Elecciones en San Luis: ¿y si hay otro batacazo?

La tierra de los Rodríguez Saá guarda una historia de alianzas y traiciones. El 11 de junio se pone en juego la Gobernación, 17 intendencias y una renovación parcial de todos sus cuerpos legislativos. Culebrón puntano.

Hola, ¿cómo estás?

Hace un par de semanas que no te escribía. No es culpa tuya, es de los gobernadores. Esto de que no les guste como viene el escenario nacional y quieran cuidar sus patios traseros me hizo generar entregas casi diarias durante un par de semanas. El Consejo Nacional Cenitalero se apiadó de lo que fue casi esclavitud y me dio un par de semanas para calibrar ideas. Desensillé, aclaró y acá estoy.

La entrega de hoy no tiene mucha magia, pero sí tiene una historia. Si estás leyendo esto ya sabes que te voy a hablar de San Luis, la tierra de los Rodríguez Saá. Votan el 11 de junio próximo. Es, con todas las letras y palabras, un distrito familiar.

Mirá.

Una provincia de apellido compuesto

San Luis es de las viejitas, no de las nuevitas como las patagónicas. Lo cual la ubica en las tradiciones más ancestrales de la política argentina. Previo a la Ley Sáenz Peña, las tensiones locales también se daban entre conservadores (PAN) y radicales (UCR). De hecho, la provincia tuvo su propia revuelta a comienzos del siglo XX, llamada la Revolución Puntana. Todos estos primeros años políticos del distrito en los comienzos del 1900 estuvieron cruzados por elecciones con bajos estándares democráticos, algunos tiros, numerosas traiciones y un par de intervenciones. Es en el medio de estos sucesos es que aparece el primer Rodríguez Saá gobernador: Adolfo,El Pampa”. Este ser de luz, quien abrazó su apodo con amor por su lugar de nacimiento, fue parte de la misma revolución que cambió un clan familiar (los Mendoza) por otro que se consolidaría en el tiempo (el suyo). El Pampa, nieto de políticos y militares puntanos que dieron forma a la provincia y combinaron sus apellidos, fundó un árbol genealógico que tiene sus ramificaciones hasta el día de hoy.

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El siguiente Rodríguez Saá que ocupó el máximo sillón provincial en el tiempo fue Umberto, que estuvo un mes y algunos días ahí sentado. El que sí se quedó un rato fue Ricardo, hermano de “El Pampa” y tío abuelo de los más conocidos y actuales: “el Adolfo” y “el Alberto”. Estas primeras ramas, sin embargo, no eran peronistas. Eran conservadores y, para ser más exactos, del Partido Demócrata Liberal (PDL), el brazo político provincial de la Década Infame. De hecho, la aparición del Partido Justicialista puntano vino en forma de UCR-Junta Renovadora, con Ricardo Zavala Ortiz. Militante de la UCR en los años ’30, sentó las bases para que el PJ se sumara a la ola nacional de Juan Domingo Perón hasta el golpe de Estado de 1955. La alternancia de levantamientos militares, proscripciones y condicionamientos a base de botas llevó a que la provincia estuviera en manos de la UCR-Intransigente a fines de los ’50 y comienzos de los ’60, la segunda y última vez que una boina blanca ocupó el trono. Algo que no pudieron aprovechar durante el período de Arturo Illia en la Casa Rosada, cuando volvieron los conservadores del PDL al poder, en la figura de Santiago Besso.

Esos años cambiantes hicieron que, a diferencia de otras provincias, le costara al peronismo asentarse en San Luis. Fue recién en 1983 que entró para no salir más. De la mano, claro, de “el Adolfo”. Pero la historia no empieza ahí, sino diez años antes con las elecciones de 1973, las del fin de la proscripción. En esa contienda Elías Adre, un señor con cara de político de ese entonces, tuvo que recurrir a una doble vuelta para ganarle a la cara de la Alianza Popular Federalista de Francisco Manrique en el distrito: Guillermo Belgrano Rawson, nombre que sigue dando vueltas en la actualidad.

Guillo había sido un político de carrera del PDL en la provincia, al punto de oficiar como Convencional Constituyente por el distrito en la reforma de los militares de 1957 reunida en Santa Fe. Llegó también a ser candidato a vice de Manrique en 1983. La historia de Adre, en cambio, tuvo bastante más tragedia. Fue uno de los tres gobernadores argentinos detenidos en la madrugada del golpe de Estado de 1976, además de Carlos Menem (La Rioja) y Amado Juri (Tucumán). Murió en 1980 a causa de una enfermedad que empeoró durante su encarcelamiento.

Así llegamos al momento en que San Luis dejó de ser esquiva al peronismo, con el inicio de un cuasi sultanato provincial en 1983. “El Adolfo”, que no había comenzado su carrera en el PJ si no entre conservadores, venía de hacerle la interna pesada a Adre como diputado provincial en los años ’70. Llegó al punto de armar un bloque legislativo propio, acusar al gobierno provincial de “desviación ideológica” y quedarse con el control legal del partido en el distrito. Hasta tuvo tiempo de plantar una lista en las internas justicialistas provinciales de 1976 y animarse a alguna que otra trampita para quedarse con el sello, los símbolos y, claro, el trono. Era, en definitiva, un decidido con ambición. Y, tal vez, bastante de maicena. Para las elecciones de 1983 enfrentó cierta resistencia dentro del partido que se procesó a la manera tradicional: con denuncias de fraude y unidad posterior.

Las internas del peronismo puntano se celebraron el 12 de junio de 1983 y fueron las primeras del Movimiento en todo el país de cara al regreso de la democracia. Se presentaron tres líneas. Una, “Movimiento de Unidad, Solidaridad y Organización” (MUSO) llevaba a Rodríguez Saá como candidato. Otra, “Blanca, Azul y Blanca”. Y la tercera, “Naranja”, con el liderazgo de Eduardo Mones Ruiz. Adolfo sacó el 52% de los votos, Mones Ruiz le dio el apoyo y se acabó la historia.

Con la tropa detrás y con las quejas parcialmente controladas, pudo sacar algunos puntos más que Carlos Zavala y la UCR, a la que siempre le costó hacer pie entre balas, conservadores y peronistas. Esas primeras elecciones a la Gobernación le dieron a la familia el 40% de los votos, casi 50.000 electores de su lado y 17 sobre 30 bancas de la Legislatura. A los 36 años, el Adolfo finalmente lo había logrado. Había devuelto todo el árbol al palacio. Y se quedó.

Las elecciones provinciales de 1987 fueron el debut de la nueva Constitución provincial, que habilitaba la reelección indefinida. Acá podes leer los debates sobre esa reforma. Los cambios también incluyeron una Cámara de Diputados más grande (43 bancas) y un Senado de la provincia con 9 asientos, uno por departamento.

Esas elecciones de 1987 sí tuvieron un hito nivel LAM. En el medio de la pelea entre renovadores y ortodoxos en el PJ nacional, a nivel puntano Oraldo Britos, otrora aliado de los Rodríguez Saá en la batalla histórica contra Adre, se alineó con los primeros. Jugó con el Frente Renovador, sacó 7% de los votos y coló un diputado provincial. La jugada no dolió tanto porque el propio Britos terminó siendo el ministro de Trabajo de aquellos famosos 7 días en el cargo del Rodríguez Saá presidente de la Nación. La historia de Britos con los hermanos no terminó bien: lo expulsaron del PJ de San Luis en abril del 2004. Tragedias y traiciones hay en todas las familias.

Adolfo tuvo cinco mandatos en la provincia, contando el primero de 1983 y el parcial de 1999, el cual duró hasta el 23 de diciembre de 2001 cuando se le ocurrió sacar un AirBnb en la Casa Rosada. Construyó una maquinaria electoral con la que nadie pudo batallar. Desde afuera, vale aclarar. Porque desde adentro sí las hubo (y las hay aún hoy). En el gráfico a continuación podés ver a qué me refiero con maquinaria.

Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD). Base de datos elaborada junto a Sebastián Parnes. La categoría “otros” agrupa el % de votos de terceros partidos que no lograron romper el dominio de los actores principales ni que pudieron consolidarse en el tiempo. El objetivo es simplificar la distribución de las preferencias en categorías sencillas de interpretar.

Tal como podes observar, el PJ siempre estuvo arriba de la mitad del electorado puntano. Salvo los casos de 1983 (la primera de Adolfo) y 2019 (la última de Alberto) nunca perforó ese piso. Hasta llegó a niveles africanos en 2003, cuando el más joven de los dos ganó su primera vez en el sillón familiar. Te dije, sultanato. Esa elección, de hecho, coincidió con el primer juego presidencial de los Rodríguez Saá, con Adolfo saltando de nivel con el Movimiento Popular Unión y Libertad. San Luis fue la única junto a La Rioja que se pegó a esa presidencial rara y adelantada para abril. Los hermanos repitieron el juego y el reparto de roles en 2007, 2011 y 2015. Solo en las de 2011 la cara fue del menor. En todas las demás, el saltarín fue el mayor.

Otro dato que te dejo es cómo lo hicieron, con qué partidos políticos. En 2003 juntaron algunos pedazos que eran propios y en el medio del descalabro lograron un digno cuarto puesto. Para 2007 el armado fue con la vieja UCeDé y un partido fantasma llamado Unión y Libertad, que ya había aparecido la primera vez. Cuatro año después se quedaron con los viejos liberales argentinos, a los que se sumaron los nuevos Es Posible (partido de distrito solo legal en San Luis y del cual ellos eran dueños) y el MIJD de Raúl Castells. Sí, el mismo dirigente piquetero que batalló contra el capital en la crisis del 2001. También estaba PAIS, el viejo partido del “Pilo” Bordón, el mismo que apareció esta semana en medios. En 2015, duchos en el arte de armar y desarmar, compitieron con Compromiso Federal, una coalición que se apoyó en la estructura que les dejó amablemente Castells y que fusionaron a Es Posible. A esto se sumaron todos los anteriores. Ingeniosos, no cabe dudas.

También lo fueron para tener una Legislatura amistosa. El mismo dominio que tuvieron de toda la provincia en términos ejecutivos se repitió en cantidad de bancas. Acá te dejo el gráfico que lo describe.

Fuente: Centro de Investigación para la Calidad Democrática (CICaD). Base de datos elaborada junto a Sebastián Parnes. La categoría “otros” agrupa la cantidad de bancas obtenidas por terceros partidos que no lograron romper el dominio de los actores principales ni que pudieron consolidarse en el tiempo. El objetivo es simplificar la distribución de las preferencias en categorías sencillas de interpretar.

Salvo en contados casos (1983, 1999 y 2013), siempre ganaron la mitad de las bancas en juego. Y cuando no pudieron, se quedaron al menos con el 40%. Lo cual no es un mal resultado para un esquema de renovación parcial como tiene la provincia por la sencilla razón de que si en la anterior te fue bien y tuviste a todos contentos, no perdés la mayoría del recinto. El gráfico te deja también dos datos que son particularidades puntanas. La primera es que hay poco espacio para otros partidos, situación calcada de la competencia Ejecutiva. Salvo que uno corra dentro del PJ o dentro de la UCR (hoy Juntos por el Cambio) es difícil lograr algo. Incluso una banca. La segunda es que cuando el Frente para la Victoria quiso entrar con fuerza, como ocurrió a partir de 2011, el resultado no fue el esperado. El PJ de los Rodríguez Saá parece impenetrable.

¿Lo es?

Las reglas y los cargos

Hasta acá ya tenes algunas puntas. La Gobernación se elige por mayoría simple a distrito único en toda la provincia. Hasta el año 1987 no había vicegobernador, figura que se incluyó con la reforma constitucional de ese año. Y también desde ahí hasta la enmienda constitucional del año 2006 la reelección era indefinida. A partir de 2007 solo se permiten dos períodos consecutivos. El cambio también aclaró que no pueden sucederse recíprocamente si cumplieron funciones de titular o de alterno por dos períodos, o si ya hubo un enroque. Tema que hoy está bastante en discusión.

En cuanto a la dinámica legislativa, la ampliación de la Cámara de Diputados en 1987 aumentó la cantidad de bancas y mantuvo el esquema de renovación parcial. Cuando se elige la Gobernación salen a la cancha 21 puestos, en cambio cuando no ocurre eso son 22. En cuanto a la Cámara de Senadores, del total de 9 bancas se renuevan 5 con el Poder Ejecutivo, y las 4 restantes 2 años después. Mientras que las magnitudes para diputados varían entre 10 (alta) y 3 (baja) en los departamentos y se eligen por fórmula D’Hondt con piso del 3% del padrón, los senadores son uno por cada uno y van a simple pluralidad de votos. Yo me pregunto para qué debe servir un senado provincial en una provincia con el 1,11% del padrón, 1,08% de la población y 2,76% del territorio, pero como no soy constituyente de San Luis no opino. Esta no es una lectura ambacéntrica, es más académica: los esquemas bicamerales suelen usarse en distritos grandes, con diferencias geográficas y sociales importantes, y la consecuente necesidad de expresar intereses políticos diversos. Estas tres condiciones parecerían no estar presentes en puntanoland.

Pero las innovaciones acá no terminaron. San Luis tuvo en su historia dos que son nota. La primera fue la Ley de Lemas, siendo la primera de las provincias en el país que adoptó el sistema en 1986. Fue justo antes de las únicas elecciones provinciales que perdió Adolfo siendo gobernador. Imaginate que motivación tenía. Lo mantuvieron hasta el año 2004, cuando “El Alberto” las derogó. Ahora volvieron, en forma de renovación sancionada en 2022 y serán aplicadas para estas elecciones provinciales de 2023. La segunda es lo que esta nueva legislación volteó y que marketineramente llamaron PAS: Primarias, Abiertas y Simultáneas. En 2013 se llamaban PASO porque se sumaron a la ola nacional y eran obligatorias. Pero en 2017 pensaron que era demasiada intervención del Estado y le sacaron la exigencia de presentarse a aquellos partidos, frentes y alianzas que no quisieran competir. La redacción del artículo 1° de la ley es kafkiano porque indica que tienen que ir a primarias todos los que compitan aunque tengan una sola lista, pero que si no quieren no lo hagan.

No sé, decime vos si no lo es.

La rosca familiar de este año

Viene como la historia: con expulsados, corazones rotos e internas. En charla con Matías Bianchi, puntano de cepa y director de Asuntos del Sur, me dice respecto del juego provincial que “la interna es que no hay interna. Lo que hicieron es, con la Ley de Lemas, hacer una interna en la propia elección. A nivel provincial es ficcional, pero a nivel municipal hay cierta competencia. Sobre todo en la capital, San Luis”. De acá se abren dos líneas de análisis que son dignas de la provincia, de la familia y de todo el árbol.

En la disputa ejecutiva, “no hay competencia real. Están todos ahí para sumar con la Ley de Lemas”, me cuenta. El jugador oficial es Jorge Omar “Gato” Fernández, ungido por “El Alberto” en la tele. The Cat fue intendente de Tilisarao (que queda por acá) en dos períodos y dos veces senador provincial por el departamento de Chacabuco. También ocupó cargos ejecutivos destacados y es hombre de confianza del menor de los Rodríguez Saá. Lo secunda María Eugenia Catalfamo, la senadora nacional más joven del Congreso Nacional, que está entrando en el último tercio de su mandato y que recientemente armó un bloque nuevo en “La Casa”. Además de ellos, hay dos fórmulas más PJ puras y una del Movimiento Evita. El peronismo se llama Unión por San Luis, y va con cuatro sublemas para arrastrar, condensar y mantener el distrito.

Pero el problema no viene por dentro, si no por fuera. Y tiene nombre: Claudio Poggi, exgobernador de San Luis en el interregno de los cuatro mandatos que acumula Alberto Rodríguez Saá. “Poggi era el pollo de ambos hermanos. Lo crió ‘El Adolfo’ y siguió con ‘El Alberto’”, me cuenta Matías. En un momento de la historia Poggi se peleó con la familia y decidió disputar el terreno. En 2015, ante el regreso del más chico de los Rodríguez Saá a la casa de gobierno, prefirió no competir por la reelección para la Gobernación y se jugó a diputado nacional dentro de Compromiso Federal. El Game of Thrones vino en 2017, cuando decidió llevarse su capital político personal y ponerlo a disposición de Cambiemos en las legislativas de mitad de mandato. En las PASO salió primero y sonaron todos los teléfonos. El PJ puntano movió cielo y tierra, agitó el territorio, y recuperó unos 50.000 votos para darla vuelta con épica y terminar primero. Poggi no pudo cantar victoria en aquel entonces, pero la herida ya estaba hecha. Ese proceso lo depositó finalmente como el opositor de lujo para todo el que sueña con arrebatarle la provincia a un árbol genealógico incrustado en la hoy terraza.

Y así se presenta hoy. Para esta elección, Poggi juega como hombre de Horacio Rodríguez Larreta en San Luis bajo el sello de Avanzar, el partido que armó como nombre de fantasía para liderar el amplio espectro que reúne Cambia San Luis. Matías me cuenta que “hasta hace unas semanas Poggi estaba 20 puntos arriba, más que nada por el desconocimiento del candidato oficialista”. Tanto Fernández como Catalfamo “han ido creciendo y se están acercando, pero están muy complicados”, me aclara. Sorpresa, una grande. Esto ha derivado en que la familia ponga todos los fierros para aceitar la maquinaria, desde abajo hacia arriba. Desde el intendente más minúsculo hasta el ex mandatario local, hoy candidato del PJ oficialista, para que sea conocido.

Pero solo una parte de esa familia. La sociedad entre los hermanos Rodriguez Saá está rota hace un tiempo y se juega en el territorio. “El Adolfo”, aunque vos no lo creas, “fue expulsado del PJ hace algunos años junto a toda su gente”, me chusmea Matías. Sí, el mismo que sentó las bases para el árbol eterno, hoy tiene los pies fuera del plato. “Está con Poggi y juega con él”, me comenta. Algo que se hizo público a comienzos de año. Este escenario deja el juego bastante abierto para la competencia por la Gobernación.

La segunda línea de análisis que abrió Matías tiene que ver con la carrera por la intendencia, la de San Luis. “A nivel ciudad hay competencia interna porque se sumó Ponce a la interna, quien era el principal opositor y hasta enemigo de los Rodríguez Saá”, me dice. Se refiere a Enrique Ariel Ponce, la hasta hace poco cara del kirchnerismo en el distrito. Fue intendente por Kolina y todo su recorrido político lo hizo armando desde la capital hacia la provincia dando forma al Frente para la Victoria, que no tuvo buenos resultados como habrás visto en los gráficos anteriores. Sí logró ser todo un dolor de cabeza para el PJ provincial en el principal distrito electoral de San Luis. “Ahora aceptó volver y hay una interna, quizás la más potente”, cierra.

Esto también tiene ramificaciones familiares, una con distinto apellido pero conectada. Como si fueran primos que se pelean en Navidad. Enrique es hijo de Carlos Ponce, exministro en los ’90 y también mandatario capitalino. “Es el legendario intendente de San Luis, que se le para ‘al Adolfo’ en 2003–2004”, me tira el tip Matías. La situación de disputa entre los Ponce y los Rodríguez Saá fue tan grande que llegó hasta una elección local que arrojó dos intendencias, dos Concejos Deliberantes y dos legitimidades que terminaron en la Corte Suprema de Justicia. Si San Luis te deja algunas notas de color, esta es una grande.

Pero no todo termina ahí. Te conté que esta es una historia de fidelidades laxas. Si Poggi sacó los pies del plato, el otro fue Eduardo Mones Ruiz. El mismo que en la interna del PJ de 1982 le dió el apoyo necesario a Adolfo Rodríguez Saá para sentar la base de su liderazgo de décadas, ahora juega dentro de Cambia San Luis y fuera del PJ como un sublema para competirle a “El Claudio”.

Las sociedades que durante tantos años tuvieron sus frutos y roles, ahora resuelven su interna a cielo abierto. Mientras que “El Adolfo” se juntó con su pollo y con su garante de los ’80 fuera del Movimiento, “El Alberto” trajo de vuelta a Ponce al redil peronista para resistir con aguante.

Yo también estoy un poco mareado. Todo huele a una disputa entre clanes que terminó dividiendo a un peronismo puntano que estuvo unido en su mayoría durante décadas. En el medio hay lugar para que figuren dos listas de izquierda, una del Frente de Izquierda-Unidad y otra del Movimiento al Socialismo. Además de la carrera por la terraza, se pondrán en juego las 5 bancas de senadores provinciales, 21 bancas de la Cámara de Diputados, 17 intendencias, 38 comisionados municipales y 73 concejales, con igual cantidad de suplentes.

En definitiva, volviendo un poco más atrás, ¿lo es? Esta vez puede ser que sí.

Algunas random

Para ir cerrando, te quiero dejar tres random y dos chivos.

  • Elecciones regionales de España. El resultado fue un golpe en la cara del PSOE y de Pedro Sánchez, líder partidario y presidente del Consejo de Ministros del gobierno. La reacción fue inmediata con el adelantamiento de las elecciones generales para el 23 julio, cuando estaban pautadas para diciembre. Las lecturas son varias, pero yo me quedo con que el PSOE salvó las ropas, no así el resto de la izquierda que se derrumbó. El Partido Popular (PP) terminó como el ganador de la jornada por varias cosas, pero sobre todo porque Ciudadanos desapareció del mapa. Parecería que vuelve el bipartidismo nacional, pero atentos a la interna del PP entre Alberto Nuñez Feijoó (presidente del partido) e Isabel Díaz Ayuso (presidenta empoderada de la CCAA de Madrid) que puede volver a desangrarlos.
  • Grecia. El que sí se desplomó es Syriza, la izquierda canchera de Alexis Tsipras. El victorioso fue Nueva Democracia (ND) del primer ministro Kyriakos Mitsotakis. Mirá cómo quedó el mapa pintado de azul. Pero el primer lugar no le dio la mayoría que quería a Kyri, así que convocaron a una nueva para el 25 de junio. ¿Un nabo? Para nada. En esta elección repetida (snap election) va a aplicarse un nuevo sistema electoral que tiene premio de mayoría al ganador. Acá hay detalles sobre el debate de reglas. Si la matemática da bien, el mismo resultado debería darle más de la mitad de las bancas. ¿Un vivo? Sí.
  • Turquía. Recep Tayyip Erdoğan va por su tercer mandato presidencial consecutivo. Viene de ser Primer Ministro desde 2003, lo que haría que acumule 25 años en el poder cuando termine el recién ganado. No tiene remate. Así quedó el mapa del país. Sacó más o menos la misma cantidad de votos que la última, solo que esta vez tuvo que ir a un ballotage.

Los chivos: Uno es para este lindo programa que armaron en la Universidad Nacional de Tres de Febrero. Empezó esta semana y tiene un plantel de lujo. Lo dirige Antoni Gutiérrez-Rubí. No te lo pierdas. El otro es que estés atento a las redes sociales del observatorio Pulsar.UBA, un espacio al que tengo la fortuna de pertenecer. Pronto vamos a publicar un informe que se las trae. Yo creo que va a ser un hitazo.

Hasta acá por hoy. Preparate porque, además de San Luis, el 11 de junio viene con primarias Mendoza, Tucumán y una local en Río Negro. Dejate la agenda libre ese domingo. Como siempre te pido al final, si te llegó por WhatsApp, Twitter o Ig y querés seguir recibiéndolo, es por acá.

Un abrazo electoral y te escribo en dos semanas,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.