Baila (y piensa) como el Papu

Alejandro Gómez tiene 19 años y lo presiente: va a jugar poco y nada. En el ataque de la selección argentina Sub 20, durante el Mundial Canadá 2007, destellan el Kun Agüero, Maxi Moralez, Pablo Piatti y Mauro Zárate. El grupo, mientras avanza el Mundial, pasa el mes, el encierro. Juegan a la Play 3; se cortan el pelo con una maquinita; chatean por MSN; arman un torneo de dados; y, exagerarán la noticia en la TV, “destrozan” el hotel: los juveniles le pegan a un teléfono de media chilena, cabecean un velador saltando desde la cama. Gómez -el Papu- encabeza el “vandalismo”: corre por el pasillo, se impulsa sobre una silla y define con un control remoto como pelota. “¡Goool!”. Pero también el grupo se afianza ante la enfermedad -o la muerte- de un padre o de un abuelo de algún compañero. Papu suma más afuera que adentro de la cancha: juega apenas 19 minutos en el Sub 20 de Canadá 2007, el último Mundial ganado por una selección argentina de fútbol.

Pasaron 15 años, y Alejandro Gómez integrará el plantel de la selección en Qatar 2022, su primera Copa del Mundo. Ni el Kun, ni Moralez, ni Piatti, ni Zárate. Pero sí Ángel Di María: son los únicos campeones mundiales en Canadá que estarán en Qatar. En el ecosistema de la selección -aunque fue titular en uno de los dos últimos amistosos, ante Honduras-, Papu, a los 34 años, parece volver a ocupar un rol más determinante en el grupo que en el equipo, más afuera que adentro. El grupo, igual que entonces, conecta al equipo. No estuvo en la Copa América Brasil 2019, pero sí en la de 2021; en la de la final en el Maracaná ante Brasil, la del título de la selección tras 28 años. Papu funciona como termómetro anímico de la Scaloneta. Es el asistente de Rodrigo De Paul en el radio protector a Lionel Messi. Con De Paul, dijo, “pateamos las mismas calles”.

Papu se crió en Avellaneda, a cinco cuadras de la cancha de Independiente (es sobrino de Hugo Villaverde, defensor de Independiente entre 1975 y 1989, y Jorge, su padre, trabajó como guardavida en la pileta del club). De Paul nació en Sarandí. Pibes de barrios al sur del Gran Buenos Aires (y de clubes). Messi, De Paul, Di María y Papu tienen un subgrupo de WhatsApp que, en total, integran “siete u ocho”. Los más grandes, la mesa chica, los que se levantan más temprano y se reúnen a tomar mate. “Disfruten, muchachos -suele bromear el Papu-, que pueden ser mis últimos meses en la selección”.

Damián Escudero tiene 35 años, uno más que Gómez. El año pasado se retiró como futbolista profesional. Salió de las inferiores de Vélez, jugó en Europa (Valladolid, Villarreal), regresó a Argentina -a Boca- y pasó siete años en el fútbol de Brasil. En el Mundial Sub 20 Canadá 2007, Escudero se lesionó en el segundo partido del grupo, en su debut: jugó 19 minutos, uno más que Papu. Vivieron el Mundial casi igual. “Papu siempre tiene la mejor. Compartíamos amigos, mucho afuera de la cancha, y siempre con su impronta divertida, la que hoy se ve. Que disfrutáramos, por más que no jugáramos, hizo todo más sencillo”, dice Escudero, cuyo padre, Osvaldo “Pichi” Escudero, también fue campeón juvenil, en Japón 79, con Diego Maradona. “Fue una experiencia hermosa, por el grupo humano que se formó cuando teníamos 18, 19, 20 años. Me quedan los recuerdos inolvidables de haber jugado con grandes jugadores, que hoy, 15 años después, ves la dimensión que tuvieron, como Ángel y el Papu”, dice. Escudero, mediocampista ofensivo, como Di María y Gómez, entrega una de las claves del éxito de la selección que dirige Lionel Scaloni: “Para ganar campeonatos siempre necesitás de un grupo. Te llevás mejor con uno que con otro, pero si el grupo congenia el afuera con el adentro, tenés un potencial enorme”.

Alguna vez, mientras jugaba en Atalanta de Italia, Papu Gómez fue a buscar a uno de sus hijos a un cumpleaños y recibió un pedido de los amiguitos: que bailara. En 2017 grabó junto a tres youtubers italianos, los “Gli Autogol”, la canción Baila como el Papu. Se lo propusieron después de que lo vieran bailar en videos que subía a Instagram con sus compañeros de Atalanta. Su costado jocoso tamizó un proceso que, bien aprovechado, el fútbol italiano le ofrece a cualquier futbolista: convertirse en un analista agudo y filosofal del juego. No sólo se viralizó Baila como el Papu, canción Disco de Oro 2007 en Italia, cuyas ganancias fueron a Insuperabili, un club de fútbol para personas con discapacidades. En la temporada 2019/2020, en la primera participación de la historia de Atalanta en la Champions, alcanzaron los cuartos de final. Y en febrero de 2020, antes del parate por la pandemia, le había compartido al periodista Diego Torres, en una entrevista en El País de España, un par de tips de su mente en el fútbol-juego.

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“Sé que tengo que arriesgar. La gambeta es lo mío. Y sé que haciéndolo rompemos líneas. Si me saco un tipo de encima se abre un mundo. Y más en Italia, donde los partidos son muy tácticos, todos basculan, con dos líneas de cuatro, con ocho tipos defendiendo. Si no rompés eso podés estar tocando toda una vida, pero no romperás ningún esquema”, expuso el Papu, y después, asombró: “¿Sabe lo que miro? Dónde está el árbitro. ¿Quién es el mejor posicionado en todo el campo? ¡El árbitro! Siempre está solo. Alejado de todo el quilombo. Casi siempre libre. Por eso suelo mirarlo, y me tiro donde está el árbitro. Haciendo cosas así fui perfeccionando mi nueva función”.

Gian Piero Gasperini es aún el entrenador del Atalanta. Papu reconoce que es el DT que lo marcó en su trayectoria (fue dirigido, en San Lorenzo y Catania, por Diego Simeone). Gasperini lo movió desde el extremo izquierdo hacia al centro, como enganche, más organizador. Le dio mayor panorama, lo enriqueció como futbolista. Intelligenza. Pero a la vez fue el volcán que erupcionó su salida al Sevilla a mitad de la temporada 2020/2021: Gómez lo acusó de intentar trompearlo en el entretiempo de un partido, y Gasperini lo acusó a él. Papu había llegado al Atalanta en la 2014/15, escapando del Metalist Járkov de Ucrania: en la ciudad había estallado la guerra civil entre nacionalistas y prorusos. En Atalanta, donde fue hasta capitán, se encontró con un jugador argentino que afrontaba su última temporada como profesional: Scaloni, hoy su DT en la selección. En Sevilla también lo dirige un argentino: Jorge Sampaoli. Con él, en 2017, había debutado en la selección.

Papu Gómez mide 1,67 cm. Si su apodo recae en Mónica, su madre -lo llama “Papuchito” desde bebé-, en las inferiores de Arsenal de Sarandí respondía a “el Piojo”. Y, como cualquier pequeño en los últimos años en las inferiores de los clubes argentinos -Messi no pasó una prueba en River-, tuvo que sobrevivir. Carlos Lema, que trabaja hoy como captador de talentos en Racing, lo conoció en las infantiles de Arsenal, cuando era N° 10. Por aquellos días, Lema repetía a quien lo escuchase: “Tengo al mejor futbolista de la historia de Arsenal”. Lema pasó después a la Novena División (14 años) de Arsenal. Y un día, cuando Papu estaba en la Pre Novena, se enteró que no jugaba. “Es un pendejo prepotente, canchero. Yo no voy a estar peleándome con un chico como éste”, le respondieron. Lema le dijo a Papu que esperara un año más, que ni se le ocurriera dejar de ir a entrenarse, que con él, en la Novena, iba a jugar. Así fue. “Y, obviamente, fue capitán y goleador. Nos lo vino a pedir Boca, River. Lo querían todos -recuerda Lema-. De Novena pasó a Sexta y (Jorge) Burruchaga, que era el entrenador de Primera, lo llevó a la pretemporada de 2003, con 14 años. Siempre digo que no hay malos alumnos, pero sí malos maestros. Tuve un montón de jugadores tan buenos como él que no llegaron. No le echo la culpa a nadie, pero a veces todo es producto de una causalidad. Si los técnicos de Novena y Octava hubiesen pensado como el de Pre Novena, capaz que el Papu se aburría y no iba más a entrenar”. Lema, lo definió el periodista Matías Petrone, es un “reivindicador de enanos peleadores”. Con Arsenal, el Papu ganó la Copa Sudamericana 2007 y la Suruga Bank 2008, antes de pasar a San Lorenzo.

“El físico no tiene tanto que ver en el fútbol, es relativo, y hay ligas para todos, pero hoy el profesionalismo en general lleva a los chiquitos a los extremos para poder rendir”, dice Escudero, el Pichi menor, 1,71 cm. “En Sudamérica, en Argentina, Brasil y Uruguay, se siguen sacando jugadores donde la prioridad es el uno contra uno, la gambeta. Es cierto eso que dijo el Papu de que con una gambeta se abre un mundo. Y más en Europa, donde es un fútbol muy táctico, donde se estudia muchísimo. Con una gambeta podés romper cualquier esquema. Eso por el lado futbolístico. Y después, abrís el mundo, porque si hacés una gambeta, algo diferente, se te abren las puertas de cualquier club, llamás más la atención”.

A Papu se le abrió la posibilidad de jugar en la selección de Italia en los años previos a Rusia 2018. Había jugado tres temporadas en Catania antes de llegar a Atalanta. “Si surge -se dijo-, le doy para adelante”. Tenía la doble nacionalidad gracias a Linda Raff, su pareja desde los 17 años, a quien conoció en la escuela. Pero como cuando la obtuvo ya había jugado en la selección argentina juvenil -y hasta había salido campeón del mundo- se cayó lo de Italia: la FIFA no dio el ok. Papu había pisado por primera vez el predio de la AFA a los 14 años, después de haber debutado en la Reserva de Arsenal. Pero aquel día no jugó para la selección Sub 17, sino para un selectivo de Arsenal. Metió dos goles. Y, de ahí, jugó en todas las selecciones argentinas. “Si pudiéramos no dormir, no dormiríamos -dijo acerca del grupo de la selección-. Cada minuto lo vivimos al 1000%. Cuando nos tenemos que despedir en el aeropuerto queda un vacío sentimental. Tratamos de mantener una línea desde el primer día con Scaloni, de mucha seriedad y trabajo, pero también acercarnos mucho a la gente, tratar de conectarnos con ellos y estar, y que la gente se identifique, porque es lo más importante. Sueño con ganar el Mundial en Qatar y tirarme del balcón de la Casa Rosada”.

El Papu Gomez
Baila (y piensa) como el Papu

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.

Nombre:
Alejandro Darío Gómez
Apodo:
Papu
Nacimiento:
15 de febrero de 1988
Nacionalidad:
Argentina
Altura:
1,67 m
Peso:
68 kg

Subtitulo

Debut deportivo:
Arsenal de Sarandí
Club:
Sevilla
Liga:
Primera División de España
Posición:
Extremo izquierdo

Subtitulo

Selección:
Argentina
Debut:
13 de junio de 2017
Dorsal:
24
Partidos (goles):
5 (0)

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