Elecciones en Venezuela: la conquista de las calles y la presión regional

Maduro busca descontracturar su imagen con un círculo de jóvenes, podcasts, sillas gamers y hasta un reality show musical tras más de una década en Miraflores. La oposición pasa la página de la estrategia abstencionista con Machado, la líder indiscutida del antichavismo que se lanza a las calles a apoyar a Edmundo González.

La caída del experimento Juan Guaidó a fines de 2022 significó el reconocimiento de una derrota política para la oposición venezolana. Apenas tres años antes se había envalentonado cuando más de cincuenta países felicitaron al presidente encargado, como lo llamaron. Fue algo inédito a escala mundial: una Jefatura de Estado Virtual, sin funciones en territorio, que solo llegó a controlar activos en el exterior –CITGO, la filial estadounidense de Petróleo de Venezuela (PDVSA)– y sobre la que pesan grandes denuncias de corrupción.

En ese entonces, tras años de malaria que incluyeron fuertes sanciones internacionales, Maduro tuvo una serie de buenas noticias. En primer lugar, Washington volvió a necesitar el crudo venezolano tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. “Ahí estaban las banderas de EE.UU. y Venezuela. Y se veían bonitas. Unidas como deben estar”, declaró el exdirigente sindical tras recibir a una delegación de alto nivel en Miraflores, a principios de marzo de 2022. Carambolas de la geopolítica: la incursión de las fuerzas de Vladimir Putin en suelo ucraniano le daba aire económico tras una época de vacas flacas, con un Joe Biden urgido de oro negro.

En noviembre de ese mismo año, el entonces ministro de Petróleo, Tareck El Aissami, se reunió con Javier La Rosa, el presidente de Chevron en Venezuela. “Firmaremos los contratos para impulsar el desarrollo de las empresas mixtas y la producción petrolera”, se alegró el funcionario, que luego sería desplazado por el descubrimiento de una trama de corrupción que lo involucraba en un desfalco millonario. En octubre de 2023, la administración Biden alivió sanciones a los sectores de petróleo, gas y oro venezolano, siguiendo la hoja de ruta de la implementación del Acuerdo de Barbados, donde el PSUV y la Plataforma Unitaria llegaron a consensos de cara a las presidenciales 2024.

Además, el triunfo de Lula significó un respiro para el excanciller de Hugo Chávez: el brasileño lo “rehabilitó” durante el encuentro de presidentes sudamericanos realizado a fines de mayo de 2023 en Brasilia. “Sobre Venezuela hay muchos prejuicios”, mencionó en ese entonces el nacido en Pernambuco. Esta frase fue replicada por el uruguayo Luis Lacalle Pou en la plenaria de presidentes. La excarcelación de Alex Saab, hombre cercano al círculo de poder en Caracas, terminó de configurar una temporada de alivio para el heredero del chavismo. El único sinsabor fue la caída de Tareck El Aissami, quien supo ser vicepresidente y hombre de su confianza. Diosdado Cabello dio a entender que la magnitud del dinero acaparado por el hombre de apellido de origen sirio-libanés tenía que ver con un intento de construcción de poder personal: fierros para gobernar. La detención de El Aissami, en abril de 2024, vino seguida de la revelación de escuchas de su ladero Samark López en conversaciones con dirigentes opositores como Julio Borges y Carlos Ocariz con el fin de desplazar a Maduro, reforzando la hipótesis que había hecho públicamente Cabello.

De “águila no caza mosca” a las calles

María Corina Machado llegó a su primer punto alto de popularidad cuando Hugo Chávez Frías le enrostró el recordado “águila no caza mosca” en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, ante interrupciones de la entonces diputada. Fue en enero de 2012 en un maratónico discurso que duró 9 horas y 45 minutos. Con ello, el nacido en Sabaneta de Barinas intentó bajarle el precio a la dirigente liberal al recomendarle que ganara las internas de la propia oposición que se realizaban al mes siguiente. No lo pudo hacer: sacó apenas un 4% frente al 64% de Capriles, estrella in crescendo que perdió por mucho con Chávez y por poco con Maduro. La vida y sus vueltas: diez años después del fallecimiento de Chávez, Machado cumplió aquella recomendación que le hizo el fundacional líder bolivariano. En otra Venezuela, la de Nicolás Maduro, el domingo 22 de octubre de 2023 conquistó nueve de cada diez electores que se presentaron a la primaria de la Plataforma Unitaria.

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A principios de marzo de 2024, durante la visita oficial a Brasil del presidente de gobierno español Pedro Sánchez, Lula da Silva hizo un apartado para hablar de las elecciones en Venezuela refiriéndose a su propia historia personal. “Yo fui impedido de participar en las elecciones de 2018. En vez de quedarme llorando, elegí otro candidato y disputó las elecciones”, mencionó en alusión a la entonces candidatura de Fernando Haddad, actual ministro de Hacienda, mientras él estaba detenido en Curitiba. Aquellos fueron los comicios con cancha inclinada que ganó Jair Bolsonaro y que abrieron paso a cuatro años de gobierno de ultraderecha en Planalto. El chavismo festejó la declaración de Lula y los memes de Machado llorando invadieron las redes. En ese momento, la dirigente de Vente Venezuela se mostró enojada con Lula. “¿Yo llorando, presidente Lula? ¿Lo dice porque soy mujer? Usted no me conoce”, escribió. Además, manifestó que se encontraba en lucha para hacer valer el derecho de millones de venezolanos que la habían elegido en las primarias opositoras.

Pasado el enfado, Machado hizo exactamente lo que le pidió el dirigente del PT: salió públicamente a nombrar una sustituta, la académica Corina Yoris, quien también fue impedida de inscribirse a pesar de no estar inhabilitada. Tras ello, Lula dijo que la imposibilidad de anotar a la Corina blue resultaba algo grave y que no tenía explicaciones políticas ni jurídicas. En ese entonces, fue el chavismo en redes, que había festejado los dichos previos del pernambucano, el que salió a hostigarlo. Entonces, Machado recurrió al plan C: forzó la salida del tablero electoral del gobernador del Zulia, Manuel Rosales, al conseguir que renuncie a su candidatura en favor de Edmundo González. El diplomático, que había sido inscripto a último momento como “candidato tapa” –figura conocida para guardarle el lugar a otra persona, ya sea Machado o Yoris–, terminó tomando el protagonismo central en el tarjetón electoral. Algo quedó claro tras estas decisiones: el abstencionismo no era una posibilidad para la Plataforma Unitaria, que ya había apostado a esa estrategia en 2018, cuando Maduro fue reelecto.

Una vez que Rosales dio el paso al costado, dividieron tareas dentro de la oposición mayoritaria a Maduro. María Corina siguió con los eventos callejeros en el interior del país, particularmente masivos en los estados llaneros, y González comenzó a dar entrevistas a medios de comunicación, nacionales e internacionales. En cada lugar donde habló, Machado levantó un banner con la cara de González, desconocido hasta el momento en el que, tras vetos previos, consiguió ocupar un lugar central en la presidencial de este año. El trasfondo es explotar la idea de que esto no se trata de una persona, sino de materializar el deseo de cambio que la oposición considera mayoritario en la sociedad.

María Corina Machado y un afiche de Edmundo González en Turén, estado de Portuguesa, llanos venezolanos, abril 2024. Fuente @MariaCorinaYa

El chavismo, del 1×10 al reality show

“¿Ustedes se imaginan lo que le va a ocurrir a los más pobres, los más vulnerables, si esos apellidos se sientan en Miraflores? Y a los empresarios también: vienen por ellos. Todo todito se lo van a entregar al gobierno de Estados Unidos, a las grandes transnacionales, a Europa. Quieren la rendición de Venezuela. Y habrá victoria popular”. La frase es de Delcy Rodríguez, vicepresidenta ejecutiva de Venezuela, a mediados del mes de mayo en el popular barrio de Petare. A su lado estaba Héctor Rodríguez, gobernador del estado Miranda y fundador de la Juventud del PSUV durante los años dorados de popularidad de Hugo Chávez. El hombre de 42 años, que sonó como figura de recambio, deberá esperar al igual que el popular Rafael Lacava, gobernador del estado de Carabobo: el chavismo cerró filas nuevamente con Maduro, que logra sintetizar a diversas corrientes internas a pesar de contar con el evidente desgaste de más de una década en el Gobierno.

El chavismo-madurismo decidió explotar la idea de los apellidos, buscando asimilar a González con Guaidó, Machado, e incluso Pedro Carmona Estanga, el breve inquilino de Miraflores durante el golpe de abril de 2002. Resulta compleja esa estrategia no solo con el perfil diplomático del candidato opositor, sino también con sus últimos eventos conocidos: “Soy hijo de la universidad pública”, dijo en la Universidad Central de Venezuela y se reunió con representantes de la comunidad LGBTI que le expresaron su apoyo. El sábado 18 de mayo, González hizo su debut masivo en un evento en La Victoria, estado Aragua. Allí habló de alternancia pacífica dirigiéndose a quienes -dijo- aún creen en el Gobierno: “todas las fuerzas políticas podrán ejercer sus derechos en el marco de la Constitución”. También le habló a las Fuerzas Armadas al decir que será garante de su institucionalidad. Y luego propuso una agenda de mínimos: un presidente que no insulte; dinero que valga; agua y luz; que no haya presos políticos y que los migrantes vuelvan.

“Lo que nosotros tenemos no lo tiene nadie”, dijo confiado Diosdado Cabello días antes en una videoconferencia del PSUV. Ahí fue cuando llamó a todo el partido a garantizar la estructura del 1×10: cada militante/afiliado debe conseguir una decena de votantes de cara al 28 de julio. Aquella estructura organizativa fue una idea de Chávez ante el referéndum de 2004. Con los comanditos, María Corina Machado y Edmundo González buscan replicar este padrón en sentido inverso. Ambos son datos que dan cuenta de competitividad, aún en escenario de cancha inclinada.

Durante los últimos meses, Maduro buscó descontracturar su imagen. Condujo un podcast, fue entrevistado en una silla gamer en su programa Maduro +, e incluso impulsó un reality musical llamado Factor M, que se encarga de buscar el jingle de su propia campaña mediante un concurso de talentos. El viernes 17 de mayo bailó con ropa deportiva en el marco de un evento de la Gran Misión Venezuela Joven, junto a la sub 25 Génesis Garvett, a quien le otorgó un lugar de vocería en esta campaña presidencial que se inicia. La idea de intentar suavizar a Maduro surge de una realidad: conduce el país desde hace once largos años en los que las turbulencias fueron más que los momentos de vuelo crucero sin sobresaltos.

La difusión oficial del primer capítulo de Factor M, el reality conducido por el actor y diputado Winston Vallenilla. Fuente: @TVES

Diosdado Cabello, por su parte, es el representante del oficialismo que viene tomando el rol protagónico en los estados, encabezando manifestaciones. Estas muestran músculo y dan cuenta de una realidad que también conoce su oposición: culturalmente, el chavismo sigue representando una fuerza social y política que ha oscilado entre los cinco y ocho millones de votos aún a pesar de las adversidades y que sigue logrando ocupar las calles. Es una identidad política con arraigo territorial, pero también emocional. La elección de agregar una cara sonriente de Hugo Chávez al logo del PSUV que se verá en el tarjetón electoral de Maduro es una decisión que recurre a esa añoranza por un pasado mejor.

Migración, observación internacional y un escenario abierto

La migración de millones de personas cambió la venezolanidad. “Me como una arepa extrañando mi casa”, sintetizó Elena Rose en su canción Caracas en el 2000, himno de la nostalgia que ya cosecha trece millones de visualizaciones en apenas seis meses en Youtube. “Lo que yo daría por una vaina así. Raspadito ‘e cola y el dólar a mil”, sigue el tema, ambientado en la Cota Mil –como se conoce popularmente a la Avenida Boyacá– y la Francisco Fajardo, la autopista más importante de la ciudad. “¿Soy el único venezolano que escuchando esto le dan unas ganas arrechas de llorar? Verga, cómo extraño mí país nojoda”, comenta un usuario, de los tantos que empatizan. Si bien son millones los venezolanos que dejaron el país, apenas unos cien mil pueden ejercer el voto en el exterior.

Pero también apareció una preocupación regional. Como en cualquier flujo de dimensiones masivas –el mayor éxodo en la historia reciente de la región, según ACNUR, la Agencia de la ONU para los Refugiados– comenzaron a operar fuera de Venezuela organizaciones delictivas. La presencia de El Tren de Aragua en Chile es uno de los ejemplos más conocidos y llegó a producir una nueva tensión entre ambas administraciones. Gabriel Boric llamó a consultas a su embajador tras una declaración del canciller Yván Gil en la que desconocía el accionar del grupo irregular. Por unos pocos se extendió allí una xenofobia que no se vio, por ejemplo, en la Argentina, país receptor que vio florecer panaderías que ofrecen tequeños y pan de guayaba. La harina “PAN”, faltante durante varios años en Venezuela por el desabastecimiento, comenzó a comercializarse en verdulerías y kioscos de la Ciudad de Buenos Aires junto al queso llanero.

Si el tema migratorio se mantuvo omnipresente y constante en la discusión pública sobre Venezuela, a medida que se acerca un nuevo proceso electoral aparece otro eje de vital importancia: la observación internacional. Cada vez que Lula habla de las elecciones del 28 de julio refuerza un pedido que, según él, le hizo a Maduro en San Vicente y las Granadinas, paralelo a la cumbre de la CELAC: que el estado venezolano garantice el funcionamiento de misiones de veedores que validen la transparencia de los comicios. El brasileño cree que esa es una condición necesaria para avanzar en una normalización del país caribeño-sudamericano.

La última escaramuza en relación a este tema fue con la Unión Europea. El presidente de la Asamblea Nacional, Jorge Rodríguez, le pidió al Consejo Nacional Electoral que retire la invitación a observadores de la Unión Europea, luego de que los europeos quitaran sanciones sobre Elvis Amoroso, titular del ente electoral. El chavismo denunció un intento de coacción de la entidad que agrupa a los países europeos, por no retirar sanciones también al resto. “En Venezuela habrá elecciones presidenciales con o sin la observación internacional de la Unión Europea”, desafió Diosdado Cabello en su programa semanal Con el mazo dando, que va camino a las 500 ediciones.

Estados Unidos, en tanto, no renovó en abril pasado la Licencia General 44, que flexibilizaba las sanciones al rubro de hidrocarburos (petróleo y gas) y que fue emitida al calor de los Acuerdos de Barbados. “Con licencia neocolonial, sin licencia. No necesitamos licencia para producir. ¿O somos esclavos? ¿O somos colonia?”, se preguntó retórico Maduro en un acto en Portuguesa, donde destacó las proyecciones de crecimiento económico que el propio FMI le da a la economía venezolana para este 2024. La decisión de la administración Biden llegó a raíz de lo sucedido con las dos Corinas, tras lo que Venezuela elevó el pulso discursivamente.

La vicepresidenta ejecutiva, Delcy Rodríguez, y una consigna contra el gobierno estadounidense tras la no renovación de la Licencia 44. Foto: @ViceVenezuela

En abril pasado el colombiano Gustavo Petro propuso que, a la par de las presidenciales venezolanas, se realice un plebiscito por un pacto democrático, a fin de garantizarle al perdedor de las elecciones certeza y seguridad sobre su vida y sus derechos. El solo hecho de poner esa idea sobre la mesa da cuenta de lo que hay en juego el próximo 28 de julio en una votación con final abierto.

Respecto al futuro, hay distintas hipótesis. Luis Vicente León, director de Datanálisis, señaló que “independientemente de lo que ocurra en las elecciones presidenciales, Venezuela va camino a un proceso de negociación en el que se van a producir dinámicas que permitirán una mejora en la coexistencia (en algunos casos más intensa y en otras más moderada) entre las diferentes fuerzas políticas que conforman el país”.

Pero también se consiguen lecturas menos optimistas: “Cuando la revolución no es proponente de cambios sino que se atrinchera y propaga el miedo a los cambios, malas noticias”, resumió en X el sociólogo por la Universidad Central de Venezuela, Damián Alifa, quien dio cuenta de la estrategia electoral del chavismo de torpedear a González –asimilándolo con personajes más conocidos y por tanto más desprestigiados–. Ese análisis se puede vincular con una noción del propio León: ¿cuál es el costo de salida para el gobierno de Maduro? En esa pregunta se resumen muchas inquietudes sobre lo que viene.

Quedan aún más de dos meses en los que el laberinto electoral venezolano seguirá mostrando bifurcaciones.

Otras lecturas:

Se dedica al periodismo político internacional desde hace más de una década. Es politólogo y magíster en Estudios Sociales Latinoamericanos (UBA). Escribió el libro "Lula, de la cárcel a la presidencia". Es hincha y socio de San Lorenzo.