía ser una ola imposible de frenar y sin embargo el Estado ha probado que la tiene bien encapsulada. El segundo dice que la generación que creció con la “Great Firewall” cree lo que el gobierno quiere que crea. 

Lo interesante de este último punto es que lo opuesto de lo que dicen sucede en Rusia. En el news pasado yo te decía que la censura en Rusia ha funcionado de modo distinto que en China. En Rusia estaban las grandes tech y había redes sociales —algo que cambió de modo acelerado con la invasión a Ucrania—. Allí la división está en que los ciudadanos más grandes que miran los medios tradicionales creen la propaganda del gobierno, mientras que los más jóvenes que se informan mucho más por internet y redes le creen mucho menos (acá podes leer mas sobre esto). 

Vuelvo a China. Esta semana me tocó dar clases sobre acción colectiva y hablé de lo difícil que es para la ciencia política predecirla. Gracias a Mancur Olson tenemos una teoría de por qué la acción colectiva es difícil (costos altos y beneficios inciertos, muchos incentivos a un free-ride), pero esa teoría no nos sirve para explicar el surgimiento efectivo de movilización, protesta y cambio. Un ejemplo: la Primavera árabe sorprendió a todos, o casi todos, los que pensaban que nada cambiaría. Del mismo modo, parece que la “Great Firewall” china estará para siempre, hasta que no. 

El del estribo

Gracias por llegar hasta acá. 

Un abrazo,

Jimena

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Soy economista (UBA) y Doctora en Ciencia Política (Cornell University). Me interesan las diferentes formas de organización de las economías, la articulación entre lo público y lo privado y la relación entre el capital y el trabajo, entre otros temas. Nací en Perú, crecí en Buenos Aires, estudié en Estados Unidos, y vivo en Londres. La pandemia me llevó a descubrir el amor por las plantas y ahora estoy rodeada de ellas.