Sarpado de argentino

Realmente no puedo creer que a solo un río de distancia haya un mundo donde la gente está meta chuponear pa’ matar la polar (si no hablás uruguayo fluido eso quiere decir que están chapando a pleno para zafar la fresca).

Holis, ¿cómo andás? Yo venía bien, hasta que hablé con mis amigos uruguayos. Realmente no puedo creer que a solo un río de distancia haya un mundo donde la gente está meta chuponear pa’ matar la polar (si no hablás uruguayo fluido eso quiere decir que están chapando a pleno para zafar la fresca).

Las comparaciones son odiosas, pero muchas veces nos ayudan a construir perspectivas. Y en ciencia estamos mal (por todo lo que ya hablamos de las condiciones de empleo de los investigadores), pero no tal mal (porque aún así hay muchísimos avances locales y se invierten fondos públicos en nuevos desarrollos). Así que, si te parece, en este news vamos a ver qué onda acá y qué onda afuera con los temas que nos competen.

Con la plata de tus impuestos o ¿qué están haciendo los científicos argentinos para mitigar los efectos de la pandemia?

Están probando testeos agrupados

Las técnicas de testeo son las mismas, lo que cambia es que se mezclan varias muestras y se analizan como si fueran una. Si da positivo, se hacen tests individuales para ver quién o quiénes están infectados. La idea, por supuesto, es bajar costos y agilizar tiempos. Los tests individuales cuestan entre 20 y 40 dólares y de esta manera pueden analizarse hasta 10 muestras por vez.

Esta nota de Valeria Román cuenta cómo vienen las pruebas que se están realizando una vez por semana en el personal de hospitales, de hogares municipales para personas mayores y de tres geriátricos privados en San Antonio de Areco. En esa ciudad, además, también se le hacen tests a los pacientes de hospitales que necesitan una cirugía y a distribuidores de frutas y verduras que concurren desde el AMBA, llegando a más de 200 hisopados semanales. Desde marzo hasta el 26 de junio se notificaron 26 casos en Areco, de los cuales 23 fueron asintomáticos (18 eran contactos estrechos de casos confirmados y los 5 restantes fueron detectados a través de los testeos agrupados).

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Otro equipo, formado por investigadores de la UBA y la UNLP, que también está probando con los testeos agrupados, ya ha detectado 26 casos asintomáticos en instituciones semicerradas del Conurbano, como residencias de personas mayores, instituciones de salud mental y edificios gubernamentales.

Aún no se han publicado trabajos con los resultados de estos ensayos, pero un factor clave para la efectividad del método es la cantidad de infectados sobre la población a testear.

Las estimaciones señalan que la cantidad de personas con coronavirus no puede ser más del 30% en la muestra total (si tenés más te empiezan a dar todos positivo), por lo que la técnica resulta adecuada tanto para un seguimiento regular de grupos específicos (gente que hay que testear cada tanto, como personal de salud o residentes de geriátricos) o para vigilancia epidemiológica luego de la cuarentena estricta.

Están testeando con kits locales

¿Te acordás del cuadro comparativo entre tests argentinos que te mandé con todo mi amor hace unas semanas? Bueno, los 3 desarrollos ya se están usando en centros de salud y laboratorios públicos y privados.

El Covidar IgG ya está disponible en más de 70 hospitales y clínicas de todo el país y tiene una nueva versión, que en vez de usar una extracción de sangre usa una gotita que se saca de la yema del dedo, tipo medición de glucosa. Este test se usa para seguimiento y evaluación de donaciones de suero de pacientes recuperados, no para diagnóstico, ya que detecta anticuerpos y no virus, y estos se forman después de por lo menos una semana del momento de la infección.

En esta nota de Nora Bär, Andrea Gamarnik, directora del desarrollo, imagina que por su sencillez y rapidez para procesar muestras, el test también podría tener aplicaciones complementarias en la diagnosis. “Por ejemplo, podrían tomarse 2000 muestras en un barrio elegido. Supongamos que hubiera un 0,5% de personas con anticuerpos, detectaríamos 10 personas que dan positivo. Podríamos hisopar a esas diez personas y a sus contactos estrechos. Esto es rapidísimo, con 100 personas en la calle se puede hacer y uno detecta por dónde se está moviendo el virus. Imaginemos que hay que hisopar a 30 personas, alrededor del 50% pueden dar positivo. No es seguro que uno pueda detectar personas que están transmitiendo el virus, pero sí se puede ver por dónde está circulando. Si uno pudiera hacer un millón de tests por semana, sería ideal, pero no tenemos esa capacidad».

Por otro lado, el Neokit, que sí detecta presencia de virus en muestras, fue evaluado por el Instituto Malbrán y utilizado para capacitar personal de hospitales de CABA y La Plata. El ELA-Chemstrip, el otro método que también detecta virus, ya fue enviado a hospitales del conurbano, Santiago del Estero y a laboratorios privados de AMBA y públicos del conurbano.

Están haciendo modelos matemáticos para predecir la evolución de la pandemia y tomar medidas para contenerla

Para frenar la pandemia hay una solución obvia: dejar que siga su curso sin hacer nada. El virus no puede propagarse al infinito y una vez que infecta a todos los que puede infectar deja de circular. Roberto Etchenique, investigador de Conicet, señala que, dados los números que manejamos hoy, este escenario dejaría un saldo de entre 140 y 200 mil muertos. 

Puesto que este imaginario nos presenta un costo mayor que cualquier tipo de restricción al tránsito que pueda decretarse (mientras se respeten los derechos humanos, por supuesto), el debate pasa por cómo hacemos para disminuir la circulación del virus en el menor tiempo posible con la menor cantidad de restricciones posible. 

Gráfico: PERFIL.com

En esta nota de Florencia Ballarino, Etchenique y otros investigadores señalan que una nueva cuarentena estricta en las áreas más afectadas y una apertura paulatina son dos caras de la misma moneda, pues solo con una disminución drástica en el número de casos pueden destinarse los recursos necesarios para el rastreo de contactos y aislamiento efectivo que hoy son necesarios.

Etchenique dijo: “Con una cuarentena muy fuerte ahora ganamos tiempo para preparar muchos equipos de cuatro o cinco personas entrenadas en hacer rastreo de contactos de casos, testearlos y ponerlos en aislamiento por catorce días. Tenemos que preparar varias decenas de miles de ‘buscadores’ capaces de rastrear, incluso, contactos de personas portadoras pero asintomáticas y que puedan trabajar en la calle, por teléfono y computadora. Se podría dividir el AMBA en una decena de zonas más manejables, con equipos dedicados”.

En la misma línea Jorge Aliaga, ex-decano de la Facultad de Ciencias Exactas, agrega: “Deben ser grupos eficientes ya que por cada infectado tendrán que rastrear entre 20 y 30 contactos en pocas horas. Por eso necesitamos la cuarentena, para iniciar ese proceso con un número razonable: por ejemplo 50 contagios diarios”.

Están armando material para que sepas 

El CONICET produjo este video de 5 minutos en el que te cuentan cuáles son las iniciativas de los institutos de ciencia y tecnología para mitigar el impacto del virus: tests, tratamientos, bancos de muestras, equipamientos e insumos para el sistema de salud, relevamientos sobre efectos psicológicos y sociales, cuentas de redes sociales para combatir la infodemia. Todo made in Argentina.

En Europa no se consigue o algunas novedades sobre coronavirus, investigación y políticas públicas en el mundo

Te la tomaste toda chinwenwencha

La administración de Trump compró 500.000 dosis de Remdesivir, la primera droga para el tratamiento del coronavirus aprobada por la FDA (la oficina estadounidense que controla alimentos y fármacos). Esto supone toda la producción de julio y el 90% de la de agosto y septiembre.

El medicamento, que fue desarrollado originalmente para el Ébola, está bajo patente de la farmacéutica Gilead, por lo que nadie más puede fabricarlo. Sale alrededor de 3.200 dólares la dosis y su administración acelera la recuperación de infecciones por COVID-19. Las primeras 140.000 dosis fabricadas se distribuyeron en ensayos clínicos alrededor del mundo y este acuerdo pone un cese a la repartición global.

En marzo, Trump se reunió en la Casa Blanca con representantes de compañías de biotecnología entre las que se encontraba una empresa alemana, CureVac. Para esa época, trascendió que el presidente estadounidense había ofrecido una “gran suma de dinero” a CureVac para asegurar su acceso exclusivo a la vacuna que están desarrollando. Aunque estos dichos fueron rápidamente desmentidos por la firma,  suscitaron preocupación en Angela Merkel y su círculo más cercano.

Este episodio habría originado la recientemente anunciada inyección de 300 millones de euros en CureVac por medio del Instituto de Crédito para la Reconstrucción, una entidad pública alemana. Esto representa el 23% del capital de la empresa, que ya comenzó los ensayos clínicos de una vacuna en humanos.

Respecto a la decisión, Peter Altmaier, Ministro de Economía de Alemania, la presentó como un apoyo financiero y no como una maniobra de control sobre la distribución de la potencial vacuna: «La tecnología de CureVac podría desarrollar nuevas vacunas y tratamientos terapéuticos. El Gobierno está participando en esta prometedora compañía porque espera acelerar así esos desarrollos y quiere posibilitar financieramente que CureVac explote su potencial tecnológico».

Ciertos sectores han criticado la inversión en CureVac, puesto que esto generaría condiciones desiguales entre las compañías alemanas que se encuentran desarrollando una vacuna, afectando la libre competencia. Otros señalan que es una movida inteligente, dado que no se puede pensar que los demás respetarán las leyes del mercado, y algunos celebran la decisión enfatizando que lo importante es tener una vacuna cuánto antes y que esto podría ser de ayuda. Mientras tanto, Trump anunció que tiene 2 millones de dosis de vacunas listas para usar, aunque nadie sabe a qué vacunas se refieren dado que no hay ninguna que haya sido aprobada para su uso en humanos.

La pregunta que genera el hecho de que un insumo de salud como el Remdesivir sea repartido tan inequitativamente en un contexto de emergencia mundial y que los gobiernos más poderosos del mundo estén luchando por los derechos de distribución de una potencial vacuna va a las bases mismas del contrato social: ¿Es la propiedad privada un derecho inalienable? ¿Todo puede ser propiedad privada? ¿Que algo sea propiedad del Estado significa que responde a los intereses populares? ¿Es el conocimiento patrimonio de la humanidad o de quien provee las condiciones materiales para su producción?

Es una gripecita

Un largo camino se ha recorrido desde que el coronavirus fuera descripto como un tipo de gripe. En estos meses se vio que, además del sistema respiratorio, puede afectar nuestro sentido del gusto y el olfato así como el corazón y el sistema circulatorio. Ahora, además, parece que destruye algunas células clave del sistema inmune.

Investigadores en Pennsylvania observaron que el 30% de los 71 pacientes con COVID-19 que examinaron tenían células T y células B inactivas, lo que impide generar una respuesta inmune apropiada, ya que estas células son la primera línea de batalla contra una infección (sus resultados aún no se han publicado).

Esto se acopla a los hallazgos de investigaciones en China que vieron efectos similares en pacientes muy graves, aunque los investigadores advierten que es muy difícil interpretar los datos, ya que no hay una línea clara que separe lo que puede provocar en el sistema inmune una enfermedad crítica y las consecuencias de estar en terapia intensiva. Para discernirlo, se necesitaría una población control que estuviera infectada con otro virus severo.

En Londres, un estudio que comparó 63 pacientes con coronavirus con 55 saludables y que todavía no pasó por revisión, observó que el COVID-19 provocaba un aumento en una molécula que se llama IP10, que lo que hace es mandar a las células T (las que nombramos antes y que típicamente llamaríamos “defensas”) a los lugares del cuerpo donde se registra una infección. En general, la IP10 sube y cuando las células T llegan a destino, baja. Con el coronavirus, los niveles quedan elevados y esto confundiría a las células T, que terminan yendo para cualquier lado o muriéndose.

Esto podría dar una pista sobre por qué los niños no desarrollan síntomas agudos o cuadros graves: su producción de células T está al palo. También, que el tratamiento con dexametasona del que hablamos en este news y refrescamos en este otro, al suprimir el sistema inmune podría regular una respuesta exagerada de las defensas en algunos pacientes, pero que en otros profundizaría el efecto supresor que el coronavirus tiene de por sí. 

Lo esencial es visible a los ojos

Y una imagen vale más que mil palabras. 

Este barbijo transparente desarrollado por la empresa Gadget Techs se llama LEAF, tiene filtro médico y un sistema de autopurificación de aire que impide que se empañe. En sus publicidades sostienen: “La (máscara) LEAF quiere que te puedas reconectar con tus seres queridos mientras permanecés seguro. En síntesis, te cuidás vos y cuidás a los otros a la vez que podés entender sus expresiones. Nos permite ser tan cercanos a la normalidad como es posible en este momento. ¡Además podés activar el reconocimiento facial de tu teléfono sin sacártela!”.

¿Nueva normalidad? Allá (no) vamos.

Musculá animal, never pony

Un estudio en Oslo dividió a la mitad a un grupo de 3764 personas de entre 18 y 64 años sin factores de riesgo para coronavirus y dejó que volvieran al gimnasio con precauciones (la otra mitad sirvió de grupo de control). 

Durante las dos semanas que duró el estudio, hubo 207 casos de coronavirus en Oslo. Mientras tanto, el 79.5% de los voluntarios de la investigación fue al menos una vez al gimnasio y el 38.4% más de 6 veces. Luego, todos fueron testeados para ver si había presencia del virus (ahora se les están haciendo estudios para analizar anticuerpos). Se encontró solo un caso, pero se rastreó su origen al lugar de trabajo.

Las medidas de precaución eran simples: lavarse las manos, 1 metro de distancia para ejercicios en salón, 2 para clases de alta intensidad. Se podían usar los lockers pero no las duchas o los saunas. No se solicitó el uso de barbijos.

Los investigadores señalan que esto podría entenderse como un indicador de que la actividad física en gimnasios no es especialmente riesgosa mientras no se habilite en lugares con alta prevalencia del virus ni donde la gente sea reticente a seguir las normas.

Vamo arriba

Los espacios pequeños y hacinados parecen cosa del pasado, pero para muchas empresas los ascensores no son opcionales. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades estadounidenses quieren lanzar guías para el uso de ascensores que incluyan las siguientes recomendaciones: limitar la cantidad de ocupantes, flechas que señalen por donde subir y por dónde bajar, usar barbijo, no hablar. Algunos, incluso, hablan de comandos de voz y apps que regulen el uso de ascensores.

En esta nota Richard Corsi, decano de ingeniería de la Universidad Estatal de Portland, cuenta que calculó la cantidad de virus que podría permanecer en un ascensor si una persona infectada viajara 10 pisos, tosiera una vez y hablara por teléfono y concluyó que alrededor del 25% de sus descargas respiratorias seguiría en el habitáculo para cuando el ascensor vacío volviera al primer piso.

Cabe recordar que esto no determina la probabilidad de infección, dado que todavía no sabemos qué carga viral es necesaria para causarla ni cuántas de las partículas flotantes llegarían a la otra persona, pero sí nos sirve para saber que si alguien sin barbijo estornuda o tose en un ascensor va a dejar entre 100 y 1000 veces más partículas que si lo hiciera en un lugar más amplio. ¿Qué aconseja este buen hombre? Colocarse en diagonal lo más lejos posible y no hablar.

Trabajadora esencial

Si te quedaba alguna duda de que este newsletter es un servicio fundamental, Jacinda Ardern, Primera Ministra de Nueva Zelanda, te lo dice en este video

“La comunicación pública de la ciencia es tan importante como los descubrimientos científicos. Los eventos catastróficos pueden acontecer en cualquier momento, lo vimos antes y lo vemos ahora con el COVID-19 y nuestro entendimiento y respuesta es absolutamente dependiente del desarrollo de las ciencias y el diálogo popular. Sin nuestros comunicadores científicos explicando, informando y enseñando muchas personas serían ignoradas y tomarían decisiones sin tener la información correcta. Sin embargo, no solo los necesitamos en tiempos catastróficos, son fundamentales para que la gente pueda comprender cómo el desarrollo científico será usado en las políticas públicas del futuro”, dijo.

Si creés que Jacinda tiene razón te recuerdo que podés apoyar económicamente el proyecto de Cenital haciendo click acá, al menos hasta que tengamos el PBI per cápita de Nueva Zelanda.

Poné los fideos que estamos todos

Coronavirus, dengue, ansiedad y…¿una nueva gripe con potencial de pandemia?

Todo empezó con este paper en el que se publicaron resultados de la vigilancia epidemiológica de cerdos, algo que se hace de rutina, ya que estos hermosos animales (si algún lector de este news tiene un cerdo de mascota y no me mandó fotos sepa que está en falta) tienen la particularidad de poder infectarse de varios tipos de virus de influenza al mismo tiempo. Esto hace que las distintas cepas se puedan mezclar, modificar y ¡pum! pandemia.

El paper observó desde 2016 que los cerdos tenían un tipo nuevo de H1N1 (¿te acordás de la gripe porcina?) y que el 10% de los trabajadores en contacto con ellos habían desarrollado anticuerpos. O sea, que el virus puede pasar de cerdos a humanos.

El punto, como oportunamente explica la bioestadista Pina Bertoglia en este hilo es que para generar una pandemia, el virus debería transmitirse entre humanos y causar enfermedades con impacto sanitario, cosa que hasta ahora no se observó.

Hay muchos virus de este tipo que se vigilan justamente por su potencial pandémico, pero hasta que no se vea que efectivamente puede circular entre humanos, ese potencial obedecerá a su definición de condición de posibilidad y no a titulares como “expertos señalan que hay riesgo inminente de una nueva pandemia”. Por otro lado, la vigilancia hace que esto se pueda identificar a tiempo y contener (otra opción es dejar de hacinar a los cerdos). Así que por ahora no habría que alarmarse por un nuevo brote de gripe porcina 2.0.

Supón que no hay fronteras

Pues para pensar en términos científicos no las hay. Así como hay cuestiones cuya transversalidad las transforma en perspectivas (como el impacto ambiental o el sexismo), la ciencia no es una máquina de tirar datos y certezas, sino una forma de interpretar nuestro contexto.

Frente a un problema global, como la pandemia de coronavirus, las especificidades locales respecto a la asignación de recursos para la investigación nos propone una tensión interesante entre el concepto de soberanía y la necesidad de una articulación global para solucionar un problema mundial.

Por su parte, esta mujer que, como Gardel, es un poco de Uruguay, un poco de Argentina y toda del Abasto, espera los retratos de tus compañeros no humanos acurrucados frente a la estufa.

Te mando un beso enorme,

Agostina

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.