Esto no es letra, es rutina

Hablamos de la noticia de la semana: el anuncio de la producción del primer lote de Sputnik V en Argentina.

Holis, ¿cómo andás? Yo, bastante sorprendida. Nunca presto atención a las fechas y los aniversarios, así que me acabo de dar cuenta de que el martes se cumplió un año de la primera carta que te escribí. El año fuera del tiempo, en el que todos los días son intensos, en el que todos los días parecen el mismo. El año que en realidad son dos. El año en el que nos conocimos, nos acompañamos, cantamos temazos. El año en el que no nos unió el amor, sino el espanto, pero también el sentido del humor. Gracias. 

Pasó un año, sí, y hablamos de un montón de cosas. Sin embargo, no sé si en el fondo tengo algo nuevo para decirte. Sigo sin saber bien para qué te cuento todas estas cosas. O sea, lo sé a grandes rasgos, sé que quiero que construyamos herramientas para ejercer el criterio en la evaluación de información y generar argumentos para guiar nuestras acciones. Pero todavía no sé exactamente qué acciones serían ésas, qué sería lo mejor que podríamos hacer (claramente, socializar los medios de producción, pero me refiero a cuáles son los pasos a seguir). 

Entonces pienso si la persistencia no puede ser una forma de resistencia. Si escribirte todas las semanas es, en efecto, hacer algo, dar pasos, sin saber bien para qué y hacia dónde, pero sin dejar de hacer. Y si esa pequeña rebeldía contra la utilidad inmediata nos acerca a lo que sea que estamos buscando.

Acá no compramos con los rastrillos

Si nuestro aniversario se trata de las rutinas que hemos sabido conseguir, de las pequeñas delicias de nuestra vida conyugal, podemos empezar los festejos en nuestro restaurante favorito, que vendrían a ser las vacunanews.

Sin dudas, la noticia de la semana fue el anuncio de la producción del primer lote de Sputnik V en Argentina. En estos momentos, te escribo poseída por el espíritu de Ricardo Iorio mientras veo las fotos de los trabajadores del Laboratorio Richmond con los frasquitos. Por primera vez en mucho tiempo, lo que nos agarró desprevenidos fue una buena noticia. Es que en febrero, cuando habían anunciado la transferencia tecnológica a nuestro país, se habló de por lo menos un año hasta tener el primer lote. Pero acá están las primeras 21.000 dosis Made In Argentina que en este momento están esperando ser enviadas a Moscú para el control de calidad. Si todo sale bien, la producción a escala empezaría en junio y, en un estadío posterior, podría exportarse a otros países de la región. Lo único que me decepciona un poco es el nombre que le eligieron: Sputnik V.I.D.A (por Vacuna de Inmunización para el Desarrollo Argentino), a mí me gustaba más la idea de ponerle “Muñeca Brava”.

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Algunas otras cosas que no cuentan como decepción pero sí como factores que incitan a la cautela: 

  • que la producción a escala se estime para junio no quiere decir que va a estar lista para ser distribuida en ese plazo. En ese sentido, se habla de fin de año.
  • puede haber demoras y dificultades e idas y vueltas con el control de calidad; los plazos estimados son aproximados y optimistas. Siempre existe la posibilidad de que todo lo que pueda salir mal, salga mal.
  • que la vacuna se produzca en Argentina no implica que vaya a distribuirse en su totalidad en el país. La transferencia tecnológica al Richmond se da por un acuerdo entre privados facilitado por el Estado, que debe comprar las dosis.
  • cuando se habla de producción nacional de la vacuna no significa que todos los componentes se hacen acá. El principio activo de este primer lote vino de Rusia y lo que se hizo en Richmond fue el envasado. Marcelo Figueiras, director del laboratorio, dijo que su intención es “ir hacia atrás”: empezar por el final (envasado) para seguir por el fermentado hasta llegar a cultivar las células.

Y si de hablar de vacunas fabricadas en Argentina se trata, no podemos dejar de lado el acuerdo del laboratorio argentino mAbxience para hacer el principio activo de la vacuna de Oxford y enviarla a México para su envasado. El trato fue anunciado por el gobierno como algo que garantizaría millones de dosis para nuestro país (la primera vez que hablamos de este acuerdo fue en esta edición y en ésta conversamos sobre algunos detalles del proceso). Después de más de 6 meses, los resultados no son los esperados. Para entender qué está pasando, te recomiendo mucho la cobertura del tema que hizo Diego Genoud, cuestión que pasaré a resumir:

1- El martes 13 de abril, Agustín Lamas, representante de AstraZeneca en Argentina, dijo en una reunión con funcionarios que no podía garantizar el envío de las 900.000 dosis que se venía anunciando desde marzo. Las que llegaron hasta ahora forman parte del programa COVAX de la OMS y no son las producidas en el país. Esto es una gota más en un vaso lleno de postergaciones, que no tienen que ver con las condiciones de la fabricación en Argentina, sino con el bloqueo de la importación de un insumo necesario para el envasado, lo que llevó a mudar este proceso de México a Estados Unidos (sobre eso te hablé en esta carta). En la nota, Genoud señala que esta situación llevó a un pedido de expropiación de mAbxience por parte del Frente de Izquierda, tanto como a la conformación de un grupo de científicos, sanitaristas y organizaciones que le solicitaron a la ministra Carla Vizzotti que se frenara la exportación y que la producción nacional sea fraccionada y envasada en el país. A todo esto, Hugo Sigman, dueño de mAbxience y poseedor de una fortuna de 2.000 millones de dólares, le transmitió al gobierno que ya pagó el 60% del valor de 22.4 millones de dosis, que él está cumpliendo con su parte del acuerdo y no hizo declaraciones.

2- El especialista en inmunología, Jorge Geffner, expresa una posición que comparten tanto opositores como funcionarios afines al gobierno: el cese de las exportaciones del principio activo respondería a la decisión de priorizar salvar vidas al cumplimiento de un contrato en un escenario en el que se disparan los contagios, tal como están haciendo varios países. Sectores del gobierno que sostienen que las demoras se deben a factores externos que superan a mAbxience, argumentan que para envasar la vacuna de AstraZeneca en el país deberían dejar de envasarse otras, como la del neumococo. Sigman continuaba en silencio. Por otro lado, hace ruido que, contando con capacidad técnica y recursos humanos similares a los de Cuba, que ya tiene una vacuna en la última fase de ensayos clínicos, la primera vacuna argentina haya recibido en sus inicios tan solo 100 mil dólares para avanzar con el proyecto y muy poco apoyo institucional.

3- A raíz de las notas publicadas, Sigman hizo un hilo en Twitter. Algunos fragmentos:

  • “mAbxience ha cumplido con los objetivos, tanto en tiempo como en cantidad, y así lo seguirá haciendo”;
  • “(mAbxience) no es la propietaria de la vacuna, ni la encargada de venderla, cobrarla, ni de firmar los contratos con los gobiernos o establecer las fechas de entrega”;
  • “prohibir la exportación del principio activo, como reclaman algunos, implicaría poner en cuestión un proyecto que tiene como objetivo garantizar que América Latina acceda a la vacuna de manera equitativa y económica”;
  • “formular, fraccionar y envasar cada tipo de vacuna requiere una serie de equipos e insumos específicos que, por la alta demanda global, hoy resultan imposibles de conseguir rápidamente”.

4- A partir de las declaraciones, Genoud escribió una columna de opinión que cierra con la siguiente reflexión: “Sigman vive gran parte del año en España, donde suele ser anfitrión de funcionarios y empresarios argentinos que viajan al exterior. La semana pasada, sin ir más lejos, organizó un almuerzo del que participaron enviados importantes del Presidente. Pieza poderosa de un ajedrez mayor, acredita vínculos de los más estrechos con gobernadores como Juan Manzur -desde el tiempo en que era ministro de Salud de Cristina Fernández-, está ligado a dirigentes sindicales como Héctor Daer y tiene también un contacto más que fluido con un grupo de hombres de negocios que apoyaron la campaña del peronismo, entre ellos José Luis Manzano. Además, cuenta con una fuerte presencia en el mundo de la cultura a través de emprendimientos como la editorial Capital Intelectual y la productora de cine K & S. Ese universo de relaciones que no reconoce fronteras y algunos otros vínculos, de los que hay incluso menos información que de la vacuna de AstraZeneca, le permitieron siempre administrar su silencio y elegir el tiempo de sus intervenciones públicas. Esta vez, ese gran ecosistema de afinidades no le alcanzó y tuvo que salir a defenderse”.

Bonus track: esta nota de The Guardian que reseña un trabajo que reconstruye todos los fondos recibidos desde el año 2000 y que permitieron la publicación de varios trabajos que podrían considerarse los antecedentes necesarios para haber logrado fabricar la vacuna de AstraZeneca. ¿La conclusión? El 97% provino de fondos públicos.

Nos cruzamos por las redes, pero nos fuimos al garete

Nuestro cumpleaños ya pasó a la sección brindis y, un poco más suelta de lengua, inicio otra de nuestras rutinas. Esta vez, alzar la voz, pegarle a la mesa con el puño y enunciar que LA POLÍTICA SANITARIA NO SE DESPRENDE DE FORMA DIRECTA Y UNIDIRECCIONAL DE NINGÚN PAPER. Y mucho menos cuando se trata de cosas que ni siquiera sabemos si podemos saber. 

¿De qué estoy hablando? Del cierre/apertura de las escuelas y su relación con los contagios. ¿Y a qué me refiero? A acciones en las redes sociales como este tipo de hilos que anuncia  “literatura científica para evitar caer en la grieta” y este otro en respuesta, que revisa los papers citados y sostiene que no son válidos como evidencia respaldatoria para cerrar las escuelas.

Primero, van algunas consideraciones a la hora de leer trabajos científicos, un lenguaje al que no todo el mundo está acostumbrado. Por un lado, los modelos matemáticos no son lo mismo que los estudios de monitoreo. No es lo mismo hablar de cerrar o abrir escuelas mirando el comportamiento esperable del virus y la circulación promedio de la gente y estableciendo probabilidades de propagación que hacerlo observando lo que efectivamente pasó. Los dos tipos de estudio no cumplen la misma función en la evaluación epidemiológica. En el primer caso, se establecen escenarios posibles a partir de variables. Para abordar este tema, lo que se hace es tratar de estimar cuánto aumentan las formas de contacto en las que es posible contagiarse si hay clases presenciales. Entonces, sirven para analizar cuáles son las cuestiones a tener en cuenta si se quieren abrir las escuelas (como por ejemplo el transporte público) y si efectivamente eso puede hacerse. En el segundo, lo que se hace es observar qué pasó cuando se abrieron las escuelas. Y esto sirve para evaluar las políticas sanitarias que se llevaron a cabo y ajustarlas. O sea que los modelos matemáticos se acercan a una predicción mientras que los de monitoreo se basan en el pasado.

¿Cuál es la cuestión fundamental a tener en cuenta? Que en ningún caso, la evidencia es concluyente. ¿Por qué? Porque las escuelas no pueden aislarse como variable. No puedo tener una cantidad x de casos y abrir todas las escuelas y cerrar todo lo demás y después volver a esa misma cantidad de casos y abrir todo lo demás y cerrar las escuelas. Si lo que quiero es encontrar papers que confirmen mi posición los voy a encontrar. No todos van a tener la misma calidad, eso seguro. Pero además, las experiencias y costumbres en el mundo son diversas y generan mucha variabilidad, lo que aumenta las posibilidades de encontrar material que robustezca posiciones contrarias. 

Por ejemplo, la OMS publicó las conclusiones de su Comité Técnico Asesor sobre Escolaridad Segura Durante la Pandemia, donde se sostiene que no hay evidencia que señale que las escuelas contribuyan significativamente a la transmisión comunitaria y que medidas como la distancia física, el uso de barbijos y ventilación apropiada debería permitir que las escuelas permanezcan abiertas aún con números crecientes de casos. También, en esta investigación de The Lancet, varios especialistas señalan que la creencia de que las escuelas no aumentan la circulación comunitaria y que el riesgo de enfermedad grave en los niños ha causado que las medidas de mitigación en las escuelas no fueran prioritarias y, consecuentemente, cuando las escuelas reabrieron, la prevalencia de COVID-19 en los grupos etarios entre las personas de 16 años creció mucho más que la de cualquier otro grupo. Si lo vemos así, pareciera que las posiciones no son antagónicas, sin embargo el primer comunicado fue compartido por quienes sostienen que hay que abrir las escuelas y, el segundo, por quienes creen que hay que cerrarlas. Ambos fueron presentados como “evidencia”.

De alguna forma, lo que podemos concluir es que las clases presenciales no deberían ser necesariamente focos de contagio, pero, en muchos casos, efectivamente lo son. El tema es qué es lo que hace falta para que no lo sean y si estamos en condiciones de proveerlo o priorizarlo. ¿Se puede garantizar que en todas las aulas haya ventanas y un medidor de CO2 que indique cuándo el aire está viciado? ¿Garantizar que cada docente tenga contacto solo con una burbuja? ¿Evitar que varias burbujas entren en contacto, por ejemplo, en la salida de la escuela? 

En fin, todo esto para decir que el cierre o apertura de las escuelas no puede desprenderse de una predicción o un análisis de caso (o varios), sino que tiene que depender de una planificación cuidadosa que sea honesta respecto a su lugar. Si la educación es prioritaria, eso significa que hay que destinar recursos a su adaptación y situarla en un plan integral, evaluando sus interacciones con otras actividades. Esto también implica que esos recursos no serán destinados a otras cosas, que tal vez tengan que cerrar por no poder cumplir con los estándares de seguridad. Lo que es seguro, es que no es cuestión de vivir como en 2019 pero con barbijo.

Mi combete siempre activo, amigo, 24/7

Llegó el postre y, como buena pareja estable, nos ponemos a hablar de lo que hablamos siempre: mujeres en ciencia, barbijos y comunicación durante la pandemia.

1- Ya se está hablando de una pandemia de deserción de mujeres en investigación. Como venimos diciendo desde que empezó todo esto: en pandemia las mujeres publicamos menos, lideramos menos ensayos clínicos y recibimos menos reconocimiento como expertas. En el centro de las razones, como siempre, la sobrecarga de trabajo doméstico. Pero además, desigualdades profundizadas como la vulneración de las comunidades racializadas y preocupaciones nuevas como la salud mental de los niños y su continuidad educativa. Si a eso le sumamos la falta de respuesta institucional de universidades y centros de investigación que aborden la especificidad de la problemática y el contexto, las condiciones están dadas para generar quiebres.

2- Los barbijos transparentes que están usando en la tele no sirven. Algunas razones: no sellan y no cubren el mentón, o sea que el aire pasa lo mismo solo que tienen una especie de limpiaparabrisas para atajar las escupidas. Lo ideal es usar cubrebocas que cumplan con esas condiciones y, además, tengan homologación respecto a su capacidad de filtrado y respirabilidad, cosa que es muy difícil de lograr con telas transparentes, que suelen ser plásticas y muy poco permeables. 

3- La pandemia es un fenómeno mundial, pero solo hablamos de lo que pasa en Argentina. Dejo el final de esta nota de Eugenia Mitchelstein: “La pandemia todavía no terminó, pero no sería sorprendente que países similares, con desafíos parecidos respecto a pobreza, salud pública y condiciones de vida, muestren resultados parejos en el manejo del coronavirus. El discurso triunfalista del oficialismo a principios de la pandemia, el derrotista de la oposición desde al menos mediados de 2020, y la cobertura periodística de la epidemia tienen un rasgo común: el excepcionalismo argentino, la idea de que, para bien o para mal, somos una sociedad distinta, con un futuro venturoso o trágico, según quién haga el análisis. Si al inicio de la pandemia teníamos pocos contagios era mérito de la ciudadanía que se estaba cuidando. Cuando en octubre de 2020 estuvimos entre los países con más muertos por millón de habitantes por día también era culpa de los argentinos que, irresponsables, no tomaban recaudos. Si la cuarentena no funcionó para frenar contagios es porque somos especialmente proclives a quebrar las normas o porque el gobierno argentino es el único que establece reglas demasiado estrictas para ser cumplidas.

El ombliguismo de cubrir las noticias como si la Argentina fuera el centro del mundo puede ser antipático pero inofensivo respecto a temas como política local o fútbol. Pero parece peligroso para informar al público sobre un fenómeno internacional: el virus no se frena en los Andes o el Río de la Plata, no necesita visa para entrar por Ezeiza. ¿Qué nos pasa a los argentinos con el coronavirus? Lo mismo que al resto del mundo. Es mejor aprender de lo que pasó en otros países y colaborar con ellos para dejar atrás la pandemia”. 

Sin saber por qué no tiene compe

Mientras esperamos la cuenta tomando una grappa, arremeto con otro clásico: hablar de algo que nada que ver con la conversación anterior pero que es lindo de comentar porque se trata de saber cosas. No sé si lo viste, pero hace algunas semanas, los medios se llenaron de noticias que hablaban de un experimento, el Muon g-2 del laboratorio Fermilab, que vino a transformar la física tal como la conocíamos. Y, como no pude con mi genio, quise saber más y hablé con Javier Santaolalla, doctor en Física de Partículas y exitoso youtuber, que me respondió algunas preguntas.

–¿En qué consistió el experimento Muon g-2 del Fermilab?

Es un experimento que lleva medio siglo haciéndose con la intención de medir con mucha precisión una propiedad magnética de una partícula muy parecida al electrón, que es su hermano el muon. A esa propiedad magnética se la ha llamado g y su valor es muy próximo a 2, por eso lo que se mide en el experimento es cuánto se aleja de 2 o el resultado de g-2, de ahí su nombre. El experimento es básicamente un anillo que almacena muones que van girando y están sometidos a un potente campo magnético. Ese campo magnético hace que el muon gire como un trompo y de ahí se puede conocer su momento magnético, o mejor, su g.

–¿Qué implican los resultados publicados? ¿A qué se refieren los medios cuando afirman que «podrían cambiar las leyes de la física?

De momento no implican nada. Es importante destacar que son resultados preliminares, es decir, falta confirmación experimental en el mismo experimento y finalmente verificación por un experimento similar. Así que toca esperar. 

Y es que sí, se ha observado una diferencia entre el valor predicho por la teoría y el resultado del experimento. Pero esa diferencia no es concluyente. Primero porque no es suficientemente grande para hablar de descubrimiento, y segundo, y más importante, todavía hay dudas de que las cosas se estén haciendo bien. No sería la primera vez que tras anunciar un resultado así luego se viera que había un error en la medida, o algún efecto no se había considerado. Pero esta vez es un poco más delicado aún, porque la teoría que explica ese valor no está del todo consolidada. Es más, el mismo día en que se publicó el resultado de g-2 un grupo de físicos teóricos publicó en la revista Nature una nueva forma de calcular g-2 que da un resultado diferente al tradicional y sí encaja con el resultado del experimento.

Es decir, esto no solo genera incógnitas en el campo experimental, también hay batalla en el campo teórico. Aún así, si se llegara a confirmar hablaríamos de un gran hito de la física, porque detrás de un hallazgo así puede haber algo muy impactante, que aún no sabemos, pero que habría que buscar. Podría ser una nueva partícula, podría ser una nueva fuerza. Nadie lo sabe, pero definitivamente sería algo que generaría un gran impacto en la física.

–Si se confirmaran estos resultados, ¿traerían consigo algún cambio en aplicaciones científicas cotidianas o solo aplicarían a un campo específico?

La ciencia funciona así, va poco a poco. Si le hubieran preguntado a Planck por las aplicaciones de la cuántica se habría encogido de hombros. Hoy tenemos aplicaciones de la cuántica en criptografía, en comunicaciones, en los microscopios de efecto túnel, en óptica o en los ordenadores cuánticos. Y mejor paro de enumerar porque podría estar todo el día y no acabaría. 

A Faraday, una vez, un gobernador, de visita en su laboratorio en los albores de la revolución de la electricidad, le preguntó para qué servían esos dínamos y esos motores eléctricos, y él le respondió hábilmente: «No lo sé, pero seguro que algún día le ponen un impuesto». Dicho y hecho, hoy el 50% del PBI mundial pasa por alguno de los inventos de Faraday. Pues aquí te puedo responder lo mismo, no lo sé, pero a ese muon hay que seguirlo de cerca que seguro que pronto habrá que pagar impuestos por él.

Desde que empezamos ya le dimos fin, con mi team

Después de un año de comunicación pandémica, me despido hasta la semana que viene pensando en que las cosas que se repiten para mostrarnos lo mismo terminan revelándonos sus aspectos desconocidos, como esta amistad incógnita que se descubre intercambiando cartas.

Te mando un beso enorme,

Agostina

p/d: hablando de aniversarios, las referencias de este news son, claramente, del tema del año.

Soy comunicadora científica. Desde hace tres años formo parte del colectivo Economía Femini(s)ta, donde edito la sección de ciencia y coordino la campaña #MenstruAcción. Vivo en el Abasto con mis dos gatos y mi tortuga. A la tardecita me siento en algún bar del barrio a tomar vermú y discutir lecturas con amigas.