Elecciones 2023: ¿Cuáles son las más importantes y por qué?

Comienza un año movido a nivel electoral. Un punteado de las internacionales a las que hay que prestarle atención.

Hola, ¿cómo estás? Espero que fresco.

Con este envío comienza la Season 3 de #LaGenteVota. Espero que nuestros intercambios sean como los de las primeras 2 temporadas, pero también quiero que sean mejores. El año pasado prometí que iba a escribir más corto para que no borraras embolado a la mitad del e-mail, y espero que este año pueda consumar esa forma. Vamos a ir más al hueso. Vamos a tocar algunas cosas más de costado, con más lecturas recomendadas que letra propia. Pero también vamos a mantener el estilo de siempre, los temas que nos atrapan y los abordajes que no aparecen en otros lados. Así que, como primer pedido del año, pasá la voz de Cenital y de LGV. Te necesitamos.

El año pasado empecé una tradición: la de abordar las principales elecciones del año. En esta primera entrega la voy a mantener. Te voy a contar cuáles son las que más me interesan en este 2023. Por reglas de juego, por temas en debate, por impacto argentino o por el simple hecho de ser random. Para poder detectarlas comencé por esta nota que compartió Ayelén Oliva y que escribió Allison Meakem de FP. Acá te la descargué si no podés verla. Mucho del material con el que armé esta entrega lo tomé de ahí, y otro poco de otros lugares.

Entrá en calor, que este año se van a mover las placas electorales y no será apto para cardíacos.

1. Las nuestras, Argentina (PASO: 13 de agosto, generales: 22 de octubre y ballotage: 19 de noviembre).

Esta entrega siempre es sincrónica: voy de la más cercana a la más lejana en la fecha. Pero esta vez voy a hacer una excepción porque Argentina pone en juego (casi) todo su sistema político en este año. Si sos ansioso (y también si no) podes descargarte el calendario Elecciones Argentas que armé específicamente para este año. Vas a encontrar las fechas de elecciones nacionales, pero también de todas las provinciales y municipales que renueven sus cargos. Además, otras fechas importantes para la secta que somos como el cierre y publicación del padrón provisorio, la fecha de presentación de alianzas y de cierre de listas, de los debates presidenciales y otras yerbas del palo.

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Te spoileo que desde Cenital vamos a estar armando material especial para un año que va a ser, de por sí, cargadísimo en términos político-electorales. Todavía le estamos dando forma, pero ya estoy un toque manija. Así que estate atento. Todavía no puedo decir nada, pero se vienen cenicositas.

Ah, me olvidaba. Antes dije casi todo el sistema político porque Corrientes y Santiago del Estero ya eligieron gobernadores en 2021 dado que están desacopladas del calendario de sus pares. A la primera sí le toca este 2023, pero solo para 15 de los 30 diputados provinciales y 5 de 15 senadores provinciales. Aún falta que confirmen fecha, pero todo pinta que van separadas de las nacionales.

2. Allá también salen mal las cosas a veces: Berlín (12 de febrero).

Cerré el año pasado hablando de la importancia de organizar bien las elecciones y de que todos los actores políticos banquen los mecanismos por medio de los cuales ellos mismos son elegidos (o rechazados). El mantra: imprevisibilidad del resultado, previsibilidad del proceso. Bueno, en Berlín hubo un despelote organizativo y vuelven a votar en un par de semanas. Sí, allá también pasa. Sin grieta.

Los hechos. Berlín se define como una ciudad-Estado. Sería como nuestra Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es, además del centro del poder político alemán, una unidad más que forma parte de la federación germana con su propio órgano legislativo que, por ser un parlamentarismo, es la base sobre la cual se forma el gobierno ejecutivo. La Abgeordnetenhaus von Berlin es la Cámara de diputados de 147 bancas que se eligen por método mixto: 78 por mayoría simple en distrito uninominal y 52 por listas partidarias que se reparten en los 12 barrios de la ciudad. Es el sistema nacional aplicado a la capital.

Resulta que las elecciones se hicieron el 26 de septiembre de 2021 pero fueron un bardo. No solo porque se organizaron el mismo día que la Maratón de Berlín con las consecuentes dificultades logísticas, sino porque hubo importantes quejas por largas colas, falta de papeletas electorales, y hasta boletas que se repartían que correspondían a la elección federal y no a la local. Imaginate Twitter. Los sorprendente es que, a pesar de todo eso, no bajó la participación electoral, sino que subió 8% respecto de las elecciones de 2016 y se convirtió en la segunda elección con mayor afluencia desde la reunificación. Estoy sorpresa. Nos quejamos de gusto.

La cuestión es que tamaña desorganización hizo que el Tribunal Constitucional del Estado de Berlín declarara en noviembre pasado inválida la elección porque consideraron que la desorganización pudo haber impactado en la voluntad del electorado berlinés. Pero, atentos: no anuló el mandato de 5 años de los legisladores, sino que quienes resulten electos ahora deberán completarlo y volverán a votar en 2026 como corresponde. Esto hace que las elecciones de la ciudad no se desacoplen del calendario que venían teniendo.

¿Las encuestas? Como final de Gran Hermano. En los últimos sondeos la CDU se escapó unos puntos por encima de los Bündnis 90/Die Grünen, con los socialdemócratas del SPD terceros ahí nomás. La cosa es que los rojos siempre fueron gobierno desde la caída del Muro de Berlín, salvo entre 1991 y 2001 que dominaron los cristianodemócratas. Hoy también tienen la manija y deciden junto a los verdes y Die Linke. La gran pregunta, que también se la hace Franco Delle Donne, es qué van a hacer los socialdemócratas si quedan terceros y tienen que cederle el Regierender Bürgermeister a sus aliados. Acordate que a nivel federal rojos, verdes y liberales gobiernan. Como en cada una de estas elecciones, hay que mirar bancas y leer rosca.

3. Dos viejos tradicionales y un joven viejo que dice ser nuevo: Nigeria (25 de febrero).

En un mes se pone en juego uno de los sillones de peso en el continente africano. Nigeria es el 6° país con más población en el mundo (unos 225 millones en 2022), una potencia petrolera y el PBI total más alto de África. Desde que dejó la economía en base a la agricultura y se volcó a los hidrocarburos, su PBI per cápita creció de manera asombrosa. Sigue habiendo altos índices de pobreza y desigualdad como ocurre entre sus pares nacionales, pero sin dudas hablamos de un país destacado en la geografía africana.

Es, entonces, uno para observar. Sobre todo saber qué va a pasar con el sillón presidencial, con las 109 bancas del Senado y los 360 de la Cámara de Representantes. Sale todo a la cancha. Mientras que los cargos legislativos son todos por mayoría simple en distritos uninominales, bien a la británica, las reglas para llegar a la Aso Rock Presidencial Villa tienen su particularidad local. La constitución nigeriana indica que gana el que saca la mayoría de los votos y al menos un 25% de los votos en 24 de los 36 estados que componen el país. En caso de que no se den las dos situaciones, hay un ballotage entre los dos primeros. Nigeria innova.

¿Cómo viene la cosa? El presidente Muhammadu Buhari, líder del centroizquierdista All Porgressibes Congress (APC), no puede ir por un tercer mandato consecutivo, así que el juego está abierto. Buhari viene dominando la política nigeriana desde que llegó al poder en 2015. Ya lo había intentado en 2003, 2007 y 2011. A la cuarta, la vencida. Su candidato es Bola Tinubu, gobernador del potente Estado de Lagos y quien ganó cómodo la primaria de APC en junio pasado. Enfrente se le va a parar Atiku Abubakar del centroderechista Peoples Democratic Party (PDP), el otro gran partido de Nigeria. El querido Atiku también va por la revancha, después de perder fulero contra Buhari en 2019. También se había presentado sin suerte en 1993, 2007, 2011 y 2015. Se ve que son insistentes allá. Sí le tocó ser Vicepresidente entre 1999 y 2007 de Olusegun Obasanjo, un peso pesado del sistema político nigeriano desde épocas poco democráticas.

Hasta que todo parece una elección nigeriana más. Dos partidos mayoritarios que siempre dominaron el escenario político. Dos dirigentes entrados con edad, con Abukabar de 76 años y Tinubu de 70. Dos representantes de las etnias mayoritarias del país que se han repartido históricamente el poder, con el primero viniendo de los Fulani y el segundo de los Yoruba. Pero se coló Peter Obi, el Obama nigeriano de 61 años que se cree joven, dejó el PDP para sumarse al Partido Laborista en mayo del año pasado y representa una amenaza al status quo. Puede convertirse en el primer presidente Igbo desde 1966, la minoría racial del país. En toda la carrera apeló al voto joven y a la diversidad como valor, conectó con un sector de la sociedad que empuja por una mayor redistribución de los beneficios del petróleo y un mejor derrame en educación. Estos Obidients serán sin duda algo para mirar de cerca de acá a fines de febrero. Porque todo puede cambiar en Nigeria. O nada.

4. Tres liderazgos femeninos potentes a las urnas: Estonia (5 de marzo), Finlandia (2 de abril) y Nueva Zelanda (14 de octubre).

Vos te preguntarás qué tienen en común. Yo también lo hacía mientras descansaba en el norte, pero un día lo encontré: los tres países tienen liderazgos de mujeres potentes y los tres tienen elecciones este 2023. En Estonia gobierna Kaja Kallas del social-liberal Eesti Reformierakond (Partido Reformista de Estonia -mirá cómo sé estonio-). Lo hace junto a los cristianodemócratas y los socialdemócratas, quienes desde julio pasado armaron con ella su segundo gabinete desde que tomó las riendas estonias. En Finlandia lidera Sanna Marin, la cara de los progresistas de la rosa. Lleva más tiempo en el poder: desde diciembre de 2019 decide con el Centro, los verdes, los más a la izquierda y unos liberales que representan a los suecos en Finlandia. Y en Nueva Zelanda quien encabeza es Jacinda Ardern, también del partido de la rosa. Tiene el gabinete más grande de las tres con 20 asientos, que reparte no tan equitativamente con el Partido Verde y los nacionalistas de New Zealand First.

Las tres han formado gobiernos mayoritarios después de mucho trabajo y algunas crisis producidas por líderes varones. Ellas acomodaron las situaciones en sus países y las tres salen a la cancha electoral en diferentes contextos. Kallas llega fortalecida en Finlandia, con una leve caída reciente pero con un lindo repunte en las encuestas. La gran pregunta pasa por saber cómo le irá a sus socios socialcristianos y socialdemócratas, que rumbean el 7–9% cuando el límite para acceder al Riigikogu es 5%. Ella probablemente siga, pero sin sus aliados centroprogres puede tener que volver a buscar al Centro, que lleva al cuestionado Jüri Ratas como candidato a Primer Ministro. En segundo lugar en las encuestas aparecen los nacionalistas, conservadores y euroescépticos Eesti Konservatiivne Rahvaerakond.

A Marin tampoco le sonríen las encuestas, pero tiene mejores previsiones para sus aliados. La sumatoria de los partidos en el gobierno anda cerca del 50%, con toda la oposición junta en guarismos similares. El nuevo gobierno va a depender mucho de la rosca y de las bancas ganadas en el minuto final del reparto. Será clave ver el desempeño electoral de Kansallinen Kokoomus (Coalición Nacional), la derecha racional, y de Perussuomalaiset (Partido de los Finlandeses), la derecha gritona. Los dos le pelean cabeza a cabeza a Marin y los socialdemócratas. Y si te preguntás cuánto impacto tuvo el (mal frameado) escándalo de los videos de Marin, la respuesta es llamativa: los socialistas no cayeron en los sondeos, pero la invasión de Rusia a Ucrania sí tuvo un derrame positivo para los nacionales.

Y antes de que se convirtiera en noticia mundial, #LaGenteVota pensaba hablar de Jacinda y de sus chances. Creeme. Chances que, claro, van a ser nulas para ella porque decidió dar un paso al costado del liderazgo del Partido Laborista. En su lugar entró Chris Hipkins. El gobierno progresista de tres patas venía igual de capa caída, con un aumento de la valoración negativa de la gestión liderada por Ardern. Aún es pronto para hacer matemática dado lo caliente de la noticia, pero el voto hacia los laboristas también venía cayendo. Igual, ojo al piojo. Nueva Zelanda tiene un sistema mixto con dos votos para cada elector: uno que se usa para los partidos (party vote) y uno para los candidatos (electorate vote). Acá lo explican. Eso hace que sea necesaria una proyección de bancas algo compleja, que acá te sintetizan en una alta chance de gobierno entre el Partido Nacional, conservadores de derecha y ACT New Zealand, liberales de derecha. Claro, primero se tienen que poner de acuerdo. Como hicieron Kallas, Manin y Ardern en su momento con los suyos.

Algo para que le prestes atención: seguí al Te Pāti Māori (Partido Maorí). Representa a esa minoría étnica, que tiene bancas reservadas en el parlamento y que puede ser clave para estirar el período progresista. Si bien le pelea el progresismo a los laboristas, de quienes se desprendieron, mejor juntarse antes que dejarle el retorno en bandeja a la derecha.

5. En el borde de la democracia: Turquía (14 de mayo generales y, en caso de ser necesario, 28 de mayo ballotage presidencial).

Turquía viene teniendo un notable deterioro democrático en los últimos años. Esto es notable en todos los indicadores que miden democracia según V-Dem. Pero además de lo que pueden generar estas elecciones en la puerta giratoria entre Europa y Asia, hay un impacto económico, social y cultural relevante. El país está entre las 20 economías con el PBI más alto del mundo, tiene un territorio envidiable en términos geopolíticos y ha sabido oficiar como mediador en crisis regionales e internacionales recientes. Es también un tapón para la ampliación de la OTAN, al mismo tiempo que se llevan bien con la Rusia de Putin.

Muchas de estas cosas tienen nombre propio: Recep Tayyip Erdoğan. Es el centro político por el cual pasa todo. Y este año sale a las urnas. Es, también, el que cambió el sistema político turco. Literal. Por impulso del oficialista Adalet ve Kalkınma Partisi (AKP, Partido de la Justicia y el Desarrollo -también sé turco-) se llamó a un referéndum constitucional en 2017 para abandonar el parlamentarismo y entrar en el mundo del presidencialismo. Con un 85% de participación ganó el Sí por 3 puntos. Y Erdogan sumó poder. La reforma abolió la figura de Primer Ministro, que pasó a ser el Speaker de la Gran Asamblea Nacional, y concentró todas las facultades ejecutivas en el Presidente. Turquía ya venía rumbeando en esta dirección cuando otro referéndum, el del 2007, aprobó la elección popular directa del cargo, cuando antes era electo entre y por los parlamentarios.

Estas elecciones serán las segundas para Erdogan desde el cambio de sistema. En 2018 había ganado por más de 20 puntos al principal opositor Cumhuriyet Halk Partisi (CHP, Partido Republicano Popular), kemalistas y socialdemócratas. Son los herederos de Mustafa Kemal Atatürk, el fundador del Estado turco laico después de la caída del Imperio Otomano. Para las de este año, cada uno de estos actores está echando mano a sus aliados. Erdogan y AKP volvieron a apoyarse en Milliyetçi Hareket Partisi (MHP, Partido Movimiento Nacionalista), ultranacionalistas de derecha y que le dieron gobernabilidad en el último período en el poder. En cambio, CHP está tratando de juntar a toda la oposición institucionalista, republicana, laica y demócrata para cortar su racha. Son Alianza Nacional, pero andan con problemas para definir una candidatura competitiva.

La discusión para esta elección tiene su raíz en la historia. Mientras que la oposición busca volver al sistema parlamentario (o al menos semipresidencial) pre reforma del 2017, Erdogan busca consolidarse y ampliar su esfera de poder para una eventual sucesión en 2028 (si no cambia las reglas antes). Al mismo tiempo, hay una discusión sobre el tipo de Estado construido. Recep ha virado desde el secularismo tradicional que instauró Atatürk en 1923 hacia posiciones más confesionales, apoyándose en aliados más conservadores que de costumbre. CHP y sus amigos han apelado, para enfrentarlos, a toda la iconografía histórica. La coalición opositora se hace llamar Table of Six, que rememora a The Six Arrows, la bandera del Kemalismo laico que ya lleva un siglo de vida.

Estas elecciones no solo serán sobre quién maneja el poder, sino sobre qué forma tendrá. Y viene con picante. El Tribunal Constitucional suspendió hace poco la financiación del partido kurdo de izquierda HDP (no es joda) antes de las elecciones generales. Según la nota de Meakem, no se sumaron a la mesa de los seis y van con candidato presidencial propio. Pero muy probablemente serán los kingmaker del juego parlamentario: pueden dar una mayoría opositora en las elecciones legislativas, que van de la mano de las presidenciales, y que le permitirían a CHP frenarle la mano a Erdogan. Pero el viejo es vivo. Planeaba adelantar las elecciones para que “no coincida con exámenes universitarios”. Y lo hizo. En vez de votar en junio/julio se hará en mayo, con la oposición sin candidato presidencial confirmado. Pasa en los mejores países asiáticos.

6. Un test para Sánchez: España (28 de mayo municipales y parlamentarias a definir pero antes del 10 de diciembre).

España va a tener este año un calendario algo parecido al nuestro. Primero, un termómetro del pulso ciudadano a fines de mayo con las elecciones autonómicas en 12 de las 17 comunidades y en las 2 ciudades con estatuto de autonomía (Ceuta y Melilla). El mapa regional muestra que la izquierda del PSOE pone en juego 9 gobiernos regionales, mientras que la derecha tradicional del PP lo hace en 3. Además, se renovarán más de 67.000 concejales en 8.125 municipios de todo el país. Es, en definitiva, el poder local en todo su esplendor. Y todo el mismo día. Ah, vuelve a votar en Madrid, que ya tocamos en esta entrega.

Segundo, se espera que antes del 10 de diciembre o en esa misma fecha haya elecciones parlamentarias para nuestros primos. Es el día en que termina el mandato de las 14° Cortes Generales, que se compone de 350 bancas de diputados y 265 de senadores (208 son electos y 57 designados). El test será completo sobre Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, líder del PSOE y quien le devolvió la esperanza roja a la socialdemocracia española y, por qué no, europea. Sánchez llegó en un año en que los españoles votaron bastante, primero en abril y después en noviembre. Todo comenzó en 2018, cuando con rosca y visión, la nueva cara de los socialistas movió una moción de censura para sacar a Mariano Rajoy y al PP del poder, luego de escándalos varios de corrupción. Agarró el gobierno, llamó a elecciones un año después y repitió unos meses luego por falta de acuerdo para armar una mayoría progresista. Lo hizo finalmente a comienzos de 2020 con el primer gobierno de coalición desde el retorno a la democracia a fines de los ’70 y comienzos de los ’80. PSOE y Unidas Podemos repartieron cargos, acordaron agenda y comenzaron. Hasta que vino la pandemia. Y España se volvió algo parecido a Argentina en la disputa política cotidiana.

Ahora llega el turno de revalidar, con el barajar y dar de nuevo para los niveles inferiores del sistema político español como primer test. Hay tres cosas que quiero que prestes atención. Primero, las encuestas. Si comparás las de las elecciones de 2019 con las de este 2023, vas a ver que el PSOE viene bastante parecido 4 años después, pero con un PP enfrente que creció entre 8 y 10 puntos. Son los que perdió Ciudadanos, una formación liberal clásica con votantes conservadores que volvieron a casa de sus padres. Segundo, qué puede hacer el PP si gana las elecciones y tiene números para gobernar junto a Vox, la derecha gritona. Tienen el primer antecedente juntos: luego de las elecciones de Castilla y León en febrero de 2022, la dirigencia regional aprobó el acuerdo de coalición entre ambas derechas. Se rompió el cordón sanitario por primera vez en la historia del país. Los populares vienen de tensiones internas fuertes (que abordé acá). Todo pasará por la muñeca de Alberto Nuñez Feijoó, la cara de los barones regionales que busca devolver el partido a su tradiciones luego de que Pablo Casado le haya querido dar cierta impronta voxista. Tercero es que será de lo nuevo que está ofreciendo el progresismo, que se llama Sumar. Es una plataforma electoral liderada por Yolanda Díaz, la heredera de Pablo Iglesias en Unidas Podemos, y que busca ampliar el espectro de la izquierda innovadora. Quiere sumar a la vieja izquierda comunista y a la disidencia podemista de Más Madrid. Hoy muchos de ellos son los aliados de Sánchez, quien sonrió con la noticia.

Por eso, las elecciones españolas serán por bloques. De un lado, PSOE y Sumar (UP, IU, MM). Del otro, PP y ¿Vox? En el medio quedan Ciudadanos y los partidos regionales, como ERC, los vascos de PNV y EH Bildu, los gallegos de BNG y otros sueltos. Lo que sí es seguro es que va a llevar más tiempo formar gobierno que votar.

Si te quedaste corto de lecturas

  • Directorio Legislativo trabajó fuerte en el cierre del año y sacó tres balances de tres países distintos pero comparables. Me tocó aportar unos granitos de arena. Acá podés leer el de Colombia. Acá el de México. Y acá el de Argentina. El nuestro deja muchas alertas: fue uno de los años que menos leyes se aprobaron y menos sesiones hubo desde 1983, pero que vio un aumento de reuniones de comisión. Se intentó, pero no se pudo. La grieta.
  • Te vengo contando que a las elecciones hay que defenderlas. En esta nota Fernanda Buril y Erica Shein no solo dicen que cuestionar las elecciones sin fundamentos ha generado aumento de violencia recientemente, sino que además ofrecen herramientas para evitar que ocurra. Son la voz de IFES metiéndose en un tema que será agenda todo el año. Me gustó esta frase (traducción propia): “Estos casos muestran que los funcionarios electorales pueden ser un baluarte para la democracia al proporcionar recuentos de votos independientes y precisos, incluso cuando se encuentran bajo una presión política significativa. Para hacerlo, deben contar con los recursos adecuados y ser estrictamente independientes de la política. Eso no debe darse por sentado”.

Arrancó el año. Dejá la reposera. Un abrazo electoral y nos leemos en unas semanas,

Facu

Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.