¿Por qué aumentar las exportaciones?

El crecimiento económico demanda más importaciones que lo que crecen nuestras ventas externas, por lo que tras años de crecimiento la balanza comercial se complica. Eso nos lleva a cepos o devaluaciones, ambos indeseados ¿Cómo salir de esa dinámica?

¡Buenas! Espero que estés muy bien.

Cuando se cursa una materia, seminario o taller muchas veces nos (me) pasa que se entra en una vorágine de lecturas y estudio tal que nos olvidamos de qué tiene que ver lo que estamos haciendo con el foco de la materia, ¿les pasa a ustedes también? Con el tiempo, me fui dando cuenta de esto -me llevó varios años-, así que de vez en cuando mientras curso freno y pienso en cómo se relaciona todo lo que veo en esa materia.

Esta introducción sirve para justificar esta primera parada técnica que vamos a hacer en el flamante mundo de los sectores productivos y la Lluvia de Inversiones. Por ahora, hablamos de litio, gas no convencional y software, pero ¿en qué se relacionan estos sectores? Primero que nada, generan puestos de trabajo de calidad y bien remunerados -al menos cuando los comparamos con el resto de los salarios argentinos-. En segundo lugar, son sumamente importantes para el ingreso de divisas y para proyectar un aumento en las exportaciones para los próximos años. Sobre esto último nos vamos a detener hoy.

Los datos del día

En 2021, exportamos alrededor del 18% de nuestro PBI, mientras que Brasil exportó el 20% y la relación entre estas variables a nivel mundial se encuentra cerca del 30%. Ahora bien, en el mundo hay mucha distorsión, mientras que la Unión Europea en su conjunto exporta más del 50% de su PBI, valor que crece de forma continua hace décadas, países como China o Estados Unidos rondan el 20% y el 11%, respectivamente.

Desde 1980 hasta 2021, Argentina fue el país de la región que menor crecimiento tuvo en cuanto al valor de las exportaciones. Todos los países tuvieron complicaciones para aumentarlas de forma constante -dado que nos especializamos en productos primarios poco elaborados que tuvieron vaivenes en sus precios internacionales-, aún así nosotros tuvimos la peor performance.

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Pero esto no es solo “mala suerte” vinculada a una cuestión de precios, en cantidades exportadas también nos encontramos rezagados. En 2021 exportamos un volumen similar de productos al 2010, siendo el pico -como dijimos- en 2011. Si bien es cierto que en los últimos años -sacando la pandemia- las cantidades exportadas se recompusieron (en 2015 tuvimos la menor cantidad de exportaciones desde 2004), al compararnos con la región y con el mundo vemos que nos quedamos atrás, ya que ellos crecieron -con tasas diferentes- de forma constante en el período.

Si te interesa qué exportamos, te recomiendo que vayas a ver esta entrega de Eli Möhle donde lo aborda en detalle.

Con exportar no alcanza, sin exportar no se puede

Si te pregunto cuántos tipos de dólares hay en la economía argentina es posible que no me lo puedas decir -a menos de que leas Rollover de Juanma Telechea y te mantengas al tanto de las cuestiones económicas más importantes-. Esta semana, de hecho, se reglamentó una modificación del dólar soja/economías regionales, así que no hace falta que te lo diga, pero es un tema central en nuestras vidas.

Dejando de lado la cuestión de la economía bimonetaria -en el bonus te dejo una nota muy buena sobre esto- ¿por qué es tan importante? Básicamente para pagar cualquier bien o servicio importado necesitamos divisas. ¿Y cómo las generamos? Exportando.

Ahora bien, ¿por qué importamos cosas? Algunos bienes no los podemos o no nos conviene producirlos localmente, por cuestiones de falta de tecnologías o de escala. Quizás podríamos hacerlo, pero a precios mucho más caros, por lo que no es muy deseable. Entonces, importamos, tanto bienes finales como insumos y maquinarias para producir.

Esto último es la clave en este newsletter. Simplificando mucho la cuestión, las características de nuestra economía hacen que en los períodos de crecimiento económico, las importaciones tiendan a crecer más que las ventas al exterior. Esto puede llevar a una devaluación, de forma tal de encarecer las importaciones y estimular las exportaciones (aunque es discutido el efecto positivo en las últimas) o a situaciones de estrangulamiento de divisas, por lo que empiezan los controles cambiarios -cepos- y las autorizaciones para importar, lo cual impacta de dos maneras sobre los sectores productivos.

Por un lado, al no poder acceder fácilmente al mercado de divisas hay empresas que no pueden girar sus utilidades hacia el exterior. Quizás pienses que es algo positivo, pero en realidad esto también desincentiva a las grandes firmas a invertir sumas altas en el país porque no saben qué va a pasar con sus ganancias. Por otro lado, casi todas las actividades productivas requieren de insumos y maquinarias para producir. Cuando los dólares empiezan a escasear, se dificulta importar estos bienes, por lo que se puede trabar el crecimiento económico. O bien, se devalúa y en nuestro país por lo general eso tiene un efecto inflacionario y recesivo, que termina en un mayor nivel de pobreza durante un tiempo.

Esto último no sucede únicamente en sectores meramente industriales, también pasa en la energía -por ejemplo, hoy se importaron maquinarias para comprimir gas y aumentar el volumen que podrá transportar el gasoducto Nestor Kirchner- o los insumos que se requieren para explotar los yacimientos de litio y otros metales.

Está bien, me dirás que también podemos sustituir esas importaciones. A veces sí, otras veces es muy complicado. Pero de todas maneras, incluso en los casos en que podamos, alcanzar la escala demandada y los estándares de calidad que se necesitan en algunas industrias no es nada fácil. Quizás hace cincuenta años era un objetivo razonable, hoy en día la producción se complejizó muchísimo y no resulta sencilla la sustitución de las importaciones.

¿Por qué importa todo esto? Habrás visto hace unas semanas que la tasa de pobreza alcanzó el 39,2%, siendo aun más alta en los menores de edad. Además, una parte importantísima de la población trabajadora se encuentra en condiciones de precariedad laboral y cobra bajos salarios o tiene que ingeniarse formas para llegar a fin de mes. Seguramente una parte de esos problemas se solucionen con mayor distribución de la riqueza, pero eso no alcanza. Incluso en los mejores años del siglo XXI (en términos de indicadores sociales, que es lo que más me interesa), allá por el 2011, la tasa de informalidad laboral se encontraba en torno al 30% y resultaba difícil romper ese piso.

Por lo tanto, más allá de la discusión distributiva, crecer resulta clave -ojo, tampoco es condición suficiente-. Entonces, volvemos a lo mismo. Si crecemos, importamos más, por lo que necesitamos más divisas y se complica la economía. ¿Qué hace falta? Encontrar herramientas que permitan que ese crecimiento se acompañe por uno todavía mayor de las exportaciones. Te dejo esta nota de Martín Alfie y Paloma Verona que discute algunos puntos más sobre el tema.

Si tú quieres exportar, querrás, sabrás que este es el momento, guapo

Si nos pusimos de acuerdo en que exportar es algo necesario e importante para pensar en un país más justo y estable, lo que queda es preguntarnos sobre cuáles son los sectores que pueden impulsar nuestras exportaciones. Sobre esto hablé con Daniel Schteingart, el encargado de coordinar el Plan Argentina Productiva 2030, publicado hace unas semanas por el Ministerio de Economía.

Si bien me aclaró que el Plan aborda la gran mayoría de los complejos productivos, a grandes rasgos podemos decir que:

  • En el ámbito de la energía se estima que se multipliquen por siete las exportaciones, pasando de USD 5.000 millones a 35.000 millones en 2030. Esto fue impulsado principalmente por el auge de Vaca Muerta, que permitiría incrementar las exportaciones de petróleo en 21.000 millones y las de gas en 7.500 millones. Pero también con los proyectos de hidrógeno verde podrían exportarse 2.000 millones de este producto tan importante para la transición energética. Más allá del 2030, el escenario energético es aún más importante, con la maduración de las plantas de GNL, el aumento de la demanda de hidrógeno y -en caso de que las exploraciones tengan resultados positivos- los hidrocarburos en el Mar Argentino;
  • La minería aparece como otro de los grandes pilares exportadores. Principalmente con el litio y el cobre se estima que podemos alcanzar los 19.000 millones de dólares exportados frente a los 3.000 millones actuales. Esto es sumamente posible dado que compartimos cordillera con Chile y exportamos 17 veces menos minerales. Además, tenemos potencial para extraer potasio, un fertilizante clave para el agro y del cual Brasil es un gran importador;
  • La agroindustria también resulta clave, manteniendo su rol como principal exportador. Se podrían incrementar en casi 10.000 millones las exportaciones agropecuarias. Sin embargo, esto depende de los precios internacionales -que según la FAO van a caer en los próximos años-. Por lo tanto, para incrementar el valor exportado es necesario producir más, al mismo tiempo que se preservan los ecosistemas -dada la crisis climática que atravesamos a nivel mundial-. Esto lleva a la utilización de riego, mejoras en la fertilización y la implementación de nuevas tecnologías para aumentar el rendimiento por hectárea cultivada. Así como también a aumentar el valor agregado de nuestras exportaciones, fomentando la producción de más proteína animal;
  • En cuanto a Manufacturas de Origen Industrial (MOI), encuentra clave la industria automotriz -más que nada en el segmento pickups-, la industria forestal, donde tenemos un enorme potencial en la Mesopotamia argentina, y la petroquímica, dado el incremento en la producción hidrocarburífera de Vaca Muerta. Para estos dos sectores, planteó que es necesario avanzar en una ley de grandes inversiones, ya que se requieren montos muy elevados para llevarlos adelante y el país está caracterizado por una volatilidad crónica, lo que desincentiva estos proyectos. En conjunto, las MOI podrían pasar de 18.000 millones a 34.000 en 2030;
  • Los servicios basados en conocimiento también son claves para aumentar las exportaciones. Se estima que podrían pasar de exportar 7.000 millones a 18.000 para 2030, dado que contamos con un buen nivel de profesionales, dentro de todo baratos -para los estándares internacionales-, un buen manejo del inglés y un huso horario similar a Estados Unidos y Europa. Podés chusmear la entrega de software si no la leíste la vez pasada;
  • Por último, el turismo aparece como una oportunidad muy importante para recomponer la posición prepandémica, pero también para aumentar un 60% el ingreso de divisas provenientes de esta actividad. Puntualmente, el turismo de naturaleza aparece como una de los principales vectores en esta actividad que puede alcanzar los 9.000 millones de dólares para el fin de la década. En este sentido, el Ministerio de Turismo y Deportes implementó hace poco el programa La Ruta Natural, para promover fuertemente este turismo de alcance federal.

Aproveché la presencia de Daniel para preguntarle también sobre la capacidad de las exportaciones para garantizar mejores resultados económicos y sobre los posibles encadenamientos de los sectores que mencionó anteriormente para lograr exportaciones cada vez de mayor calidad

¿Alcanza con exportar más? ¿Se corre el riesgo de aumentar las exportaciones y la fuga de capitales al mismo tiempo?

Es una condición necesaria, pero no suficiente. Vos podés tener un proceso de incremento de las exportaciones pero en simultáneo un deterioro de la balanza comercial, como ocurrió en las experiencias aperturistas de las últimas décadas (la dictadura, los ’90 y 2016–19), en donde las exportaciones subieron pero las importaciones lo hicieron proporcionalmente más, detonando luego crisis de balanza de pagos que resultaron muy costosas en términos sociales y económicos.

Por otro lado, hay un vínculo del huevo y la gallina entre ordenar la macro y desarrollar exportaciones. Si no exportamos más, es difícil ordenar la macro puesto que necesitamos divisas y reservas para sostener un tipo de cambio medianamente estable. A la vez, si no ordenamos la macro, se dificultan las inversiones necesarias para desarrollar exportaciones y, a la vez, corremos el riesgo de que parte de las entradas de divisas se compensen con mayor formación de activos externos (FAE) -lo que habitualmente se llama fuga-.

De todos modos, por lo general un aumento de las exportaciones, aún con FAE, tiende a generar divisas disponibles para que la actividad productiva crezca. Veamos los años recientes. En 2021 y 2022 la economía se recuperó muy por encima de lo esperado (acordate que se decía que recién en 2026 íbamos a recuperar el PBI per cápita de 2019 y esto se superó en 2022). Sin el fuerte salto exportador de esos años hubiese sido muy difícil tener los dólares necesarios para financiar el aumento de las importaciones derivado del crecimiento. Del mismo modo, 2023 será un año complejo en materia de exportaciones, producto de la sequía. ¿Deberíamos suponer que la FAE bajaría proporcionalmente? Está claro que no, y que la afectación de exportaciones incide sobre la disponibilidad de divisas del conjunto de la economía, más allá de la FAE.

¿El foco por las exportaciones permitiría también desarrollar otros sectores de mayor complejidad, para en el futuro poder exportar tecnologías?

En el Plan se plantea que los recursos naturales deben ser una palanca para el desarrollo industrial, científico y tecnológico, como ha ocurrido por ejemplo en países como Canadá, y, con algunos matices, en Noruega, Finlandia o Australia, donde los sectores de origen primario son muy relevantes en la canasta exportadora pero también donde exportan tecnologías de punta asociados a ellos.

Un buen aprovechamiento de los recursos naturales sí o sí debe: a) incentivar el desarrollo de proveedores asociados, tanto industriales como de servicios, b) promover la agregación de valor -por ejemplo, transformando el gas de Vaca Muerta en industria petroquímica-, c) generar rentas que permitan financiar políticas productivas, científicas y tecnológicas que propicien la diversificación y complejización de la matriz productiva, y que también financien políticas ambientales, de transición energética y de construcción de capacidades técnicas en el sector público, d) realizarse con estrictos controles ambientales, licencia social y participación de las comunidades cercanas a las zonas donde se radiquen las industrias extractivas; e) en el caso del agro, privilegiar el incremento de la producción a través de mejoras de la productividad y/o riego sostenible más que por el avance de la superficie cultivada vía deforestación o el avance sobre ecosistemas relevantes.

Bonus Track

Hasta acá llegamos por hoy, la próxima entrega te prometo que volvemos a los sectores productivos -aunque algunos surgieron cuando hablamos de cuáles son los que pueden generar exportaciones-, pero me parecía un buen momento para tomar un respiro corto antes de seguir con nuevos tópicos. De todas formas, te comento que no va a ser la última vez que aparezca el tema, nos quedaron muchas cosas sin abordar.

Ahora sí, te recomiendo las siguientes notas que leí esta semana:

  • Guido Zack, Emiliano Libman y Juan Martín Ianni publicaron esta nota en Ámbito donde analizan las complejidades de vivir en un esquema bimonetario. De paso, te explican claramente a qué se refiere ese término que se volvió tan popular;
  • No es una nota, pero este tweet de Leandro Mora Alfonsín sobre una de las industrias que comenté hoy (la forestal) me pareció muy completo, ya abordaremos ese tema en algún momento;
  • Bueno, esto tampoco es una nota, no te voy a mentir. Pero, el programa SIC Periodismo Textual de la Televisión Pública Argentina publicó ayer un episodio sobre programas sociales y economía popular que está muy bien abordado.

Ahora sí, cerramos con la recomendación que esperabas (?) La semana pasada se cumplieron 10 años de su estreno, así que en esta entrega voy a recomendarles Evil Dead (el remake), medio gore, pero muy buena.

Antes de despedirme, te comento que sigue abierta la suscripción a Cenital, así que, en la medida de tus posibilidades, podés aportar para sostener este y todos los otros newsletter que te gustan.

Abrazo grande,

Nicolás

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, está terminando una especialización en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM.