Colombia, ¿a la cabeza del desarrollo sostenible latinoamericano?

¿Quién encarna el futuro verde latinoamericano? Crossover con #LaGenteVota. Partidos y movimientos. El programa ambiental-productivo de Petro en Colombia. Incendios en el delta.

¡Hola! ¿Cómo estás?

Hoy te encontrás con una entrega especial, el primer crossover de #InfinitoPuntoVerde con otro news de Cenital. En este caso con #LaGenteVota, el news sobre elecciones que escribe el Dr. Facundo Cruz (suscribite acá). Justo fue una semana de mucha coyuntura ambiental así que vamos a ver cómo maridamos ambas cosas.

En la entrega que salió el jueves pasado, Facu hizo un racconto de la historia de los partidos verdes en el mundo y en América Latina. Está buenísimo y funciona de base para lo que vamos a charlar hoy, así que te recomiendo que vayas a leerlo.

Por si te interesa conocer un poco del detrás de escena, te cuento que si bien esto es un crossover, fuimos charlando y compartiendo ideas. El news de Facu no tiene “intervención” mía, en parte porque a mi me daba mucha intriga ver qué encontraba desde una mirada bastante por fuera del movimiento y los partidos ambientales, qué le llamaba la atención, qué preguntas se hacía y demás. Y creo que desde esa curiosidad y falta de prejuicio del que se mete en un tema de cero, el news de Facu brinda un panorama super atinado sobre este fenómeno que estamos viendo de los partidos y movimientos verdes en América Latina y Argentina.

Retomemos algunas ideas que plantea Facu.

En Cenital nos importa que entiendas. Por eso nos propusimos contar de manera sencilla una realidad compleja. Si te gusta lo que hacemos, ayudanos a seguir. Sumate a nuestro círculo de Mejores amigos.

¿A través del partido o del movimiento?

Cuando pensamos en los actores protagonistas de las cuestiones y discusiones ambientales en América Latina lo primero que nos viene a la mente son los movimientos, las asambleas territoriales, los grupos de jóvenes, las protestas en contra de diferentes proyectos y las ONGs con sus agendas verdes.

Sin embargo, Facu nos cuenta algo revelador, ¡existe una Federación de Partidos Verdes de las Américas (FPVA) desde el año 1997! La FPVA cuenta con la participación de partidos de 14 países del continente.

De estos casos, tal vez el partido verde más conocido sea el de Brasil que llevó a Marina Silva como candidata presidencial en 2010, luego de que ella renuncie como ministra de Ambiente del primer mandato de Lula, por diferencias en torno a la política ambiental del gobierno. En esa ocasión salió tercera con 19% de los votos, pero ya las elecciones siguientes fueron un fracaso para ella y el partido que nunca volvieron a remontar. Facu dice que se los comió la lógica política brasileña, me aventuro también a pensar que no es lo mismo llevar adelante una agenda ambiental en una economía que crece que en una que se estanca, como ocurrió en Brasil desde 2014.

El otro caso que quiero retomar para profundizar algo más es el de Colombia. Si bien en 2009 se creó un Partido Verde, que efectivamente logró llegar a un ballotage en 2010, luego de la derrota fue perdiendo fuerza hasta que en las últimas elecciones obtuvieron tan solo el 4% como parte de la Coalición Centro Esperanza. Así, llegamos al gobierno de Petro con la figura de Francia Márquez como portadora de la bandera ambientalista. (Juan Elman hizo un gran perfil de Francia, lo podés leer acá). Así, con menos de 4% de los votos aportados por el partido verde, Petro y Francia conforman el primer gobierno progresista ambiental (como lo denominan Quique Viale y Maristella Svampa acá).

Esto nos lleva a la siguiente pregunta.

¿Qué programa de gobierno proponen los verdes latinoamericanos?

Del discurso de asunción de Petro, me interesa resaltar un fragmento donde él habla con certeza respecto de lo que debemos dejar atrás, pero también presenta con mucha franqueza la incertidumbre del futuro y el modelo a construir.

Como decimos acá desde el primer newsletter, aún no hay ningún país que haya logrado de manera exitosa llevar adelante un modelo de desarrollo sostenible. En ese marco es interesante -habrá que ver si exitoso políticamente- el planteo del presidente colombiano sobre la dificultad del rumbo hacia la economía verde o la Colombia Viva, como lo nombra él.

Con ese discurso en mente, me puse a leer la plataforma del nuevo gobierno colombiano.

“Nuestro compromiso para una Colombia, Potencia Mundial de la Vida, es realizar transformaciones de fondo para enfrentar la emergencia por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad. Esto implica transitar hacia una economía productiva basada en el respeto a la naturaleza, dejando atrás la dependencia exclusiva del modelo extractivista y democratizando el uso de energías limpias para generar capacidades nacionales que nos permitan enfrentar los efectos del cambio climático y contribuir con ello a superar la crisis ambiental global que pone en juego la vida y la pervivencia de la especie humana.”

Ahora te voy a contar un poco más, pero a modo de spoiler, para mí se puede leer tanto en clave de transición gradual con cambio tecnológico o en clave de empoderamiento de las comunidades. Va a ser interesante ver cómo se encuentra un equilibrio virtuoso entre ambas visiones del desarrollo sostenible.

La plataforma es super amplia, voy a dejar muchísimo afuera, podés leer el resto acá. Veamos los conceptos clave sobre los que -en mi lectura- se basa el programa.

  • Fortalecimiento del Estado

El primer punto tiene que ver con el restablecimiento y/o fortalecimiento del Estado. Por ejemplo, en el control ambiental de las cuencas hidrográficas destinadas a la generación de energía y proyectos mineros, la erradicación de la deforestación a partir de terminar con la apropiación ilegal de predios, las actividades relacionadas con el narcotráfico y la minería. También, el refuerzo de los controles ambientales, laborales y fiscales sobre la minería en curso. A su vez, se pretende impulsar una reforma al actual código de minas, avanzar en el ordenamiento minero y fortalecer el control sobre la exploración y explotación de minerales y materiales esenciales para la transición energética y el impulso a la economía productiva.

  • Empoderamiento ciudadano

El segundo pilar del programa es darle poder a la ciudadanía en las decisiones ambientales. “En nuestro gobierno será de carácter vinculante la participación de la gente en las decisiones que tengan que ver con su territorio” y “se respetarán las decisiones democráticas de las consultas populares”, a la vez que se fortalece la gestión comunitaria de los recursos. Por ejemplo, a través del desarrollo de sistemas agroforestales, silvopastoriles, de aprovechamiento de productos no maderables del bosque y turismo de naturaleza bajo el liderazgo de organizaciones comunitarias o a través de la “protección de la minería ancestral y artesanal, así como la minería de subsistencia y de pequeña escala quitándole el control a las mafias y garantizando el trabajo decente y brindando apoyo técnico y económico para transitar a modalidades sostenibles y/o a impulsar actividades agropecuarias, de turismo local o hacia nuevas oportunidades laborales con el modelo de producción de energías renovables”.

  • Transición ¿gradual?

En este punto, que de alguna forma es en el cual se plasma en la práctica lo mencionado en los anteriores, me cuesta un poco terminar de identificar la gradualidad y la posibilidad de las transformaciones que se plantean.

Por ejemplo, se propone que “Colombia transite de una matriz energética primaria, predominantemente fósil, dependiente económicamente del carbón y del petróleo, hacia una diversificada, basada en nuestras potencialidades de energías renovables (…) Nuestro gobierno sentará las bases de esta transición mediante un desescalamiento gradual del modelo extractivista y garantizando la confiabilidad y estabilidad del sistema energético, las fuentes de empleo y los recursos económicos provenientes del sector.”

Esto se haría a través de acciones como: 1) el fortalecimiento de la investigación, la ciencia y la tecnología, el desarrollo de programas de formación técnica, tecnológica, profesional y posgradual orientados a transición energética, generando capacidades para asumir las oportunidades laborales que brindará dicha transición; 2) el reemplazo del parque automotor público e incentivo al uso de vehículos eléctricos y las estaciones de recarga; 3) la creación de un fondo para la transición energética con recursos de las regalías y aquellos provenientes de la eliminación de algunos beneficios tributarios al sector de los hidrocarburos, la minería de carbón y las hidroeléctricas.

Hasta aquí es un plan de transición energética normal. Pero luego, el programa de Petro plantea que en este período de gobierno:

  • Se prohibirá la exploración y explotación de yacimientos no convencionales.
  • Se detendrán los proyectos piloto de fracking y el desarrollo de yacimientos costa afuera.
  • No se otorgarán nuevas licencias para la exploración de hidrocarburos.
  • Ni se permitirá la gran minería a cielo abierto.
  • Y se respetarán las decisiones democráticas de las consultas populares.
  • Se prohibirá la utilización de sustancias tóxicas de alto impacto que atentan contra la soberanía alimentaria, el agua y la biodiversidad.
  • No habrá aspersiones aéreas con glifosato o cualquier otro tipo de sustancia que envenene nuestros campos.
  • Transitaremos hacia una matriz productiva basada en la agroecología y la producción campesina agroalimentaria, que supere el mito de la revolución verde.

Es decir, se plantean cambios sustanciales en el modelo productivo colombiano en los próximos cuatro años.

Sin embargo, el mismo programa también sostiene que la empresa Ecopetrol será protagonista de la transición. Es la primera empresa petrolera de Colombia, la compañía más grande del país y la responsable del 60% de la producción nacional de hidrocarburos. “Ecopetrol permanecerá como patrimonio de los colombianos para garantizar los combustibles que el país requiere por los próximos 15 años, hacer aportes en insumos y derivados para la petroquímica, apoyar integralmente la investigación, ciencia y desarrollo de tecnologías para la transición hacia energías limpias y contribuirá con impuestos, regalías y dividendos al Estado”.

Respecto de los otros sectores, se dice que se buscará:

  • La recuperación productiva de las empresas Monómeros y Ferticol y el desarrollo de una industria nacional de fertilizantes e insumos.
  • Ampliar el conocimiento sobre las reservas mineras y fortalecer el control sobre la exploración y explotación de minerales y materiales esenciales para la transición energética.
  • Pactos de productividad entre empresas privadas, sectores de la economía popular, sociedad civil y Estado para orquestar la coordinación de los diversos actores en búsqueda de un crecimiento más dinámico, democrático y respetuoso de la naturaleza que asegure la igualdad y el buen vivir.
  • Potenciar el turismo de naturaleza, comunitario, cultural, de salud, científico, para convertirlo en protagonista de la transición económica.

De esta manera, en el programa aparece muy mezclado el corto con el mediano y largo plazo, y los pasos de la transición. Técnicamente, prohibir el glifosato se puede hacer de un día para otro, reactivar la producción de una empresa es un reto que demora algo más de tiempo. En el mismo sentido son contrapuestos prohibir la minería a gran escala pero seguir explorando y explotando con estrictos controles los minerales claves para la transición.

Esta confusión no es solo mía o del programa, sino que dependiendo a qué funcionario se escuche esa gradualidad aparece con más o menos fuerza. Por ejemplo, en una entrevista en la televisión colombiana, la ministra de Energía y Minas, Irene Vélez-Torres, sostuvo que trabajarán para construir “una visión que no sea extractivista, que no sea desarrollista” y que “se trata de decir no más concesiones, vamos a buscar que con las concesiones existentes podamos garantizarla seguridad energética del país, de manera que mientras tanto robustezcamos la producción de energías alternativas. Vamos a respetar las concesiones otorgadas, esperamos que esas concesiones tengan suficiente gas que nos sirva para hacer la transición”.

En cambio, cuando en El País le preguntaron a José Antonio Ocampo, el ministro de Hacienda, por la propuesta de cesar los contratos de exploración petrolera y por las proyecciones que muestran que para 2026 habría que importar gas y para 2028, petróleo, él respondió: “hay 180 contratos de exploración firmados. Varios de esos contratos tienen potencialidades. Las reservas de petróleo son más duraderas, pero en gas solo tenemos tres años. Ahí hay una prioridad absoluta. Obviamente las exploraciones son de todo. Una vez se revisen esos contratos se verá si se necesitan nuevos contratos o no. Hay diferentes opiniones sobre eso”.

En síntesis -y en mi opinión-, en lo discursivo es un programa extremadamente audaz y muchos de los objetivos que se plantean deberían ser cumplidos por todos los países para aspirar a reducir la crisis climática. Ahora, también es muy arriesgado. ¿Es factible descarbonizar toda la economía para 2030 de manera tal de poder con seguridad hablar hoy de no habilitar nuevas concesiones hidrocarburíferas? Gran parte de las exportaciones colombianas dependen del petróleo, ¿cuánto de eso puede ser reemplazado por otras actividades como el turismo? ¿Habrá alternativa tecnológica consolidada al uso del gas para 2030? ¿Se puede industrializar un país a base de energías renovables?

Estas y tantas otras preguntas deberán ser tenidas en cuenta por los hacedores de política y veremos respondidas con el correr del tiempo.

Metiendo el cambio climático por la ventana

Sumemos, brevemente, un caso más: el plan de Estados Unidos. La semana pasada se aprobó la Ley de Reducción de la Inflación (IRA).

Después del fracaso de Biden para lanzar su ambicioso plan climático, los demócratas lograron meter de prepo un enorme paquete de financiamiento verde en esta ley. La norma adjudica 369 mil millones de dólares en inversión climática con el objetivo de reducir un 40% las emisiones de Estados Unidos para el 2030, comparado con los niveles de 2005.

Esto se pretende lograr a través de dos mecanismos, inversiones directas y exenciones fiscales, para fomentar las energías renovables, la construcción sostenible, la electromovilidad, la eficiencia energética y la protección de comunidades vulnerables, entre otros.

Especialistas consultados por Bloomberg ven en esta ley una gran oportunidad de arraigar la economía verde estructuralmente. “El crecimiento económico nacional y las inversiones cambian fundamentalmente la política del clima y la energía limpia en los EE. UU. porque hay un conjunto amplio y diverso de partes interesadas con equidad en esa transición”. Este punto es importantísimo para evitar que lo ambiental se vuelva una bandera solo de los demócratas: si ya tenés demasiados actores comprometidos económicamente con la transición, puede venir Trump mil veces a deshacer las regulaciones pero va a tener cada vez menos apoyo y efectividad.

Si te interesa este tema y la acción climática en el mayor emisor de la historia, te recomiendo seguir a Leah Stokes, una académica de allá que además siempre suele tener una mirada optimista, lo cual considero muy necesario en estos tiempos.

Resumiendo

A partir de la observación de la agenda ambiental en nuestro gran continente, van dos generalizaciones descriptivas y una preocupación. En primer lugar, volviendo a la pregunta inicial que tomamos del news de Facu si es a través del movimiento o del partido, en América Latina siempre es a través de la organización social que se logra impulsar la agenda dentro de los partidos. Segundo, sumando otros ejemplos como el de Gabriel Boric en Chile, al menos en lo discursivo, lo ambiental parece ser agenda de los progresismos.

Personalmente creo que los partidos verdes no tienen mucho sentido, un gobierno tiene que atender múltiples temas, no puede tener una monoagenda; de hecho, esto es de las principales falencias incluso en los partidos establecidos como los verdes alemanes. Pero es importante que lo ambiental no se partidice, al menos no demasiado. La transición a la sostenibilidad es un proceso de largo plazo que va a cambiar profundamente las estructuras económicas globales y nacionales y que puede ser una gran oportunidad, pero en primer lugar es un enorme desafío para América Latina. Por eso, atravesarla, buscar el modelo propio requiere de ciertos debates y consensos que puedan establecer políticas de estado que reduzcan o al menos no incrementen la alta vulnerabilidad de nuestra región.

Siguen los incendios en el Delta

Tras varios días consecutivos en los que en la ciudad de Rosario sólo podía respirarse humo, se produjo una movilización en el Monumento Nacional a la Bandera, exigiendo respuestas frente a los incendios. Lo que sucede ya lo sabemos, la mayoría de los fuegos son intencionales, suceden en el lado entrerriano y son ilegales, pero pese a las denuncias la justicia no actúa. Así, las quemas siguen y en Rosario la calidad de vida se deteriora. Para resolver, controles y castigos. Para profundizar, esta entrevista a Julián Monkes en Gelatina y esta nota de Pasaron Cosas.

Última cosita, ayer terminé el libro “El año en que debía morir” de Natalia Moret. Me pareció hermoso.

Gracias por llegar hasta acá, para mí es un honor enorme que leas este newsletter.

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Eli

Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.