Bosques y Unión Europea: una relación ambivalente

En el marco de la crisis climática, la Unión Europea instauró medidas de restricción a las importaciones de productos que puedan estar vinculados con la deforestación. Efectos en la producción argentina y adaptaciones de la normativa local.

Buenas ¿cómo estás?

Ya pasaron los cierres de listas, así que ahora solo queda este lento descenso a la locura con mínimo tres elecciones -en CABA es muy difícil que no haya ballotage por la ley electoral- para saber qué nos deparará el futuro. Hoy no tendremos datos del día, así que vamos directo a lo nuestro.

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Excepto por algunos trasnochados, casi nadie rechaza la idea de que estamos viviendo una crisis climática severa que va a afectar de alguna manera a todas las personas. Ya sea desde cambios en la producción o de la vida urbana, un efecto va a tener. En ese marco, los movimientos ambientalistas han impulsado -con mayor o menor éxito- una agenda de regulaciones y medidas tendientes a remediar los efectos del cambio climático.

Las manifestaciones sociales se hicieron escuchar en la dirigencia política que avanzó sobre algunos aspectos regulatorios para impedir determinadas formas que toma la actividad económica y que tienen efectos nocivos sobre el ambiente. Por ejemplo, la Unión Europea sancionó dos medidas tendientes a reducir los gases de efecto invernadero: la Regulación para la Importación de Productos Libres de Deforestación (DFP) y el Mecanismo de Ajuste de Carbono en Frontera (CBAM).

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¿Cuál es la novedad de estas medidas? Que no afectan únicamente a los países de la UE, sino que también a los que exportan productos primarios hacia allá. Si te preguntás si eso nos incluye, la respuesta es sí.

Pero, ¿de qué se tratan? La DFP impide la importación por parte de países miembros de la UE de algunos productos primarios que se hayan producido en tierras deforestadas a partir del 2021. En otras palabras, si se produce soja en un área que antes era un bosque nativo y dejó de serlo durante 2021 o después, esa soja no se podrá exportar a Europa. Uno de los desafíos en este sentido es la trazabilidad del producto, es decir cómo saber si se trata de una producción que proviene de zonas deforestadas o no. En un ratito profundizamos.

El CBAM es un poco más complicado. Se trata de la compra de un certificado que deberán pagar algunos productos -por el momento son seis bienes de uso difundido (los que se usan para muchas cosas)-. La idea detrás de esta medida es poner en pie de igualdad a los fabricantes europeos, que ya tenían esta restricción, con los competidores internacionales. En este caso hay más olor a medida proteccionista que a otra cosa. La producción sustentable suele tener costos mayores que aquella que no cumple con estos estándares, por lo que la industria europea sería menos competitiva frente a la internacional si no se pusieran los mismos requisitos para importar que para producir localmente. Me voy a permitir un desliz. ¿Esto está mal? No, para nada. Pero que después no jodan con las medidas proteccionistas.

Antes de seguir, una aclaración que me parece pertinente. Si pensamos en deforestación seguramente te venga a la cabeza la industria maderera, pero aunque sea contraintuitivo no son cuestiones vinculadas. La parte más importante de la forestoindustria está vinculada a plantaciones de bosques con especies exóticas (eucalipto y pino), en zonas que no compiten directamente con bosques nativos. Sobre algo de esto habló Eli Möhle hace poco en Infinito Punto Verde y otro tanto hablamos en este news la entrega pasada -qué lindo el autobombo je-.

Aquí tienes tu desarrollo


Ya es algo conocido que la inserción argentina en el mercado internacional al constituirse como país fue mediante la exportación de productos primarios hacia los mercados europeos, en el marco del modelo agroexportador. No, hoy no vamos a tratar eso, pero vale la pena mencionarlo, ya que lo que está en jaque justamente por estas regulaciones es nuestra relación comercial con el viejo mundo.

En la actualidad, nuestros principales socios comerciales -en materia de productos primarios y sus derivados industrializados- son China, India, Brasil, Vietnam, Chile, Indonesia, Corea, Perú y Estados Unidos. Es decir, Asia y América Latina se convirtieron en el centro de gravedad de nuestras exportaciones para estos productos. De todas maneras, Europa sigue siendo relevante. Por lo tanto, las nuevas restricciones nos afectan, así que estuve charlando con Leonardo Park y Ángeles Sancisi, investigadores en Fundar, sobre este tema.

NS: ¿Qué efectos pueden tener las restricciones a las importaciones que impuso la UE en nuestro país?

LP: Aún es un tanto complicado estimar cuánto impactarán estas medidas, tanto a nivel internacional como en el caso argentino. Viendo las exportaciones de los últimos años hacia la Unión Europea, encontramos que aproximadamente el 40% del valor total podría estar alcanzado por las restricciones, dado que se trata de productos que la UE mirará con especial atención. Llevándolo a números: en 2021 las ventas argentinas hacia ese mercado fueron por USD 10.000 millones, de ellos 4.000 millones están dentro de este grupo problemático. Principalmente estos productos son el ganado vacuno y la soja y sus derivados.

De todas maneras, esto no quiere decir que estos productos no van a poder entrar a la UE, sino que van a ser analizados de una forma más minuciosa para descartar que no hayan sido producidos en el marco de un proceso de deforestación. El tema es que no está muy claro todavía cómo se van a implementar estos controles, por ejemplo el origen de los datos. ¿Van a ser recolectados por los propios países o con fuentes europeas? Como esta hay un montón de otras preguntas.

NS: ¿Esta situación es similar para otros países de América Latina? ¿Qué estrategias están tomando?

AS: Varios países de la región están especializados en productos primarios agrícolas y comercian con la Unión Europea, por lo que se trata de un desafío en común. Por ejemplo, Argentina y Brasil son los principales exportadores de soja al mercado europeo, y este segundo también lo es de café y de ganado bovino -justamente uno de los productos más problemáticos en cuanto a deforestación-. Además, Brasil es uno de los países de América Latina con mayor incidencia de la deforestación ilegal, por lo que es probable que se vea afectado por este tipo de medidas.

LP: Esta situación lleva a que se planteen dos grandes estrategias: la adaptación a las restricciones o el cambio de socios comerciales. No es para nada ilógico pensar que si los procesos de adaptación productivos son sumamente costosos, tanto financiera como organizativamente, se busquen otros mercados de exportación que no cuenten con estas restricciones. Sin embargo, este tipo de medidas no son un fenómeno que haya que mirar de forma estática. En el marco de la crisis climática que estamos viviendo es razonable imaginar que en los próximos años otros países y regiones adopten medidas restrictivas similares, por lo que pasarlas por alto hoy en día no significa que se resuelva el problema.

AS: De todas maneras, este escenario abre algunas oportunidades. Por un lado, es un incentivo a fortalecer el cumplimiento de la ley de bosques local. Por otro lado, trabajar en sistemas de trazabilidad, de forma tal de poder conocer el camino que realiza cada uno de los productos agrícolas que consumimos y exportamos -una práctica cada vez más común en algunos países-. A su vez, se abre un escenario en el que puede fortalecerse la posición regional a la hora de negociar con otros bloques económicos la implementación de medidas de este tipo, con el objetivo de evitar que se tomen decisiones de manera aislada que debiliten la posición latinoamericana, Finalmente, hay una oportunidad clave para Argentina en la medida de que logre adaptarse mejor que otros países a las nuevas restricciones, ya que se trata de mercados que potencialmente podríamos ganar, en caso de que otros competidores de la región decidan ir por otro camino que el de la adaptación.

NS: Por último, ¿las restricciones vienen acompañadas por algún paquete económico que colabore en la adaptación?

AS: En el Acuerdo de París se hace mención al financiamiento y también en los documentos del G20. El tema es que muchas veces se trata de un financiamiento para la mitigación de los impactos climáticos -por ejemplo, vinculado a catástrofes-, pero no tanto a la readaptación de los sistemas productivos. En el caso puntual de estas medidas (DFP y CBAM), ambas forman parte del pacto verde de la UE, lo cual es sumamente positivo en cuanto al objetivo de lograr la neutralidad de carbono. Sin embargo, no se advierten los costos que pueden tener estas medidas en los países del Sur Global, que históricamente han sido los que menos emisiones generaron. Por lo que en realidad deberíamos hablar de responsabilidades diferenciadas del cambio climático y pensar en medidas que acompañen la transición ecológica, sin descuidar a la población de países en vías de desarrollo.

De todas maneras, cabe aclarar que el DFP incorpora una sección específica que habla de la cooperación con otros países que puedan verse afectados. Sin embargo, no hay nada escrito que sea muy específico todavía, sino que son algunas conversaciones que se vienen dando.

El tronco es nuestro, nos pertenece

Ahora bien, no nos hace falta que aparezca una medida europea para darnos cuenta que hace falta cuidar nuestros bosques. No solo por una cuestión climática, sino también por el cuidado de la riqueza natural de nuestro país y de los ecosistemas en cuestión. De hecho, en 2007 se sancionó la Ley de Bosques, orientada a preservar determinadas zonas en el marco de un proceso de fuerte expansión de la frontera agrícola por el boom de los commodities. Sobre esto hablé con Lucas Figueroa, becario postdoctoral de la UNSAM/CONICET y Research Associate del AHCD/Geneva Graduate Institute.

En primer lugar, me comentó que uno de los objetivos que tuvo la ley cuando se sancionó no fue tanto frenar la deforestación, sino más bien regularla, en el marco del proceso de expansión mencionado. Desde que se comenzó a hablar de la posibilidad de regular la situación hasta que se sancionó efectivamente pasaron aproximadamente tres años, ya que -me señala Lucas- fue un proceso muy conflictivo en el que intervienen una multiplicidad de actores.

Si bien fue una ley que se pensó principalmente para el norte argentino, donde ocurría la situación más complicada en tanto a amenaza de deforestación, su aplicabilidad es en todo el territorio nacional. Esto no implica que las causas y los problemas que sufren los bosques en cada una de las provincias sean parecidos. Por ejemplo, en el caso de la Patagonia, la problemática está asociada a la ganadería extensiva sin control que genera una degradación de los bosques y el crecimiento de los centros urbanos -por ejemplo, al norte de Chubut, sur de Río Negro y en Ushuaia-. De todas maneras, esto no genera una gran cantidad de pérdida de bosques porque es a una escala relativamente baja. Lo que sí tuvo mayor impacto fueron los incendios forestales que ocurrieron en los últimos años. Algo que afectó a varias zonas del país, por ejemplo en la Mesopotamia, Córdoba y en la yunga. Si te interesa más este último tema te dejo esta nota de El Dipló que publicó Lucas el año pasado.

Otro de los temas que me mencionó es la cuestión de la aplicabilidad de la ley. El carácter nacional implica que sea igual en todo el país, su forma es particular para cada provincia, así como también el estado de implementación de sus propias leyes. Incluso dentro de una misma región, como el norte, existen notables diferencias. ¿Por qué hablo más del norte? Porque es la zona en la que más avanzó la frontera agropecuaria para cultivo de soja y cría de ganado en las últimas décadas.

Las leyes de regulación en cada provincia son muy distintas, por ejemplo en Formosa la deforestación podría avanzar sobre casi todo el territorio, mientras que en Salta no tanto. Pero esto que está en el papel no necesariamente tiene su reflejo en “la realidad” -sí, me he convertido en un Gustavo Sylvestre, pero menos talentoso-. ¿A qué me refiero? Salta es la provincia donde la deforestación ilegal incide con más fuerza -por ejemplo en la zona de Orán-, por lo que su implementación es bastante problemática. Asimismo, los vínculos entre el Estado y los diferentes actores intervinientes son distintos. Mientras que en el caso de Santiago del Estero hay un trabajo en conjunto entre los gobiernos y la comunidad agrícola, fundamentalmente con el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). En Chaco se tiene una visión mucho más productiva del bosque, por lo que las articulaciones se dan más que nada con el sector industrial y hay menos vínculos con las comunidades originarias.

De todas maneras, me señaló que tenemos una de las leyes más fuertes de América Latina en cuanto a la protección de los bosques, tanto en lo que refiere a los propios objetivos de la ley como de los instrumentos presentados. Sin embargo, encuentra una serie de desafíos sobre los que es necesario seguir trabajando:

  • Si bien la ley contempla la transferencia de recursos hacia las provincias más afectadas por parte de la Nación, los recursos prometidos no fueron repartidos, ya que aproximadamente se distribuyó el 5% de lo planteado inicialmente. Pero con ese monto menor, se logró reducir en parte el proceso de deforestación.
  • Hay una falta de visión común en la forma en la que se gestionan los bosques, por lo que es necesario avanzar en medidas tendientes a lograr más coordinación.
  • Por último, me planteó que poco se hizo en tema de prevención de incendios forestales, que es justamente uno de los problemas más importantes en algunas zonas.

En este sentido, le consulté sobre las nuevas regulaciones de la Unión Europea y su posible impacto en la normativa local. Según Lucas, esto difícilmente genere cambios en la ley, ya que existe un consenso a nivel nacional, provincial, empresario y comunitario en que la regulación actual sirve. Además, entiende que la restricción europea no debería significar un cambio importante en lo que es la forestación de las provincias del norte, más que nada porque las exportaciones vinculadas a productos de deforestación no está tan destinada a las naciones europeas. Por el contrario, esto puede ser un problema mayor en el caso de otros países como Brasil y Colombia que sí exportan productos que provienen de zonas deforestadas hacia la UE.

Bonus Track

Para cerrar la entrega de hoy, te dejo algunas recomendaciones que vi estas semanas y que pueden interesarte.

  • Hace unas semanas hablamos de Vaca Muerta y del GNL. En esta charla que organizó Misión Productiva, Guido Perrone comentó las claves en torno a estos proyectos de gas licuado que pueden significar un boom exportador;
  • Si estás suscripto a este news quizás ya la leíste, pero me encantó esta nota de Romina Zanellato sobre Karina Milei. Me hace dudar si recomendar una película de terror o no, la realidad ya las está superando;
  • Salió el primer informe técnico del INDEC sobre el nuevo Índice de Producción Industrial Minero, que releva la evolución de ese mercado. Es un tanto técnico, pero quizás te interese. En unas semanas seguro lo desgranamos un poco.

Pero de todas maneras voy a recomendar una: The Monster. Para mí está injustamente mal calificada, con poca guita hicieron una buena película que va de relaciones madre-hija y un monstruo.

Te mando un abrazo,

Nico

Escribe sobre temas de sectores y desarrollo productivo y trata, todo lo posible, de cruzarlo con datos. Le importa que estos sectores impulsen el bienestar social. Estudió economía en la UBA, se especializó en políticas sociales en UNTREF y arrancó una maestría en desarrollo económico en UNSAM. Es docente e investiga sobre Política Productiva en Fundar.