City-Inter, los espera el infierno de Estambul

El equipo orquestado por Guardiola, favorito, define la Champions con un histórico copero italiano. “No hay nada imposible”, nos recuerda el Emperador Terim, “menos en fútbol”. Y en un juego siempre cambiante.

“Me considero alguien con experiencia. Creo que he visto muchas cosas, pero no he visto nada. Con todo lo que he vivido, las cosas me siguen sorprendiendo. No hay nada imposible, menos en fútbol. Los milagros toman su tiempo”. A Fatih Terim lo llaman “El Emperador”. Paternal y filosófico, cuando Fatih Terim habla, el fútbol escucha. A los 69 años es el entrenador más popular de Turquía: en la temporada 1999/2000, con el Galatasaray, ganó la Copa UEFA (hoy Europa League), único título europeo de un club de Turquía. Manchester City e Inter ganaron sus semifinales a Real Madrid (14) y a Milan (7), los clubes con más Champions League. En Estambul, Manchester City-Inter jugarán desde las 16 su primer partido oficial en la historia, en el Estadio Olímpico Atatürk. El favorito es el City de Pep Guardiola, que juega su segunda final de Champions, no el Inter, que quiere su cuarta Champions. El “milagro” del City, nos dice Terim, tomó su tiempo. Pero en fútbol, le advierte al Inter, “no hay nada imposible”. Y menos en una final.

Hablemos del juego. Hay un término expandido entre los entrenadores y los analistas que caracteriza en qué parte de la cancha se apoya la fuerza defensiva de un equipo. El fútbol atraviesa la era del “bloque medio”. Si el City presiona en el bloque más alto de la cancha, el Inter aprieta, más bien, en el bajo. Si el City se dispone desde el dibujo táctico MW (3–2–4–1, con la última “invención” de Guardiola, el central-volante John Stones), el Inter se desparrama a partir de la MM (3–2–3–2). Si el City toca a partir de un cuarteto de cuerdas (Bernardo Silva-Kevin De Bruyne-İlkay Gündoğan-Jack Grealish), el Inter ataca directo, carga los cañones con su doble 9 (de entrada, Lautaro Martínez-Edin Džeko, en la reserva, Romelu Lukaku-Joaquín Correa). A veces, el City se mueve desde el three-box-three: “box” es caja, y la “caja”, el cuadrado, lo arman Stones-Rodri, y los “interiores” De Bruyne-Gündoğan. A veces, el Inter erige una pared de cinco ladrillos en el medio: abre por el lateral derecho a Denzel Dumfries, por el izquierdo a Federico Dimarco, y “hunde” al turco Hakan Çalhanoğlu. Como fuese, juegan los futbolistas, “gladiadores de nuestro tiempo”, nos marca Fatih Terim, que “por eso a los estadios donde juegan ahora los llaman ‘arenas’”. El Atatürk de Estambul aguarda por Lautaro Martínez, capitano después de cinco años en el Inter, y por Erling Haaland, una máquina que suma 35 goles en 29 partidos por la Champions.

Néstor López -periodista, hincha de Independiente- desea más que gane Guardiola que el City. Marcelo Rosasco -periodista, hincha de Sportivo Italiano- es directamente tifosi del Inter. Vieron casi todos los partidos de sus equipos en la temporada. Dice Néstor López: “Sentarse a disfrutar cómo juega al fútbol el Manchester City es uno de los mejores planes que puede entregar hoy el mundo del entretenimiento. No es poco, eh. Y es lógico: ese tipo que celebra el buen gusto futbolero que despliega el equipo que dirige Guardiola quiere que, además, gane. El City sorprende, cambia en medio del éxito, busca la excelencia, se supera todo el tiempo, apunta siempre a lo más alto, es exquisito en su propuesta y gana. Por lo general, gana. Es posible, obvio, que pierda algún partido. Pero hay algo que ya se sabe de antemano: ninguno puede jugar mejor”. Se pregunta y se responde, entonces, Marcelo Rosasco: “¿De dónde agarrarse para sostener la esperanza de ver a Lautaro levantar la Champions? Inter es un equipo que ha jugado con sorprendente capacidad de concentración, desde sacar pecho en el Camp Nou para llevarse un empate heroico hasta en la ronda final, en la que se impuso con autoridad a Porto, Benfica y Milan, algo que en la historia reciente habría sido una quimera. El entrenador Simone Inzaghi supo armar un circuito en el medio que recuerda al cerrojo de Helenio Herrera de los 60, y Lautaro está en un momento mágico. El resto será la exagerada atención y morder, morder y morder en cada anticipo. Muy complicado, pero le juego un boletito al Inter. Parece utópico, pero las utopías hay que perseguirlas para que se hagan realidad”.

“La final de la Champions de 2023 -ironizó el periodista Andrew Downie- será la primera disputada por dos equipos asiáticos. Manchester City, propiedad de los Emiratos Árabes Unidos, contra Inter de Milán, propiedad de China”. En 2008, el City fue comprado por la familia real de Abu Dabi, capital de Emiratos Árabes Unidos, y transformado luego en la nave insignia del City Football Group, propietario de 13 clubes desperdigados en cinco continentes (en mayo adquirió el 90% del Bahía de Brasil, que juega el Brasileirão). En 2018, el catalán Ferran Soriano, CEO del City Group, había departido acerca de las bondades privatistas en Argentina. Son las sociedades anónimas y la “glocalización”, estúpido. “El cambio de era del que estamos hablando va más allá del City –leemos ahora a nuestro amigo Ezequiel Fernández Moores en Cenital-. Porque un triunfo en Estambul puede ser el inicio del traspaso de mando en el reinado del fútbol mundial. La era de los Clubes-Estado”.

El Inter es tradición pero ya no famiglia. Sus tres Champions (las Copa de Europa 1964 y 1965 bajo la mano del entrenador argentino Helenio Herrera, y la de 2010 con los goles de Diego Milito y la capitanía de Javier Zanetti, hoy vicepresidente del club) las consiguió con la familia Moratti en el Inter. De Angelo a Massimo, de padre a hijo, empresarios petroleros. Desde 2016, el accionista mayoritario del Inter es la compañía china de electrodomésticos Suning (68%). El presidente del Inter es Steven Zhang, 31 años, un economista graduado en la Universidad de Pensilvania. En la temporada 2020/21, el Inter ganó el Scudetto y cortó la racha de nueve títulos consecutivos de la Juventus. Antes le había “robado” a Beppe Marotta, director deportivo. En el medio, cambió escudo y nombre oficial (de “Football Club Internazionale Milano” a “Inter Milan”) y aumentó la deuda. Ahora, si Zhang no devuelve un préstamo de 275 millones de euros en un año a Oaktree Management, firma estadounidense de capital de riesgo que cotiza en la Bolsa de Nueva York, puede perder el club y Oaktree pasar a manejar al Inter. Cuentan que la compra del Inter fue un “regalo” de Zhang Jindong, su padre, a Steven, cuyo “referente” es Iron Man, el superhéroe multimillonario de Marvel. “El Inter está en la final a pesar de sus dueños -dijo Kieran Maguire, autor de The price of football-, y el City está debido a sus dueños”.

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Volvamos, en este sábado de final de Champions y de juntadas y asados con amigos para verla por TV, a Fatih Terim, que dirigió al Milan (primer DT turco en la Serie A), que tiene su serie en Netflix y que estará en un rato entre los 74.753 espectadores en el Atatürk (es el estadio que albergó la final de 2005, la remontada 3–3 que terminó con consagración por penales del Milan ante el Liverpool, el “milagro de Estambul”). Antes que “Emperador”, cuando era futbolista, a Terim lo llamaban “Samantha”, por la protagonista de “Bewitched” (“Hechizada”). Había magia en sus botines pese a ser defensor. Ahora, en su palacio imperial junto a una montaña al norte de Estambul, con vista al estrecho del Bósforo, Terim es un “kabadayi”, una figura de macho autoritario, fascinado con el honor, la camisa abierta, el pecho al aire. El año pasado lo visitó allí el periodista Nick Miller, que publicó un alto reportaje en The Athletic.

“Cuando dirigí por primera vez, entrené a jugadores mayores que yo. Ahora son más jóvenes que mis hijos. El fútbol nunca se detiene. Todos los días cambia. Sobre todo la intensidad del juego, el ritmo es más alto. Hay muchos clubes que insisten en construir el juego desde atrás. Y el juego aéreo aumentó mucho”, dijo Terim. “Vivimos la era de los equipos que quieren jugar. En el pasado, era popular impedir que el rival jugara. Ahora al público no le gusta ver a esos equipos. La gente quiere ver un partido duro, pero con pelota. Debes destruir al rival con tu estilo de juego”. Manchester City-Inter, dos estilos de juego, una final en el infierno de Estambul.

Esto fue todo. Hay una final de Champions y conviene no distraerse. Pero antes de despedirlos, un recuerdo de Alberto Ferrari, un periodista anti-vedette, al revés de los hoy abundan, que cada lunes a la mañana, apenas entraba a la sala de profesores de la escuela DeporTEA, me lanzaba algún comentario sobre algún texto, siempre atento, crítico, noble. Siempre buen tipo, siempre luchador. Hasta siempre, Flaco.

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Salú y abrazos,

Roberto Parrottino (Beto)

Es periodista especializado en deportes -si eso existiese- desde 2008. Lo supo antes de frustrarse como futbolista. Trabajó en diarios, revistas y webs, colaboró en libros y participó en documentales y series. Debutó en la redacción de El Gráfico y aún aprende como docente de periodismo. Pero, ante todo, escribe. No hay día en la vida en que no diga -aunque sea para adentro- la palabra “fútbol”.