Crónica de viaje: ecoturismo en el Litoral, porque lo que no se conoce no se cuida

Una escapada de fin de semana por las reservas naturales de Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Los emprendimientos privados de conservación sostenible y la exportación de troncos. El caso de Posadas: la ciudad que mira al río.

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Este news se viene un poco autorreferencial. Se me ocurrió escribirlo cuando volvíamos por la ruta 14, de Posadas al Palmar de Colón, y pensaba en todas las cositas que había visto y aprendido en el viaje y que seguro te iban a interesar. Ponete de fondo esta playlist para seguir leyendo, hacelo por mí.

Primero, tal vez te preguntarás a quién se le ocurrió el delirio de hacer Buenos Aires-Posadas en auto en un finde largo. Pues en realidad a nadie, pero cuando llegamos a Aeroparque para tomar el vuelo a Posadas, la señorita de la aerolínea nos chequea el pasaje, el documento y nos dice, con total naturalidad: “sale de Ezeiza”. No, nunca nos percatamos de ese pequeño detalle al hacer la reserva, ni lo vimos cuando hicimos el web check in. Era casi de madrugada, no teníamos mucho margen y no había otros vuelos. Además, teníamos todo reservado y pagado con lo cual era dar todo por perdido y bancar un finde lluvioso en Buenos Aires o hacer todo el recorrido en auto desde CABA. Fuimos con la opción 2, que nos salió bastante bien.

Fue un viaje muy de ecoturismo, de conocer destinos turísticos relativamente poco explotados, charlar con gente dedicada a la conservación, descansar. 

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Así que acá te traigo un picadito de ideas que me dejó flotando el Litoral.

La importancia de los parques

El objetivo principal del viaje fue conocer las reservas más importantes de esta zona.

Primero fuimos a Iberá en Corrientes. Es uno de los humedales más grandes del mundo: ¡abarca unos 15.000 kilómetros cuadrados! La reserva es famosa por su biodiversidad, que incluye cientos de especies de aves, así como carpinchos por doquier, muchos yacarés, monos y ciervos, entre otros. Entre el paseo en lancha sobre la laguna y los senderos por el parque provincial, pudimos ver casi todos.

Dato: al igual que los demás roedores, los dientes incisivos de los carpinchos son de crecimiento continuo por lo que deben roer constantemente para desgastarlos.

Esta soy yo mirando un venado.

Después queríamos ir a los Saltos del Moconá, que quedan en Misiones, dentro de la Reserva de Biosfera Yabotí  («Tortuga» en guaraní). No pudimos ver tanto del parque donde quedan los saltos porque llovía y cerraron los senderos por seguridad, pero la ruta hasta ahí es hermosa y los Saltos una locura. Es una falla horizontal que hace que durante 3 kilómetros el río Uruguay caiga como de costado. Sólo se pueden ver desde una lancha que va por delante de las cascadas, o desde Brasil que queda ahí nomás cruzando el río.

Dato: los saltos suelen tener unos 4-5 metros de alto, si sube mucho el caudal del río, ya no se ven. 

Empezando la vuelta fuimos a las Ruinas de San Ignacio y pasamos por el Parque Provincial Teyú Cuaré que queda a solo 8 kilómetros y vale la pena recorrer sus senderos y ver el Paraná desde diferentes ángulos.

Por último fuimos a un parque que seguro conocés: el Parque Nacional El Palmar en Entre Ríos. Fue creado para preservar los últimos palmares de Yatay de la región, amenazados por el avance de la frontera agropecuaria.

Todos los parques dependían de diferentes instituciones y la verdad es que nos sorprendió la calidad de la infraestructura en todos. Lleva un poco más de tiempo para llegar que los destinos clásicos cercanos a aeropuertos, pero vale infinitamente la pena hacer unos kilómetros de más y conocer esos rincones más vírgenes de nuestro país. Existe esa idea de que “lo que no se conoce, no se cuida”. Un poco cursi pero bastante cierta. 

Fueron miles de km en las rutas litoraleñas que en parte fueron amenizadas con la escucha de los podcasts que componen la audioguía YPF sobre el Litoral. Hay sobre varias regiones del país y todos están buenísimos, sobre todo para escuchar en ruta pero también para flashear un poco viajes desde el hogar. Cuando le conté el viaje y esta idea a Romi Zanellato -quien siempre comenta, sugiere, edita y mejora estas entregas-, ¡me dijo que ella escribió el hilo de episodios sobre el Litoral! Amo la coincidencia.

Otra opción para inspirarse sobre este tipo de recorridos es La Ruta Natural, una iniciativa del Ministerio de Turismo donde sistematizan rutas escénicas, parques y lugares imperdibles vinculados a la naturaleza de nuestro país.

Conservación sostenible

Además de las reservas administradas por el Estado, en Misiones conocimos otras formas de conservación administrada por privados. El esquema es el siguiente: se compra un terreno relativamente grande -unas 100 hectáreas- de las cuales la mayoría se dedica a la conservación o restauración del monte nativo y una parte muy menor (3 hectáreas por ejemplo), se destina a la sostenibilidad económica del proyecto. Es decir, actividades productivas que permitan sostener la vida a quienes también protegen la biodiversidad.

El primer ejemplo es el de un pequeño complejo de cabañas. Una pareja compró un terreno cuyo destino casi exclusivo es la conservación y combinan el cuidado de ese espacio con actividades turísticas de poco impacto: un par de cabañas y pequeñas excursiones por la selva y el río. De esa forma pueden mantenerse y costear la conservación del monte. Y para los turistas es hermoso porque realmente dormís en el medio de la selva.

El otro caso de la sostenibilidad económica viene dada por la producción de diferentes frutas y hierbas para el consumo propio, la venta y recorridos guiados por la plantación que permite a los turistas conocer, reconocer y probar -¡nunca había comido tantas hojas y frutas raras en mi vida!- diferentes plantas nativas y exóticas del lugar.

Una ciudad mirando al río

Una gran sorpresa me llevé con Posadas. No iba con mucha expectativa, y la primera impresión al llegar al atardecer a la costanera y ver a lo que parecía toda la población de la ciudad aprovechar el espacio e infraestructura pública (juegos para niños, mesas de ping pong, miles de bancos, y ¡hasta postas para cargar agua para el mate!) en la larguísima costanera sobre el Paraná, me enamoró de una. Obviamente me hizo pensar en cómo podría ser una Ciudad de Buenos Aires donde el río sea más protagonista.

¿Vos sabías que exportamos troncos?

Algo que aprendí en la ruta es que al parecer exportamos troncos. Así en crudo, el árbol talado, cortado en partes y nada más. No lo podía creer así que fui a chequear un poco. 

Argentina tiene 1,3 millones de hectáreas de plantaciones forestales. El 92% de la madera producida comercialmente proviene de bosques cultivados en Misiones, Corrientes y Entre Ríos. De hecho, durante buena parte del recorrido por la ruta 14 se ven bosques cultivados a diestra y siniestra.

Con esa madera se producen varias cosas en el país y algunas de ellas se exportan. Varias están industrializadas, pero una porción preocupantemente creciente es exportada como madera en rollo (troncos sin procesar). En 2018 era el 0,3% de las exportaciones del sector y en 2022 fue del 3,8%. Según el Plan Argentina Productiva 2030, la demanda internacional de madera se convierte en un desafío si queremos industrializar y agregar valor a nuestros recursos naturales.

¡Toda la política debatiendo sobre baterías de litio y los camiones llevando troncos a Brasil y otros destinos internacionales! 

No quiero sobresimplificar, pero a veces por perdernos en discusiones más sexys no vemos algunos procesos que están sucediendo y por donde también perdemos recursos y soberanía. 

¿Cuáles son las formas de agregar valor a la madera? Por un lado, todo lo que es la industrialización de la madera: láminas, tableros y hasta muebles. Por el otro, el sector papel y cartón a partir de la pasta celulósica. En esto último, a partir del conflicto por las pasteras en 2005 perdimos mucho terreno respecto de la región, que no paró de recibir inversiones forestales mientras que nosotros casi no recibimos nada. Tal vez valga la pena repensar algunas ideas para aprovechar mejor nuestros recursos.

Te mando un abrazo, gracias por estar ahí. Nos leemos la próxima.

Eli

Soy licenciada en Ciencias Ambientales, magíster en Políticas Públicas y becaria doctoral en Ciencia Política en la UNSAM. En todos los ámbitos que puedo me dedico a sumergirme en los dilemas que nos presenta el desarrollo sustentable, uno de los mayores desafíos que enfrentamos en este siglo.