En Dios confiamos

El gobierno, en la cuenta regresiva para conseguir dólares. Los riesgos inminentes de una devaluación. El plan económico del banquero de Patricia Bullrich y el riesgo terminal del peronismo.

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La escena -que sería inverosímil si no hubiera mediado esta experiencia política llamada Frente de Todos- explica con bastante fidelidad lo que en esta entrega se bautizó como la disfuncionalidad del dispositivo oficial. Sergio Massa no lograba ubicar a Miguel Pesce. El ministro de Economía tuvo que llamar a Alberto Fernández para que colaborara con la búsqueda. El Presidente convocó al titular del Banco Central y dejó trascender una molestia terminal con su gestión. Más allá de la anécdota, a Pesce -una eminencia gris- hay que mirarlo con atención: de un equipo económico que fue cayendo bajo el fuego cruzado de la interna, el funcionario de origen radical es el único que mantiene su cargo en un lugar central de responsabilidad en la administración de los dólares que escasean hace mucho para el oficialismo. Un sobreviviente designado.

Sin embargo, la suba de los dólares paralelos de la última semana -que acaso algún optimista esperaba que se contuviera con la renuncia a la candidatura a la reelección del Presidente- tiene razones de fondo más estructurales y, por lo tanto, muchísimo más difíciles de enfrentar que si fueran un resultado lineal de la disfuncionalidad de la coalición de gobierno. La sequía, sobre la que se advirtió holgadamente durante los primeros meses, hoy se manifiesta. Es el momento del año en que habitualmente llegarían los dólares del comienzo de la liquidación de la cosecha gruesa, cuyos resultados para el año electoral opacan cualquier conspiración que pueda genuinamente existir y reduce de manera significativa las posibilidades del gobierno de intervenir con instrumentos eficaces para una carencia que es, antes que nada, material.

Es en ese ambiente, moldeado por la ausencia de los dólares que actúan como combustible de la economía, que las restricciones políticas se acentúan. La muy limitada repercusión de la nueva edición del dólar soja proviene -además de la sequía- de un tipo de cambio reconocido que es menor al que el muy concentrado grupo de operadores desea que se le reconozca. Estos, al igual que los productores, especulan con una devaluación del dólar oficial, ya que según algunos cálculos afinados, las reservas del Banco Central se ubican hoy por debajo de los mil millones de dólares.

La búsqueda de remedios para esta situación trae también urgencias que azuzan rumores y corridas. En un plazo que se mide en días, el gobierno debería obtener entre siete y diez mil millones de dólares para poder afrontar sin una devaluación del oficial las obligaciones del sector externo. Esto supone conversaciones con el Fondo Monetario, el Banco Mundial e incluso el Tesoro estadounidense. La propia dinámica del FMI supone pedir algo a cambio en términos macroeconómicos. Y la devaluación es parte de los manuales recurrentes del organismo. Los actores toman nota.

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En esta situación visiblemente declinante, un actor inesperado podría aportar algún alivio, al menos módico. Durante la asunción de Dilma Rousseff como titular del Nuevo Banco de Desarrollo -el “Banco de los BRICS”- el presidente Lula cuestionó el rol del FMI y el tratamiento otorgado a Argentina, al tiempo que abogó por un cambio en las condiciones de financiamiento para el sur global. Una gestión del embajador argentino ante la República Popular China, Sabino Vaca Narvaja, por la que la propia Rousseff ya se comunicó con la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, podría redundar en poco tiempo en algún desembolso que llegaría desde la institución con sede en Shanghai.

Los consuelos son escasos para una realidad agobiante. No es sólo en la cabeza del ex asesor y operador cerealero Antonio Aracre que está en consideración una modificación del esquema cambiario. El malogrado decreto del dólar para las economías regionales suponía una devaluación para el 75% de la producción exportable. Una muestra gratis de un desdoblamiento o un salto cambiario que terminó por no concretarse. Mientras tanto, el Banco Central parece estar acelerando el ritmo de depreciación nominal, que al 6% mensual venía retrasado repecto de la inflación, que marcó 7,7% en marzo. La corrección en un contexto de inestabilidad podría ser interpretada como el preludio de un salto más ambicioso por los operadores del mercado, dando pie a un aumento de las operaciones de cobertura.

En medio de esta secuencia, el representante argentino ante el FMI -hoy director alterno-, Sergio Chodos, denunció que tres economistas de Juntos por el Cambio habían tenido conversaciones con funcionarios del Fondo en las que sugerían que el organismo no hiciera el desembolso que está negociando el gobierno. Los apuntados por el oficialismo son Alfonso Prat-Gay, Hernán Lacunza y Guido Sandleris. El episodio es interesante por varios aspectos. Chodos no dio los nombres, jugó al fleje y con herramientas que no forman parte de su libreto -incluido el desagradable señalamiento a la pareja de uno de los economistas mencionados. La versión, sin embargo, es verosímil por los antecedentes: se suma al señalamiento a Luciano Laspina previo al acuerdo con el FMI en diciembre de 2021 y a las conversaciones privadas sobre el anticipo del no pago de la deuda en pesos. Sin embargo, que sea verosímil no la transforma en cierta. “La acusación es falsa”, tuiteó Lacunza. Prat-Gay reconoció los encuentros pautados, pero contó que no fue: aparentemente perdió un vuelo. Quienes conocen a Chodos aseguran que tiene un reaseguro -¿una captura de WhatsApp? ¿Un audio?- y que no se arriesgaría, como funcionario del Fondo, a una acusación de esa naturaleza sin una habilitación -por acción o por omisión- de alguien del organismo.

La respuesta de Lacunza sobre las metas acordadas y no cumplidas/cumplibles con el organismo y el supuesto atraso cambiario tiene ecos inevitables de los últimos meses de la gestión anterior, cuando desde el gobierno se responsabilizaba al “temor a la oposición” como causante de la corrida cambiaria y desde la entonces oposición, Alberto Fernández hacía eco en la insostenibilidad de la economía macrista. Desde la racionalidad puramente política, para una oposición que pretende gobernar en algunos meses, un desembolso anticipado supondría menos fondos y más problemas para ejecutar su propio programa económico a cambio de un beneficio que sentirá el país en una situación de emergencia. También lo sentirá la actual administración que, en las pretensiones opositoras, debería afrontar al menos una parte muy relevante del peso del ajuste que el pedido de fondos frescos busca aliviar. Problemas de incentivos y teoría de juegos se vuelven indispensables para quienes miran al futuro cercano.

La dimensión del ajuste que se narra desde el hemisferio opositor varía en su profundidad. En una entrevista con Sofía Diamante para La Nación, el ex Santander Río Enrique Cristofani -integrado a los equipos de Patricia Bullrich en la búsqueda de otra experiencia exitosa de exportar figuras del sector financiero a la función pública- dio pistas muy concretas del programa de la referente opositora. El diagnóstico expresado por Cristofani -que en 2019 se entusiasmaba con una candidatura de María Eugenia Vidal- es interesante en su monocausalidad. Los problemas de Argentina se reducen al déficit fiscal, causado por el “gasto público ineficiente”.

La receta propuesta es, lógicamente, una reducción muy fuerte del gasto de los estados nacional, provincial y municipal. Consultado sobre su diagnóstico, Cristofani tiene la virtud de la sinceridad y sostiene -en un plazo que ubica en meses- que debería avanzarse en una reducción que no sólo signifique los recortes habituales identificados por casi todos los referentes opositores -tarifas, déficit de las empresas públicas-, sino que también pretende reducir drásticamente tanto la cobertura previsional argentina — “las jubilaciones sin aportes” —  así como “cinco puntos del PIB” de gasto en salarios públicos, fundamentalmente provinciales. El programa económico esbozado quizás hasta permita bajar la inflación, al costo de una recesión a la griega, con sus consecuencias en los niveles de empleo y actividad. Cómo impactaría eso en una sociedad que — coinciden todas las encuestas —  demanda del Estado algunos pisos de bienestar que, defectuosamente, ha venido manteniendo a lo largo de décadas, es una pregunta abierta.

Entre los acontecimientos de importancia que pasan por debajo de las dificultades económicas, las próximas semanas y meses estarán marcados por el avance en la asignación de frecuencias para telecomunicaciones. Entre varias cuestiones, se discute la asignación del 6GHz, una parte del espectro radioeléctrico que hoy no está definido en Argentina y que, se especula, podría ser asignado íntegramente al otorgamiento de banda para las redes de WiFi. Desde las empresas de telecomunicaciones agrupadas en GSMA enviaron una carta a Massa, en la que pidieron que se asigne a WiFi sólo la mitad del espectro disponible -que permitiría duplicar las frecuencias existentes- y se reserve el resto para su posible uso en las redes móviles de 5G. La decisión, que debería ser técnica, está atravesada por el rol que cumpliría la operadora china Huawei en la infraestructura móvil de 5G en Argentina, un punto de preocupación frecuente para los Estados Unidos. GSMA incluye, además de Huawei, a sus principales competidoras occidentales: la finlandesa Nokia y la sueca Ericsson.

Mientras tanto, Cristina reaparecerá el jueves en el Teatro Argentino de la Plata. Como Sísifo y su roca, la vice tiene en su vigencia electoral una maldición que la acompaña y la obliga a resolver las demandas de un colectivo de dirigentes que hace años tiene la creatividad obturada. En su entorno diario sostienen que la hipótesis de una Cristina candidata empieza a envanecerse y ella, en privado, persiste en su reconocimiento a Massa.

Lo mismo plantean sobre la posibilidad de que Axel Kicillof encabece la boleta presidencial. Kicillof es, hoy, el único dirigente que fideliza la totalidad del voto de CFK y podría crecer por fuera de esas fronteras. La hipótesis del gobernador es que, de abandonar la provincia, el peronismo pondría en riesgo, también, su bastión electoral. Una migración de Kicillof replicaría en territorio bonaerense lo que provocó la ausencia de CFK en el escenario nacional. Sin embargo, la experiencia histórica pone una luz de alerta para el Frente de Todos: si la boleta a presidente es de lata, el gobernador podría tener problemas para escindirse de una debacle general. El peronismo tiene, en la historia reciente, una performance electoral entre 7 y 10 puntos por encima de la media nacional, que hoy orilla los 30 puntos con una tendencia a la baja. Así las cosas, en la Provincia el árbitro de la elección podría ser Javier Milei. Si el atolondrado economista define, en un acuerdo con Juntos por el Cambio, no presentar candidato a gobernador, el oficialismo se arriesga a una mamushka de derrotas.

Para terminar esta edición quería dejarles dos recomendaciones de producción propia que vienen a cuenta de los temas de las últimas semanas. Por un lado, la desesperante necesidad de divisas que lleva al ministro de Economía a pasar la gorra por el mundo hizo que Nicolás Sidicaro le dedique su última edición del newsletter #LluviaDeInversiones al tema exportaciones. “¿A quién le exporta lo que yo haga?” fue el asunto del correo. La segunda es una invitación a revisar el archivo. Estos días se leyó mucho en la web de Cenital dos entregas del newsletter de Juan Manuel Telechea, en uno del año pasado explica los impactos económicos de la dolarización que sus promotores soslayan y en el otro cómo funcionó la convertibilidad en los 90. Todos estos contenidos son posibles gracias al apoyo de nuestros lectores así que, junto al agradecimiento para los miembros, quiero motivarte (?) para que te sumes a la comunidad de Cenital desde este link.

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Iván

Es director de un medio que pensó para leer a los periodistas que escriben en él. Sus momentos preferidos son los cierres de listas, el día de las elecciones y las finales en Madrid. Además de River, podría tener un tatuaje de Messi y el Indio, pero no le gustan los tatuajes. Le hubiera encantado ser diplomático. Los de Internacionales dicen que es un conservador popular.