Montañas, retratos de una inmensidad

Libros, películas y documentales que acercan la magia de las sierras, los cerros y las cumbres.

Hola, ¿qué tal? Espero que estés lo mejor posible. Yo mucho mejor que en la entrega anterior, porque estuve de vacaciones. Fueron muy reparadoras. Descansé, disfruté, leí, dejé de mirar los diarios por varios días y hasta saqué Twitter del teléfono. Así que volví con una energía diferente, más depurada, a enfrentar esta jungla de mosquitos, inflación y agobio.

La entrega de hoy se fue armando mientras viajaba. Porque estuve en el sur argentino, en sus bellos lagos y paisajes (de Neuquén y Río Negro) y quise escribir sobre las montañas. El tema se impuso solo por su potencia y su presencia infranqueable. Me parecen increíbles las montañas: su tamaño, su piedra, su musgo, la vegetación que crece ahí, los pájaros que la sobrevuelan, el silencio que albergan, sus cambios de color durante el día. En nuestro país hay tanta extensión, tanto bosque, tanta naturaleza en estado puro que me emociona. Espero que no se me vayan de los ojos esos tonos y reflejos de las piedras y los picos recortados sobre el cielo y sobre el agua.

Hoy quiero dedicarle el Hilo a la montaña y sus manifestaciones. Es un tema vastísimo, por lo que evitaré algunas referencias muy transitadas como La montaña mágica (novela que está cumpliendo 100 años) y mi adorada película The sound of music y “The hills are alive” para hablar de obras un poco más recientes. Y lo ilustraré no con montañas reales, sino con collages de muchas de ellas (gracias, Pinterest).

Y una novedad para los Hilos de esta temporada (¡la quinta!): voy a invitar en cada entrega a alguien que sume su recomendación temática. Una colaboración especial que aporte algo diferente. Me gusta que más voces agreguen sus impresiones sobre los ejes que elijo. ¿Qué les parece? Y ya saben: si está a su alcance, viene genial que se sumen con un módico aporte mensual a nuestro círculo de Mejores Amigos de Cenital.

Ahora sí, empecemos.

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#1 La luz y la montaña

Una mujer se va a vivir a las sierras de Córdoba con su pareja y su hija pequeña y trata de registrar por escrito, en una especie de diario, la búsqueda espiritual que la habita. Ella sabe que es difícil congeniar la maternidad con la meditación. Pero viene practicando hace años, vivió en India, y lee libros de hinduismo y tradiciones ancestrales que la dejan en estado de pregunta. En La luz y la montaña, Soledad Urquía arma sutilmente un dispositivo de sostén y de contención de ella misma ante las transformaciones de la vida. Parte de la autoobservación para examinar el mundo y el espacio que la rodean con ojos curiosos e inquisitivos. Las entradas del libro ven pasar las estaciones, los cambios en el paisaje hecho de montañas y arroyos, y de pronto las actividades cotidianas se vuelven translúcidas, nos muestran su reverso. La luz y la montaña es un libro muy reflexivo, liviano y profundo a la vez, fuerte y etéreo, como si se nos revelaran pequeños encantamientos mientras avanzamos por sus páginas.

Aprovecho la mención a su libro para invitar a Soledad a que nos recomiende algo sobre la montaña. Ella es una gran lectora, y una de las editoras de Chai. Vive hace muchos años en Traslasierra, cerca del Champaquí, el pico más alto de Córdoba, un cerro con una presencia y unos colores impresionantes, así que sabe de lo que hablamos.

#2 Colaboración especial: la montaña por Soledad Urquía

Según una línea del hinduismo llamada Advaita Vedanta lo real es lo que permanece y lo transitorio es irreal. Para mí la montaña es eso que permanece imperturbable en todo momento, no importa mi estado de ánimo, el clima o quién es el presidente de nuestro país. Cuando llevo a mi hija a la escuela o a sus clases de gimnasia se ven, desde la ruta, esas montañas naranjas que encajonan el valle en el que vivimos. A veces ella cierra los ojos y me dice algo molesta: “No aguanto más esta vista”. Un poco la entiendo, por momentos puede ser irritante esa constante fija tan imponente, como esa gente con muchísimo temple a las que nada parece perturbarlas y que en circunstancias específicas pueden llegar a sacar lo peor de uno pero cuya presencia, en general, suele traer calma.

Hay un libro que para mí ilustra esta cualidad misteriosa de las montañas, entidades que atraen a ciertas personas al azar, que inexorablemente llevan a la introspección, que de alguna manera llaman al silencio. Se llama El leopardo de las nieves de Peter Matthiessen. La premisa es muy sencilla: en 1973 un zoólogo y un escritor deciden hacer una expedición en las montañas de Tíbet. El libro es el resultado de este viaje, con descripciones de la naturaleza hermosísimas y también narraciones de las aventuras y los contratiempos que surgen al caminar durante tanto tiempo por un territorio tan hostil para los seres humanos. Sin embargo, lo que a mí más me gusta es que al leer a Matthiessen se puede comprender el estado de ánimo en el que las personas se sumergen al estar cerca de una montaña durante mucho tiempo: hay algo muy reflexivo e inquisitivo en el tono del autor. Es muy lindo el momento en el que recuerda sus inicios en el budismo y su relación con su esposa. Todo lo que cuenta tiene el filtro de la montaña, como si los acontecimientos estuvieran atravesados por una luz sepia que nos permite contemplar nuestra vida con compasión y, si tenemos suerte, con un poco más de entendimiento sobre nosotros mismos.

¡Gracias, Sole!

#3 Canto yo y la montaña baila

Un libro muy fresco y original sobre la naturaleza en estado puro. Se publicó en catalán en 2019 y cosechó desde entonces muchas reimpresiones, excelentes críticas y varios premios. Me refiero a Canto yo y la montaña baila, de la joven escritora española Irene Solá (Mallá, Barcelona, 1990). Basado en algunas leyendas de la región de Catalunya, en el libro toman la palabra las montañas, las nubes, los perros y hasta los hongos y los yuyos para contar sus historias. Una novela bien polifónica con el protagonismo repartido entre criaturas humanas y no humanas, en la que también se funden los tiempos: el pasado, el presente y el futuro conviven con la imaginación desbordante de la autora. Pero no piensen que es un libro de literatura maravillosa o fantástica: las aventuras o conflictos de los personajes aportan distintos enfoques sobre temas bastante prácticos y rutinarios de la vida rural y eso los vuelve más cercanos. El texto narrado por la montaña es muy conmovedor: cuenta ella misma cómo fue su formación rocosa, cómo hace milenios la cubría el mar hasta que un crujido ensordecedor, un terremoto, fue desgarrando los cimientos hasta convertirla en lo que es: “Nos levantaba un empuje oscuro, una fuerza bruta nos mandaba hacia arriba, la roca se retorcía, la tierra se sobreponía, se amontonaba, se doblaba, estallaba”. Muy impactante. Si quieren leer un poco más, les dejo una reseña de la escritora cordobesa Eugenia Almeida, quien encuentra en la novela una invitación a pensar lo comunitario.

#4 Como bestias

Esta novela la leí justamente en las vacaciones y me gustó muchísimo. Como bestias está escrita por Violaine Bérot, una autora francesa nacida en la región de los Altos Pirineos. Y es también una ficción polifónica en la que se reconstruye, a partir de las voces de muchos habitantes de un pueblo muy pequeño, lo que sucede con el protagonista, un joven a quien llaman el Oso, ermitaño y un poco peligroso, que vive solo con su madre en lo alto de una montaña. No les quiero adelantar mucho porque la progresión dramática del libro es bien

interesante, pero sí hacer hincapié en las vidas misteriosas de las personas que deciden retirarse de la sociedad para acercarse definitivamente a las montañas y vivir en comunión con ellas. Cuando estaba en el sur y se hacía de noche, me impresionaba ver cómo titilaban pequeñas lucecitas a lo lejos, de casas y refugios perdidos en medio de la inmensidad. Esta novela habla de esos habitantes tan particulares, y sobre todo de la incomprensión del resto. El editor de Las Afueras, Francisco Llorca, me dio Como bestias en la última Feria de Editores y me dijo que los lectores y lectoras pueden encontrar de todo en este libro, y un poco es cierto: hay una trama pseudopolicial, hay misterio, hay elementos sobrenaturales, hay una perspectiva social fuerte, hay un trabajo con la oralidad muy logrado. (Un dato: el libro fue elegido el mejor del año pasado por las librerías de Madrid). Se los recomiendo especialmente.

#5 La sociedad de la nieve

Ya conté en otro Hilo que tengo una fascinación medio morbosa por los accidentes y misterios aéreos. Así que me lancé a ver la película La sociedad de la nieve (dirigida por Juan Antonio Bayona y disponible en Netflix) con bastante expectativa. Más allá de la trama conocida (el avión que transportaba a un equipo de rugby uruguayo cae en el medio de la cordillera de los Andes y los sobrevivientes tardan unos setenta días en ser rescatados), de la angustia y la desesperación que transmite la película, y de la gran decisión sobre el punto de vista desde el que se narra, me impactó la forma en la que está filmada la montaña. Su protagonismo es absoluto. Cuando la cámara se aleja podemos dimensionar la inmensidad total de nieve y piedra en la que se encontraban los jovencitos. El rigor de la montaña los hace pasar malos momentos. El frío, el viento, la excesiva claridad. Creo que en una situación así, no hubiera sobrevivido a tanta adversidad. La montaña exige que se la trate con respeto.

#6 Free solo

Y pasamos del impacto de la historia real de los sobrevivientes uruguayos a un documental de 2018 que ganó el Oscar. La película Free solo sigue a un loco total: Alex Honnold, un escalador nacido en Sacramento en 1985 que se especializa en trepar montañas en estilo “solitario libre”, que quiere decir que no usa sogas ni protecciones de ningún tipo. Se trepa nomás a las piedras sin ayuda, como una especie de hombre araña, o de insecto gigante que solo se vale de sus patas para aferrarse. El documental sigue una de sus hazañas en particular, la escalada de El Capitán, un gran témpano de piedra a 2.300 metros sobre el nivel del mar en el Parque Nacional Yosemite. Y vemos su rutina de entrenamiento, las pruebas, las charlas con su familia, su novia y amigos (todos intentan disuadirlo sin éxito) y finalmente el ascenso. Vertiginoso es poco. En una entrevista, él dijo que escalar no le parece demasiado adrenalínico, como la práctica del surf por ejemplo, porque se hace más lento… Pero viendo esta película me permito dudarlo. Les dejo el trailer y, como es de National Geographic, la encuentran disponible en Disney+. (El dato: Honnold vino cuatro veces a la Argentina y subió el cerro Fitz Roy –de los más difíciles del país– y también el Aconcagua).

#7 Mistral en la Patagonia

Antes de despedirme, me pareció pertinente cerrar con un poema. Y nada menos que de Gabriela Mistral, una poeta que fue premio Nobel en 1945, de un país como Chile en el que las montañas son una columna vertebral tan omnipresente como ineludible. En 2019 se publicó una selección de poemas suyos llamada El libro de la Patagonia en la que se reúnen textos de diversas épocas sobre el paisaje del sur chileno: su geografía, su gente y costumbres, la naturaleza tan apabullante. Este me gustó porque habla de cómo las cimas de las montañas se ponen al atardecer. El sol impactando rojizo en las piedras.

Cima

La hora de la tarde, la que pone
su sangre en las montañas.

Alguien en esta hora está sufriendo;
una pierde, angustiada,
en este atardecer el solo pecho
contra el cual estrechaba.

Hay algún corazón en donde moja
la tarde aquella cima ensangrentada.

El valle ya está en sombra
y se llena de calma.
Pero mira de lo hondo que se enciende
de rojez la montaña.

Yo me pongo a cantar siempre a esta hora
mi invariable canción atribulada.

¿Será yo la que baño
la cumbre de escarlata?

Llevo a mi corazón la mano, y siento
que mi costado mana.

Ahora sí, me despido hasta dentro de quince días con la canción “La montaña”, de Luis Alberto Spinetta, incluida en Peluson of Milk. Me encanta, la verdad. Aunque una vez leí en un texto de Fabián Casas que esa montaña del título se refería a la ropa sucia que se iba apilando. Qué humor fino el del Flaco.

Gracias por leer, y por favor cuidate mucho.

Malena

Es licenciada en Letras por la UBA y trabaja hace muchos años en la industria editorial. Fue editora en las revistas El Interpretador y Los Inrockuptibles. Forma parte del equipo de Caja Negra, una editorial psicoactiva y heterogénea. Tiene un ciclo de entrevistas con escritores y escritoras en el Malba. Si los libros fueran comestibles, podría alimentar a miles de personas con los que acumula en su biblioteca. Lo que más le gusta es viajar.