El porqué de la carta de Cristina

Para demoler mitos hacen falta datos. Por qué la victoria de Juntos por el Cambio no fue una topadora, sino una supervivencia. Por qué el peronismo tuvo una interna a cielo abierto y qué pasó con ese piso en el que se confiaba. Una reflexión enamorada sobre nuestro sistema electoral. Varios cosas para que leas mientras hacés fila para votar.

Hola, ¿cómo estás?

Las elecciones PASO de septiembre pasado dejaron mucha tela para cortar y muchos heridos para recoger. Como toda elección de mitad de mandato, los resultados son provinciales pero las lecturas nacionales. No puedo hoy concentrarme en todas y voy a pecar de unitario centrista, pero me parece que el resultado de la provincia de Buenos Aires, en clave comparada con las elecciones PASO de 2017, se llevó todas las miradas. Muchas de las lecturas, cálculos y reacciones posteriores tienen que ver con ese distrito.

Por eso se va a llevar todas estas letras.

Demoliendo mitos

Las elecciones tienen sus historias. Son relatos que se construyen a partir de resultados y siempre generan narrativas de ganadores y de perdedores. Hoy vengo a contarte dos historias. La primera es que la victoria de Juntos por el Cambio sobre el Frente de Todos no se sustentó en una topadora electoral. Este es el primer mito. Es cierto que el peronismo perdió una vez más la provincia de Buenos Aires, ese fuerte que siempre pareció impenetrable pero que tiene más de un pasadizo secreto. Si vemos en detalle la distribución geográfica del voto en las PASO 2021 y la comparamos con las PASO 2017, lo que pareció un avasallamiento puede ser una oportunidad de reversión. En los mapas a continuación podés ver la merma (colores rojos, amarillos y naranjas) y la ganancia (colores verdes) en el porcentaje de votos tanto para el peronismo (Frente de Todos en 2021 y Unidad Ciudadana en 2017) como para Juntos para el Cambio (Cambiemos en 2017). Tomo en cuenta el voto a diputados nacionales.

Fuente: elaboración propia en base a resultados.gob.ar. Los mapas fueron construidos con la librería tmap en R.

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Derrota sorpresiva, sin dudas. Estrambótica, no tanto. Tal como se desprende de los mapas, el peronismo tuvo micro pérdidas en la mayor parte del territorio. Esto significa que obtuvo menos votos que el piso electoral que le ofreció Cristina Fernández de Kirchner y su Unidad Ciudadana en 2017. Esta merma, sin embargo, no fue en grandes cantidades dado que solo en unos pocos municipios perdió entre 10 y 20% de sus apoyos electorales. El problema vino por el lado de las compensaciones, dado que en aquellos municipios donde ganó votos no lograron revertir las pérdidas generadas en la mayoría. Esto ocurrió, por ejemplo, en la Cuarta Sección Electoral de la provincia, en el noroeste del país. Allí, a Cristina le fue muy mal en 2017 y al Frente de Todos le fue bien en 2021. Juntos por el Cambio, en cambio (cuac), tuvo mayor cantidad de distritos donde creció en votos entre ambas elecciones. Eso redundó, sin dudas, en el resultado electoral favorable en distrito bonaerense hace unos meses. Por eso tiene más municipios pintados de amarillo y de verde. Fueron micro ganancias.

El foco en el AMBA puede ayudar a reforzar esta lectura más medida de la derrota peronista. En aquellos municipios donde el peronismo perdió votos (pintados con amarillos, naranjas y rojos), Juntos por el Cambio no necesariamente creció (pintados de rojo). El problema vino por el lado de las cantidades: donde los primeros cayeron fue en porcentajes que rondaron el 5, 10 y hasta 15%, mientras que los segundos no perdieron más del 5% de los votos obtenidos en 2017. A Juntos por el Cambio le alcanzó con sostener la
conquista de 2017 en el AMBA y crecer un poco en el interior. Una supervivencia rasposa.

Fuente: elaboración propia en base a resultados.gob.ar. Los mapas fueron construidos con la librería tmap en R.

La segunda historia que te vengo a contar es sobre la interna a cielo abierto del Frente de Todos en las semanas posteriores al resultado de septiembre pasado, que derivó en la carta de Cristina. Este es el segundo mito. No hubo una amenaza de rompimiento ni de abandonos peronistas. Hubo pisos perforados. Y esto puede mapearse. Una técnica útil para este tipo de análisis es la que permite detectar hot spots, lo que en castellano significa “puntos calientes”. También se los llama clústers. Cuando analizamos la distribución espacial del voto podemos evaluar en qué medida la pérdida o ganancia de votos entre elecciones está concentrada geográficamente en una región específica, dispersa en distintas unidades territoriales o aleatoria sin patrón alguno. Este cálculo consta de dos partes. Primero, tal como te vine contando hasta ahora, se calcula el diferencial de votos entre las PASO 2021 y las PASO 2017 en cada uno de los municipios de la provincia de Buenos Aires. En una segunda instancia, se compara si ese valor es similar al promedio de los valores de los municipios que lo rodean. Esta cuenta se denomina LISA (Local Indicators of Spatial Association) y estima la autocorrelación espacial de la distribución del voto. Más nerd, imposible. Con este cálculo, armé cuatro tipos de clústers. En aquellos municipios donde hubo crecimiento de votos y a su alrededor hay distritos con valores similares, hubo una supervivencia concentrada (color azul). En cambio, en aquellos donde hubo un alza pero lo rodean otros donde se perdieron votos hay una supervivencia aislada (color celeste). Del lado de las pérdidas, en aquellos municipios donde hubo merma de votos y lo rodean otros donde la caída se produjo en proporciones similares, hubo pérdida concentrada (color rojo). Y aquellos donde la pérdida estuvo rodeada de distritos donde se creció en votos, hay pérdida aislada (color rosa).

Acá tenés la interna peronista a flor de piel, mapeada.

Fuente: elaboración propia en base a resultados.gob.ar. Los mapas fueron construidos con la librería tmap en R.

Tal como te adelanté, en la mayor parte del distrito las candidaturas peronistas perdieron votos respecto de 2017. Esto es algo muy marcado en el noreste de la provincia y en el sur, distritos muy populosos. Las ganancias concentradas vinieron en el noroeste y parte del sureste, distritos menos populosos. Pero donde más se sintió todo fue en el conurbano bonaerense: todos los distritos que rodean a CABA, con la excepción de unos pocos, tuvieron pérdidas de votos. Acá es donde viven la mayoría de los bonaerenses y donde se concentra el tradicional voto peronista. 

El Frente de Todos le rompió el piso a Cristina. De ahí viene la carta y acá se puede ver el porqué. Su trayectoria se construyó sobre un férreo e histórico voto urbano concentrado regionalmente en el conurbano bonaerense, con aisladas fortalezas en el interior de la provincia. La construcción de Unidad Ciudadana en 2017 implicó romper con el partido, lanzarse a la palestra en solitario y reunir a los más fieles. Con dos gobiernos cambiemitas en contra, el nacional y el bonaerense, la travesura que derivó en aventura le permitió consolidarse como un actor clave de la política nacional. Su supervivencia llevó al “sin Cristina no se puede, con Cristina sola no alcanza”. Sobre esas previsiones, infiero, pretende construir su legado político a futuro, a sus herederos y a las organizaciones que llevarán sus banderas. Dudo que haya visto los mapas para escribirla, pero yo encuentro una causa de incomodidad política importante para hacerlo.

Un escenario a futuro

Los ríos de caracteres que vendrán a partir del domingo a las 21 vaticinarán muchos escenarios posibles. Yo me quedo con tres cosas importantes que deja este largo proceso electoral: una certeza, una enseñanza y un interrogante a futuro.

La certeza es que en la Argentina hay alternancia. Si bien Juntos por el Cambio 2021 no mejoró radicalmente el desempeño de Cambiemos 2017, con lo hecho le alcanzó para ganar en muchos distritos y quedarse con la madre de todas las batallas. En una región donde la falta de confianza en los actores partidarios, la inestabilidad política crónica y las predilecciones por expresiones extremas a veces se vuelven realidad, nosotros viramos de una coalición a otra en elecciones regularmente celebradas. Cambiemos dio la nota en 2015, se consolidó en 2017 y perdió en 2019 (ya como Juntos por el Cambio). La victoria del Frente de Todos en 2019 no llevó a que el desgaste de 2020 derivara en un victorioso neófito en 2021 que creciera desde los polos, sino en un volver con la frente marchita hacia la otra coalición. Esto da estabilidad a la competencia político-partidaria, y eso es un valor enorme. Algunos países de la región lo añoran con pasión.

La enseñanza es que con los fierros solos no alcanza. El Frente de Todos confió en que con gestión, recursos y un Estado Nacional y otro bonaerense que volvían a pintarse de azules y celestes bastaba para quedarse con dos victorias separadas por dos meses. La sorpresa fue un cachetazo. Derivó en una carta. Cambió un gabinete. Generó especulaciones. Alertó y asustó a los propios. Entusiasmó a los ajenos. El derrotero de la campaña electoral entre las PASO y mañana domingo muestra que eso sigue ahí latiendo. Que no se pudieron quitar esa mochila. Pero también que hubo una reacción al golpe. El foco puesto en la Primera y la Tercera Sección Electoral se debe, justamente, a la pérdida de votos que te mostré antes. Resta por ver si los esfuerzos realizados bastarán para revertir el resultado, o si fue más declarativo que real como indican acá

El interrogante a futuro es sobre las raíces programáticas y sociales del peronismo. El corazón de su electorado se ha ubicado tradicionalmente en los distritos urbanos cerca de la Ciudad de Buenos Aires, en el norte y en el sur. La franja del medio quedó, desde 2015, para Cambiemos. Pero, si el piso perforado no es solo caída en la participación ciudadana sino un quiebre en la afinidad programática del peronismo con su base social más fuerte, esto abre muchos signos de preguntas sobre lo que pueda ocurrir a futuro con el partido devenido hoy en coalición. Acá entran a jugar una serie de cambios que ya habían alertado tanto Rodrigo Zarazaga como Juan Carlos Torre. Esto, claro, no es una carta de defunción peronista. Los cambios sociales, para que se expresen políticamente, llevan tiempo. Todavía hay espacio para la recuperación, la reversión y la reconexión. Pero sí es una alerta. No hay que dormirse en los laureles. El último mito político de la Argentina es el piso histórico del 30% en el voto peronista. Derribarlo moverá placas tectónicas.

Breve digresión sobre la fortaleza de nuestro sistema electoral

Mañana, domingo, por ahí a algún loco aislado se le ocurre hablar de fraude. Vos tenés que estar tranquilo porque todos las partes involucradas en el proceso electoral lo están. Hace tres meses te conté en esta entrega que en Argentina los ojos que miran el proceso electoral son muchos, los involucrados tienen competencias claramente definidas y todos los partidos políticos son co-garantes de un proceso electoral transparente, abierto y bien organizado.

Esto no cambió entre septiembre y mañana. Al ser una segunda lección, que es parte de un mismo proceso y que se realiza en un corto período de tiempo, todo está más ordenado. Puede estar más peleada y eso puede ser kerosene para algún fuego. Pero, la participación de actores públicos, partidarios y privados con experiencia en el mundo electoral, con muchas elecciones encima y con un aprendizaje profundo sobre la organización de elecciones en todo el mundo, es garantía de orden y progreso.

Hubo aprendizajes, sí claro. Los primeros simulacros que se realizaron pusieron sobre el tapete necesidades de ajustes y correcciones, elevadas por los propios fiscales partidarios y que fueron incorporadas por la empresa INDRA, responsable de la totalización y difusión de los resultados del escrutinio provisorio. Para eso se hacen. Cambios que demandan un año, se hicieron en un mes y medio. Las PASO de septiembre, las de mayor cantidad de listas y mayor uso de la herramienta desde la sanción de la ley en 2010, no retrasaron demasiado la publicación de los resultados. Eso es un plus desoído por quienes plantearon dudas sin sustento.

A eso se suma que vos, que estás leyendo este newsletter, podés mañana entrar al sitio de la Dirección Nacional Electoral (DINE) alojado en resultados.gob.ar y rastrear el telegrama de la mesa donde te tocó votar. También le podés contar a tus tíos y abuelos, para que se animen, para que no entren a Twitter o a Facebook. No ocurre en todas partes del mundo, ocurre acá. Esto se logró gracias a los enormes avances en la trazabilidad de la documentación y en el ciclo de vida que tiene el telegrama. Desde que se recibe el primero de ellos y por cada uno que se formula, la fiscalización se puede hacer tanto en las sedes centrales del Correo Argentino como en cada una de las habilitadas en el interior del país. Además de eso, hay usuarios específicos que solicitan ingresar en el sistema a través de la DINE,  operan como fiscales remotos y pueden ver lo mismo que puede ver un fiscal físicamente en el lugar de votación.

La trazabilidad se puede lograr gracias a que cada telegrama digitalizado cuenta con un código (“hash”) que es la huella digital del documento y a partir del cual se puede ver cualquier modificación que se le haga la imagen. Esto se puede detectar de manera rápida e inmediata dado que el “hash” es una cuenta específica de los datos del archivo y cualquier cambio modifica automáticamente el código. De modo que cada fiscal puede ver la imagen y lo que se cargó en el sistema, comparando si lo que se cargó es lo que está en el sistema. Los ojos que están viendo son muchos. Y eso legitima.

En muchos países la organización de elecciones involucra dependencias gubernamentales, actores partidarios y empresas, a veces más de una. El trabajo de organizar elecciones es un trabajo más, uno de suma importancia porque impacta en la vida de todos nosotros. No es fácil, pero se hace en serio. Cada actor tiene el compromiso y la conciencia de que es así. Si no me crees a mí, creele al Sr. Elecciones o escuchalo en este audio

Trabajan por la democracia y para la democracia. Por eso no te asustes, no te preocupes, no te subas a la ola. Va a estar todo bien. Andá a votar.

Recuelectorales

  • Me gustó esta nota de Paola Zubán en Agenda Pública sobre el funcionamiento de la polarización, pero la falla del contrato social. Recomiendo leer con facturas y café/mate.
  • Ya que te hablo de polarización, autobombo con autochivo. Me invitaron Nacho Ramírez y Beto Quevedo a participar de un hermoso proyecto llamado “Polarizados”. Fue hace unos meses y salió hace unos días. Escribí un capítulo que disfruté mucho pensarlo con mi compañera Gringa en casa y mi socia que nació vieja por WS. Colegas que admiro, respeto y leo también aportaron lo suyo. Espero que te guste y, si querés mi capítulo, avisame, pero que Nacho no se entere. Se lee mejor con un vino malbec reserva.
  • Más de polarización. Fundar acaba de publicar un documento de trabajo sobre polarización y consensos en Argentina. Lo escriben los enormes Gabriel Vommaro y Gabriel Kessler. Dicen que la Argentina se polariza mucho en torno a la economía y las diferencias culturales-sociales, pero hay un sólido consenso democrático y una identidad nacional compartida. Eso es otro plus en la comparación regional. Va muy bien con un pinot noir joven.
  • La Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires presentó su informe sobre paridad en las listas, luego del filtro que fueron las PASO 2021. Se nota una mejora respecto de las generales 2019 y de las elecciones de septiembre, pero aún hay que avanzar en la paridad horizontal. El problema es, claramente, quién encabeza en magnitudes chicas. Lo leen completo acá.
  • La Cámara Nacional Electoral sacó sus stickers de las elecciones. Me encantaron. Eso es progreso.

El lunes nos vamos a estar leyendo con un poco de análisis post legislativas, haciendo coalición con Don Tomás Aguerre. Como siempre, recordá que, por ser parte de este prestigioso club electoral, podés estar al día con el Google Calendar Electoral (acá desde tu compu y acá desde tu celu) y/o con una lista de Twitter que nutre a La Gente Vota. 

Un abrazo electoral, cuidate y nos vemos el lunes a media mañana,

Facu

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Politólogo, consultor e investigador independiente. Hoy lo encuentran dando clases en UBA y UTDT. Le encantan las elecciones y le sacan menos canas verdes que Racing. Un hobby que tiene es aprender la historia de los partidos políticos. Cree que la política marida muy bien con un tinto.