Elecciones en Catamarca y Entre Ríos: ¿en qué contexto votan el domingo?

El 22 de octubre se define el futuro, también, de estas provincias.

Hola, ¿cómo estás? 

La pregunta de antes fue poco precisa. Profundizo. ¿Estás cortando clavos? ¿Rezándole a la virgen? ¿Relamiéndote? ¿Te sentís preocupado? ¿Abrumado? ¿Con aires de cambio? ¿Resistiendo con aguante? ¿Todas las anteriores o ninguna de las anteriores? Si es todas, esta entrega es un paliativo. El juego por la Rosada queda para la semana que viene, con otro PM ft. LGV y más cositas. Hoy voy a hacer foco en dos provinciales que todavía no traté: Entre Ríos y Catamarca.

Y si es ninguna de las anteriores, no sos de este planeta.

La sincronización entrerriana

Que poca bola le dimos a Entre Ríos, la más urquizista de todas. Tiene una historia plagada de detalles jugosos, pero que en aras de la síntesis acortaré varias décadas. Fue la única provincia desde el retorno a la democracia que cuando la Casa Rosada se pintó de un color, la provincia replicó sin contrastes. Sincronizadas. Así, al menos hasta 2015, cuando el peronismo reeligió en el distrito y Cambiemos alquiló Balcarce 50. La primera vez.

Es también una provincia que en sus 10 elecciones ejecutivas celebradas hasta la fecha ha tenido solamente 5 gobernadores. Si, no más de 5 hombres heredaron a Justo José. Con la singularidad de que la mayoría de este tiempo la Constitución provincial que venía desde 1933 no permitía la reelección. Recién en el año 2008, con una convención constituyente de mayoría peronista electa en el 2007, se habilitó la inmediata. Esta limitación constitucional no impidió que los hombres poderosos de la provincia mantuvieran el control interno en sus partidos.

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¿Cómo dice? La cosa fue así. En 1983, la Unión Cívica Radical (UCR) ganó la gobernación luego de haberla ocupada por última vez en 1963 bajo la forma de la UCR-P. No era algo ajeno a los radicales, quienes habían dominado el distrito en los años yrigoyenistas, de la Década Infame y frondizistas. Con Raúl Alfonsín en Capital Federal, Sergio Alberto Montiel habitó la (también llamada) Casa Gris. Es un edificio histórico y único muy bonito. Montiel fue parte de Renovación y Cambio en su versión entrerriana, y tuvo entre otros pesos pesados en el distrito, tanto a su lado como enfrente en alguna interna, a un tal César Jaroslavsky. “Chacho” fue reconocido nacionalmente con estrategias como esta y por situaciones como esta.

La cosa es que Montiel ganó muy bien y tuvo su primer mandato con gobernabilidad. Generalmente, los gobernadores entrerrianos la logran en ambas cámaras: para el Senado provincial por arrastre de la carrera ejecutiva (1 senador por departamento) y para la Cámara de Diputados por la cláusula de gobernabilidad vigente desde 1933 que le atribuye una mayoría automática al ganador. En 1987 vino la alternancia y apareció el otro peso pesado de la provincia: Jorge Pedro Busti. El PJ dio vuelta la torta y sacó tantos votos como habían sacado los radicales 4 años antes. También lo acompañó una mayoría propia. Así el peronismo se quedó y repitió en 1991, no con su hombre fuerte sino con un heredero llamado Mario Armando Moine. Anterior intendente de Paraná, la capital provincial, mantuvo guarismos similares a los de la elección inmediata anterior. El oficialismo provincial, revalidado e imitando el nacional.

Acá es donde afloran los liderazgos fuertes. Ni Montiel ni Busti desaparecieron. El primero ya había perdido en la elección provincial contra Moine, quedando con el premio consuelo de una diputación nacional por el distrito entre 1993 y 1997. El segundo, volvió a la Casa Gris en 1995. Ganándole a, sí, al pobre Montiel. En Entre Ríos, líder se hace. Busti cerró el ciclo menemista en el distrito con una nueva victoria consecutiva para el PJ. Pero siguiendo la máxima provincial, cuando ganó Fernando De La Rúa la presidencial de 1999, Montiel tuvo revancha y su tercera en los ’90 fue la vencida.

Pero, con un final con más sabores amargos que dulces. Las elecciones de 2003 fueron una transición en Entre Ríos. El viejo zorro radical de la provincia tuvo serias dificultades en el último año de su mandato, con los coletazos de la crisis social y económica del 2001 rebotando en la propia capital provincial. A eso se sumó una fuerte disputa al interior de la UCR, que clamaba por una renovación dirigencial. Con un intento de juicio político contra el propio gobernador, salvado en el último minuto a lo Mascherano por un voto. Así las cosas, el eslabón entre la generación de la transición y la renovación que empujaba de abajo fue el propio Busti, quien volvió a gobernar luego de 2 años como senador nacional por el distrito.

Sin poder aspirar a un mandato consecutivo en 2007, eligió un heredero: Sergio Uribarri, ministro de Gobierno y otras cosas, además de titular del PJ de la provincia en esos años. El nuevo mandamás del peronismo local reunió los consensos y concentró la fuerza para poder reformar la constitución el mismo año que fue electo, y así habilitar la reelección inmediata. Una nueva hegemonía. Uribarri replicó la máxima entrerriana de gobernar con mayoría propia, tanto en su primer período como en el segundo. También buscó mantener cierto control sobre su proceso de sucesión. Bueno, lo intentó. Cuando le tocó dejar la gobernación, sonaban dos nombres: Gustavo Bordet (intendente de Concordia, la segunda ciudad de la provincia) y Adán Bahl (ministro de Gobierno durante el uribarrismo). Todo decantaba hacia el segundo, pero quedó el primero. Bordet ganó en 2015, con una muy estrecha ventaja que rompió con la sincronización de colores, menos votos que en 2011 y menos fortaleza legislativa. Cambiemos, en las puertas de la historia.

El gobernador electo revalidó en 2019, se logró desprender de su constructor y mejoró los números obtenidos 4 años antes. Se subió al ciclón del Frente de Todos y volvió a pintar la provincia de azul. Casi toda. Ahora, para estas elecciones del 2023 le llegó el turno del dedazo, como le pasó a Busti y a Uribarri, los otros líderes de peso peronista. El designado fue Bahl, el que esperó 8 años. Vicegobernador de Bordet en su primer período y después intendente de Paraná, cargo que ocupa hasta la fecha, le toca la difícil tarea de mantener la hegemonía. La que viene desde 2003.

¿Chances? Un reconocido consultor de la provincia me comenta en reserva que “pesa la fatiga de los 20 años del peronismo en la provincia. Con la simultaneidad con las elecciones nacionales, es muy difícil explicar por qué hay que renovar confianza en ellos”. También apunta en esta dirección Laura Terenzano, periodista de la radio pública de Concordia, corresponsal de Letra P y a quien conocí escribiendo el news. “La incertidumbre es igual a la elección nacional, con la particularidad de que es la primera vez en mucho tiempo que el peronismo se enfrenta a las chances de perder el poder”, me cuenta. Ambos coinciden en un punto de referencia: Concordia, “la capital entrerriana del peronismo”. “Aquí gobierna el PJ desde 1983 y siempre aportó diferencias superiores a los 20 puntos para la victoria provincial del peronismo. Ese escenario hoy está descartado y los peronistas de Concordia aspiran a ganar, si lo consiguen, por un margen que no superaría los 5 puntos”, me cuenta Laura. Mi enigmática fuente no discrepa. “Esto se ve claramente en la amenaza que por primera vez sufre el justicialismo de perder en Concordia”, agrega.

Este escenario tiene nombre y apellido: Rogelio Frigerio. Luego de la experiencia con Alfredo De Ángelis en 2015, el nuevo hombre PRO del distrito comenzó a construir desde los tiempos del Ministerio del Interior. En 2019 no lo intentó, sino que dejó su lugar a Atilio Benedetti, otro histórico del radicalismo entrerriano. Este año es su chance y le jugó un pleno. Pero encontró resistencias, de dos tipos. Por un lado, el peronismo provincial se encargó de resaltar su porteñismo como un valor negativo. “En el oficialismo local se optó una y otra vez por resaltar la condición foránea de su competencia”, me comenta el consultor. Esto pesó en la campaña por la Casa Gris. “La discusión central giró sobre el sentido de pertenencia y la identidad entrerriana. Desde el peronismo le cuestionaron a Frigerio ser ‘un porteño que viene a gerenciar Entre Ríos’”, agrega Laura.

Por otro lado, a diferencia del oficialista Frente de Todos, Juntos por Entre Ríos tuvo sus primarias, celebradas en sintonía con las nacionales de agosto pasado. Enfrente de Roger se paró Pedro Jorge Galimberti, cara de la UCR “paladar negro”. “La interna viene desde 2021, cuando Frigerio ganó e integró a ‘Galimba’ en sus listas”, me comentan en off. “Para las elecciones de este año le negaron el pegado con los candidatos presidenciales, lo que hizo que la pica fuera mayor y le dieran el pie para coquetear con Bahl post PASO”, me agregan. “Fue una minoría que no aceptó la sumisión al PRO. Frigerio apostó todo a su figura y la UCR quedó partida”, acota Laura. ¿Se dobló, pero no se rompió? “Finalmente, no sucedió”, cierran el chusmerío.

Y esas chances, ¿tienen número? Sí. “Adán Bahl ha tenido una performance destacable (en las PASO) y, si bien su triunfo es menos probable, puede suceder. Los últimos sondeos lo muestran un 5% abajo, nada mal teniendo en cuenta que a principio de la campaña estaba a más de 20 de Frigerio”, cierra la fuente enigmática. Laura va en la misma línea. “La alianza oficialista logró revertir lo que parecía iba a ser una diferencia abrumadora, que tocó un techo de 20 puntos. Ahora el resultado es realmente incierto”, agrega. Qué tan territorialmente homogénea sea la victoria del nuevo habitante de la Casa de Gobierno determinará los márgenes de gobernabilidad que tenga por los próximos cuatro años.

Así que, se levantan apuestas para la tierra de Justo José. “Para ganar la provincia, hay que hacer una buena elección en 3 de las 4 ciudades más importantes: Paraná, Concordia, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay. Bahl está confiado en Paraná, donde calcula sacar 15 puntos, y en la historia de Concordia. Pero se habla de que puede haber mucho corte, y eso cambia el juego local respecto del provincial”, cierra Laura. La otra incógnita es el voto en blanco en las PASO, como bien resalta Kala Baraba en el “Elecciones en Foco” que armó para la Escuela de Política y Gobierno (UNSAM). Abelardo Del Prado, amigo virtual, politólogo y profesor de la Universidad Nacional de Entre Ríos, me lo resalta como un punto a tener en cuenta porque, en pocas palabras, nos quemó todos los papeles. “Si uno analiza el voto en blanco por categoría esto se ve más claro aún, el voto en blanco cae en las categorías ejecutivas y va creciendo en otras. El ejemplo más esclarecedor es que el voto en blanco ganó en la categoría diputado nacional, imponiéndose incluso a Bordet. Esto es un absurdo total, propio de un sistema electoral agotado, dado que él conserva un nivel de conocimiento y de aprobación alto en la provincia”, me detalla. El actual gobernador encabeza la lista de diputados nacionales del PJ en Entre Ríos.

Una elección que puede ser tan cerrada como la del 2015 y que, por ahí, repite la historia de colores desincronizados. Ahora, como hace 8 años, el juego es doble y enigmático. Una provincia que repite a la Nación. Y, casi siempre, coincide.

Catamarca de hegemonías

¿Vos pensaste que esto era todo amigos? No, falta Catamarca. Una provincia que, si no la conociste como turista, te recomiendo que lo hagas. También que pruebes sus vinos. Yo no la visité de adulto, pero sí bebí algunos. Si vas a hacer como yo, su historia marida muy bien.

La que, al igual que otras provincias del norte, viene con nombre familiar. Casi un clan. Desde 1983 hasta comienzos de los ’90 Catamarca estuvo asociada a “los Saadi”. La historia del apellido tiene de todo. Vicente Leónidas Saadi no fue el primer gobernador electo post transición a la democracia, pero sí tuvo mucho que ver. El recordado dirigente peronista nacido en la localidad de Belén fue, entre otras cosas, quien debatió con Dante Caputo cuando se planteó el acuerdo de paz con Chile por el Canal del Beagle. Pero también es rememorado por haber, según cuenta la leyenda, encomendado a su secretario privado a que imitara a Juan Domingo Perón en una llamada telefónica con el gobernador de Catamarca para que lo ungiera candidato del Partido Justicialista para las elecciones de 1949. Parece que la joda no cayó muy bien y lo metieron preso 3 años.

Antes, claro, llegó a ejercer como gobernador entre junio de 1949 y noviembre del mismo año.

Vicente, como otros dirigentes del norte del país, venía del radicalismo, armó el Partido Laborista y terminó en el Partido Justicialista. Quiso también ser la cara de la transición en 1983, pero no logró ganar la interna presidencial y se tuvo que conformar con una banca al Senado de la Nación. No fue poco: terminó como jefe del bloque. La provincia, igual, no se salvó de la familia. Quien resultó electo gobernador fue su hijo, Ramón Eduardo. Le cuidó bien el sillón al padre, quien luego de disfrutar el liderazgo senatorial, decidió volver a intentarlo en las elecciones provinciales de 1987. Esta vez, sin avivadas. Esos comicios le dieron al PJ más votos, más diputados y más senadores provinciales que las primeras celebradas post dictadura. La UCR, que comenzó a intentarlo con coaliciones más amplias, no pudo aprovechar su crecimiento electoral con Genaro Collantes.

El avispado Vicente, igual, no pudo disfrutar por mucho tiempo las mieles de la gobernación. Falleció exactamente 7 meses después de haber asumido el cargo. Asumió Oscar Garbe, vicegobernador, quien decidió convocar dos elecciones en una. Las primeras fueron de convencionales constituyentes provinciales, para reformar la carta magna del distrito e incorporar, entre otras cosas, la reelección ilimitada. Se celebraron el 7 de agosto de 1988 y, ante la decisión de la UCR y del Movimiento Popular Catamarqueño (MPC) de no participar, el PJ dominó completamente el órgano reformista. Las segundas fueron ejecutivas para terminar el mandato del fallecido Saadi hasta 1991. Ganó cómodo Ramón, que volvió. La disciplina de Garbe tuvo su premio: se quedó como vice. 

Pero al poco tiempo, vino la tragedia y la vergüenza. El horrible asesinato de María Soledad Morales trajo como consecuencia la intervención federal de la provincia por parte de Carlos Saúl Menem. Las investigaciones posteriores destaparon una olla de manejos, arreglos y ejercicio del poder en la provincia que resultaron en un escándalo de dimensiones nacionales. Luis Prol, funcionario de segundas líneas en diversos ravioles, fue el responsable de poner la provincia en orden y convocar a elecciones el 1° de diciembre de 1991. El PJ se dividió a instancias del interventor designado y pagó el costo, con el mismo nombre propio de la última década: Ramón fue la cara de la derrota y Arnoldo Castillo el de la construcción de una nueva hegemonía.

Que tomó la forma de coalición y se llamó Frente Cívico y Social (FCyS). Papá Arnoldo tenía su trayectoria radical en el distrito. Fue diputado provincial en 1963 y también electo intendente de Catamarca, cargo que no pudo asumir por el golpe de Estado de 1966. También coqueteó con los militares. Fue cabeza del ejecutivo de la capital designado en 1971 durante el período de Alejandro Lanusse y gobernador de facto en 1981 con Jorge Rafael Videla. Cuando “los Saadi” tenían olor a una caída que doliera, Arnoldo juntó a la oposición detrás de sí mismo. El FCyS ganó las elecciones de 1991 y ahí se quedó hasta el año 2011. 20 años ininterrumpidos de una experiencia que fue el preludio de la Alianza, y de las más recientes Frente Amplio-UNEN, Frentes Progresistas Cívicos y Sociales, y Cambiemos. En su formato original fue integrada por la UCR, el Partido Socialista y (el clásico catamarqueño que se suma a todas) Movilización. Después entraron y salieron muchos otros. Pero fue una de las primeras experiencias que empujaron los partidos no-peronistas reunidos para ganar.

El poderoso FCyS catamarqueño repitió en las elecciones de 1995 con la misma fórmula: Papá Arnoldo (UCR) y Simón Hernández (Movilización). Creció en votos y en bancas. Ramón Saadi lo intentó una vez más, sin suerte. Al igual que en 1999 cuando, a pesar de la posibilidad de reelección indefinida, Papá dio paso a Hijo. Oscar Castillo se convirtió en el heredero del Frente y mantuvo el predominio radical sobre el distrito, al que parecía que le llegaba otra dinastía familiar. Fue la última del sucesor del fallecido Vicente. Y a partir de ahí, el PJ cambió de cara.

Lo cual hacía pensar que las elecciones provinciales no iban a ser más una noticia nacional. Pero no, te equivocas. Las celebradas en el año 2003 tuvieron dos fechas. Las primeras se celebraron el 2 de marzo y fueron anuladas porque a Luis Barrionuevo, el de la nueva casta, no le gustó perder y mandó a quemar las urnas. Las segundas, el 24 de agosto del mismo año, sí valieron y mantuvieron al FCyS en el poder. Eduardo Brizuela del Moral pasó a ser la nueva cara de la amplia y dominante coalición. Tres veces intendente de la capital, senador nacional y hasta rector de la Universidad Nacional de Catamarca, venía con una larga trayectoria pujando desde abajo en el espacio que ya estaba consolidado. Como gesto de transición, mantuvo al mismo vicegobernador que había ocupado el mandato con Hijo Oscar: Hernán Colombo (Movilización).

Pero cambió en 2007. En su primera y única reelección buscada y lograda eligió a Lucía Corpacci como vicegobernadora, como parte de un acuerdo con la Concertación a nivel nacional. Los dos ganaron, pero algo se rompió en 2009. “En Catamarca suelen ganar los oficialismos. Solo se producen cambios cuando hay una crisis, como con ‘los Saadi’. También con una crisis de liderazgo, como la de Brizuela del Moral, una figura cuestionada y que tenía enfrente otra en ascenso como la de Lucía Corpacci, apoyada por Cristina Fernández de Kirchner”, comienza contándome Andrea Ariza, socióloga y muy conocedora del territorio. Luego del conflicto por la Resolución 125, Brizuela del Moral se alejó del kirchnerismo, Corpacci renunció a la vicegobernación, se presentó como candidata a senadora nacional por la provincia y logró una banca. A partir de ahí empezó una carrera cuerpo a cuerpo para ver quién se quedaba con el poder catamarqueño.

Y donde hubo fuego, alternancias quedan. Las elecciones del 2011 vieron sonreír a Corpacci y maldecir a Brizuela. Por unos 4 puntos de ventaja, el PJ logró sacarse de encima el estigma de los Saadi y construir una nueva mayoría peronista en Catamarca luego de 20 años de dominio del Frente. Hubo espacio para las perlas. Liliana Barrionuevo, hermana del kerosenero, se presentó por segunda vez, pero ahora por afuera y con un magro resultado en la disidencia. La nueva gobernadora electa, primera en la historia de su provincia, consolidó su poder en las elecciones del 2015, aumentando notablemente su caudal electoral y manteniendo la mayoría legislativa. En el Frente ya había olor a cambio interno.

Porque en las provinciales de 2019 el PJ se mantuvo. Con otra cara, la actual: la de Raúl Alejandro Jalil. Surgido desde la intendencia de Catamarca, como otros anteriores gobernadores, consolidó la nueva hegemonía en el distrito con más votos que su antecesora y una distancia mayor respecto de la versión provincial de Juntos por el Cambio. Ahora, para estas elecciones provinciales del 2023, va por su segunda. Como casi todos los anteriores que pudieron.

El principal apoyo del peronismo catamarqueño es, sin dudas, territorial. “En este contexto, hoy tiene más chances de ser reelecto Jalil y Unión por la Patria que las otras fuerzas”, agrega Andrea. “Gobierna el territorio catamarqueño en su mayoría. Tiene 30 de los 36 municipios. Y en términos regionales, la UCR (en sus distintas versiones) ha sido fuerte solo en Ancasti, Andalgalá y Antofagasta de la Sierra, al igual que en la clase media capitalina”, me detalla. Esto se apoya, además, en una gobernabilidad masticable. “Quien suele ganar la gobernación gana mayoría en diputados y senadores. En la Legislatura suelen primar los acuerdos, no hay obstáculos para gobernar. Los proyectos de ley enviados por la gobernación pasan sin mayores problemas”, acota.

Sumado a estas ventajas del oficialismo provincial hay un nuevo reacomodo de actores que pelean por la gobernación. Si en las anteriores elecciones las terceras fuerzas fueron alguna vez disidencias peronistas (como en los 2000) o partidos progresistas más chicos (el Partido Intransigente-FREPASO en 1999 y el ARI en 2003), ahora vienen por derecha. La Libertad Avanza se presentó con José Jalil Colomé, primo del actual gobernador y quien logró un digno tercer lugar en las primarias de agosto pasado sin una gran trayectoria en el distrito: vivía en Estados Unidos y “cayó en la política provincial”, me chusmea Andrea.

Esos guarismos lo dejaron a 12 puntos de Juntos por el Cambio. “Le restó fuerzas a la oposición porque la duda es quién sale segundo, no quién sale primero. Hoy es el tema de discusión en los medios. Juntos por el Cambio está peleando con La Libertad Avanza para mostrarse como los distintos”, apunta Andrea. Esto es algo que viene de larga data. “Hay una gran crítica en su interior. Desde que perdieron la gobernación en 2011 están en crisis, han ido perdiendo votos en cada elección provincial. Ven disminuir sus fuerzas”, suma como aporte.

Pero no todo lo que brilla es oro. Le pregunté a Andrea por el voto en blanco, que también resaltó Joaquín Gómez Amato en su informe “Elecciones en foco”. “Para mí fue una pérdida para el oficialismo. Aunque ganó, redujo su diferencia respecto de 2019. Es gente que está enojada con la gestión económica nacional, pero podría hipotetizar que no se ve movilizada por Raúl Jalil”, apunta. Esto tiene ramificaciones bien provinciales. “Cuando se pensó en el sucesor de Lucía Corpacci, Jalil fue visto como el sucesor natural porque era el intendente de la capital. Pero siempre fue cuestionado porque su familia, y él en particular, son empresarios. Tienen una cadena de farmacias, hospitales, tienen empresas en la provincia. Tal vez no convoca tanto porque es observado como el empresario que busca su beneficio personal. Son votantes peronistas, pero tienen su resto de crítica hacia él”, detalla. 

La situación casi abre una interna para la definición de la gobernación: Gustavo Saadi, actual intendente de Catamarca, estuvo a punto de presentarse en las PASO para disputar el liderazgo. Pero al final se dio marcha atrás y Jalil quedó como candidato único. Era una forma de evitar que la crítica interna de parte de los votantes peronistas impactase negativamente en el desempeño del oficialismo. Y  si el apellido te suena, es porque Gustavo es primo de Hijo Ramón, pero también de Corpacci. Si hay hegemonías, familiares afloran.

Para cerrar, Andrea me cuenta que todo este contexto puede ayudar a explicar también el corte de boleta a favor de Javier Milei para la competencia presidencial en el distrito. A pesar de que las elecciones fueron unificadas. “Me parece que hay una molestia hacia la gestión económica, que se entiende que es responsabilidad del gobierno nacional”, comienza. Y acá se abre una doble evaluación. Por un lado “hay un reconocimiento hacia el gobierno provincial y local”. Pero eso no implica que la crítica mencionada anteriormente hacia el liderazgo provincial no haya tenido su correlato. “En la capital, el candidato a intendente del PJ llegó al 59%, mientras que Jalil obtuvo menos y Sergio Massa que sacó menos aún”, detalla. Esto es señal de sofisticación del electorado. Unión por la Patria sacó 103.210 votos en la competencia por la gobernación (55,47%), mientras que solo alcanzó 87.513 para la presidencial (40,23%). En tanto, el primo de Jalil, Jalil Colomé, amasó 28.672 votos en la carrera provincial (15,41%) y Javier Milei, del mismo espacio liberal-libertario, 53.778 (24,72%). 

Más corte que Scarface.

Mix de randoms y bonus tracks

  • A comienzo de año te marqué Nueva Zelanda como una de las importantes. Una de mis lideresas favoritas, Jacinda Ardern, decidió dejar el liderazgo del Partido Laborista. En su lugar asumió Chris Hipkins, quien no pudo continuar su legado. Los vaticinios daban una mayoría del Partido Nacional, quién quedó a 12 bancas del gobierno. Será clave el apoyo de los liberales de ACT y lo que pase con una elección especial en Port Waikato. Un gobierno que depende de 528 habitantes.
  • Una buena noticia vino de Polonia, donde el gobierno del PiS (no es joda) perdió votos y bancas. Digo que es buena porque el partido es un claro ejemplo de la derecha nacionalista populista que impregnó varias partes del viejo continente. Acá pintaron un gran panorama de la elección, y acá encontrás más info sobre reglas y normas.
  • Me re copó el análisis que hicieron desde Barda sobre ausentes y voto blanco+nulo en las PASO con proyección para el domingo que viene. La pecera en la que todos pescaron, con números desagregados.
  • No llegamos a subirlo a la web antes del cierre de esta entrega, pero ya está casi listo el informe preliminar del estudio con focus groups que hicimos desde Pulsar.UBA en el segundo debate presidencial. Va a estar online sobre el fin de la semana acá. Para que sepas qué hicimos, es por acá.

Antes de irme, te quiero invitar a una coproducción de Cenital, Le Monde Diplomatique, Siglo XXI editores, Anfibia y elDiarioAR. Le pusimos “Antes y después de las elecciones”, donde a mí me toca el “antes” (viernes 20 a las 19 hs) y a Iván el “después” (lunes 23 a las 19 hs). Para participar inscribís en este link.

Como siempre, si esto te llegó por WhatsApp, Twitter o Ig y querés seguir recibiéndolo, es por acá

Un abrazo electoral y te escribo la semana que viene dos veces,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.