Es otro fútbol, presidente

Breve ensayo a partir de la llegada de Mateo Retegui al seleccionado de Italia.

“El fútbol ocupa toda nuestra vida, por lo menos dos días a la semana de manera muy intensa. Es además una de las seis más grandes industrias del mundo. Debemos encontrar un lenguaje nuevo para el fútbol, ya no habría que hablarle más a la gente de su camiseta. Mi papel es dar una nueva verdad sobre el panorama deportivo”. Gianni Minà, referente del periodismo deportivo en Italia (fallecido el 27 de marzo), en una entrevista a Clarín en 1997.

Tres entrenamientos, dos tiros al arco en dos partidos como titular, dos goles. Único futbolista en la historia de la selección de Italia en meter su primer gol mientras juega en un club fuera de Europa. Ante Inglaterra en el estadio Maradona, y ante Malta en el Ta’ Qali, por la clasificación a la Eurocopa 2024, Mateo Retegui -el delantero de Tigre, goleador de la actual Liga argentina (7), y en la pasada (19)- le terminó de dar sustento teórico y empírico a un “nuevo fútbol”, que ojea por el mundo qué jugadores pueden ser plausibles de nacionalizar para que sean seleccionados. La novedad, en cualquier caso, es que ahora hasta los argentinos queremos que los nacidos en otros países jueguen en la selección. ¿O acaso no nos gustaría ver a Alejandro Garnacho, la estrellita del Manchester United, nacido en Madrid pero de madre argentina emigrada post 2001, en el Mundial Sub 20 que, parece, se jugará en la Argentina?

Bisabuelo de Sicilia, nacido en San Fernando (23 años), jugador de hockey en la adolescencia -padre y hermana llegaron a la selección-, Retegui, recordaron en Italia, lleva el gol en su apellido. Si bien es de origen vasco, “rete”, en italiano, es “red”, sinónimo de “gol”. “Es una posibilidad que haya más convocados del extranjero. Tenemos un porcentaje mínimo de italianos que juegan regularmente en la Serie A -advirtió Roberto Mancini, el entrenador de Italia-. Todos lo hacen. En Suiza, 15 de cada 20 jugadores son oriundos de Italia. También Bélgica, Francia, Alemania e Inglaterra se fijan en los oriundos. Muchas veces nos han quitado jugadores que hemos criado y nosotros haremos lo mismo”. Ocho años atrás, cuando Antonio Conte, entonces DT de Italia, citó al argentino Franco Vázquez, el Mudo, y al brasileño Éder, Mancini había dicho: “La selección italiana debe ser italiana. Los no nacidos en Italia no merecen estar, aun cuando tengan parientes”. Ahora Mancini comparó a Retegui con “el primer” Gabriel Batistuta, el que llegó en 1992 a la Fiorentina, con la que incluso jugó un año en la Serie B.

Campeón de la última Euro, pero ausente en Rusia 2018 y Qatar 2022, Mancini apela a lo que pueda para rescatar a Italia. En la Sub 21 italiana debutó Bruno Zapelli, el 10 exquisito de Belgrano de Córdoba. Tuttosport, el diario deportivo más antiguo de Italia, publicó una lista de 50 jugadores nacidos en el extranjero que pueden jugar en la selección. Entre ellos, 16 argentinos, casi todos menores de 23 años. Del fútbol local, Lucas Beltrán (River, 22 años); Nicolás Valentini (Boca, 21), Gianluca Prestianni (Vélez, 17); Juan Sforza (Newell’s, 21); Gino Infantino (Rosario Central, 19); Pedro de la Vega (Lanús, 22); y Marco Di Cesare (Argentinos, 21). Si Retegui aceptó la citación de Italia fue, en parte, porque por delante tenía a los campeones Lautaro Martínez (25) y Julián Álvarez (23), el goleador del ciclo de Lionel Scaloni y el autor de cuatro goles en el Mundial. Desde mitad de año, Retegui jugará en un club de Europa.

“A los clubes les interesa que los chicos tengan un pasaporte europeo por motivos pragmáticos, para no usar un cupo extranjero. Para los ojeadores, lo de los chicos y las selecciones no es más que lo que hicieron los clubes. Que Zapelli esté llamado o no a la selección, no les importa. Lo importante es el pasaporte. Los clubes se fijan hace décadas en la doble ciudadanía”, me marca un scout que trabajó cinco años en Sudamérica para un club que fue campeón de Europa. Las selecciones, así, copian a los clubes. En la última fecha de la clasificación a la Euro, desde la Argentina viajaron Andrés Vombergar (San Lorenzo) y Norberto Briasco (Boca). Vombergar juega en la selección de Eslovenia. Briasco, en la de Armenia, junto a otro argentino, Lucas Zelarayán. Vombergar nació en Villa Luzuriaga. En su casa, de chico, sus padres hablaban en esloveno, idioma de origen de sus abuelos. El Beto se apellida Briasco “Balekian”, por su abuelo materno, que le contaba historias de su bisabuelo, migrante hacia el país después del genocidio armenio.

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En el último Mundial, Breel Embolo, nacido Yaundé, Camerún, le metió el 1–0 de Suiza a la selección de su país de nacimiento. No lo festejó. Pidió disculpas. Nunca antes se había visto tal imagen. En Qatar 2022, 137 de los 832 jugadores representaron a un país distinto al de su nacimiento. ¿Podemos imaginar a Retegui metiéndole un gol a la selección argentina en el Mundial 2026? En todo lo que aparenta ser nuevo hay algo viejo: los argentinos Raimundo Orsi, Luis Monti, Attilio Demaría y Enrique Guaita emigraron primero al calcio y luego salieron campeones del mundo con la azzurra en el Mundial de Italia 1934. Eran los oriundi. Los emuló Mauro Camoranesi en Alemania 2006. En cinco días, Retegui pasó de jugar en la cancha de Arsenal ante menos de mil personas, en Sarandí, a fajarse con los centrales Harry Maguire (Manchester United) y John Stones (Manchester City), y a meterle un gol a Inglaterra en Napoli. Cuando volvió a jugar con Tigre, ante Lanús en el estadio Dellagiovanna, marcó el 2–1 sobre la hora. Rete.

Pizza post cancha

  • Gonzalo Montiel, el que definió con su penal el título mundial en Qatar, fue denunciado por una presunta violación ocurrida en 2019, en su casa de Virrey del Pino. La mujer también denunció amenazas de la familia de Montiel, que entonces jugaba en River. Jorge Martínez, el entrenador del femenino de Boca, fue denunciado por abuso sexual por Florencia Marco, la jefa de prensa del equipo. Detalló “situaciones de acoso”, “intimidación” y “violencia psicológica y moral”. Marco lo había denunciado en febrero en el Departamento de Inclusión e Igualdad del club. La licenciaron. Martínez siguió. Marco lo denunció, pero en la justicia. Boca, recién entonces, separó a Martínez del cargo. Desde 2015, año de #NiUnaMenos, más de 30 futbolistas fueron denunciados por abuso o violencia de género. “Tenemos que hablar de Villa”, titulaba Zequi Scher el Prepárense… del 21 de mayo de 2022. “Que la oposición en Boca esté ligada al Poder Judicial, ¿habilita la hipótesis del oficialismo de que la denuncia sea una operación desestabilizadora? ¿Aunque sea una hipótesis que ignore a las víctimas?”, se preguntaba, y seguía y seguimos preguntándonos: “¿Qué entramado hay en nuestra cabeza para que el primer reflejo sea decir que la víctima miente?”.
  • ¿Al alemán Mesut Özil, que anunció su retiro profesional a los 34 años, le debemos el gol de Ángel Di María ante Francia en la final de Qatar? Zurdos, Özil y Di María fueron compañeros durante cuatro años en el Real Madrid. Llegaron juntos en la temporada 2010/11. Özil le pegaba a la pelota “con rebote”, como Di María en la definición por encima del arquero Hugo Lloris. Desde arriba, en diagonal, cortándola con el empeine, para que pique y se eleve. En el canal de YouTube del Arsenal, club en el que jugó Özil, hay un video en el que explica la técnica, el secreto de su golpeo. Özil, de padres turcos, fue campeón del mundo con Alemania en Brasil 2014. “114 goles y 222 asistencias. ¿Qué le dio más placer?”, le pregunta acá Juan Ignacio G-Ochoa. “Mi estilo era ese -le responde Özil-, el de intentar siempre pases y jugadas que nadie podía esperar”.

El domingo, Delfina Lombardi, jugadora de la Reserva de River, “participó” en el gol de Nacho Fernández ante Unión, el 1–0 del triunfo. Le alcanzó la pelota, rapidísima, a Nicolás de la Cruz, que sacó el lateral y agarró distraído y mal parado al rival en el inicio de la jugada. Era la primera vez de Delfina como alcanzapelotas en el Monumental. “Ellos (los alcanzapelotas) juegan un rol importante porque para mí el fútbol es eso: una suma de detalles positivos o negativos que después influyen para bien o para mal”, expuso Martín Demichelis, DT de River. Nada nuevo. “Hay pibes que te ganan partidos”, había dicho una vez Carlos Bilardo. En Banfield (2001–2003), el uruguayo Luis Garisto les había indicado a los alcanzapelotas que la acomodasen en el córner para que el ejecutante pudiera patearlos de una. Efecto sorpresa. Después de un gol con ese modus operandi, lo prohibieron en el reglamento. Garisto, que murió en 2017, es el dueño de una de las mejores frases futboleras: “Con jugadores pelotudos no hay táctica que valga”.

En 2003, cuando jugaba en la Novena de Deportivo Morón, fui de alcanzapelotas al Francisco Urbano, la vieja cancha que se veía desde el tren Sarmiento. Morón-Atlanta, B Metropolitana. En el entretiempo ensayábamos cambios de frente, pateamos al arco, tirábamos centros. El Colo, de la Séptima, me tiró un centro al corazón del área. El césped lo invitaba: una chilena. Gol, en el arco de la popular local. Escuché: “¡Pibe, que te suban a Primera!”. El sumun de la gloria. En el segundo tiempo cambié de lado. Encaré hacia la popular visitante (en otra entrega deberíamos profundizar por qué ya ni se discute la vuelta de los hinchas visitantes, qué perdimos sin esa chance de socialización). Desde el alambrado, escuché: “¡Beto, la puta que te parió!”. Eran mis amigos hinchas del Bohemio. El fútbol sucede en muchos lados. Y te suele bajar a tierra.

Esto fue todo. La seguimos en 15 días.

Salú y abrazos,

Roberto Parrottino (Beto)

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.